J U E G O S

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El Corro o  La Rueda

            En un principio el corro/rueda era más bien un juego de niñas, con el tiempo ya se fueron incluyendo niños al corro. Al corro se juega de la siguiente manera, todos los niños se agarran de las manos formando un círculo. Y van dando vueltas, cantando alguna canción, éstas son esenciales en este juego, de hay el dicho: La rueda con sus canciones, a las niñas, alegra los corazones.

 

Canciones de Corro o Rueda

¿Dónde vas Alfonso XII?

 1) De los árboles frutales

El que más me gusta el melocotón

Y de los reyes de España

Don Alfonso de Borbón

 2) ¿Dónde vas, Alfonso XII,
dónde vas triste de ti?
Voy en busca de Mercedes

Que ayer tarde no la vi

3) Si mercedes ya se ha muerto

Muerta está que yo la vi

Cuatro duques la llevaban
por las calles de Madrid.

4) Su carita era de cera
y sus manos, de marfil,
y el velo que la cubría,
de color carmesí.

5) Sandalias bordadas de oro
llevaba en sus lindos pies,
que se las bordó la infanta,
la infanta doña Isabel.

6) El manto que la envolvía
era rico terciopelo
y en letras de oro decía:
"Ha muerto cara de cielo"

 

7) Los caballos de Palacio
ya no quieren pasear,
porque se ha muerto Mercedes
y luto quieren llevar.

8) Los faroles de las calles
con gasas negras están,
porque se ha muerto Mercedes
y luto quieren llevar

9) Ya murió la flor de Mayo,
ya murió la flor de Abril,
ya murió la blanca rosa,
rosa de todo Madrid

10) Al entrar en mi palacio

Una sombra negra vi

Cuanto más retiraba

Más se venía hacia mí.

 

11) No te asustes Alfonso XII

Ni te asustes ¡ay de mí!

Que soy tu esposa mercedes

Que me vengo a despedir.

 

           Esta canción de rueda; ¿Dónde vas Alfonso XII?, se hizo muy popular en la España de las postrimerías del siglo XIX, cuando murió la Reina María de las Mercedes, primera esposa de Alfonso XII y estuvo en vigor hasta la proclamación de la II republica, allá por 1931. En el colegio las maestras decían a las niñas que no se podía cantar, y si las pillaban cantándola, les regañaban. Aunque una vez fuera del colegio, muchas niñas las cantaban en las callejuelas, a pesar de los pesares.

 

Niñas vamos a la Batalla

Niñas queréis venir, vamos a la batalla

a defender allí a Nuestra Santa Patria.

Cuando en batalla estemos,  niñas tener valor,

primero perder la vida que ofender antes a Dios.

Fuera, fuera protestantes, fuera de nuestra nación

que queremos ser amantes del Sagrado Corazón.

Viva Dios, que nunca muere y si muere resucita

Viva los hombres valientes y las mujeres bonitas.

            Nueva canción de Rueda, Niñas vamos a la Batalla, debido a la temática y contenido de dicha canción, le pasó como  a su antecesora, que durante la II República, no se pudo cantar. Aunque por paradojas de la vida, una vez acabada la II República, se volvió a cantar, durante la Guerra Civil y los primeros años de la posguerra.

 

La vaquera de la Hinojosa

Moza tan hermosa,

no vi en la frontera

como una vaquera

de la Hinojosa.

En un verde Prado

de rosas y flores

guardando ganado

con otros pastores.

La vi tan graciosa

que apenas creyera

que fuese vaquera

de la Hinojosa.

Moza tan hermosa,

no vi en la frontera

como una vaquera

de la Hinojosa.

 

La Rueda de la Alcachofa.

 A la rueda la alcachofa,
veinticinco por una hoja.
Al pan duro, al pan duro,
que se vuelva… (Se dice el nombre de una niña)  de culo.

 


           Entonces la niña nombrada de pondrá de espaldas, al resto de sus compañeras. Y nuevamente se vuelve a cantar a la rueda de la alcachofa, y se vuelve a nombrar a otra niña para que se vuelva de espaldas. Cuando estén todas las niñas vueltas, se canta:

 ¿Cómo tocan las campanas?

Así, tolón, tolón, tolón…

           (Mientras están cantando tolón, tolón, las niñas se van dándose culadas, unas con otras).

 

A la flor del Romero

De esta canción de rueda hay dos versiones:

1) A la flor del romero, romero verde

Si el romero se seca ya no florece,

Ya no florece, ya floreció

Y la flor del romero ya se secó.

Toma niña esta naranja

Que ha salido de mi huerto

No la cortes con cuchillo

Que está mi corazón dentro.

 A la flor del romero, romero verde

Si el romero se seca ya no florece,

Ya no florece, ya floreció

Y la flor del romero ya se secó.

 

2) A la flor del romero, romero verde,

Si el romero se seca ya no florece,

Ya no florece ya ha florecido.
Ay la mata del romero ya se ha perdido.

Cuántos hay que te dirán
salada, por ti me muero
y yo no te digo nada
y soy el que más te quiero.

A la flor del romero, romero verde,

Si el romero se seca ya no florece,
Ya no florece ya ha florecido.
Ay la mata del romero ya se ha perdido

 

 

La dama, dama

Que salga la dama, dama vestida de molinera.

Los pollos a la cazuela. Hay, hay sopitas de miel.

María si fueras mía te regalaría un pañuelo

Con cuatro esquinas bordadas y mi corazón en medio.

Con cuatro esquinas bordadas y mi corazón en medio.

 

 

La bola, bolanda

Bola, bolanda, bola que le de maña,

que a mi niña le gusta la bola, bolanda, bola

y la quiero ver bailar, saltar y blincar

y andar por los aires como los erizos por la mar

a mi hija le gusta la Bola, bolanda, bola

dejarla sola…

 

La rueda de canela

A la rueda, rueda  de pan y canela, 
toma un ochavo y vete a la escuela. 
Y si no quieres ir, vete a dormir.

La jardinera

(Esta parte la canta todo el corro)

Al levantar el hacha una jardinera vi
regando sus ricas plantas y al momento la seguí.
Jardinera, tú que entraste en el jardín del amor,
de las flores que regaste dime cuál es la mejor.

(Una niña se sitúa en el centro y dice lo siguiente)

La mejor es una rosa que se viste de color,
del color que se le antoja
y verde tiene las hojas, y verde tiene las hojas.
Tres hojitas, tiene verdes y las demás encarnadas,
y a ti te prefiero... (Se dice el nombre de una niña)
porque eres resalada.

(La niña que ha sido elegida para ocupar el centro, canta)

Gracias te doy, jardinera, por haberme elegido
y entre todas las que hay compañera de  mi alma
a mí sola has preferido.

Eso no hay que agradecerlo, ni cumplir la obligación

Eso son de las amigas que  sale del corazón.

 

 Al Jardín de la Alegría.

Al jardín de la alegría quiere mi madre que vaya
por ver si me sale un novio el más bonito de España.
Vamos los dos, los dos, los dos, vamos los dos, en compañía,
vamos los dos, los dos, los dos, al jardín de la alegría.

 

El patio de mi casa

El patio de mi casa es particular,
cuando llueve y se moja vaya cosa igual.
 Agáchate y vuélvete a agachar,
que van los pececitos nadando por la mar.
H, i, j, k, l, m, n, o, 
que si tú no me quieres otro niño me querrá.
Chocolate,  del molinillo,
Corre, corre que yo te pillo.
A estirar, a estirar (el corro se hace más grande),
que el demonio va a pasar.
A encoger, a encoger (el corro se va encogiendo),
Que el demonio ya se fue.

 

Otros juegos

 El juego de las “patás”

           Como en el juego anterior se elegía una madre, y esta se sentaba en una silla. Un niño con los ojos cerrados, se ponía a cuatro patas, con la cabeza apoyada entre las piernas de la madre.  Acto seguido, los demás niños puestos en fila, iban pasando, y uno le daba una patada en las posaderas, una vez dada la patada la madre recitaba:

 

Tranca la tranca

rompió una jarra,

tranca la tranca

la rompió

Adivina quien te dio.

 

            Una vez dicho eso, el niño se quitaba la venda y tenía que tratar de adivinar quien le había dado la patada. Mientras intentaba saber quien le había dado la patada, los niños cantaban, que lío, que lío yo no he “sio”, que lío, que lío yo no he “sio”. Si no acertaba el nombre del niño que le había propinado la patada, seguía él, hasta que acertara.

 

El Látigo

           Juegan un grupo de niños. Un niño era el que “se la queda” mientras los otros se escondían o se alejaban. Entonces el niño empezaba a decir el aviso:

 

Al aviso, el “avisao”

el que esté cagando

o meando que sepa
que lo han “pillao”
.

 

           Entonces el niño empezaba a ir pillando al resto. Cuando cogía/encontraba a alguien, le cogía de la mano y corrían entonces juntos. Nuevamente volvían a cantar el aviso, y marchaban a buscar a un tercero. Así sucesivamente, llegándose a formar a veces una cadena de varias decenas de niños. El juego lo ganaba el niño que era atrapado el último, y en la próxima ronda llevaba el aviso el niño que había sido atrapado el primero.

Al escondite/ Las escondidas

           Juego en el que participan varios niños. Uno hace de madre y otro “la queda”. Mientras tanto el resto se esconde. La madre llama al que se la quedaba y lo pone en su regazo con los ojos tapados. Los demás niños se esconden, al tiempo de esconderse la madre le dice.

 

Allí va mi gavilán

con cinco uñas de gato

como no me traigas carne

las orejas te las saco.

 

           Una vez dicho, el que la queda debe traer un niño de los que se han escondido y entregárselo a la madre. Ahora el niño capturado es el que se la queda, y debe buscar a los demás.

 

           Otra versión, del juego del escondite, más moderna, (ya no participa la figura de la madre), consiste en que el niño que la queda empieza a contar, mientras los otros se están escondiendo. Una vez que ya ha contado avisa a los compañeros de que empieza la búsqueda.

 

Ronda, ronda,
el que no se haya escondido
que se esconda
que tiempo ha tenido

Que yo ya voy.

 

           Y empieza el niño a buscar, cuando encuentra a alguien, corre al lugar donde ha contado y dice una, dos y tres (y el nombre del compañero que ha encontrado). Así los niños que han sido encontrados se van juntando en el lugar donde ha contado el que la llevaba. Aunque si al final sale un compañero y llega antes al sitio, donde están todos sus compañeros, que el que la lleva, los puede salvar diciendo:

 

Una dos y tres por mí,
por mí primero
y por todos mis compañeros
.

 

El tocatel

O también llamado el juego de la rayuela,  consiste en dibujar en el suelo con una tiza, antiguamente con un carbón de la lumbre, una especie de camino divido en varios cuadros, llamados pisos, el último cuadro sería el cielo. Una vez pintado el tocatel, el niño que empezaba el juego, tiraba el tejoleto (un trozo de teja o de loza), al primer piso, si lograba colocar el tejoleto, debía ir pasando a pata coja, por el segundo piso, con los pies juntos por el tercer y cuarto piso, a pata coja por el quinto, con los pies juntos por el sexto y séptimo, y en el cielo, el último, giraba en redondo y volvía al inicio, tal como había subido. Si lograba hacer el tocatel de una vez, tiraba el tejoleto al segundo piso y repetía todo lo anterior. Empezando esta vez desde el 1º piso saltándose el segundo. Si no lograba colocar el tejoleto en el piso correspondiente o pisaba el borde de algún cuadro, perdía turno y le tocaba al niño siguiente. Cuando volvía a recuperar turno, reemprendía el juego donde lo había dejado anteriormente. El niño que lograba completar todo el tocatel, era el ganador. También  se podía ir moviendo el tejoleto con la punta del pie.

 

 

El Anillo

           Todos los jugadores se colocan sentados en círculo con los ojos cerrados y con las manos juntas. Y se van pasando un anillo, a veces se simulaba que se pasaba, unos a otros mientras van cantando.

 Un anillo se ha perdido
De este corro no ha salido
¿Quién lo tendrá?

 

           Había  un niño encargado de adivinar quien podía ser el poseedor del anillo. Si no lo acertaba tenía que dar prenda y posteriormente pasar la sentencia.

 


El Anillo del Amor

             Se trata de una derivación del juego anterior. Todos los jugadores se colocan sentados en círculo con los ojos cerrados y con las manos juntas. Y una persona, la madre, va pasando el anillo o una china, a veces simulaba que lo pasaba, mientras cantaba.

 El anillo del Amor

Que ya pasó, que ya pasó

El anillo del Amor

Que ya pasó, que ya pasó.

 

           Una vez que la madre acababa la ronda, preguntaba a un niño del círculo, que quien del corro tenía el anillo del Amor. Si lo acertaba él ocupaba el lugar de madre, pero si no lo acertaba tenía que pagar la prenda impuesta por la madre. Para recuperarla tenía que pasar la sentencia impuesta por la madre.

 

La piola

         Se trata de un juego colectivo, un niño afianzando los pies en el suelo flexionaba su cintura hasta que su columna vertebral quedaba horizontal. El resto de los jugadores le saltaban apoyando sus manos en la espalda.

A la una de mi mula,

A las dos ¿Quieres col?,

A las tres el perrito de San Andrés,

A las cuatro lindo y ensarto,

A las cinco diez uñas te hinco porque no tengo veinticinco (se le hincaban las diez uñas al saltar, o se le daba un pellizco en el trasero),

A las seis “mierda” para ti y para la hija del rey,

A las siete pongo mi cara a “puchete”,

A las ocho quito mi mocho (se recoge la prenda que anteriormente se le había dejado),

A las nueve coge la bota y bebe,

A las diez volvió a beber,

A las once, llama al Conde de Villamena que mandó ahorcar a una perra, en el tronco de una higuera, la higuera se secó y acudieron todos los infiernos,

A las doce, todo otra vez.

 La gallinita ciega

 Para jugar a este juego era necesario un buen número de niños, y un lugar ancho para jugar. Al niño o niña que hacía de gallinita ciega, le vendaban los ojos, con un pañuelo, para que no pudiera ver nada. Entonces el resto de niños que participan en el juego, rodeaban a la gallinita, y le preguntaban diciendo:

-A mi gallinita ciega, ¿qué se le ha perdido, una aguja o un dedal?

-(La gallinita ciega, debía responder y decir una de las dos cosas).

-Pues das tres vueltas y la encontrarás, una, dos y tres, y ahora del revés.

 

            Una vez que los niños le han dado las vueltas oportunas a su gallinita, para lograr que la gallinita perdiera cualquier referencia. Empezaba el juego, mientras que la gallinita intentaba atrapar a  alguien, los demás jugadores danzaban alrededor de ella, tocándole, mientras se acercaban y alejaban diciéndole cosas. Una vez que la gallinita lograba atrapar a alguien, debía adivinar quien era, eso si solo con el tacto, no podían decirle nada. Si el apresado, era descubierto por la gallinita, éste ahora ocupaba su lugar.

 

El juego del Candil

           Se juntaban un grupo de mozuelos, aunque en muchas ocasiones, sobretodo en veladas y verbenas, también jugaban los grandes, y uno se ataba un papel a la cintura y otro iba tras el con un candil encendido, la finalidad del juego era quemar el papel. Quien llevaba el papel atado con una cuerda en la cintura, casi siempre era una mujer, iba danzando de un lado a otro moviéndose sin parar. Mientras se iba moviendo de un lugar a otro iba cantando;

 Y no me lo quemará, ni el tío que viene detrás.

 

 Y el que iba detrás con el candil para alcanzar el papel, decía;

 

Que si te lo quemaré el culo y el papel.

Las cuatro esquinas

           En este juego era preciso cinco niños y una tiza. Se trazaba en el suelo un cuadro bien amplio, y se colocaba un niño en el centro y luego un niño en cada esquina del cuadro (de ahí el nombre de las cuatro esquinas). Una vez colocados todos los niños en sus puestos, se tenían que ir cambiando de esquina, según el sentido de las agujas del reloj. Entonces el niño que estaba en el centro tenía que estar al loro, para poder ocupar la esquina abandonada por el compañero antes de que ésta recibiera al niño que estaba en la esquina contraria. Si el niño del centro lograba conseguir una esquina, el centro era ocupado por el niño que se había quedado sin ninguna. En definitiva se trata de un juego de rapidez.

 

Los cromos troquelados

            A este juego normalmente jugaban las niñas, antes de poder tener cromos troquelados, las niñas juntaban las etiquetas que venían en los carretes de los hilos, madejas de lana e incluso envoltorios de caramelos. Consistía en hacer una pila de cromos (cada niña ponía el mismo número de cromos) puestos bocabajo, una vez puestos, se daban los turnos, para ver quien era la primera, segunda… Y consistía en dar palmetazos en la pila de cromos, y los que se quedaban “pegados en las palmas” o se daban la vuelta, eran los que se ganaban. Como curiosidad, había mañas para poder ganar más cromos, se echaban vaho en la palma de la mano e incluso algunas se mojaban la palma con saliva (esta última, podemos decir que no era del todo muy legal, pero como se trataba de ganar cromos… o como se diría cosas de niños).

 

 El Trompo/peonza

   El Trompo/peonza  es fundamentalmente un juego de habilidad. Consistía en hacer bailar el trompo. Se le enrollaba una cuerda y cogiéndolo convenientemente se lanzaba enérgicamente y se tiraba de la cuerda, dando lugar a que el trompo girara un elevado número de vueltas. Se podía jugar individualmente o bien un enfrentamiento por equipos.

 

 Recopilado por David Palma Izquierdo