Apuntes del Valle de Lecrín sacado de publicaciones de La General

El Valle de Lecrín

Ponemos por todo el texto una serie de fotos antiguas de Lanjarón

Introducción

El Valle de Lecrín, que se encuentra situado entre otras cuatro comarcas granadinas -Vega del Genil, Costa, Alpujarra y Temple-, de cuyas características participa, presenta, sin embargo, una clara personalidad y originalidad que es consecuencia de su situación en la vertiente meridional de Sierra Nevada, ocupando una de las fosas tectónicas que los movimientos post-alpinos formaron en la Cordillera Penibética y constituyendo una magnífica solana, que, resguardada de los vientos fríos del norte por la propia Sierra, goza de un clima especial, que ha permitido al hombre crear una agricultura muy diferente a la del resto de la provincia.

Esta peculiaridad sólo afecta a los municipios que ocupan el fondo de la depresión, pues los que limitan con las comarcas próximas participan de las características de éstas: Padul nos recuerda la Vega de Granada, Lanjarón es en muchos aspectos un municipio alpujarreño y Albuñuelas extiende parte de su término hacia las tierras altas de Alhama.Por otra parte, todos los municipios, exceptuando Melegís, aunque ocupan una parte de la fosa tectónica, extienden el resto de su superficie por las sierras próximas, alcanzando hasta sus cumbres, con un medio natural completamente diferente al de la depresión.Variedad y originalidad paisajística y rasgos de transición hacia las comarcas próximas convierten al Valle de Lecrín en un espacio atrayente y de gran belleza. Pero a las características de base física hay que unir las de tipo histórico y humano consecuencia de su situación como camino obligado entre Granada capital y la Alpujarra y la Costa, que lo han llevado a destacar su función en momentos claves de la historia granadina, con un claro reflejo de la estructura de los núcleos de población y en sus costumbres y tradiciones.

El Valle es una comarca fundamentalmente agrícola, en la que juegan un papel importante los cultivos arborescentes, olivos y frutales en general y, de manera especial, almendros y agrios, a los que debe en gran medida su originalidad paisajística. Los frutales pueden ser el futuro de la comarca, a pesar de que su cultivo y comercialización presentan graves problemas.

Las restantes actividades tienen muy poca trascendencia: la industria sólo existe en Padul, Dúrcal y Lanjarón y el turismo únicamente se ha desarrollado en este último núcleo, donde la existencia del Balneario de su nombre ha hecho posible la formación de un complejo turístico.

Pese a todo, el carácter agrícola y minifundista y la poca importancia de las restantes actividades han tenido profundas repercusiones en los aspectos demográficos, con un movimiento migratorio muy intenso y continuado, que ha producido el retroceso cuantitativo de la población y su rápido envejecimiento.

La delimitación de un área geográfica comarcal presenta siempre problemas, pero en el caso del Valle de Lecrín resulta menos difícil, pues, al constituir una fosa tectónica, los conjuntos montañosos que la rodean establecen unos límites bien definidos. El único problema importante lo constituye Lanjarón, que marca la transición hacia La Alpujarra, pero que se encuentra en un valle, que es afluente del río Izbor, siendo éste y sus distintos afluentes los que drenan el Valle de Lecrín y le confieren unidad hidrográfica; a ello se une que Lanjarón es un centro comarcal relevante, en este contexto territorial, con el que se relaciona parte del Valle de Lecrín de manera muy directa. Los límites administrativos de la comarca se encuentra en los bordes montañosos que rodean y delimitan la depresión: altas cumbres de Sierra Nevada, Suspiro del Moro, Meseta de las Albuñuelas, Sierra de los Guájares y encajamiento del río Izbor poco antes de su confluencia con el Guadalfeo.

El Medio Natural

El Valle de Lecrín está situado en la vertiente suroccidental de Sierra Nevada, por lo que su formación y evolución geológica y morfológica están ligadas a la Cordillera Penibética y su clima y vegetación son influenciados por la proximidad del Mediterráneo.

Tras la formación de los grandes mantos de corrimiento que constituyen el gran edificio de Sierra Nevada, una serie de movimientos dieron lugar a fallas y fracturas y delimitaron una serie de fosas tectónicas, entre las que se encuentra el Valle de Lecrín.

La fosa queda separada de Sierra Nevada por una línea de falla muy clara que se inicia al noroeste de Padul, bordea la depresión de este nombre por el norte y noreste. a una altura comprendida entre los 800 y 900 metros, hasta llegar al río Torrente en el límite de los municipios de Acequias y Nigüelas. El labio erguido de la falla está formado por los materiales triásicos y paleozoicos de la Sierra, especialmente calizas y dolomías, y el labio hundido queda recubierto por los sedimentos miocenos y postmiocenos. La falla, cuya formación se inició en la era Terciaria, ha seguido moviéndose durante el Cuaternario y sus reajustes han continuado posiblemente hasta nuestros días en relación con los frecuentes movimientos sísmicos que afectan a la región. Otras series de fallas delimitan la fosa por el sur, al igual que ocurre en la depresión de Albuñuelas, que queda separada del Valle de Lecrín, del que forma parte, por un espolón rocoso emitido hacia el este desde la Meseta de las Albuñuelas. Ambas fosas tectónicas, Albuñuelas y Lecrín, se unen más el este una vez superado el obstáculo rocoso. Mas al este, la existencia de un umbral dolomítico que enlazaba Sierra Nevada y las Guájaras, que se aproximan, cierra la depresión en un primer momento, hasta que el río Izbor se abre camino mediante una garganta a la altura del puente de su nombre.

Los procesos alternativos de erosión y sedimentación, que han tenido lugar al pie de Sierra Nevada a lo largo del Plioceno y del Cuaternario, han descompuesto la fosa en una serie de unidades menores:

Depresión de Padul. Valle del río Dúrcal. Valle o concavidad de Dúrcal-Nigüelas. Valle del río Torrente. Depresión de Melegís. Depresión de Albuñuelas. Valle encajado del río Izbor.

La falta de estaciones meteorológicas impide hacer un estudio detallado de la variedad climática que se da en la comarca, al extenderse desde las altas cumbres serranas hasta las bajas y protegidas tierras del centro de la depresión. Las únicas estaciones son las de Aguadero (Padul) a 745 metros de altitud y la de Lanjarón a 660 metros, que nos permiten conocer el clima de las tierras medias, como la depresión de Padul, el valle de Dúrcal-Nigüelas y la vertiente de Lanjarón a la altura del núcleo de población.

El clima de estas zonas es muy similar al de Granada, aunque los inviernos y los veranos son ligeramente más suaves, por la mayor influencia marítima procedente del Mediterráneo, pues la comarca se encuentra en la vertiente suroccidental de Sierra Nevada, aunque todavía es bastante continental por la existencia de alineaciones serranas más meridionales, que aíslan la comarca del mar.

Aunque la comarca presenta inviernos más suaves que Granada, la diferencia es muy pequeña y los meses de diciembre, enero y febrero soportan con cierta frecuencia temperaturas por debajo de 0°, siendo las heladas frecuentes en estos meses. Los veranos son también más suaves que en la capital y no es fácil que se alcancen los 40° de temperatura máxima.

Las precipitaciones medias anuales son escasas y muy similares a las de Granada (entre 450 y 500 mm. anuales) y con una gran irregularidad interanual, con variaciones que oscilan entre 300 y 700 mm. El régimen pluviométrico (una media de 60 días de lluvia al año) presenta una acusada sequía estival, que comprende como mínimo los meses de junio, julio y agosto, en los que sólo se registran las típicas tormentas estivales. La estación de máximas lluvias es el otoño, en el que se incrementan según avanza la estación, de forma que el mes más lluvioso del año es diciembre; a partir de enero las precipitaciones vuelven a disminuir, aunque el invierno y la primavera son relativamente lluviosas. Lo descrito corresponde a un año medio, pues los años reales difieren mucho unos de otros, no sólo en el total de precipitaciones, sino también en el número de días de lluvia y en su reparto mensual y estacional. Las nevadas se producen, aunque no todos los años.

Los naturales de la comarca hablan de dos tipos de vientos predominantes: el "aire de arriba", que corresponde a vientos del norte o del noroeste, fuerte, frío y seco, que procede de Sierra Nevada, y el "aire del mar", procedente del sur o del sudoeste, suave y templado, del que afirman que es el que trae las lluvias. No obstante, parece indudable que el viento del oeste es también portador de lluvias.

Al ascender por las montañas se producen una serie de cambios en las variables climáticas: las precipitaciones aumentan en cantidad y se intensifican las sólidas, la temperatura disminuye, etc. No disponemos de estaciones meteorológicas ubicadas en los bordes montañosos de la Depresión de Lecrín que nos permitan cuantificarlos, pues sólo existen datos recogidos muy irregularmente en la central de Dúrcal (890 metros de altitud) y en la presa de Dúrcal (1.690 mts./a). La comparación de estos datos con los de Aguadero permite deducir un aumento de las precipitaciones, que se puede estimar entre un diez y un veinte por ciento y un cuarenta y un cincuenta por ciento respectivamente. Igualmente se incrementa ligeramente el número de días de lluvias, aunque se conserva el mismo régimen pluviométrico y el período de sequía estival. A la altitud de la presa, las nevadas están presentes todos los años y el número de días de nieve es más elevado, así como la permanencia de ésta en el suelo.

La aplicación del gradiente térmico que estableció Messerli para la vertiente sur de Sierra Nevada, permite deducir que las temperaturas son sensiblemente más bajas. A la altura de la presa, los inviernos, con temperaturas medias mensuales entre 0° y 5°, abarcan los meses de noviembre a marzo, con heladas y nieves bastantes persistentes. Los veranos, por el contrario, se acortan y suavizan, al reducirse a cinco o seis los meses que alcanzan temperaturas superiores a 10°.

Cuando descendemos hacia el corazón del Valle, también se producen cambios climáticos importantes, aunque muy diferentes a los anteriores. Pese a no existir referencias de tipo cuantitativo, la observación de la vegetación y las opiniones de los agricultores, nos permiten deducir que las precipitaciones se reducen, al disminuir la altitud y tratarse de una zona deprimida y rodeada por áreas mucho más elevadas, que hacen que los vientos lleguen en sentido descendente; si bien lo reducido de la comarca puede propiciar lluvias por las ascendencias causadas por los relieves circundantes. En cualquier caso, las precipitaciones sufrirán una disminución más o menos acusada, que se manifiesta en la pobreza de la cobertera vegetal en las zonas no cultivadas y en la absoluta necesidad del riego para el cultivo.

Por el contrario, las temperaturas aumentarán: 1º. Al disminuir la altitud, pues el corazón de la depresión desciende hasta los 300 metros. 2º. Por el carácter de solana, al encontrarse en la vertiente meridional de Sierra Nevada, que alarga el período de insolación y reduce la oblicuidad de los rayos solares. 3º. Por quedar protegida de los vientos fríos del Norte por la propia Sierra.

Las temperaturas del valle bajo son, en consecuencia, varios grados superiores a las de Padul y Lanjarón, en tanto que las heladas, si bien no desaparecen de manera absoluta, disminuyen en duración y rigor, haciendo posible la existencia de cultivos termófilos, como los agrios, que no resisten los fríos ni las heladas demasiado intensas y duraderas.

En relación con las condiciones climáticas descritas y la intensa y ancestral ocupación humana, la comarca presenta un alto grado de desforestación. En la depresión no se conservan elementos arborescentes espontáneos, porque el ataque realizado por el hombre ha sido más pronunciado al constituir la zona agrícola por excelencia. La vegetación queda limitada a los bordes montañosos, donde se encuentran ejemplares arborescentes aislados o formando pequeñas masas forestales. La acción repobladora ha dado lugar a una vegetación mixta, en la que se mezclan las especies espontáneas con las antropógenas, aunque con predominio del matorral sobre las formaciones arborescentes.

La especie climácica es la encina, que debió cubrir la región hasta los 1.800-2.000 metros de altitud, aprovechando la abundancia de rocas calizas y las condiciones climáticas. En la actualidad persisten algunos ejemplares y, sobre todo, chaparros. Coincidiendo con la encina, sobre todo en el piso inferior, se encuentra el pino de alepo. Por encima de éste, también coincidiendo con la quercínea aparecen distintos tipos de castaños, que fueron introducidos por el hombre en épocas remotas, posiblemente en la época romana; constituyen masas forestales de cierta entidad en las proximidades de Lanjarón. En este piso se comparten la encina, el pino de alepo y el castaño, cuando los bosques han desaparecido, ha surgido un matorral subserial de plantas leñosas y aromáticas: retama, gayombas, tomillo, romero, esparto, aulagas, etc. Mención especial merece el esparto, que permitió el desarrollo, en épocas históricas no muy lejanas, de la artesanía de la pleita y objetos derivados.

En el tramo medio y superior del piso bioclimático de la encina, aparecen otros árboles de la familia quercus, pero mucho menos extendidos y con una localización más concreta en relación con condiciones apropiadas de exposición y/o tipo de suelo, como el alcornoque, que está limitado a muy pocos ejemplares en suelos silíceos y exposición a los vientos húmedos, el roble melojo y, bastante más abundante, el roble quejigo, que forma algunas masas forestales. El matorral asociado está formado por peonías, salvia común, espliego o alhucema, martagón, etc.

En tramos superiores al piso de la encina se presentan distintos tipos de pinos: laricio, negral o rodeno, etc., y matorral con piorno de crucecitas, piorno negro, astrágalo, etc. Por encima de los 2.400 metros, el piso alpino constituye el dominio de la sabina rastrera y especies singularmente preparadas para resistir el frío y la persistencia de la nieve durante gran parte del año: samarilla blanca, manzanilla de la sierra, dientes de perro, loto glacial, genciana, pendejo, piorno azul, rompebarrigas, etc.

En el fondo de los valles y riberas de los ríos se sitúan los árboles típicos de estos biotopos: álamos, alisos, abedules, fresnos, acebos, chopos, sauces, olmos, etc.

Fcomo masas importantes de pino negro, pinaster o rodeno y carrasco o de alepo.

El hombre, consciente de los problemas derivados de la intensa desforestación de la comarca, ha llevado a cabo diversas campañas de repoblación forestal. En 1929 se realizaron pruebas con distintas especies, como el pino de alepo y el eucalipto en los pisos inferiores, pinos ponderosa, jeffreyi, radiata y montana en los pisos superiores y cedrus atlántica, cupressus arizónica y robinia pseudoacacia en los tajos de torrente Salado, etc. Acabada la Guerra Civil, el Patronato de Repoblación Forestal inició una nueva campaña mediante consorcio con los ayuntamientos, entidades y particulares para repoblar toda la franja serrana que rodea al Valle, utilizando especialmente pino de alepo o carrasco y pino montana.

El hombre y su huella

La población del Valle de Lecrín, después de sufrir el trauma demográfico de 1571 con la expulsión de los en torno a seis mil moriscos que la poblaban, inició una nueva etapa a partir de los aproximadamente tres mil habitantes con que fue repoblada por orden de Felipe II. El crecimiento ha sido importante a lo largo de los siglos XVII y XVIII, aunque sometido a crisis y retrocesos por epidemias y hambres, para superar los quince mil habitantes a finales del siglo XVIII. En 1900, después de haber sufrido la epidemia de cólera de 1885 y la crisis de la filoxera, alcanzó 21.895 habitantes.

Durante el siglo XX se ha mantenido entre las veinte mil y treinta mil almas, con un crecimiento continuado hasta 1960, en cuyo censo alcanzó el valor más alto, para iniciar un retroceso debido a la emigración, del que no se ha recuperado, que la redujo a 24.752 habitantes en 1986.

La vida en la comarca ha estado ligada fundamentalmente a las actividades agrícolas, sobre todo al regadío, complementado por un secano y actividades ganaderas y forestales poco importantes. El regadío es muy antiguo, pues se remonta por lo menos a la época musulmana, en la que estaban ya implantados los sistemas de distribución de aguas y la red de acequias que se han trasmitido hasta nuestros días sin modificaciones importantes. El clima bastante seco y una relativa abundancia de agua explican la pervivencia e importancia del regadío.

El agua se obtiene de los numerosos manantiales -exurgencias kársticas-, que surgen al pie de las sierras, en las zonas de contacto de las calizas con los sedimentos que rellenan la depresión, y de los ríos Dúrcal, Torrente, de la Laguna, Lanjarón y Albuñuelas. Se reparte básicamente por el sistema de "turno y tanda", pero con variantes que se pueden agrupar en cinco tipos: 1º. La abundancia de agua permite que cada agricultor riegue cuando lo estime oportuno: Cónchar y Saleres. 2º. Sistema puro de "turno y tanda", regándose las parcelas por orden riguroso y por tiempo fijo, proporcional a la superficie; es usual en Padul, Lanjarón, Melegís e Izbor. 3º. Sistema de "turno y tanda" con orden riguroso, pero sin limitación de tiempo; frecuente en Dúrcal, Albuñuelas, Restábal y Cozvíjar. 4º. Sistema de "turno y tanda" con tiempo proporcional al tamaño de las parcelas, pero que, como el agua es insuficiente en verano, cada propietario puede concentrar el agua que le corresponde en una o varias parcelas. 5º. Finalmente, lugares donde la propiedad del agua se está independizando de la tierra: Chite-Talará, Pinos del Valle y Béznar.

Los cultivos introducidos en regadío, que están en relación con las variaciones térmicas, permiten diferenciar dos zonas. La zona alta, donde los inviernos son bastante duros y las heladas frecuentes y rigurosas y que se extiende por la mayor parte de los términos de Padul, Dúrcal, Cozvíjar, Nigüelas, Acequias, Mondújar, la parte que queda por encima del núcleo de población en Lanjarón y la Meseta de Albuñuelas, se dedica a cultivos herbáceos -trigo, maíz, remolacha, leguminosas, hortalizas, etc.-, olivar y frutales, resistentes al frío y las heladas. La zona baja, con inviernos suaves, soleada y protegida de los vientos fríos y las heladas intensas, está ocupada por el cultivo de los agrios en monocultivo o asociados con el olivar, que constituyen el elemento paisajístico más característico y al que se debe en gran medida la originalidad y fama del Valle de Lecrín.

El secano ocupa una gran superficie, pero su importancia económica es pequeña por la sequedad del clima y los bajos rendimientos, que obligan a dejar una parte importante en barbecho, que, por otra parte, se ha incrementado al disminuir la mano de obra disponible como consecuencia de la fuerte emigración. Los principales cultivos de secano son el trigo, cebada y leguminosas, entre los herbáceos, y el olivar y almendro entre los arborescentes; el viñedo, que fue importante en el siglo pasado, ha desaparecido prácticamente, con la excepción de Nigüelas y Cozvíjar, donde se conservan algunas viñas.

La agricultura se complementa con una actividad ganadera limitada a pequeños rebaños de cabras y ovejas, que aprovechan pastos y rastrojeras, y al ganado vacuno estabulado o semiestabulado, a lo que se añade la avicultura. Las colmenas han sido bastante numerosas en el Valle, pero han disminuido considerablemente por el empleo de herbicidas e insecticidas.

La vivienda rural característica en la comarca es la casa-bloque con desarrollo en altura y cubierta de tejas dispuesta a dos aguas. En algunas viviendas de labradores acomodados puede existir un patio central. En la planta baja se localizan la cocina, corrales, cuadra y cochera y en la planta alta las habitaciones dedicadas específicamente a vivienda y los graneros y pajares. Algunas casas, sobre todo en Pinos del Valle, conservan lagares y bodegas, relacionados con el cultivo del viñedo y la crianza de vinos, que tuvieron una gran importancia en este municipio y hoy han desaparecido por completo, por lo que estas dependencias han sido readaptadas a otros usos.

Las viviendas raramente aparecen aisladas, sino que se agrupan formando núcleos concentrados en orden cerrado, a veces distribuidos en varios barrios independientes. Es frecuente el pueblo-calle, distribuido a lo largo de un camino o carretera, como Lanjarón, Talará y Béznar; esta misma disposición se complica en Dúrcal, con la estructura estrellada, por confluir dos caminos. Padul presenta un plano semicircular por encontrarse situado en la vertiente caliza de la sierra y en convergencia de varias vías de comunicación. Mención especial merece el barrio Alto de Albuñuelas, que presenta un tramo central en cuadrícula con calles anchas, rectas y perpendiculares, debido a que fue parcialmente destruido por el terremoto de 1884 y reconstruido en base a un orden planificado. Finalmente, Izbor y Saleres conservan una estructura musulmana, con callejuelas estrechas, empinadas, con arquillos y pasadizos. Los demás pueblos aglutinan varias de las características mencionadas.

Las actividades no rurales tienen poca importancia. No obstante, el sector secundario ha progresado gracias al establecimiento de diversas industrias de material de construcción, a la explotación de la turba y de las canteras y a la planta embotelladora de aguas minero-medicinales, mientras que el sector terciario está presente con el desarrollo turístico en torno al Balneario de Lanjarón. Las principales fábricas se localizan en Padul y Dúrcal, que se benefician de su situación en la carretera Granada-Motril, que enlaza las dos áreas geográficas de mayor dinamismo económico, y la proximidad de la falla Padul-Dúrcal-Nigüelas, que proporciona materia prima de calidad para la fabricación de materiales para la construcción y que está siendo destruida por la extracción de estos áridos en diversas canteras. Otras industrias de ladrillo y yeso, así como de aceite y harina se reparten por diversos núcleos de población. En la depresión de Padul, la acumulación de materia orgánica en la antigua laguna ha propiciado la formación de un importante yacimiento de testudio para su explotación y utilización en una central eléctrica, junto con el lignito de Arenas del Rey; pero el proyecto fue finalmente rechazado por falta de rentabilidad económica.

El descubrimiento de las cualidades medicinales de los manantiales de Lanjarón a finales del siglo XVIII ha permitido el desarrollo del Balneario y de la planta embotelladora. Acuden agüistas de Andalucía y del Norte de Africa en la época de baños, que coincide con los meses de verano y que ha dado origen a un importante complejo hotelero. La planta de embotellado de agua nació en 1952 y ha tenido un gran impulso a partir de 1967 con la conversión en Sociedad Anónima y la entrada en ésta del Banco de Granada; se adquirió nueva maquinaria y recientemente se ha puesto en funcionamiento una nueva planta. Al amparo de la actividad turística ha nacido la artesanía de la mimbre.

Itinerarios geográficos

El recorrido principal por el Valle de Lecrín lo facilita la carretera Granada-Motril, que lo recorre desde el Suspiro del Moro hasta el puente de Izbor, y de ella se van separando una serie de carreteras y caminos provinciales, locales y forestales, que permiten realizar distintos itinerarios hacia el interior y los bordes de la comarca.

Eje Granada-Motril

El viajero que procedente de Granada se dirige hacia el litoral siguiendo la carretera de Motril, después de superar el puerto del Suspiro del Moro, divisoria de aguas entre la vertiente Atlántica y Mediterránea, entre el Genil y el Guadalfeo, encuentra ante su mirada una amplia depresión de forma ovalada, la depresión de Padul, que constituye el comienzo del Valle de Lecrín.

La carretera bordea por encima del núcleo de Padul, donde se puede visitar la iglesia de Santa María la Mayor, construida en la segunda mitad del siglo XVI y ampliada posteriormente con naves laterales; la Casa-Castillo de los condes de Padul del siglo XVII, cuyo escudo situado sobre el dintel de la puerta recuerda la hazaña del vizcaíno Martín Pérez de Aróstegui, que se defendió del ataque de los moriscos sublevados contra Felipe II; la Fuente de los Cinco Caños, frontispicio en mármol de 1556, y el Calvario, conjunto de tres cruces en mármol de 1700.

Pasado Padul, la carretera discurre junto a la depresión, que queda a la derecha, mientras a la izquierda destaca el espejo de la falla de Padul-Dúrcal, con las típicas facetas triangulares, conos colgados de color vinoso y los materiales calizos y dolomíticos milonitizados, que son objeto de explotación en las distintas canteras que jalonan la falla y que están destruyendo progresivamente el espejo tectónico. En los amplios conos que se extienden al pie de la falla y en los bordes de la depresión se sitúan cultivos de olivos, almendros y frutales, mientras que en la depresión misma se sitúan cultivos herbáceos por la existencia de turba a un nivel muy superficial, impidiendo los cultivos arborescentes. Se pueden observar las manchas negras de las dos turberas en explotación, la zona semilacustre, recuerdo de la antigua laguna, y las "madres" o canales de desagüe, de las que la principal parte del "Ojo-oscuro", importante manantial que origina el río de Padul o de la Laguna.

La Depresión de Padul quedó separada del resto del Valle de Lecrín por los materiales que el río Dúrcal fue depositando a la salida de la Sierra y que, al cerrar completamente la depresión, impidieron la evacuación de las aguas y la convirtieron en una laguna, que se ha conservado hasta finales del siglo XVIII, en que, tras un largo expediente, se autoriza la desecación, construyéndose las "madres" y abriendo camino a las aguas a través del cono del río Dúrcal por su extremo sur en término de Villamena de Cozvíjar, por donde sale el río de la Laguna, resultado de la confluencia de las distintas "madres".

Desde la zona de las canteras, caminos forestales permiten subir hasta el paraje del Manar, en las estribaciones de Sierra Nevada, desde el que se contempla una hermosa panorámica de todo el Valle de Lecrín. También se puede alcanzar la Silleta de Padul, con un relieve dolomítico de gran belleza de formas como la Peña Horadá.

La carretera asciende por el cono del río Dúrcal y atraviesa el valle actual por un puente de reciente construcción, desde el que puede observarse el de hierro del viejo tranvía que enlazaba Dúrcal con Granada; magnífica obra de ingeniería de finales del siglo XIX, hoy en desuso, por lo que ha sido reutilizado como paseo.

Dúrcal es agrícola e industrial. Posee un manantial de aguas termales, Baños de Urquízar, a 3 kilómetros de la población, junto al río. La iglesia parroquial fue construida en la segunda mitad del siglo XVI y hubo de ser reconstruida después de la rebelión de los moriscos, ya que sufrió saqueos e incendios; originariamente era de una sola nave, pero después fue ampliada con dos naves laterales más. La ermita de San Blas fue edificada en el siglo XVI. El Molino es sede del Museo Gastronómico Andaluz. La Ruina del Peñón de los Moros corresponde a una construcción de época nazarita, así como la ruina del Fuerte de Márgena que es obra musulmana del siglo XIV, situada 500 metros al norte de la población. Finalmente, el Puente romano se encuentra en el cauce del río.

Continuando hacia Motril se recorre la concavidad de Dúrcal-Nigüelas, donde se encuentra Nigüelas, población situada en la orilla derecha del río Torrente; aquí se puede visitar la iglesia parroquial de la segunda mitad del siglo XVI, que hubo de ser parcialmente reconstruida después de la sublevación de los moriscos y donde se conserva una escultura de San Juan Bautista de Risueño; un molino de aceite construido en el siglo XV; la casa y jardines de la familia Zayas Osorio del siglo XVI y diversas casas señoriales blasonadas de los siglos XVIII y XIX.

En la orilla izquierda del río Torrente, entre éste y el barranco del Pleito, se ubica el pequeño núcleo de Acequias, con la iglesia parroquial de San Antón, construida a mediados del siglo XVI y con retablos de policromía muy cuidada y artesonado de tradición mudéjar.

Desde Nigüelas, Acequias y el río Torrente se asciende por pistas forestales y caminos hacia El Zahor y El Caballo, importantes cumbres de Sierra Nevada, pasando por diversos miradores, desde los que se pueden contemplar impresionantes vistas del Valle de Lecrín o paisajes originales como los Cahorros en el río Torrente.

La carretera de Motril desciende rápidamente hacia el valle del río Torrente encajado en los sedimentos de conglomerados provenientes de Sierra Nevada, cuyo valle atraviesa por un magnífico puente, desde el que se domina, a la izquierda, la Sierra, y a la derecha, el corazón del Valle de Lecrín y las sierras que lo limitan por el sur. De las proximidades de Mondújar parte la carretera que lo recorre por su interior y ya se observan los cultivos de agrios que lo caracterizan.

Poco después se pasa junto a la depresión y núcleo de Béznar, ocupada por los cultivos de agrios probablemente más antiguos. El núcleo de población tiene la estructura de pueblo-calle, adaptado al antiguo camino real. La iglesia de San Antón, levantada en el siglo XVI, tiene una portada de estilo gótico tardío. Béznar alcanzó notoriedad en la sublevación de los moriscos contra Felipe II y en este lugar se nombró rey en 1568 a don Fernando de Válor, con el nombre de Abén-Humeya. De aquella época data la Hermandad de los Mosqueteros del Santísimo, que desfila todos los años por el pueblo, en recuerdo del rescate del Santísimo Sacramento que había sido robado por los moriscos. Desde la carretera se contempla el conjunto que forman el pantano de Béznar y el pueblo de Pinos del Valle, que aparece colgado en la vertiente opuesta del río.

A continuación la carretera cruza por un puente el barranco de Tablate, profundo foso natural excavado por la erosión, que defiende la entrada a la Alpujarra, de la que es puerta natural, por lo que jugó un papel clave durante la rebelión de los moriscos, al tener lugar en él varias batallas y algunas gestas gloriosas por una y otra parte.

El viajero puede admirar poco después el pueblecito de Izbor, de estructura típicamente musulmana y el estrechamiento del Valle del río Izbor, que acaba abriéndose camino en un profundo encajamiento, que marca el final del Valle de Lecrín. El núcleo de Izbor se alcanza por una carretera que atraviesa el río; está formado por un conjunto de callejuelas estrechas y pendientes, llenas de recovecos, patios, pasadizos y placetas, que recuerdan la estructura de los pueblos alpujarreños, sin que falten las viviendas con terrado plano; la iglesia de la Purísima Concepción, de una sola nave, conserva una parte de época árabe.

Carretera del Suspiro del Moro a Almuñécar

Atraviesa la comarca por su parte más occidental, realizando su recorrido por la Meseta de Albuñuelas. El paisaje, muy diferente del típico del Valle de Lecrín, se caracteriza por la existencia de cultivos herbáceos de secano con parcelas de almendros, que ocupan depresiones de origen kárstico y alternan con masas de matorral, monte bajo y pinares: frecuentemente aparece el roquedo desnudo. Desde las elevaciones próximas a la carretera se dispone de magníficas vistas de la Depresión de Padul y su falla. Un camino forestal, que se separa de esta vía de comunicación poco antes de que salga de la comarca, discurre por una zona de repoblación sobre un relieve muy agreste por el profundo encajamiento de los barrancos que forman la cabecera del río Albuñuelas. Poco antes de alcanzar el pueblo de este nombre, se separan otras pistas que permiten cruzar a la orilla derecha del río, desde la que se contempla una bella panorámica de los barrios que forman el pueblo de Albuñuelas.

Carretera de Dúrcal a Albuñuelas

A la altura del pueblo de Dúrcal se bifurca una estrecha carretera, que discurre por el cono del río Dúrcal entre olivares, hasta alcanzar Cozvíjar. El núcleo tiene una disposición rectangular con dos calles paralelas entre las que se cruzan pequeñas callejuelas transversales. La iglesia parroquial del siglo XVI fue saqueada y quemada su armadura durante la rebelión morisca, por lo que a principios del siglo XVII se rehicieron sus techos de madera. En la ermita de la Virgen de la Cabeza del siglo XVI, la tradición afirma que se apareció la Virgen. La casa grande del conde de Villamena, al que debe su nombre la población, es del siglo XVII.

La carretera bordea Cozvíjar y desciende hacia la entalladura artificial por la que se abrió camino a finales del siglo XVIII al río de la Laguna o de Padul, para efectuar el desagüe de la laguna de Padul. La rambla de Cijancos es una amplia vallonada que asciende suavemente hacia la meseta de las Albuñuelas. Cultivos de almendros, viñedos y cereales se suceden alternando con amplias zonas de matorral.

Una carreterita, que se separa por la izquierda y conduce a Cónchar, ofrece magníficas vistas del río Dúrcal y sus encajamientos en los materiales dolomíticos; el valle presenta meandros en bayoneta con ángulos muy acusados, que pueden indicar la adaptación del río a líneas de fractura preexistentes, que han facilitado la acción erosiva. Aprovechando un pequeño ensanchamiento del valle se sitúa Cónchar, donde se conserva la iglesia parroquial, que fue levantada entre 1610 y 1614, según planos del arquitecto Alfonso de Vico, con una fachada mudéjar en ladrillo y cantería.

Volviendo a la carretera Dúrcal-Albuñuelas, se recorre una zona elevada con zonas de matorral mezcladas con almendros y viñedos y desde la que se puede contemplar la zona de Dúrcal-Nigüelas, el corazón del Valle y las sierras meridionales, hasta alcanzar el angosto barranco de la Luna y poco después el pueblo de Albuñuelas, del que se puede observar una magnífica vista de sus tres barrios, rodeados de cultivos de frutales, entre los que ocupan un lugar importante los agrios, y al otro lado del río un escarpe rocoso, que forma parte de la sierra de Albuñuelas, cubierto de pinares.

En el barrio Alto se encuentran las calles anchas y en cuadrícula con que se reconstruyó después del terremoto de finales de 1884. En la iglesia parroquial, construida a mediados del siglo XVIII, se conservan gran cantidad de esculturas de las escuelas de Mora y Cano y un tríptico del siglo XVI de escuela flamenca. Otros monumentos interesantes son la ermita de San Sebastián en el barrio Bajo, la Torre de Bayo, construcción musulmana del siglo XIV, en el barrio Alto, y el convento de los Padres Misioneros de San Pedro de Alcántara del siglo XVIII.

Desde Albuñuelas, una carretera de reciente construcción desciende por la orilla izquierda del valle del río de su nombre, con magníficas vistas de la Depresión y de las sierras laterales. Por ella se alcanza Saleres, pequeña localidad de típica estructura musulmana, jalonada de callejas estrechas y patios y rodeada de cultivos de olivos, agrios y almendros. En esta zona, el río de Albuñuelas cambia su nombre por el de Saleres o Santo. Se puede acceder mediante un carril a la sierra próxima, donde se encuentran las fuentes de los Siete Años y la del Olivar de Santalla. De gran belleza es la iglesia de Santiago Apóstol, levantada a mediados del siglo XVI, que hubo de ser restaurada después del saqueo de los moriscos sublevados y, finalmente, fue reconstruida por el arzobispo de Granada, Perea y Porras, cuyo escudo se emplaza sobre la puerta principal; es de estilo mudéjar y su torre está rematada de azulejos. La carretera continúa hasta Restábal, donde desemboca en la que conduce a Pinos del Valle.

Carretera de Mondújar a Pinos del Valle

Se separa del eje Granada-Motril a la altura de Mondújar, en cuyo castillo árabe, hoy en ruinas sobre el cerro de la Mazmorra o Castillejo, se detuvo el rey Boabdil en su salida hacia la Alpujarra después de entregar Granada a los Reyes Católicos. Según el historiador Mármol Carvajal, Muley Hacén se refugió en esta fortaleza, una vez derrocado por su hijo Boabdil, con su esposa Zoraya y sus hijos y en ella murió en 1485. La iglesia parroquial es del siglo XVI y reconstruida después de la sublevación morisca. Las termas romanas de Feche son de mitad del siglo I.

Muy cerca de Mondújar se encuentran los barrios de Talará y Chite, que se encuentran rodeados de almendros en promiscuidad con los olivos. Se puede visitar la iglesia parroquial de la Purísima Concepción, que es una de las más modernas de la comarca, diseñada por el arquitecto Ventura Rodríguez y situada en el barrio de Talará; en el de Chite se encuentran la iglesia parroquial de la Inmaculada, construida en la segunda mitad del siglo XVI y reconstruida a principios del XVII, tras ser saqueada y quemada su armadura por los moriscos sublevados, y una casa señorial del siglo XIX.

A la salida de Talará se encuentra la ermita del Santo Cristo del Zapato, situada en un pequeño cerro, desde el que se dominan magníficas vistas de todo el Valle, que abarcan desde la falla de Padul con los núcleos de Nigüelas y Acequias hasta Pinos del Valle, poniéndose de manifiesto la originalidad de la comarca ocupada por un bosque de agrios, que dominan todo el fondo de la depresión y contrastan fuertemente por su exhuberancia con las zonas altas, donde no llega el agua de las acequias, ocupadas por un secano muy pobre o abandonadas a un matorral ralo. En la otra orilla del río Torrente se ubica el barrio de Murchas, rodeado de naranjos y olivos y, algo más lejos, de almendros. La iglesia parroquial fue edificada a finales del siglo XVI; el Castillo es un conjunto de ruinas de torres y recinto amurallado de época musulmana, a la que también pertenece la acequia de los Arcos, que toma el agua del río Dúrcal para los regadíos de Melegís.

La carretera desciende suavemente entre naranjos y limoneros con vistas al pantano de Béznar, que se extiende a la izquierda, mientras a la derecha se ubica el núcleo de Melegís rodeado de agrios. Posee un nacimiento de aguas termales, que curan afecciones de la piel. Destaca la iglesia de San Juan Evangelista de estilo mudéjar, monumento nacional, construida a principios del siglo XVI con una sola nave, a la que posteriormente se adosaron capillas, y torre rematada con azulejos; posee un retablo barroco del siglo XVIII y cuenta con magníficas imágenes, entre las que destaca una Inmaculada de Alonso Cano, un Cristo barroco procedente del Perú y una Virgen del Rosario del siglo XVIII, restaurada recientemente por el escultor Sánchez Mesa; hay también varias casas blasonadas del siglo XVIII.

Luego de atravesar por sendos puentes los ríos Torrente y Dúrcal, unidos poco antes al de Saleres o Albuñuelas, se asciende hasta el núcleo de Restábal, donde se puede visitar la iglesia de San Cristóbal de estilo mudéjar y construida a principios del siglo XVI, la Lonja de la calle Real y diversas casas señoriales blasonadas de los siglos XVIII y XIX. Al sur de la población se encuentra el cerro del Castillejo con ruinas de un poblado musulmán, posiblemente del siglo XIV, del que se conservan restos de la muralla y el aljibe; al Cerro de los Canjorros se puede acceder por el carril del barranco de las Arenas para contemplar una vista panorámica del Valle.

Pasado Restábal, la carretera discurre por la orilla derecha del río Izbor, que recibe esta denominación al unirse los de Torrente, Dúrcal y Saleres, entre cultivos de agrios, olivos y almendros y masas de matorral, con espléndidas vistas del conjunto del Valle y de las vertientes de Sierra Nevada, hasta llegar a Pinos del Valle, que se distribuye en tres barrios: las Eras, Alto y Bajo, con magníficas panorámicas del pantano de Béznar y del conjunto de agrios que rodean este pueblo, así como del resto del Valle, pues se alcanza a contemplar hasta Nigüelas en el otro extremo, así como el conjunto de Mondújar, Chite y Talará y el de Melegís y Restábal. Subiendo por un camino entre pinares y chaparros se alcanza la cima del cerro de Chinchirina, donde se encuentra la ermita del Santo Cristo del Zapato, con preciosas vistas del Valle de Lecrín y de la Alpujarra. La iglesia parroquial de la Inmaculada fue construida en el siglo XVI y ampliada y reformada a finales del siglo XVIII, tiene planta de cruz latina y bóveda de medio cañón; en ella se conservan pinturas de gran calidad y tallas policromadas de la escuela de Mena y Montañés. La iglesia de San Sebastián, construida a principios del siglo XIX, es uno de los templos más interesantes de la arquitectura neoclásica granadina, de planta rectangular con tres naves y crucero y dos torres laterales, una de ellas inacabada. En el barrio Bajo se conservan numerosos patios de planta morisca y casas con dependencias relacionadas con la crianza del vino, lagares y bodegas, recuerdo de la importancia vitivinícola de este municipio, cuyos caldos no sólo abastecían el Valle y otras comarcas próximas, sino que se exportaban por el puerto de Motril. Pero su cultivo desapareció con la filoxera a finales del siglo XIX, para dar paso a los agrios, olivos y almendros, que son hoy su principal riqueza y el elemento fundamental de su paisaje.

Desde Pinos se puede continuar hacia los Guájares por un paisaje agreste con almendros y pinares y numerosos nacimientos, como el de Zaza o el de Agua Santilla. O se puede descender al embalse de Béznar y por la presa continuar hasta la carretera Granada-Motril.

Carretera de la Venta de las Angustias a Lanjarón

Discurre por un paisaje bastante variado, pero con predominio de las tierras pobres y ocupadas por matorrales o por moriscos al encontrarse en la puerta de La Alpujarra. La iglesia de Santiago construida en el siglo XVI conserva un precioso artesonado mudéjar.

El núcleo de Lanjarón es un típico pueblo-calle, situado en la ladera de Sierra Nevada y rodeado de cultivos de regadío, que marca la transición entre el Valle de Lecrín y la Alpujarra. Su principal riqueza depende de los manantiales de aguas minero medicinales, que han sido el origen del Balneario, de numerosos hoteles y pensiones y de las plantas embotelladoras. La carretera continúa hacia Orgiva y a la salida de Lanjarón ofrece una bella panorámica del núcleo y de las ruinas del castillo situado en el valle del río de su nombre. Poco después se puede ver la confluencia de los ríos Izbor y Guadalfeo y los agrestes perfiles de la Sierra de Lújar contrastando con los alomados de la Contraviesa.

Datos del autor

FRANCISCO VILLEGAS MOLINA

Nació en Granada el 13 de julio de 1936. Maestro de primera enseñanza en 1957. Licenciado en Filosofía y Letras (Sección de Historia) en 1962 y grado de licenciado en 1964. Doctor en Filosofía y Letras (Geografía) en 1970. Tesis doctoral calificada con Sobresaliente cum laude y Premio Extraordinario. Ha sido: jefe de estudios de la Sección de Letras del Colegio Universitario "Santo Reino" de Jaén, director del Departamento de Geografía de la Universidad de Granada, director del Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Granada, director de Cuadernos Geográficos de la Universidad de Granada, consejero y vicepresidente del Consejo de Administración de la Caja General dGeografía Física de la Universidad de Granada.

Entre sus publicaciones más importantes destacan: "Factores geográficos en el desarrollo de Andalucía", en Estudio socio-económico de Andalucía, vol III, Madrid, 1971, págs. 220-454. Trabajo en colaboración con el Dr. Bosque Maurel; El Valle de Lecrín. Estudio Geográfico, Granada, 1972l; "Algunas consideraciones sobre la expulsión de los moriscos del Reino de Granada en el siglo XVI", Cuadernos geográficos de la Universidad de Granada, vol. 8 (1978), pp. 271-283l; "Factores geográficos y red de carreteras en Andalucía Oriental", Revista de Estudios Regionales de las Universidades Andaluzas, vol. I extraordinario (1979), pp. 37-70l; "El Medio Físico", en Decadencia y crisis en Andalucía, Sevilla, 1982, pp.1-31l; "Subdesarrollo y emigración en Andalucía", en Cuatro estudios sobre la realidad geográfica andaluza, Jaén, 1985, pp. 69-100l; "El problema del agua en el Sur de España", en Agua, riegos y modos de vida en Lorca y su comarca, Murcia, 1986, pp. 1-16l; "Le secteur méridional de la Haute Andalousie déprise agricole et autres changements visibles", en Géographie d'une Espagne en mutation, Madrid, 1990. En colaboración con Ortega Alba y Sánchez del Arboll; "Población y economía", en Geografía de España, T. 8, Barcelona, 1991, pp. 109-279. En colaboración con Sánchez del Arbol.


Cuenca del Sur

La Cuenca del Sur, tiene la majestuosa presa de Béznar, una bóveda de doble curvatura de las más atrevidas y elegantes de España. Su encaje en el terreno y el tratamiento posterior de éste ha supuesto un importante reto resuelto con las más avanzadas técnicas constructivas. Su aliviadero cuando vierte por coronación es un espectáculo de impresionante belleza.

El paisaje que rodea el embalse, el valle de Lecrín, justifica plenamente su significado "Valle de la alegría" y el lago ha venido a aumentar si cabe la belleza del paisaje, cuajado de olivos, naranjos y limoneros. Si en todas las presas es interesante visitar las galerías de inspección y drenaje, en esta presa son particularmente llamativas.

Aguas abajo de la presa de Béznar, ya en el río Guadalfeo, se puede visitar el Azud de Vélez, presa de derivación para alimentar el canal de los nuevos regadíos de Motril y Salobreña. En este canal es digno contemplar el acueducto de Cañizares, visible desde la carretera que conduce a Motril. Se trata de un puente-acueducto en arco de 110 metros de luz con tímpanos aligerados y es una muestra de las grandes estructuras, además de las presas, que son necesarias realizar para suministrar el agua a los sedientos campos granadinos.


Balneario de Lanjarón

La villa de Lanjarón está situada en la ladera meridional de Sierra Nevada, en el Valle de Lecrín, el Valle de la Alegría. La población está en el Km. 8 de la C-333 que une la Nacional 323 de Granada a Motril con la Nacional 340 que discurre por la costa. El acceso es cómodo y apenas se tardan unos 45 minutos desde Granada o desde Motril. Lanjarón se extiende por la falda del cerro Bordaila, a 650 m. de altitud y entre los ríos Salado y Lanjarón. El cerro tiene una fuerte pendiente aunque desigual y está escalonado en bancales repletos de frutales, castaños, arbustos y gran variedad de cultivos. La transformación de un terreno tan agreste en un vergel ha sido posible gracias al esfuerzo humano con la ayuda de un clima y una riqueza de agua inigualables.

El clima es muy suave todo el año en Lanjarón, fruto de la combinación de las temperaturas de los picos de Sierra Nevada y del Mediterráneo del que dista tan solo 22 Km. en línea recta. Decía en 1826 el geógrafo Sebastián de Miñano que la loma de Lanjarón era capaz de reunir todas las temperaturas de Europa, si se la recorría un día de julio de arriba a abajo.

Historia

No tenemos ninguna constancia de que estas aguas fuesen utilizadas con fines terapéuticos por los árabes, a excepción del propio nombre de Lanjarón: Al-Lancharon es un aumentativo de Al-Lanchar que significa "el sitio de las fuentes saludables".

Las primeras referencias históricas nos remiten al entorno de 1765 donde se sitúa el descubrimiento de las propiedades medicinales del manantial Capilla.

Contamos con pocos datos de lo acontecido con estos manantiales desde 1765 hasta 1818, año en el que por la Real Orden de 11 de agosto se nombraba a don Miguel Baldoví Médico Director del balneario de Lanjarón. En aquella época se conocían 32 fuentes, seis de las cuales habían sido declaradas de "Utilidad Pública": Salado o Baño, Capuchina, Capilla, Salud, Gómez o San Vicente y Agria del Río.

Durante muchos años no hubo ninguna construcción singular orientada a hacer más cómodo el uso de las aguas. Las primeras edificaciones duraderas se debieron construir entre 1840 y 1843. Pascual Madoz describe edificaciones en los manantiales Salado, Capilla y menciona una en Salud sin describirla. La construcción del Salado (manantial de baños) era cuadrangular de 17 varas cuadradas con cinco habitaciones, dos donde se hallaban los estanques, dos de sudaderos y una de descanso.

En 1864, en una monografía publicada en Madrid, el doctor Medina y Estévez, Médico Director del balneario, describe unos edificios prácticamente iguales a los descritos por Pascual Madoz y se lamentaba de que el balneario aún no tenía hotel "cual reclamaba la notable concurrencia y cultura del siglo". Sí que había en aquella época dos buenos medios de hospedarse en Lanjarón: cincuenta o sesenta habitaciones en las mejores casas de la Villa, provistas de menaje y muebles que se podían alquilar por entre cuatro y veinte reales por día, o dos fondas u hospederías en la que cada persona pagaba de "quince a veinte reales por día comiendo en mesa redonda y veinticinco siendo con separación". Por el uso de los Baños o de las Aguas se pagaban veinte reales por temporada.

Hacia 1884 la duquesa de Santoña, a la sazón propietaria del balneario, intentó construir un edificio de baños en su finca de las Naves (unos metros más abajo del manantial Salado) con la mala fortuna que un terremoto en diciembre de ese año destruyó toda la obra. Finalmente optaron por trasladarse a un terreno más firme y levantaron junto al manantial Salud un edificio siguiendo el esquema utilizado en anteriores edificaciones, dos salas para piscinas, otra para vestuarios y una para bañeras.

Pero quien dio un impulso definitivo al balneario fue sor Matilde Carrillo, quien llegó a Lanjarón a curarse de sus dolencias en la temporada de 1899 y acabó convenciendo a su padre don Silverio Carrillo para que adquiriese las propiedades de la duquesa de Santoña. El propio don Silverio reconstruyó totalmente el antiguo edificio de Baños, dotó al resto de manantiales de edificaciones más sólidas y cómodas y realizó una amplia campaña de promoción de las aguas del balneario. Años más tarde cuando sor Matilde llevaba plenamente las riendas del negocio mandó construir el gran edificio de manantiales de dos plantas y torre mirador que, con una pequeña ampliación, perdura hasta nuestros días.

Las aguas de Lanjarón

Lo que hace al Balneario de Lanjarón algo único es el hecho de contar con seis aguas mineromedicinales radicalmente distintas las unas de las otras e indicadas para dolencias tan dispares como litiasis renal, la artritis o las afecciones hepáticas. Tal disparidad de aguas, que además nacen a pocos metros las unas de las otras, es posible gracias al particular entorno geológico de Lanjarón. A grandes rasgos, este entorno consiste en lo siguiente: en esta zona de la península existen dos grandes complejos geológicos: el complejo de Sierra Nevada y el complejo Alpujárride, y entre ambos complejos una zona de contacto intensamente fracturada y con numerosas y profundas fallas. Los manantiales de Lanjarón están situados en el punto de cota más baja de esa zona de contacto convirtiéndose en el drenaje del sistema. El agua adquiere su particular composición química al ir atravesando el subsuelo y disolviendo los minerales de las rocas por donde circula, en procesos que pueden llegar a durar hasta cientos de años. Pues bien, es tal diversidad de rocas fracturadas de esta zona de contacto que encontramos una gran diversidad de tipos de agua dependiendo del camino recorrido por cada una hasta brotar en la superficie.

Manantiales e indicaciones

Manantial Capuchina: Agua termal, clorurada sódica, ferruginosa, carbónica y de alta concentración salina. Es el agua medicinal por excelencia del Balneario de Lanjarón (única en el mundo), sobre ella existen gran cantidad de trabajos de investigación. Se utiliza en afecciones hepáticas, teniendo un marcado efecto colagogo y colerético estimulando la secreción de la bilis, aumentando la eliminación de colesterol y favoreciendo la eliminación de piedras de la vesícula biliar.

Manantial Capilla: Agua bicarbonatada cálcica ferruginosa. Se utiliza en el tratamiento de inapetencias, anemias y algunos trastornos ginecológicos.

Manantial San Vicente: Agua oligometálica de muy escasa mineralización. Es un agua fuertemente diurética indicada para la eliminación de cálculos renales y por la activación que produce de la función renal es muy útil en el tratamiento de artritis y gota.

Manantial El Salado: Es un agua termal clorurada-sódica con un alto contenido salino. No es bebible como las anteriores y se emplea únicamente para uso tópico. En baños y duchas está indicado en procesos inflamatorios crónicos del aparato locomotor como artritis y artrosis y en aerosoles para la rinitis, faringitis y bronquitis asmática.

Manantial Salud: Agua bicarbonatada cálcica, de débil mineralización. De sabor exquisito, es el agua de Lanjarón más conocida por ser la que en mayor volumen se embotella. Es un agua eminentemente diurética y además favorecedora de la digestión.

Manantial Fonteforte o Salud II: Es un agua del mismo tipo que Salud, pero ligeramente más mineralizada y con un apreciable contenido en anhídrido carbónico. Tiene el mismo tipo de indicaciones que la anterior y también se comercializa embotellada después de aumentarle el nivel de gasificación natural con carbónico añadido.

El Balneario de 1992

El Balneario de Lanjarón es uno de los más concurridos y conocidos de España. En las últimas temporadas el promedio de agüistas que lo han visitado es de unos 10.500, extendiéndose la temporada desde el 1 de marzo hasta el 31 de diciembre. El balneario sigue sin hotel aunque Lanjarón cuenta con más de 2.000 plazas de alojamiento (¡y sólo unos 4.000 habitantes!) con un amplísimo abanico que va desde los hoteles de 3 estrellas hasta las pensiones más modestas, y en todas se siente la clientela como en su casa. Y hay buenas razones para que así se sientan. Un porcentaje muy elevado de agüistas suelen alojarse en el mismo lugar año tras año, y muchos de ellos han seguido la tradición de sus padres y abuelos.

La situación actual es la consecuencia del dispar desarrollo que entre 1965 y 1985 tuvieron el propio balneario y la actividad de envasado de agua mineral. La afluencia de agüistas descendió a lo largo de ese período, cuando los hábitos de ocio de la sociedad española cambiaron desviándose el público hacia otros destinos vacacionales, fundamentalmente hacia las playas. Todos los balnearios del país entraron en un período de decadencia. En Lanjarón, a lo largo del mismo período tuvo lugar el proceso de fuerte expansión del negocio de envasado de las aguas minerales.

El envasado que a principios de siglo se realizaba en un habitación del balneario acabó físicamente asfixiándolo con las continuas ampliaciones. En 1985 cuando las Estaciones Termales entraron en una fase de relanzamiento, ambas actividades, balnearia e industrial, colisionaron frontalmente en su lucha por el espacio disponible en el barranco del Salado. Entonces se tomó la decisión de trasladar las plantas de envasado a varios kilómetros de los manantiales y devolverle al balneario lo que a lo largo del tiempo se le había sustraído

Podemos dividir en cuatro zonas el entorno actual del balneario: Edificio de Manantiales, Edificio de Baños, Jardines y Edificios Industriales. Este conjunto está a la entrada al pueblo desde Granada por la carretera comarcal. Al atravesar el puente del río Salado se ve a la izquierda una nave alta y alargada de ladrillo rojizo que albergó hasta 1991 la fabricación de botellas de plástico. Este edificio que está dividido en dos partes envuelve materialmente el antiguo Edificio de Manantiales, verdadero símbolo del Balneario de Lanjarón que se encuentra justo a continuación según se avanza hacia el interior de la población. Unos metros más adelante y en el mismo lado de la carretera está la terraza que da acceso al moderno edificio de Baños. Justo enfrente de la zona de Baños, y en la margen derecha de la carretera, se encuentran los jardines de la Capuchina y la antigua planta de embotellado, ambos colgando sobre el barranco del río Salado.

El edificio de manantiales es un rectángulo de 620 metros cuadrados, de dos plantas, en cuyos extremos se levantan dos torretas. La planta baja está ocupada en su mayor parte por la llamada "Sala de Manantiales" por encontrarse allí cuatro fuentes a donde se conducen las aguas de los manantiales Capilla, Salud, Fonteforte y San Vicente. En el extremo oeste está la zona de recepción, consultas médicas y en la entreplanta el servicio de Inhalaciones y Onda Corta. La planta de arriba está ocupada en su totalidad por lo que en otro tiempo fue Sala de Fiestas, hoy abandonada y a la espera de una rehabilitación. La gran escalera de mármol blanco que unía la Sala de Fiestas con la Sala de Manantiales se haya despiezada y dispersa entre varias dependencias.

El edificio de Baños es muy alegre, cómodo y funcional. En su planta baja hay un gran salón con cómodas butacas y una sala donde habitualmente se toma el agua San Vicente y el agua Capilla. En la primera planta y en alas independientes para ambos sexos se encuentran las bañeras, duchas circulares, duchas de chorros, vestuarios y salas de descanso. En una jornada normal en este edificio se dan cómodamente más de seiscientos servicios a otros tantos usuarios.

Hacia el norte, detrás del Edificio de Manantiales y de la antigua factoría de plástico, subiendo por el Cerro de Bordaila, están la zona deportiva (un frontón y dos pistas de tenis) y los jardines, en los que es fácil distinguir viejas bañeras de mármol de una sola pieza convertidas en singulares jardineras.

El jardín de la Capuchina situado entre la carretera y el río Salado alberga a este legendario manantial que brota en una cueva a mitad de la ladera. Desde allí es conducido hasta unos metros más abajo donde se levanta un pequeño edificio rectangular donde habitualmente se toma el agua.

Las dos grandes naves que albergaron las instalaciones industriales hasta 1991 serán demolidas parcialmente y, aprovechando sus impresionantes cimentaciones (ambas están sobre un terreno muy inestable), se levantarán sendos hoteles de los que ya están muy avanzados los proyectos respectivos.

Autor

FRANCISCO VALLEJO FERNÁNDEZ

Nació en Málaga el 14 de febrero de 1956. Es ingeniero industrial y director general de Aguas de Lanjarón, S.A. y Sociedades Filiales, además de ser profesor de la Escuela de Negocios de Andalucía.


La baja montaña de Sierra Nevada

Itinerarios

Las Buitreras de Dúrcal

Consideraciones generales

Altitud: 1.652 metros. Término municipal de Dúrcal. Es conveniente ir provistos de agua. Dadas las numerosas bifurcaciones existentes en este recorrido, se recomienda observar minuciosamente las indicaciones que sobre las mismas se hacen. Se puede llegar en coche hasta peña Gallo. Tiempo a emplear en el recorrido, de 5 a 6 horas.

Itinerario

Se inicia este recorrido en el pueblo de Dúrcal, situándonos en la explanada donde está la antigua estación del tranvía. Tomando la carretera que va a la central eléctrica y una vez atravesada, por un paso inferior, la carretera nacional Bailén-Motril, nos encontraremos a los pocos minutos un cruce de caminos y la acequia de Márgena. Seguiremos la pista que va en dirección norte (de forma que queden a nuestra izquierda la acequia y la pista paralela a ella) y después de pasar por unas instalaciones destinadas a triturar arena, (junto a las que hay una pista que no tendremos en cuenta) llegamos a una bifurcación, siguiendo esta vez la de la izquierda, más adelante un desvío que conduce a la central eléctrica que dejamos a nuestra izquierda y aproximadamente a unos 30 minutos de salir de Dúrcal llegaremos a peña Gallo, desembocando en una rambla que ascenderemos siguiendo el cañón por donde transcurre dicho arenal.

A mitad de esta rambla, encontraremos un dique de contención que pasaremos por su parte izquierda, aproximadamente a una hora desde peña Gallo pasamos un segundo dique y continuando la vereda, abandonamos definitivamente la rambla; en unos 30 minutos aproximadamente, llegaremos a una piedra con unas manchas rojas que nos señala una bifurcación de caminos, vamos a seguir por el sendero de la izquierda hasta situarnos en el collado de la Volaores, sitio fácil de reconocer, ya que desde aquí comenzamos a contemplar los Alayos de Dílar y el valle del río Dúrcal.

A nuestra izquierda y en dirección (noroeste) tomamos un pequeño sendero que atraviesa a media ladera la loma (noreste) de la Chaja y que nos deja en el collao de las Buitreras, a la que ascenderemos siguiendo la arista sur. Desde la cumbre podemos contemplar un soberbio paisaje y el principio de la angosta garganta (que forman las Buitreras y las lomas del Tigre) denominada las Presas.

Para regresar descenderemos al collao de las Buitreras y tomamos una vereda a nuestra derecha que rodeando la Chaja nos sitúa en una pista a través de la cual llegamos a peña Gallo, desde donde regresamos a Dúrcal.

La Toma

Consideraciones generales

Altitud: 1.650 metros. Término municipal de Dúrcal. Refugios: chozas de pastores y edificaciones abandonadas. Encontraremos agua frecuentemente desde que conseguimos el canal. Se puede llegar en vehículo hasta peña Gallo, para entrar por la rambla y hasta la misma toma, por la pista forestal de la solana de Nigüelas. Tiempo a emplear en el recorrido entre 4 y 5 horas.

Itinerario

Iniciamos este recorrido, en el collao de los Volaores en el que nos situaremos, siguiendo el itinerario nº 13. Desde éste, seguimos el camino que traemos, dejando a nuestra izquierda el sendero que conduce a las Buitreras, a los pocos metros nos situamos en una pista terriza, por la que continuamos a la izquierda (dirección norte), en unos diez minutos y después de atravesar un barranco, abandonamos la pista para tomar una vereda que asciende a nuestra derecha, hasta situarse junto al canal y paralelo a éste, nos conducirá a la toma de dicho canal.

Este camino desde que conseguimos la altura del canal transcurre en su primer tramo a través de un árido terreno que poco a poco, desde que cruzamos el barranco de la Cantina (en el que podemos observar un atractivo tramo aéreo del canal) se va convirtiendo en una zona verde salpicada de numerosas construcciones y fincas de labor. Más adelante nos adentramos en una zona de densa arboleda, fundamentalmente chaparros y robles, alcanzamos el barranco de los Alisos, que atravesamos por un puente metálico de reciente construcción y continuamos a través del bosque de robles, hasta alcanzar una barranquera, en la que se ha perdido la vereda, como consecuencia de unas fuertes tormentas, descendemos con cuidado y continuamos la vereda que nos conducirá a la pista que viene de Fuente Fría y que atraviesa el río; continuaremos por la vereda que prosigue por nuestra derecha y en pocos minutos nos sitúa en una zona amplia donde están situadas las instalaciones de la toma del canal y una casa que sirve de albergue al guarda; el regreso lo haremos por el mismo camino, hasta el collao de los Volaores y desde éste regresaremos a Dúrcal a través de la rambla o rodeando la Chaja, según itinerario nº 13.

Como nota característica de este itinerario podemos destacar los contrastes de los terrenos por los que transcurre, así como unas espléndidas vistas de los Alayos.

Fuente Fría (cortijo de Echevarría)

Consideraciones generales

Altitud: 1.950 metros. Término municipal de Dúrcal. Refugios: chozas de pastores y edificaciones abandonadas. Encontraremos agua en numerosos lugares del recorrido. Se puede llegar en coche por la pista forestal de la Solana, o por la de la Umbría (ésta sólo practicable en meses estivales), ambas parten de Nigüelas. Tiempo a emplear en el recorrido, entre 3 y 4 horas hasta Fuente Fría.

Itinerario

Iniciamos este recorrido, en el pueblo de Nigüelas y situándonos en la plaza de la Iglesia, tomaremos la calle conocida por los Canalones, que en dirección noreste, y paralela al valle nos sitúa a los pocos minutos en el cauce del río Torrente.

Continuamos nuestra marcha por una pista que asciende en su primer tramo junto al río y que en 45 minutos aproximadamente nos sitúa en el Cucurucho de Nigüelas, que dejamos a nuestra izquierda. Seguimos la pista un corto tramo, para después abandonarla y descender al río, cruzándolo en las inmediaciones de un gran desprendimiento de terreno, continuamos la vereda que asciende en dirección noreste a través de un valle secundario y paralelo al principal del Torrente, cruzando numerosas veces la pista forestal que abandonamos definitivamente, cuando ésta gira para remontar unos tajos. En un tiempo aproximado de 1 hora, 30 minutos (desde que dejamos el río) llegaremos al cortijo de las Nogueras, que reconoceremos por sus pequeñas dimensiones y unos grandes álamos.

Continuamos por la pista de la izquierda, hasta llegar a un pequeño barranco alimentado por la acequia de los Hechos y en cuyas márgenes hay numerosas mimbres. Aquí el camino se bifurca, dejando el de la derecha que penetra en valle del Torrente, tomamos el de la izquierda que asciende en dirección norte y después de pasar por la base del peñón de Muñoz, nos sitúa junto a la acequia de los Hechos, la que seguimos aguas arriba, hasta llegar en pocos minutos al cortijo de Fuente Fría. Detrás del cortijo y junto a unas ruinas de otra edificación encontraremos una alberca y una fuente (Fuente Fría), que da el nombre al cortijo y a la zona.

El regreso se efectuará por el mismo sitio.

Los Nacimientos (río Dúrcal)

Consideraciones generales

Altitud: 2.300 metros. Término municipal de Dúrcal. Refugios: chozas de pastores y edificaciones abandonadas. Encontraremos agua en numerosos lugares del recorrido. Se puede llegar en coche hasta Fuente Fría por la pista forestal de la Solana, o por la de la Umbría (ésta sólo practicable en meses estivales), ambas parten de Nigüelas. Tiempo a emplear en el recorrido, entre 5 y 6 horas.

Itinerario

Iniciamos este recorrido, desde Fuente Fría, en el que nos situaremos siguiendo el itinerario nº 15.

Proseguimos nuestra marcha (al fondo los Alayos de Dílar y la cumbre triangular del Trevenque) siguiendo la acequia de los Hechos aguas arriba, después de dejar a nuestra izquierda unos cortijos y un gran álamo, llegamos a la Raya de la Dehesa y damos vista al barranco de los Alisos, aquí tomamos la pista que pasa junto a la acequia adentrándonos en la Dehesa, donde veremos unas chozas características de nuestra sierra, actualmente abandonadas por pastores y campesinos, seguimos la pista hasta prácticamente el barranco del Caballo, donde termina. Ascendemos, dejando el barranco a nuestra derecha y seguimos la acequia (que en este tramo utiliza el barranco como cauce), aguas arriba hasta su origen. Esta acequia atraviesa la loma (noroeste) del cerro del Caballo y con una suave pendiente nos sitúa en los Nacimientos del río Dúrcal.

En esta zona, durante las estaciones de primavera-verano pastan reses de varias ganaderías y aunque son mansas tomaremos las debidas precauciones.

Recomendamos especialmente para realizar esta marcha, los meses de julio a finales de septiembre, época en que la acequia se ve invadida por el agua y los numerosos arroyos que la alimentan.

El regreso se efectuará por el mismo itinerario.

Silleta del Padul

Consideraciones generales

Altitud: 1.524 metros. Términos municipales: Padul (cara sur), Dílar (cara norte). Sólo encontraremos agua en Ermita Vieja. Tiempo a emplear en el recorrido, de 4,30 a 5,30 horas.

Itinerario

Partiremos en este recorrido, desde el Aguadero, lugar a 2 kilómetros de Padul, por la carretera general en dirección a Motril.

Desde este lugar, parte una pista forestal que conduce a Ermita Vieja y a la sierra de Dúrcal, la cual seguiremos hasta pasar la última cantera y a los pocos metros de ésta, tomaremos a nuestra izquierda una vereda (marcada con una piedra kilómetro 1), por la que iremos ascendiendo hasta desembocar en un camino que atraviesa la loma en sentido horizontal, continuando a nuestra derecha en dirección (este).

Aproximadamente a una hora desde el Aguadero, encontramos otro camino que cruza en horizontal; desde aquí tenemos dos itinerarios a seguir.

El primero es continuar el camino de nuestra izquierda en dirección (noroeste) y que después de llanear una media hora se bifurca, un sendero que desciende y dejamos a nuestra izquierda, tomando el de la derecha que asciende, girando al poco rato en dirección (este) y que nos conduce hasta Piedra Ventana.

El segundo itinerario, es ascender directamente la loma que tenemos frente a nosotros en dirección (norte) y a los diez minutos aproximadamente estaremos en Piedra Ventana.

Continuamos la vereda y a los pocos minutos tenemos frente a nosotros la cumbre de la Silleta, formada por una explanada longitudinal a la que ascenderemos por nuestra izquierda a través de una suave loma.

Desde la Silleta, descenderemos de nuevo al camino que hemos traído y continuando en dirección (este), llegamos a un pequeño collado en el que la vereda desciende en dirección (norte), aquí dejaremos la vereda y seguimos la arista en la misma dirección que traemos (observamos en dirección este en medio de la masa forestal, un grupo de álamos, donde está enclavada Ermita Vieja y a la que nos dirigiremos. También puede servirnos de referencia un tendido eléctrico que atraviesa esta zona de norte a sur y que pasa junto a Ermita Vieja) descendiendo monte a través hacia la vaguada.

Frente a nosotros tenemos en dirección este, cerro Domingo, rodeado al sur por la pista forestal, nosotros lo rodearemos por su cara norte a media altura, procurando no introducirnos en la masa forestal.

Una vez en Ermita Vieja, tomamos el carril que desemboca en la pista forestal, la que seguiremos a nuestra derecha, en dirección (suroeste) y que aproximadamente en 1 hora y 45 minutos, nos sitúa de nuevo en el Aguadero.

Casas de Tello

Consideraciones generales

Altitud: casa del Tello 1.570 metros. Término municipal de Lanjarón. Refugios: chozas de pastores y edificaciones abandonadas. Encontraremos agua en numerosos lugares del recorrido. Tiempo a emplear en el recorrido, de 5 a 6 horas.

Itinerario

Partiremos en este recorrido, del pueblo de Lanjarón, situándonos en el puente de la carretera comarcal a Orgiva, que cruza el río Lanjarón, a nuestra izquierda y tras una casa, parte una pista que seguiremos; a los pocos minutos, tomamos una vereda a nuestra derecha y que paralela al río, asciende por su margen izquierda; seguiremos por este camino principal, dejando las veredas que salgan a nuestra derecha, la marcha transcurre por un bonito bosque de castaños, algo mermado por efecto de los rayos, y salpicado de numerosas chozas, especialmente en su parte alta. Después de pasar por la choza del Visillo y una acequia (acequia Mezquerina) que cruzamos, damos vista al otro lado del valle a una pequeña meseta y a un frondoso bosque de pinos y abetos; alcanzamos una bifurcación tomando el camino de la izquierda que baja al río, el cual cruzamos por un cómodo puente, junto al cual existen dos bonitas cascadas, de nuevo ascenderemos y después de dejar a nuestra izquierda un cortijo (antiguo vivero forestal), llegamos a las casas forestales de Tello; enclavadas en una espaciosa explanada, uno de cuyos límites (este) es un impresionante tajo, mirador natural del valle de Lanjarón.

Situándonos en la puerta de la casa de Tello y en dirección (oeste) veremos un gran álamo y tras él, una pequeña construcción, junto a ella tomamos una vereda por la que iremos ascendiendo hasta unir con una pista forestal, que sla que la pista se bifurca nuevamente.

En este punto, abandonamos la pista y descendemos monte a través por la arista de la loma en dirección (suroeste), hasta llegar (después de pasar por acequia Alta) a unas grandes paratas en las que hay numerosas chozas abandonadas; desde aquí, siguiendo la loma en dirección (sureste), encontramos varios caminos que conducen a Lanjarón.

Dado que los caminos en este último tramo están poco definidos en algunos sitios, seguiremos como norma general de orientación, la arista (dirección sureste) de la loma de Lanjarón.

Autores

AURELIO DEL CASTILLO AMARO

Nació en Málaga el 19 de diciembre de 1951, actualmente reside en Granada, donde se licenció en Derecho, ejerciendo actualmente como Procurador de los Tribunales.

ANTONIO CASTILLO RODRÍGUEZ

Nació en Granada el 2 de septiembre de 1946, es comerciante y fotógrafo.

Ambos han desempeñado cargos directivos en diversos clubs de montañismo, así como en la Federación Andaluza. Conocen numerosos macizos españoles y europeos, aunque han desarrollado fundamentalmente sus actividades en Sierra Nevada, sobre la que han publicado varios trabajos entre los que destacan: El Sistema Penibético, Recorridos de Alta y Baja Montaña y Sierra Nevada Inédita.


Granada subterránea. Las cavidades al sur de Granada

Comenzaremos nuestro recorrido espeleológico por los pueblecitos que contornean las faldas y estribaciones de Sierra Nevada, siguiendo el camino trazado por la carretera de Motril. En ellos podemos encontrar pequeñas cavidades sin especiales dificultades técnicas; así en Dílar, en la zona del Puerto de las Calaveras, a una altitud de unos 1300 m. se abre la Sima de los Bulfaos; en Dúrcal, la Cueva de Bacamia, junto al Río Dúrcal; En Nigüelas, la Cueva del Moro, en los tajos frente al pueblo, a una altitud de unos 1200 m. Ya en el término municipal de Vélez Benaudalla, podemos visitar varias cavidades de más entidad espeleológica, entre las que destaca la Sima Redonda en el cerro Escalate; se trata de una gran fractura con dirección Este-Oeste con dos bocas al exterior y una profundidad de 76 m.

En Lobres, podemos visitar la Cueva del Capitán y la Cueva Suores con un recorrido de unos 600 m.; esta cavidad se localiza en el fondo de una barranquera en el Alto de Espartinas, cerca de un acueducto en la margen Oeste del Río Guadalfeo, a unos 2 Km. del pueblo. Se caracteriza por una serie de galerías freáticas de pequeño diámetro, sin especiales dificultades de exploración.

Poco más al Oeste, en el término de Molvízar, se localizan una serie de cavidades, entre las que destaca la Sima Boca del Infierno en el Morro del Calar, con una profundidad cercana a los 90 m.; se abre en una gran fractura que corta la parte superior de este macizo.

Continuaremos nuestro recorrido con dirección a Gualchos, donde encontramos más de un centenar de cavidades tectónicas, entre las que se encuentran: Sima de Haza las Piedras -60 m., Sima de los Intentos -40 m. -en cuyo interior se encuentran restos arqueológicos-, Sima de los Terrones -60 m. con un desarrollo de 452 m., Sima de las Niñas con - 80 m., Sima de la Chochona -70 m., Sima Haza las Piedras III conocida también con el nombre de Sima Potra, con un desnivel de 26 m. en una fractura de más de 10 m. de ancha, etc.

Destaca entre todas ellas la Cueva de las Campanas en la ladera Sur del pico Aguila, con un desnivel de 88 m. y un desarrollo de 1.056 m. Para acceder a su boca, tomaremos la carretera que sube a Gualchos desde Motril; pasado el cruce de Lújar y a pocos kilómetros parte un carril a la derecha que se adentra hasta las inmediaciones del pico del Aguila. Desde aquí, una senda descendente en dirección al mar nos baja hasta las inmediaciones de la cavidad; su boca -visible desde el camino- se abre frente a una cortijada semiderruida.

Traspasado el umbral de la entrada, un amplio y profundo corredor sirve de distribuidor de las múltiples posibilidades de recorrido; en todas ellas es necesario la utilización del material específico de exploración. Se caracteriza por la sucesión de grandes verticales y redes de pasos laberínticos entre bloques. En su interior se han encontrado bastantes vestigios del hombre del Neolítico.

En la vecina localidad de Lújar, en la falda del pico Sierra de Lújar, se localiza la Sima del Moro, interesante cavidad con más de 100 m. de profundidad; en su interior se encontraron algunas granadas de mano de la pasada guerra.

Continuamos nuestro recorrido para trasladarnos al municipio de Albuñol, en el que se encuentra la Cueva de los Murciélagos; ésta se localiza en la pared Oeste del Barranco de las Angosturas, a unos 2,5 Km. del pueblo. Su amplio porche de entrada se abre a unos 40 m. sobre el lecho del río. Interesante cavidad cuya exploración no presenta ningún tipo de dificultad, caracterizada por la sucesión de pasillos y salas muy alteradas artificialmente; tiene un recorrido de unos 325 m. con un desnivel de unos 45 m.

Visto este sector, continuaremos nuestras incursiones espeleológicas por las tierras de Alhama de Granada, Zafarraya y Loja. En estos municipios se encuentra enclavada una de las superficies cársticas más grandes de la provincia -Sierra Gorda, Sierra Tejeda y Sierra de Gibaltos-, en ellas se localizan gran cantidad de cavidades. Así en Sierra Gorda encontramos en el término municipal de Alhama: la Sima del Carnero -81 m., Sima del Conejo -68 m., Sima de los Hoyancos -113 m., Sima de la Negrita -101 m., Sima del Echaero -91 m., Sima del Mojón -88 m., entre otras. Destacando por su importancia el Complejo Sima Rica o Enrique-Sima del Redil, con un desnivel de 124 m. y un desarrollo de 795 m. Se localiza al Sur del pico Sierra Blanquilla a una altitud de 1.170 m., en las coordenadas VG-0190 0180. Sima Rica se abre en el fondo de una gran dolina, un paso entre bloques conecta con un gran corredor descendente cubierto de bloques, que culmina en la entrada de un gran laberinto entre bloques, resultando muy fácil desorientarse en estos pasajes. La entrada por la Sima del Redil se efectúa mediante la utilización de cuerdas para superar la sucesión de pozos que descienden hasta el fondo de la cavidad. Ambas cavidades se encuentran conectadas por dos pasajes de difícil localización sin conocer la cavidad. La visita por Sima Rica, y hasta alcanzar la conexión con el Redil, no precisa de material alguno, siendo aconsejable una pequeña cuerda para asegurar algún que otro paso.

En el término de Loja encontramos la Sima del Hoyo Grande -110 m. y un desarrollo superior a los 500 m., Sima de los Machos -145 m. -hasta la fecha es la cavidad más profunda de toda Sierra Gorda-, Sima Torca del Hoyo Hondo -140 m. en cuyo interior se localiza una vertical absoluta de unos 100 m., Sima del Charcón Negro -107 m., por destacar sólo las más importantes. Para la exploración de todas estas cavidades -de difícil localización- es necesario el dominio de las t En Sierra Tejeda, encontramos en el Pico de la Maroma la Sima de la Nieve a una altitud de 2060 m. Un espectacular pozo vertical de unos 30 m. -según el nivel del hielo- nos deja en un gran nevero casi permanente a lo largo de todo el año; descendido éste, se abre una pequeña salita cubierta en parte por bloques de hielo. En las faldas de la sierra en dirección a los Barracones por el Arroyo de los Tejos, se localizan dos cavidades por cuyo interior pasa un pequeño arroyo de agua.

En la Sierra de Gibalto (Loja) y muy cerca de la cumbre, al pie de unos acantilados, se abre la Sima de las Grajas, con una profundidad de 120 m. en un solo pozo con algunas repisas.

Autor

MANUEL JOSÉ GONZÁLEZ RÍOS

Nació en Granada el 24 de Abril de 1955. Comienza las actividades espeleológicas en el año 1971, dentro del Grupo Juvenil de Espeleología de Granada, participa en los Cursos Nacionales de Espeleología de Ramales de la Victoria (Santander) en el año 1971 y 73, obteniendo en este último el título de Guía Nacional de Espeleología. En 1974 colabora en la fundación del Grupo Espeleológico Granadino y posterior reactivación del Grupo de Espeleólogos Granadinos.

Ha participado en varias expediciones internacionales en Yugoslavia, Italia, Francia y Unión Soviética. Actualmente y entre otros cargos, preside la Sociedad Grupo de Espeleólogos Granadinos, Director del Museo Andaluz de la Espeleología, Monitor Nacional de la Escuela Española de Espeleología e Instructor de la Escuela Andaluza de Espeleología.

Durante más de 10 años ha trabajado en el Servicio de Investigaciones Arqueológicas y Antropología de la Diputación Provincial de Granada; en el año 1989 se hace cargo del cuidado y mantenimiento de la Cueva del Agua de Iznalloz, -dentro del Area de Cultura de la Diputación de Granada-. Con respecto a las publicaciones, tiene publicadas más de una treintena de artículos en varias revistas especializadas.