Sacado de:

La Alhambra: Relatos de Granada. Recuerdos de Andalucía. Colección de artículos escogidos de la publicación de igual nombre, que á cargo del liceo artístico-literario de Granada, redactaban sus mejores literatos 1863. Aunque este relato originalmente sale en la revista en el Número 20 - 1839 octubre 27 como "Viaje por el Valle de Lecrín", por lo que consideramos que es su fecha real

VIAJE AL VALLE DE LECRIN

En lo antiguo (por lo difícil que era viajar), cuando un sabio recorría uno ò muchos reinos, sus compatriotas le divinizaban. ¿Qué no era necesario en tiempo de Homero para que un héroe atravesase el Mar Egeo? por una maravilla se tuvo el que Jason y los argonautas surcasen la Prepóntide y el Ponto-Euxino. Mas ahora, el viajero cruza en todas direcciones los mares, le da vuelta la tierra, mide tiritando la altura del polo, se quema en la Zona tórrida, vive los salvajes, herboriza en los bosques y dibuja al pié de los monumentos. En lo mas empinado de una roca, á la vista de un verde paisaje, oyendo el sordo rumor de un torrente, se inflama su imaginación, vagan por su espíritu los mas elevados pensamientos, y entonces copia en su álbum la naturaleza mas hermosa, mas brillante, allí, á la sombra de silenciosas ruinas, lleno de históricos recuerdos, desenvuelve todos sus conocimientos filológicos, y apura el secreto de unas edades ya fenecidas. Pero en tanto que el hombre de esta generación se desvive por indagar noticias remotas, desprecia ú olvida quizá las del país que le vio nacer. Por este espíritu de lo nuevo y maravilloso, vemos á Washington Irving abandonando los risueños bosques de la América, cruzar el océano, recorrer los principales puntos de España, revolver antiguos archivos, y visitar la bella Granada para escribir la crónica de su conquista. Mi ambición se mira satisfecha con solo contemplar el cuadro que ofrece el deliciosísimo valle que á tres leguas de esta capital, empieza á estenderse por la otra falda de Sierra nevada

Cuando se llega á aquel paraje tan nombrado, allí donde el último rey de Granada perdió de vista para siempre su encantadora ciudad, su palacio y sus glorias, donde parado gimió y lloró al dar el último adiós á la Damasco de Occidente  y donde su caballo relinchó y estampó la herradura en una peña viva que el vulgo aun acata y venera, entonces se descubre á nuestros ojos un estenso valle de cuatro leguas de largo, por dos de ancho en dirección de E. á O, habitado por veinte mil almas en diez y nueve poblaciones, que se nombran Padul, Durcal, Cozbíjar, Cónchar, Albuñuelas, Saleres, Restábal, Melejis, Murchas, Niguelas, Acequias, Mondujar, Talará, Chite, Béznar, Pinos del rey, Izbor, Tablate y Lanjaron

La temperatura de esta región es dos ó tres grados mas fria que la de la capital, pero el calor no es tan sensible. Raras veces llegan á azotarle las tormentas, mas si se forman algunas, sus estragos son horrorosos. Escasea en lluvias, las que por lo regular cambian en granizadas ó nieves, pero los vientos son frecuentes y tan furiosos, que el huracán arranca olivos y otros árboles colosales, trasportándolos á parajes muy distantes. Si aquí hubiera tenido origen la mitología, en el cerro que cae sobre el Padul (el Manar), creerían los anticuarios hallar la caverna de Eolo con sus siete bocas.

Este valle que los árabes titulaban de Lecrin (alegría), tiene al O. la sierra de la Manjara, que confina con el rio de Alháma, al N. la espaciosa vega de Granada y los llanos del Quempe, al S. las Guájaras, que caen hacia Salobreña y tierra de Motril, y al E. Sierra-nevada y la taha de Orjiva. Varios rios procedentes de la Sierra mayor, donde empieza á levantarse la Sierra-nevada, le cruzan y fertilizan. De ellos los mas notables son: el Durcal que recibe la laguna del Padul, por entre Villamena de Cozbíjar y Conchar, el Torrente, el Tablate, el Lanjaron, y el Béznar formado de los tres primeros y del Albuñuelas, que corre de O. á E. y reunido al Lanjaron desagua en el Guadalfeo, llamado Rio grande desembocando este por Salobreña en el Mediterráneo.

La estraordinaria feracidad del terreno, sus quebradas y pintorescas rocas, la multitud de fuentecillas, cascadas y lagunas que la vista descubre por do quiera, aquellos bosques donde crece el olivo gigantesco al lado del naranjo, donde las vides trepan por los nogales y se enlazan con los erguidos cerezos, aquellas cañadas donde verdea el moral, brillan el aliso y el limón, se levanta la palma, y exhalan sus aromas las violetas y los lirios, hijos naturales de aquellos campos, estasian y arroban al viajero, presentándole un vivo trasunto del paraíso. Los frutos mas abundantes en este valle son: el maíz, el centeno, las castañas, las naranjas, las cidras y el limón, el vino es muy preciado, y el aceite riquísimo, tan claro como agua. En él se producen aquellas uvas ataubies tan decantadas por los estranjeros, y que se llevan á países los mas remotos, siendo de lamentar se hayan dejado perder las moreras y los morales con que se criaba seda esquisita. En fin, no hay terreno en la provincia que proporcione mayor utilidad al propietario, quien por cada marjal, de tierra de veinte y cinco varas en cuadro, saca del colono cien reales anuales en tres cuartillas y á veces una fanega de trigo por marjal en aceite de los olivos que contiene la tierra, y en el importe del canon impuesta sobre ella. Encierran en sus senos los montes de este valle, minas de plomo, de cobre, de hierro y carbón de piedra aun no esplotadas y en ellos se notan hermosas canteras de diferentes mármoles, de los que hemos visto varias muestras en los salones de historia natural de Madrid.

Los habitantes del valle de Lecrin son francos, sencillos de corazón, hospitalarios y eminentemente religiosos. Parece que el carácter vivo, curioso y honrado de aquellas gentes, tiene su causa motriz en la misma apacibilidad del terreno, él convida á un pensar misterioso con la propia amenidad de los bosques, con las mismas delicias que ofrecen las variadas vistas que por todas parles roban la atención. Así es que en cada pueblo hay una gruta y un peñón encantado, una selva habitada por hechiceros, donde en el silencio de la noche vagan luces indefinidas y se oyen lastimeros ayes, mil letreros ininteligibles, que son otras tantas recetas de escondidos tesoros, y algún castillo arruinado y silencioso que recuerda historias sangrientas de guerras moriscas. El labriego de aquellos lugares raciocina poco, pero poetiza en cambio, y su imaginación brillante desempeña las sublimes funciones del saber.

No se advierten allí monumentos romanos, pero sí existen todavía ruinas de siete torres árabes, sepulcros sin número, baños, habitaciones labradas á cincel en las mismas rocas, y una línea de torres telegráficas que se estiende desde las costas del Mediterráneo, pasando por las alturas de este valle, hasta lo interior del reino.

De algunos pueblos se pueden recordar cosas notables, en el Padul hay una vega de riego de veinte y seis mil marjales, que á la mitad del siglo pasado era casi toda una laguna, recreo del conde de Villamena, señor de Cozbíjar, en el de este nombre se descubre un palacio muy pobre, con sus almenas, sus ruinas feudales, donde habia una horca espuesta al público para indicar el mero imperio, en la plaza de Dúrcal se dio una batalla en tiempo de Felipe II, en la que murió atravesado de una saeta, disparada por un moro, el valiente Lorenzo de Avila, en el formidable puente de Tablale murió el esforzado capitán Ponce de León, desde lo mas alto del castillo de Lanjaron se precipitó el Moro negro, jefe de los sublevados en la rebelión de los moriscos, queriendo antes hacerse pedazos que entregarse á las tropas de Castilla. Albuñuelas es patria del memorable limo. arzobispo de Granada, Sr. Perea, que labró el palacio arzobispal conforme se ve, de Salares (población de unos setenta vecinos), fué natural el consumado matemático don José Mariano Vallejo, Pinos vio nacer á uno de los hombres mas respetables de la nación por su ciencia y virtud, vice presidente que ha sido del Senado, y en la actualidad patriarca de las Indias, don José Bonel y Orbe, y por último, Lanjaron es notable por sus salutíferas aguas agrias, por sus baños termales, por su aire de vida, y por su naturaleza de primores, encantos y poesía. A buen seguro esta población hubiera presentado á Garneray, Claudio de Lorena, Deroy Villanueva y Smith, cuadros mas risueños que los mejores del Rin, dé los bajos Pirineos y de la Suiza, ¡y ojalá fuese mi imaginación tan florida y lozana que pudiese pintar las delicias de este pueblo, llamado por sus habitantes el segundo paraíso terrenal!

Melchor Valdivia


Vista de la Alhambra desde Granada


Patio de los Leones