Cuando a Motril llegaba el 'cable'

 Los restos del teleférico que unió Granada con la Costa aún resisten ocultos entre la vegetación de espacios naturales

Junto a Tablate, Rules y la Gorgoracha, esperan el reconocimiento de haber sido el primer medio de transporte ecológico entre el puerto y la ciudad, y el tren aéreo más largo de la península Ibérica

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Al extremo oeste del puerto de Motril, a poniente, le han llamado siempre la playa del cable, una denominación que responde a que era el punto al que llegaban las vagonetas del único ferrocarril aéreo público de la historia de España, un teleférico que se convirtió durante 25 años en el principal eje de comunicaciones entre la ciudad y la costa, un ‘tren’ de mercancías en el que era posible llegar desde Granada a Motril en seis horas y media de viaje. Un medio de transporte ecológico que algunos se atreven a soñar para el siglo XXI y que ya fue una realidad en la primera mitad del XX.

Entre la vegetación de pinar y monte bajo de la sierra de Lújar, sobre la presa de Rules, dos grandes tocones de hierro, viejos railes ya oxidados, sobresalen sobre una plataforma de piedra y cemento. Marcan la dirección por la que se desplazaba un larguísimo cable de acero de casi 40 kilómetros de largo y que comenzaba en Dúrcal para llegar al puerto de Motril y volver de nuevo a su punto de partida. Desde esos dos viejos testigos del único teleférico granadino, se divisa la línea serpenteante de la autovía de la Costa. Dos sistemas de comunicación separados por menos de medio centenar de años.

No es fácil encontrar los restos de la que fue una de las grandes obras de ingeniería ferroviaria de los años treinta. «El valor económico del metal y los elementos conductores de electricidad, provocaron el desmantelamiento casi total de las instalaciones del cable de Motril, pero a pesar de ello, todavía podemos contemplar restos de estaciones, puntos de paso de vagonetas, e incluso edificaciones que se utilizaban para el traspaso de mercancías y también centrales de transformación eléctrica», afirma el presidente de la Asociación Granadina de Amigos del Ferrocarril, Carlos Peña Aguilera, que junto al tesorero de esa organización, Francisco Manuel García-Montes, y el profesor de Ferrocarriles de la Escuela Superior de Ingenieros de Caminos, Francisco Javier Calvo Poyo, han localizado algunos de los vestigios más significativos de lo que fue el ferrocarril aéreo granadino, y que permanecen en lugares situados junto a las principales carreteras actuales y pasan completamente desapercibidos a quienes circulan junto a ellos.


Estación de Rules

Fue en 1924 cuando la Compañía de Tranvías Eléctricos de Granada (TECSA), que funcionaba en la ciudad y parte del área metropolitana desde 1903, decidió poner en marcha el teleférico con la costa como primer paso a un ferrocarril convencional hacia el puerto de Motril y aprovechar la salida natural al mar desde el interior provincial, para la que se materializó el primer tramo entre Granada y Dúrcal, inaugurado en 1924. Un año después todo estaba en marcha, y en 1926 el cable aéreo hacia Motril era una realidad con seis tramos que funcionó hasta el año 1950, fecha en la que se cerró por falta de rentabilidad económica.

El viaje en cable desde Granada a la costa se realizaba en dos tipos de transporte. Entre la capital y Dúrcal las mercancías viajaban en tranvía eléctrico, que llegaba hasta la estación de esta localidad tras circular por el que ahora se denomina ‘Puente de Lata’. Allí, eran descargadas y pasaban a las vagonetas del ferrocarril aéreo, que comenzaba su andadura suspendido de ese larguísimo cable movido por grandes motores situados en diferentes puntos del trayecto, en estaciones y secciones ubicadas en Dúrcal, Tablate, Rules, la Gorgoracha y la azucarera del Pilar de Motril, para terminar en la playa de poniente. En la carretera hacia Lanjarón, a unos doscientos metros después del puente de Tablate, una construcción semiderruida es lo que queda de la primera de las estaciones de lo que ingenieros ingleses de la época bautizaron como ‘ Railes in the wind: Dúrcal -Motril’. «Desde este punto, en el que todavía se encuentran parte de los pilares de hierro que sustentaban el cable, la línea comenzaba un recorrido que tenía que salvar enormes dificultades orográficas y larguísimos vanos sin posibilidad de pilares intermedios», afirma el profesor Calvo Poyo. A una velocidad de algo más de seis kilómetros por hora, el trayecto entre Dúrcal y el puerto de Motril era lento, pero más seguro que circular por las carreteras de la época y similar en cuanto a duración.

El cable recorría 33,4 kilómetros en 5,5 horas a las que había que sumar dos horas de manipulación de la mercancía en Granada, otra hora de manejo en Dúrcal y otra más del viaje en tranvía entre la capital y el inicio del cable», afirma Francisco Javier Calvo.La estación de Tablate comunicaba con la de Rules, que unos años después se convirtió en el punto de confluencia de toda la red de teleféricos mineros que desde Órgiva y la sierra de Lújar, con las minas del Conjuro, hacían llegar sus vagonetas hasta el puerto motrileño. En la carretera entre Vélez de Benaudalla y Órgiva, se encuentra una gran construcción abandonada, con grandes túneles y hangares que era el lugar donde confluían los cables antes de enlazar con la estación central de Rules, de la que solo quedan vestigios de pilares de hierro y los huecos que a modo de silos servían para cargar y descargar las vagonetas. Desde allí, el cable continuaba su lento periplo hacia la Gorgoracha, donde aún hay elementos del viejo ferrocarril aéreo junto al túnel de la primitiva carretera de la costa.


Playa del Cable el 18 de julio
"La playa de El Cable era limítrofe, por el Este, con el puerto y sus grúas; éstas procedían de la vizcaína patria de la metalurgia, donde también han anidado desde siempre las agresivas y chillonas gaviotas de Hichtcock."

En la playa

Luis Antelo, un empresario granadino, recuerda que el cable no solo era una forma de transportar mercancías al puerto, sino que también servía para llevar enseres a los veraneantes. «Mi padre, durante los veranos, nos mandaba cosas desde Granada en el cable y nosotros íbamos a recogerlas a la estación al lado del puerto». Afirma que durante años, y hasta hace poco tiempo, en la que llamaban la playa del cable, hubo un bar construido en la vieja estación que mantenía algunos restos de los rotores y elementos de una obra de ingeniería con título de novela de ciencia ficción: ‘El tren aéreo hacia mar’.

 


Fotos sacadas del vídeo y de la web de Waste-Ideal


Estructuras tensoras de los cables. Foto cedida por Agraft


Las vagonetas caminan hacia la costa. Foto cedida por Agraft


El tren aéreo entre Dúrcal y Motril. Foto cedida por Agraft


Punto de confluencia del cable de las minas de Órgiva. Foto cedida por Agraft. Foto cedida por Agraft


Línea del tren aéreo y protector sobre caminos y carreteras. Foto cedida por Agraft


Carlos Peña. Francisco Manuel García Montes y Francisco Javier Calvo Poyo. Por encima del Pantano de Rules


El camino del cable en la estación de Rules con la presa y autovía al fondo. Foto: J. E. Gómez


Huecos en los que entraban los contrapesos para tensar los cables. Foto: J. E. Gómez


Vestigios de la antigua estación de Rules. Foto: J. E. Gómez


Estación de transferencia de la línea de las minas de Órgiva y el Conjuro. Foto: J. E. Gómez


Estación de transferencia de la línea de las minas de Órgiva y el Conujuro. Foto: J. E. Gómez


Restos de la estación de Tablate en la carretera hacia Lanjarón. Foto: J. E. Gómez


Restos de la estación de Tablate en la carretera hacia Lanjarón. Foto: J. E. Gómez


Restos de la estación de Tablate en la carretera hacia Lanjarón. Foto: J. E. Gómez


Reportaje entre los restos de al estación de Rules. Foto cedida por Agraft