Procesos fríos actuales

En los tramos más elevados de Sierra Nevada en lo que viene a denominarse espacios supraforestales (inmersos en el denominado piso crioromediterráneo, RIVAS MARTÍNEZ, 1992), la morfogénesis predomina sobre la edafogánesis, pues las acciones mecánicas en el suelo, derivadas, principalmente, de la combinación fríohielo-sequedad, restringen y anulan, en ocasiones, la elaboración de horizontes eciáficos por lo que la cubierta vegetal resulta muy escasa. Se trata de un área sumida en unas condiciones periglaciares o crionivales de alta montaña seca y que abarca el núcleo de la Sierra, desde el cerro del Caballo (3013 m) hasta el cerro del Chullo (2609 m) englobando, por tanto, la línea de cumbres y buenos tramos de sus lomas adyacentes, en una franja de unos 700 m de desnivel en sus extremos más occidentales. Los primeros estudios que resaltaron la eficacia modogénica periglaciar en el actual paisaje culminante de Sierra Nevada fueron los de SOUTADf et BAUDIÉRE (1970) y SERVE (1972).

Condiciones biofísicas

La latitud, la orientación y la considerable altitud del volumen montañoso del núcleo somital convierten a Sierra Nevada en un reducto caracterizado por unas condiciones bioclimáticas propias de países semiáridos, al contrario de lo que sucede con otros sistemas orográficos de la orla septentrional mediterránea. Desde esta óptica el paisaje altimontano nevadense ofrece gran similitud con la cadena marroquí del Atlas más que con el resto de montañas hispanas. La prolongada sequedad estival y el rigor térmico invernal son los principales elementos climáticos diferenciadores y los que conducen el comportamiento morfogenético periglaciar.

Una de las principales causas de la eficaz morfodinámica periglaciar en la Sierra es la deficitaria tasa de humedad que albergan los suelos, de. manera particular durante aquellas épocas del año más propicias para la germinación de las plantas. Sin embargo, el volumen de precipitación es, en conjunto, considerable, aunque muy mal repartido desde el punto de vista bioedáfico

Dos son las series de vegetación más significativas en estas partes de la montaña. Desde las altas cumbres en dirección a los fondos de valle se localizan:

bulletSerie crioromediterránea, conformada por un pastizal de gramíneas y nanocaméfitos;
bulletSerie oromediterránea nevado-filábrica, con predominio de la asociación Genisto baeticae-Juniperetum nanae, aunque incluyendo, ambas, geotopos ("borreguiles") de caracteres higrófilos debido a la elevada tasa de humedad que ofrecen los suelos.

Morfodinámica de los procesos de meteorización y evacuación

Los procesos periglaciares en las altas cumbres de Sierra Nevada resultan evidentes y los hemos constatado a partir de diferentes indicadores:

bulletClimáticos, entre los que sobresalen el ritmo térmico (ciclos de hielo-deshielo), acción del viento, humectación-desecación, nieve y aguas de fusión.
bulletBiológicos, reflejados en la existencia de especies vegetales adaptadas a condiciones ecológicas extremas, propias del piso crioromediterráneo.
bulletGeomorfológicos, representados por una amalgama de formas de modelado, producto de la combinación de los anteriores indicadores y de aquellos otros morfotopográficos, principalmente.

En conjunto, la Sierra ofrece un amplio desarrollo de procesos y formas de modelado periglaciares que podrían responder al siguiente esquema

Los 2.700 m en la vertiente sur marca el límite periglaciar

Uno de los procesos más efectivos y, probablemente, el de mayor dimensión espacial es el de la gelifracción (prosesos por cambios de temperatura), pues afecta a todo el roquedo sin protección vegetal. La eficacia de esta acción mecánica radica en dos hechos interdependientes. Uno, el derivado de la estructura litológica (del edificio y de la roca específica), que se caracteriza por un alto grado de metamorfismo y tectonización. Otro, el procedente de las condiciones climáticas de la montaña, que son las que garantizan cambios de estado físico en el roquedo. En este sentido, interesan destacar los ciclos de hielo-deshielo, sobre todo, durante la estación fría y más cuando afectan a espacios orientados al sur, a aquellos otros expuestos a una desnevación repetitiva y a los sumidos a una fusión precoz de la nieve

También los contrastes térmicos sin el concurso del hielo resultan procesos efectivos en cuanto a los cambios de volumen que sufren las rocas. Probablemente, por sí solos no generen liberación de detritus pero deben contribuir a que la gelifraction actúe con mayor virulencia. Al respecto, no hay que olvidar que la radiación solar en Sierra Nevada es muy alta en los meses del estío y muy considerable la amplitud térmica (superficie de la roca y del suelo) dada la nitidez de la atmósfera.

El resultado más eficaz de la gelifracción es el desmoronamiento del edificio rocoso generando bloques, como sucede en las paredes de circos o rebordes empinados de barrancos. Tanto en un caso como en otro se trata del proceso geomórfico más activo que alimenta los taludes de las cornisas y que da lugar a las acumulaciones caóticas de bloques instaladas al pie de aquéllas y que en el caso de los circos su avance tiende a fosilizar los antiguos glaciares rocosos (Hoya del Mulhacén, Veleta, Cascajar del Cartujo, Cornavaca, etc.) o a invadir lagunas (Caldera, Caballo, Vacares, Juntillas, etc.).

También en el seno de los circos, al pie de sus paredes limítrofes y en cabeceras de barrancos, la nieve es un agente destacado en la creación y evolución de formas, particularmente cuando su estado físico propicia avalanchas. En tal sentido, los canales abiertos en el substrato, casi siempre explotando discontinuidades estructurales, son los conductos de salida de las nieves pero también del canturrial elaborado durante los períodos pre y postnivales. Los Raspones de Río Seco presentan un modelo muy ilustrativo al respecto, aparte del couloirdei Veleta. También la nieve actúa como agente pasivo en la migración de clastos, sobre todo, cuando conforma placas rellenando concavidades, como sucede con los neveros adosados a paredes rocosas. En tales casos funciona a manera de plano inclinado al facilitar el deslizamiento de los bloques caídos por gravedad y que en su descenso alimentan las pequeñas orlas detríticas (morrenas de revé) instaladas en las partes distales de la masa helada, tal como ocurre en el interior del Corral del Veleta, en su sector más oriental y en la Hoya del Mulhacén.

Fuera de los bordes de circo y de los cantiles de los barrancos, los procesos que tienden a movilizar los materiales de las laderas son varios.

bulletAúnan esfuerzos gelisolifluxión, crio-reptación y deslizamiento, cuando las pendientes son adecuadas.
bulletEn cambio, si se trata de superficies niveladas, el resultado morfológico es conducido por la geliturbaclón, el hielo Intersticial y el pip krake.

El desplazamiento sobre superficies inclinadas sólo afecta a los niveles superiores de la formación detrítica, aunque se encuentra muy restringido, acaso anulado, en los altos niveles, allí donde las megacoladas y macrolóbulos de piedras, de medidas eluridecimétricas, tapizan de manera continua los suelos (Pandero del Veleta, etc.). En los análisis y observaciones de campo que venimos llevando a cabo desde 1990 (cabecera de Lanjarón, 3150 m; y Pandero del Mulhacén, 3200 m) no hemos detectado movimiento alguno en los bloques. La hipótesis que mantenemos al efecto radica en la ausencia de matriz menuda envolviendo al manto clástico por lo que éste es incapaz de gelifluir. Tampoco lo hace el hielo intersticial pues funde precozmente y sus aguas se escapan por los vacíos. Ello explicaría la estabilidad que ofrecen estos sectores, siempre y cuando no se remueva el paquete detrítico en el que reposan, mucho más rico en gravas, arenas y finos.

En cotas más bajas la mayor abundancia de fracción menuda y pequeña (arenas, limos y arcillas) en la que reposan los clastos permite que la masa fluya durante el deshielo por pérdida de cohesión proporcionando a la ladera un perfil sinuoso debido a la secuencia de lóbulos, coladas y lenguas de gelifluxión. A menor altura las plantas comienzan a mostrar mayor recubrimiento por lo que ya suponen freno al desplazamiento del material, a pesar de la eficacia de la arroyada nival y de la crio-reptación. Entonces son las terracitas escalonadas con frente vegetalizado (Festuca ovina, Cytisus purgens, etc.) las que marcan la pauta. Así sucede, por ejemplo, en los declives de las lomas (Las Albardas, Peñón del Puerto, Dílar, San Juan, etc.).

Cuando la fracción detrítica no queda instalada en superficie inclinada, como sucede en las altiplanicies culminantes o en los cordales de los interfluvios expuestos a la acción del viento, y los niveles subsuperficiales son ricos en finos, el movimiento ladera abajo carece de interés. Sí se detecta, sin embargo, una reordenación de la fracción mineral que afecta a los primeros decímetros. El resultado es la construcción de figuras geométricas abiertas (círculos de piedras) o cerradas (suelos estriados) de medidas decimétricas. En el origen de ellas parecen intervenir procesos complementarios entre sí: geliturbación en profundidad, ni krake, cric-eclización y crio-reptación en superficie. Un paraje muy significativo de este tipo de morfodinámica es el Alto del Chorrillo (2707 m), en el interfluvlo Poqueira-Trevélez.


El hielo y el viento limitan el crecimiento de las plantas

Hasta ahora hemos hecho mención a procesos y formas periglaciares en los que el elemento vegetal tiene limitado interés, aunque en determinados ambientes su cometido resulta decisorio en las formas elaboradas (terracitas escalonadas). A continuación haremos mención a los procesos y formas de los enclaves donde las plantas son el elemento predominante: los borreguiles. Se trata de biotopos muy puntuales y de frecuencia restringida en la Sierra, pues requieren suelos húmedos permanentemente. En tales medios los procesos periglaciares resultan limitados y bastante contrarrestados sus efectos mecánicos debido a la protección que tienen los suelos gracias al denso y compacto tapiz herbáceo (recubrimiento del 100 % con predominancia de briófitos, cánces, fanerógramas, etc.). Este comportamiento de la vegetación conlleva una tendencia al equilibrio entre planta y morfogénesis. Sin embargo, no resulta extraño que suelo y cubierta vegetal, si se encuentran en pendiente adecuada, migren debido a la gellfluxión, lo que supone la formación de lóbulos y lenguas (borreguiles de San Juan, de Siete Lagunas, lagunlllos de la Virgen, etc.).

Procesos y formas periglaciares sometidos a control

Desde 1990 se han venido llevando a cabo experiencias en diferentes enclaves de morfotopografía contrastada lo que nos ha proporcionado un conocimiento más ajustado de los procesos desencadenantes en la formación de determinados modelados. Por su interés referimos las siguientes:

El glaciar rocoso de la lagunilla del Corral del Veleta

Este se encuentra asociado al permafrost que se extiende en profundidad en todo el sector oriental del cuenco del Corral del Veleta, al este de la lagunilla. Su construcción (en forma de L, de unos 100 m de longitud y anchura entre 32 y 41 m) se explica por la coalescencia de dos megacoladas lobuladas de piedras que, en su descenso hacia el seno del cuenco -inclinación de la base entre 14 y 40°-, entran en contacto fundiéndose en un sólo cuerpo


El hielo fósil del Corral del Veleta contribuye al desarrollo de glaciares rocosos

Gracias a los trabajos de perforación llevados a cabo recientemente se ha podido comprobar que todo el paquete de bloques esta asentado sobre permafrost. Los controles efectuados a partir de 1995 denotan un movimiento de avance del conjunto del glaciar entre 1 y 5 cm (control en el período 1995-1999). El volumen total de material movilizado se cifra en torno a 8350 m3.

El desarrollo y desplazamiento del glaciar rocoso se explica por la suma de acciones diversas entre las que destacan las avalanchas de nieve y caída y desplome de clastos, a partir de la pared del Corral; el deslizamiento de la masa, sobre todo por la plasticidad que durante el deshielo le proporciona su abundante matriz; la existencia, en profundidad, de cuerpo helado; etc.

No tenemos duda de que se trata de una forma de modelado elaborada durante estos últimos decenios y que puede considerarse como indicadora de cambio reciente en las condiciones climáticas: glacionlvales, antes, por nivo-periglacia res, ahora.

Las figuras geométricas del Alto del Chorrillo

El Alto del Chorrillo (2700 m), es un antiguo nivel erosivo que actúa a manera de cordal cimero del interfluvio entre el valle de Trevélez y el de Poqueira. Es en este sector donde la construcción de figuras geométricas, tipo flotante (WASHBURN, 1956; TRICART en CAILLEUX, 1967; PISSART, 1987), adquiere mayor relevancia, pues los condicionantes ambientales son óptimos (morfotopografía, formación detrítica y granulometría, condiciones climáticas y biogeográficas, etc.), Todo ello lo convierten en enclave muy propicio para determinar el origen de tales figuras


Los borreguiles son geotopos donde predomina la vegetación higrofíla y los procesos morfogenéticos perigraciales tienden a ser contrarreastados

Los trabajos realizados entre 1990-1994 en parcelas acotadas (instalación de trazadores en el seno de las figuras y señalizaciones en su superficie) han mostrado que la formación de estas estructuras es muy rápida y resulta del concurso de un conjunto de procesos asociados a condiciones frías y áridas (WASHBURN, 1979; PISSART, 1987). Entre los procesos más relevantes sobresalen las grietas de desecación como mecanismo inicial; la presión del hielo-deshielo, explotando las grietas abiertas; la geliturbación, seleccionando y removiendo la capa interna; la gelifluxión y pik krake, ordenando clastos en superficie; la arroyada nival, arrastrando finos en profundidad; etc.

La capa activa donde se asientan estas figuras geométricas no supera los 15 cm de profundidad, pues los signos de crioturbación no progresan más abajo, a pesar de permanecer el suelo helado temporalmente hasta los 35-40 cm. En cuanto a otros datos de interés señalar: los movimientos detectados en clastos, en fase de ordenación superficial, oscilan entre 1-2 cm/año; las involuciones de finos en superficie por expulsión generan erupciones de 10-12 cm de diámetro; las grietas de desecación suponen 10-15 cm de longitud (0,5-1 cm de anchura y 10-12 cm. de profundidad); etc. En cuanto al tiempo necesario para conformarse figuras geométricas, a partir de una superficie alisada expresamente con anterioridad, es del orden de 3-4 años (GÓMEZ ORTIZ et al. 1994).

Las coladas de bloques del Pandero del Mulhacén

En el Pandero del Mulhacén, a 3200 m de altitud y desde 1990 también se han venido llevando a cabo observaciones de campo en parcelas experimentales. En este enclave se centró el interés en cuantificar los efectos de la crioturbación y el deslizamiento planar en coladas de bloques (GÓMEZ ORTIZ & SALVADOR FRANCH, 1997).

La crioturbación se determinó indirectamente a través del movimiento vertical experimentado en varillas metálicas introducidas en el suelo. Los empujes ascensionales, de magnitud variable, siempre estuvieron asociados a las presiones por cambio de volumen de la masa infrayacente, a partir de los ciclos de hielo-deshielo. Lo más destacado de las observaciones (período 1991-1993) es que los resultados obtenidos ponen de relieve una menor eficacia de la crioturbación en el Pandero del Mulhacén que en el Alto del Chorrillo, donde también se realizó la misma experiencia durante el mismo tiempo. Las causas podrían radicar en el diferente comportamiento de los ciclos de hielo deshielo en las capas superiores del suelo

En cuanto al grado de deslizamiento planar generado en coladas de piedras por soligelifluxión y reptación, principalmente, señalar su escaso dinamismo, pues la formación detrítica apenas se ha movilizado. Las causas se deben a la eficaz trabazón con que los clastos se ordenan.

Los controles efectuados durante cuatro años (1991-1994) arrojan valores acumulados de 3-9 cm. Sólo los sectores donde el paquete elástico está envuelto en finos, los movimientos han sido mayores, entre 12-15 cm, lo que pone de relieve el significado de los procesos gelifluidales en la pérdida de cohesión de la formación detrítica.