La casa de las conchas

Fósiles, piedras, calabazas o aperos agrícolas convierten la vivienda de un emigrante de Albuñuelas en un punto turístico local

ANTONIO ARENAS / ALBUÑUELAS. Sacado de Ideal

CERCA de 40 años le ha costado a Francisco Palma Jiménez construir y decorar su original casa. Poco a poco, con paciencia de hormiga, fue levantando los pilares y cada una de las habitaciones de su hogar. Cuando podía costear el cemento y cuando su trabajo como temporero se lo permitía pues se iniciaba con la recogida de aceitunas en Baeza, se continuaba en el Ejido en la campaña del tomate para concluir en la vendimia francesa. Y así 32 años. Otro motivo de la demora en concluir su casa ha sido los elementos decorativos. No en vano ha tenido que buscar y rebuscar en las playas de Motril los más de dos millones de conchas que alterna con los fósiles que ha encontrado en los alrededores de las Albuñuelas. Por ello esta singular morada es conocida en la localidad como 'la casa de las conchas'.

Conchas marinas

A escasa distancia de la placeta Morales se encuentra esta casa que llama la atención por el color granate de su fachada pero, sobre todo, por la peculiar decoración ya que está casi toda cubierta de conchas marinas, incluidas las curiosas almenas de las esquinas. Para acceder al interior cuenta con un original llamador compuesto por varios cencerros de distintos tamaños. Su propietario nos muestra con orgullo el fruto de muchos años de trabajo. «Todo comenzó con una idea mía. Ha venido mucha gente. de todas partes. De Barcelona, de Málaga, de Almería, Les llama la atención todo lo que hay, en especial, las setas». Se refiere a una especie de macetero hecho con cemento y completado con flores pétreas. Más adelante comienza una larga enumeración de los utensilios que ha ido reuniendo y que, en muchos casos, le han sido cedidos por sus vecinos conocedores de su afición. Comienza con las herramientas de los resineros, una cama procedente de la guerra del Vietnam, varios arados romanos, trillos de distintos tipos, balanzas y romanas. Un 'uvio' (yugo), una pila posiblemente romana, y varias cabezas esculpidas en piedra completan la relación antes de indicar que las testas las hace ahora en madera de pino o nogal.

Calabazas y esparto

Otro de sus más preciados tesoros son las calabazas que adornan los techos de varias estancias junto con la piedra tosca o piedra de agua que ha utilizado tanto en la barbacoa como en la lámpara de la que indica que posiblemente sobrepase los 200 kilogramos. A su colección de calabazas que ya superan las cinco mil es muy posible que se incremente en otras mil que ha cultivado este año.

Todavía nos queda otra sorpresa pues del techo de la cocina cuelgan varios centenares de objetos que ha fabricado con esparto y que va desde un burro «entero», hasta pequeños capachos, serones, salvamanteles, agobías, esterillas, varias cabezas de toro y hasta sujetadores fabricados con este material. Asimismo, en una de las paredes guarda otra curiosa colección en este caso de 40 garrotes elaborados con madera de acebuche que recoge en Sierra Morena cuando va a visitar a su hijo que está casado en Baeza. «Yo la casa la enseño a todos con gusto y gana. Nunca he cobrado un céntimo. Me considero rico porque con lo que tengo me sobra», afirma ufano antes de despedirnos no sin antes aclararnos que ninguno de los objetos está en venta pues considera que «si pido 60 euros por una pieza que me ha costado tres días de trabajo puede pensar que soy un ladrón y eso nadie me lo dice».