EUGENIA DE MONTIJO
Emperatriz de Francia (1826-1920)

La vida de Eugenia de Montijo es, en alguna medida, reflejo de la cambiante historia de su propia época. Nacida en Granada, en el barrio de la Magdalena, en 1826, son sus padres Cipriano Guzmán y Mª Manuela Kirpatrik. No son muchos los años que permanecen aquí. Los suficientes para que Eugenia, en más de una ocasión, mencione "la hermosa tierra que fue mi cuna".

En 1830 se encuentra ya en Madrid. Es entonces cuando su familia hereda el título de Montijo por el que es conocida. Años entre París y Londres. Colegios y pensionados. Estudios. Toda la refinada educación de una joven de la nobleza. La boda de su hermana Francisca supone un desengaño para ella y es su madre quien, para hacerla olvidar, la lleva en viaje a Europa, fijando posteriormente su residencia en París.

Eugenia brilla en salones y tertulias y hace falta poco tiempo para que Luis Napoleón se prende de ese encanto que ya ha cautivado a otros. En Notre Dame, el 30 de enero de 1853, tiene lugar la boda imperial. Años dorados. El nacimiento del hijo viene a culminar los mayores deseos de la emperatriz. Pero bajo una apariencia que no puede ser más risueña, Francia se resquebraja internamente. La figura de Eugenia es como una sombra que en ningún momento destaca en primer plano. Pero nos consta que, desde esa sombra, en más de una ocasión intentó influir en el ánimo de su esposo, reconduciendo su camino. Cuando en julio de 1870 estalla la guerra con Prusia, la suerte está echada. En aquellos momentos en que Francia intenta defender su futuro, Eugenia de Montijo, regente en horas de prueba, no pierde la calma. No la perderá tampoco ante la muerte de su marido. Pero sí busca la paz en sus orígenes, en la ciudad en que nació y a la que vuelve ahora en breve estancia. La que fue emperatriz de los franceses moría en 1920. Casi un siglo después de haber nacido. En él conoció los más altos destinos y las amarguras más crueles.