Sacado de
El blog musulman de Omar
El último rey del reino árabe de Granada, Boabdil, fue víctima de un
triste destino. Tras la pérdida de su reino, perdió en Las Alpujarras a
otros seres queridos. Luego marchó rumbo al norte de África.
El dolor de El Rey Chico
La última vez que Boabdil, el último rey nazarita, lloró en tierra
granadina no fue en la famosa y mítica escena del Suspiro del Moro tal y
como nos ha contado la historia hasta hoy.
Las últimas lágrimas del Rey Chico, como era conocido entre sus
súbditos, se vertieron sobre una tumba, en un pequeño pueblo granadino
llamado Mondújar. En esa tierra dejó Boabdil los restos mortales de la
persona que amó tanto como a Granada, a su esposa Morayma, la mujer que
se mantuvo fiel a su lado, que le dio dos hijos y que sufrió en
silencio, tanto como él, su vida y reinado desdichado.
Morayma sigue enterrada allí, en algún lugar entre la colina que
sostiene las ruinas del importante castillo de Mondújar y las verdes
tierras del Valle de Lecrín, a escasos 30 kilómetros de la Alhambra.
Sigue en ese lugar desconocido hasta ahora, que, además, debe también
albergar los restos de los reyes nazaritas que gobernaron el Reino de
Granada, entre ellos el de su suegro Muley Hacen.
Lo más asombroso es que nadie ha decidido investigar con interés en los
últimos 500 años donde está sepultada buena parte de la historia de Al
Andalus, ya que sí existen documentos que relatan cómo Boabdil trasladó
desde la Alhambra a Mondújar el Cementerio Real Nazarí cuando, vencido,
tuvo que dejar a Isabel y Fernando la majestuosa fortaleza gobernada por
sus antepasados.
Pero también hay que deshacer otro entuerto que ha permanecido durante
años escondido entre los estudios, más o menos afortunados, de
historiadores y escritores aficionados a desentrañar una de las etapas
más noveladas de la historia de España: Morayma no murió en ese pueblo.
Hasta allí llegó trasladada por su esposo desde Laujar de Andarax,
importante localidad de la alpujarra almeriense distante unos cien
kilómetros, en el que con toda certeza murió y en donde la pareja se
había instalado con su corte después de firmar las capitulaciones con
los Reyes Católicos.
Las lágrimas de Boabdil tuvieron que ser densas y dolorosas, porque
también podemos suponer que junto a Morayma fue sepultado uno de los dos
hijos habidos en el matrimonio.
Pero comencemos por el principio.
Morayma
Morayma, nacida en Loja, era hija de Aliatar, aliado y socio de Boabdil
en las diferentes luchas que se sucedieron en los turbulentos primeros
años de la última década del siglo XV.
El Rey Chiquito luchaba por igual contra su padre (Muley Hacen), contra
su tío (El Zagal) y también contra los cristianos. Con los Reyes
Católicos, de vez en cuando pactaba o se humillaba, según los
acontecimientos lo necesitaran.
Boabdil estaba siempre alentado en sus correrías por su madre, Aixa,
mujer abandonada por Muley Hacen que prefirió el amor de una cristiana
llamada Zoraida o Isabel de Solís, según quien hable de ella. A su
amante, el suegro de Morayma llegó a construirle un palacio a los pies
mismos de la Alhambra, en pleno Albaicín y al que todavía hoy se le
conoce como el Palacio de Dalahorra.
Así era la vida de la esposa del Rey Chico, entre las ausencias de su
marido en las batallas y la permanente presencia de su suegra, mujer
despechada y resentida, que incitaba permanentemente a su hijo contra su
padre.
Poco podemos conocer de esta mujer, la última reina mora de Granada que
siempre vivió y murió a la sombra del Rey y que, además, tuvo que vivir
varios años sin la presencia de sus dos hijos, secuestrados por los
Reyes Católicos y mantenidos como rehenes hasta que Boabdil firmó las
capitulaciones definitivas.
La referencia más exacta sobre la personalidad de Morayma la escribió el
Conde de Benalúa y Duque de San Pedro de Galatino, empresario
emprendedor y político de reconocido prestigio durante los primeros años
de este siglo, a lo largo de su libro titulado Boabdil.
Describe varias situaciones que nos presentan a una mujer siempre
abandonada por las continuas batallas de su esposo y cuyo único momento
de verdadera felicidad fue cuando conoció y casó con Muley Abu-Abdalla-Babdali:
Allí (en Loja) conoció Boabdil a Morayma, la hija de Aliatar. Cuando
volvía de la batalla, que a diario ocurría, sus ojos se encontraban y
sus almas se juntaron para siempre.
Al volver el Rey a Granada triunfante y lleno de vida, eligió a Morayma
por Sultana, verificándose las bodas reales con pompa y alegría, único
momento en su existencia de respiro y felicidad.
El amor que Boabdil sintió por su esposa debió ser tan profundo que tomó
la decisión definitiva de abandonar su refugio almeriense de Laujar
cuando ella murió. También se sabe que, tras sepultarla en Mondújar,
nunca más volvió a contraer matrimonio instalado ya en Marruecos, aunque
sí volvió a batallar en estas tierras.
Soledad y desdicha
La desdichada vida en soledad de esta mujer fue constante. Relata el
Conde de Benalúa varios de estos momentos, como el de la partida de su
marido hacia otra batalla: Aquella noche, Morayma, inundada en lágrimas,
despedía a su amante esposo con recelo al verle partir para la guerra.
La Reina Aixa, espíritu siempre varonil, alentaba a la hija de Aliatar,
y Boabdil trató de calmar la melancolía y la pena de la separación....
En otro párrafo, el Conde de Banalúa insiste: Es tradición que Morayma,
anegada en lágrimas, viole partir desde el alto de un torreón, inmóvil,
como la imagen del dolor, y no apartó su vista de aquel ejército hasta
que los torbellinos de polvo desaparecieron en el horizonte de la vega.
También nos cuenta el mismo autor el sufrimiento de esta mujer como
madre, mientras relata las negociaciones para las capitulaciones: Para
mayor aflicción, entonces recibieron Morayma y Boabdil carta que el Rey
Católico, con su sagacidad, hizo escribir al Príncipe moro (su hijo) que
conservaba en rehenes. En esta carta, primero les pintaba las bondades
que con él tenían Sus Altezas y su magnanimidad, y luego les decía que
conocía su triste situación porque sabía que no querían aceptar los
grandes beneficios y amistad con que les brindaban los Reyes de
Castilla.
Morayma, asolada en llanto, abrazada al cuello de Boabdil -éste sólo
repetía- ¡Por qué la muerte no ha querido ni quiere de mí nunca¡.
Aterrada Morayma, mandó llamar a un famoso sabio astrólogo, que se
llamaba Ben-Maj-Kulmut y consultó con él en gran secreto el horóscopo
del rey Boabdil. Contestole el anciano: Dicen las estrellas que el
último Rey Nazar vivirá mucho para padecer mucho.
Esta reunión de Morayma con el viejo astrólogo (figura muy respetada
entre los nazaritas) puede ser la última referencia a esta mujer que
existe en la historia documentada, salvo las que hablan de su muerte y
de su testamento.
Con esta profecía, que evidentemente la obviaba a ella, llegan las
capitulaciones de Santa Fe y la salida de la familia real y sus súbditos
hacia tierras almerienses.
Los Reyes Católicos habían cedido a Boabdil para él y sus descendientes
un feudo en el Reino de Granada que se componía de las tahas de Berja,
Dalías, Boloduy, Andarax, (actual provincia de Almería) Marchena,
Juviles, Láchar y Ugíjar (actual provincia de Granada), además de otras
pertenencias.
La familia real nazarita debió partir hacia la alpujarra almeriense
algún día de la primera semana del año 1492. La marcha se hizo con todo
un tesoro material, aunque sin el que más le importaba a Morayma, sus
hijos, Yusuf y Ahmed, que permanecieron retenidos por los Reyes
Católicos en previsión de un nuevo alzamiento de los partidarios de
Boabdil. Así pues, una nueva tristeza para la madre que llegó a Andarax
(hoy Laujar de Andarax) sin sus dos retoños.
Antes de partir, el Rey Chico dio orden de levantar el Cementerio Real
de la Alhambra, conocido como La Rauda, para que sus ascendientes no
quedaran en tierra cristiana. Boabdil trasladó los restos de sus
antepasados hasta Mondújar, en donde, camino de Laujar, mandó construir
un nuevo cementerio real en sitio tan secreto que hasta la fecha tampoco
ha sido investigado, y por tanto, encontrado.
Poco podía imaginar que, sólo un año después aproximadamente, volvería a
estar sobre estas tumbas enterrando los restos de su querida Morayma.
La muerte de Morayma, su entierro y la partida de Boabdil queda
perfectamente descrita en varios documentos. Uno de ellos es una carta
de Fernando de Zafra a los Reyes Católicos fechada el 28 de agosto de
1493 en la que dice: La Reina mujer deste Muley Boabdilí, murió, y creo
que aprovechó su muerte para el servicio a Vuestras Altezas, porque su
dolencia daba algún embarazo a la partida del Rey: agora queda más libre
para lo que ha de hacer.
En otro documento, que pertenece al Archivo de la Alhambra, legajo 129
que data de 1549, un tal Juan Jusepe de Herrera, vecino de Béznar,
declara sobre la conveniencia de reparar y dotar al alcaide la fortaleza
de Mondújar.
El texto recogido por Manuel Gómez-Moreno afirma: Dixo que la dicha
fortaleza de mondújar es muy ymportante para la guarda y seguridad de
todas las alpuxarras y val de lecrín porque está en parte de donde puede
amparar a el dicho val de lecrín y defender la dicha alpuxarra; como
cosa tan ymportante están trasladados al pie de la dicha fortaleza, en
una haça que se llama la rrauda, todos los cuerpos de los rreyes de
moros que fueron de granada al tiempo que fue de moros y después la
rreyna horra mora se truxo desde andarax, después de entregada la çibdad
a los señores rreyes católicos, de gloriosa memoria, a enterrar a la
dicha rauda, lo cual es cosa muy notoria e çierta, y la causa del
trasladarse allí los dichos cuerpos fue pretender el rrey moro que se
dezía el chiquito que se le diese la dicha fortaleza para su morada y
aposento, etc.
El propio Gómez-Moreno deja claro en 1942 este asunto de la muerte de
Morayma, de su entierro y de la partida de Boabdil, aunque marca dudas
sobre quién era en realidad la reina mora en un artículo editado por la
revista Al Andalus, publicación de las entonces Escuelas de Estudios
Árabes de Madrid y Granada: En
la correspondencia de Fernando de Zafra con los Reyes Católicos consta
que, en efecto, la mujer del Rey Chiquito falleció en Andarax poco antes
del 28 de agosto de 1493, facilitándose con ello la decisión impuesta de
pasar a Berbería toda la familia, que el pobre rey venía dilatando desde
febrero y que llegó a realizarse en octubre, dentro aún del plazo
convenido. La tal reina dice que se llamaba Moraima y que era hija del
alcaide Alatar, de Loja, el que enseñó a tomar en serio la guerra al Rey
Católico .En contra, Hernando de Baeza pensaba si sería hija de aquel
otro rey a quién dió muerte Abulhacen, padre del Chiquito.
A la primera filiación quizá falte autoridad en que apoyarla. La segunda
hipótesis resulta menoscabada con afirmar reiteradamente el mismo Baeza
que fue Abulhacen quien se casó con la hija del usurpador. Ahora bien,
como las crónicas árabes atestiguan que no lo fue de este, sino de su
padre Mohamad (VIII) el Zurdo, queda como posible que la hija del
usurpador y prima del Rey Chiquito se casase con éste, haciendo buena la
presunción de Baeza
Días felices
Pero antes, entre febrero de 1492 y agosto de 1493, las tierras
almerienses de Andarax, Berja y Dalías fueron testigos mudos del, quizá,
único año de felicidad de Boabdil y su esposa tras conseguir que los
Reyes Católicos les devolvieran a sus hijos.
Una de las constancias documentadas del secuestro de los príncipes moros
lo cuenta Martínez de la Rosa en su Hernán Pérez del Pulgar, relatando
la causa porque al rey de Granada y a sus tierras daba favor y ayuda el
rey y la reyna. Este hecho se desarrolla, según los mismos documentos,
en abril del año 1483 y dice textualmente Martínez de la Rosa: En este
sumario conviene dar razón la causa porque el rey y la reyna favorecían
a Muley Baudelí rey de Granada, que por otro nombre llamaban el rey
Chiquito, y dieron seguro a la ciudad de Granada y a las otras ciudades
y villas de su reyno que estaban por él, y la estada de sus dos hijos en
rehén en poder de Martín de Alarcón en la villa de Porcuna.
El secuestro de los Infantes es relatado también por el Conde de Benalúa.
Afirma, según la Minuta de peticiones hecha a los monarcas castellanos
por el Alcaide Bexir (representante del rey moro), lo siguiente: Item
Suplica a Sus Altezas que, despachado lo de Granada, mande enviar a los
Infantes para que estén con él en Andarax o que los mande pasar allende.
Traslado de lo que pide el Alcaide Bexir en nombre del Señor Rey Muley
Audili, fijo del Rey Sidizad (sic). - V Salvá y Sainz de Baranda, col.
de doc.. inéd para la Historia de España, tomo VIII. Pág. 437. Hay un
decreto al margen que dice: Que se pongan en libertad.
Por tanto y ateniéndonos a estos documentos, podemos deducir que Morayma
estuvo sin sus hijos nueve largos años.
El tesoro de Morayma
Morayma debió ser una mujer relativamente rodeada de comodidades, tanto
para su vida diaria como para su defensa. Boabdil la tuvo que colmar de
joyas y vestidos preciosos a tenor de lo descrito en Almaccari (Analectes,
tomo 11, 2ª parte, página 798) al relatar las pertenencias con las que
la familia real partió desde Granada para Laujar de Andarax.
El tesoro de la casa o palacio Nazarita era copioso en toda suerte de
preciosos rubíes, perlas de gran tamaño, zomordas singularísimas,
turquesas de gran valor, toda suerte de adargas preservativas, equipos
militares defensivos, instrumentos primorosos, utensilios peregrinos,
collares de perlas en pedazos, sartales de aljófares para los cabellos,
arracadas que aventajaban a las alcordes o pendientes de María (la
Copta, concubina de Mahoma) en claridad, brillantez y hermosura, corazas
holgadas de vestir, adornadas de oro, casco con orlas doradas,
incrustadas de perlas intercaladas de esmeraldas con rubíes en el
centro; cinturones plateados, anchos de formas y esmaltados en su
superficie; adargas de ante, sólidas, sin poros, dulces al tacto y
renombradas por su impermeabilidad; almimbares de abalorio; atailores de
Damasco, cuentas de cristal, zafas de la China, copas grandes del Irac,
vasos de Tabaxis y otras
De Laujar a Fez
Entre febrero de 1492 y el día 8 de julio de 1493 la vida del matrimonio
tuvo que ser más llevadera. Esta última fecha es importante, ya que
marca la decisión de Boabdil de aceptar las definitivas capitulaciones
con los Reyes Católicos, y, por tanto también, su decisión de abandonar
Laujar de Andarax y encaminarse hacia el exilio en Marruecos, según
consta en la última carta autógrafa de Boabdil conservada en el Archivo
de Simancas, fechada ese día 8 de julio de 1493.
También, siguiendo estas fechas, es posible deducir que Morayma
falleciera en julio y no en agosto.
Si este orden de fechas es correcto, también podemos suponer que Morayma
tuvo que ser enterrada primero en Laujar de Andarax y posteriormente
desenterrada para trasladar sus restos hasta Mondújar, cuyo castillo
había sido propiedad de su madre y de ella misma.
Así pues, Boabdil pudo salir de Laujar de Andarax camino de Fez con los
restos de su mujer, hacer una parada en el Castillo de Mondújar para
sepultarla junto al resto de los reyes nazaritas, y seguir camino hacia
el puerto por el que tenían que embarcar.
La tristeza del Rey Chico tuvo que ser aún mayor, ya que tuvo que
recorrer más de cien kilómetros de intrincada Alpujarra con los restos
de Morayma. Hasta este día de julio, Boabdil y su familia dedicaban el
tiempo a disfrutar de las Alpujarras y de los divertimentos que le
podían ofrecer la caza con galgos y halcones en las tierras de Berja y
Dalías.
El hecho de que la familia real nazarita se instalara en las tierras de
la alpujarra almeriense pudo deberse a varias circunstancias. Una de
ellas bien pudo ser el interés de los Reyes Católicos de alejar a
Boabdil y sus seguidores de las zonas más cercanas a la costa para
evitar una posible rebelión y entrada de aliados por el mar. Otra razón
para instalarse en Laujar de Andarax pudo deberse a que esta taha era
una de las más pobladas en aquellos años.
Así lo certifica la profesora de la Universidad de Granada Carmen Trillo
San José, al señalar en su estudio La Alpujarra antes y después de la
conquista castellana que la Corona podría querer impedir que los
moriscos se concentraran en las proximidades del mar como modo de evitar
el peligro que suponía la cercanía de las costas africanas. También
explica la importancia de Andarax dejando a un lado el Valle de Lecrín
(donde se sitúa Mondújar), la taha con mayor número de habitantes en
1490 es Jubiles, seguida muy de cerca de Andarax en donde los habitantes
son el 15,38%, sobre una población total de unos 50.000, lo que hace
suponer que Boabdil convivía en Andarax con unos 7.000 habitantes.
En este mismo estudio tenemos la referencia de la marcha de Boabdil
hacia Marruecos, una vez enterrada su mujer en Mondújar. Coincidiendo
con la marcha de Boabdil en octubre de 1493 se embarcaron un total de
6.320 personas, de las cuales, según el secretario de los Reyes, 1.700
eran de la capital, 230 de algún lugar que no entraba en la
capitulación, pues pagaban derechos, y el resto, es decir, 4.350, de la
Alpujarra. Parece que la gran mayoría partieron hacia Fez, unos pocos
hacia Bujía y sólo 270 salieron de Almuñécar en dirección a Turquía.
Sobre el puerto en el que Boabdil embarca hacia Marruecos hay dos
versiones. Una de ellas, defendida por el catedrático de Historia
Medieval de la Universidad de Granada, Cristóbal Torres Delgado, asegura
que el Rey Chico se despidió de su reino desde el puerto de Adra (actual
provincia de Almería). La otra teoría fue enunciada por el Conde de
Banalúa, quien afirmó que Boabdil marchó a Fez desde el mismo puerto por
el que entrara siglos atrás Abderramán I, esto es Almuñécar (provincia
de Granada).
Mondújar
La importancia que Mondújar tenía tanto para Boabdil como para Morayma
(el Valle de Lecrín tenía censados en 1490 unos 10.000 habitantes) venía
determinada porque, según afirma el catedrático Antonio Malpica en su
libro Poblamientos y castillos en Granada, la madre de Boabdil tenía
propiedades en esta alquería.
Malpica Cuello describe el Castillo de Mondújar con
una planta que forma un polígono irregular adaptándose a las condiciones
del terreno. La entrada se hace por una abertura que hay en su muro
sureste, en recodo, pero no podemos precisar si ésta era la original.
Tiene un gran aljibe situado en la parte exterior del recinto. Es de
planta rectangular y conserva restos que permiten pensar que es
abovedado. También se conservan huellas de enlucido rojo. El aljibe
comunica mediante un arquillo de medio punto apuntado de tosca factura y
a través de una rampa con el interior del castillo, posiblemente para la
conducción de aguas. El catedrático de la Universidad de Granada también
determina que es obra de mampostería, dentro del modelo nazarí de
mediado del siglo XV. Se sabe por las fuentes escritas que estaba
construido a finales de la época nazarí.
Actualmente, del castillo sólo quedan algunas ruinas y es difícil de ver
al estar sobre una colina a 900 metros de altitud por encima del pueblo,
a unos dos kilómetros de éste.
El entierro de Morayma
Cuando murió Morayma, según la costumbre musulmana, sus sirvientes
lavaron su cuerpo y lo perfumaron con almizcle, alcanfor y otras
sustancias aromáticas. Inmediatamente después, el cadáver fue envuelto
en un sudario de color blanco sin coser ni en la cabeza ni en los pies.
Tras este rito, Morayma fue colocada sobre unas parihuelas, cubierta con
su hhaik (vestido). Un grupo de cuatro o cinco hombres, los de más
confianza de Boabdil, portaron el cadáver junto a otro numeroso grupo de
personas. Los últimos fieles del Rey Chiquito participaron de una
ceremonia rodeada de tristeza. Había Muerto Morayma, una mujer discreta,
amante y amada por el rey más desagraciado de los nazaritas. Todos los
fieles estaban allí, se trataba del entierro de la reina, la última
reina de Granada y hasta ese día única reina de la Alpujarra.
La triste comitiva se dirigió hacia la puerta de la mezquita a la hora
de la oración del mediodía. Terminada ésta, el imán anunció que había un
muerto en la puerta y todos los asistentes se levantaron para orar
brevemente en común por el reposo del alma del fiel creyente..., pero el
cadáver no entró en la mezquita.
Acabada la oración volvió el cortejo a ponerse en marcha y a caminar con
pasos precipitados. Según la tradición musulmana, los ángeles de la
muerte, Munkar y Nankir, estaban aguardando a Morayma en el sepulcro
para interrogarla sobre sus actos en vida y pronunciar el fallo que
decide su suerte. Pero antes de llegar a la que sería su última morada y
aún hoy perdida, a cada instante los portadores se intercambian, porque
todos deseaban participar en aquella obra de misericordia. Todos querían
llevar sobre sus cuerpos el fallecido de la reina. Mientras duró el
camino, la comitiva no dejó de cantar versículos del Corán.
Llegados al cementerio y después de una breve oración, el cadáver fue
colocado en la huesa sin ataúd. La inhumación de Morayma se realizó en
una fosa estrecha donde el cadáver se colocó sobre la tierra mirando
hacia La Meca. De esta forma, quedaba cumplido el deseo de Morayma de
ser enterrada en Mondújar y con un estricto rito musulmán, ya que en
vida y en su testamento dejó clara su profunda religiosidad.
Una vez depositado el cuerpo en su tumba, se colocó una laja de piedra y
se construyó un túmulo de tierra formada por gradas de mortero o
sillares de arenisca sobre la que reposaba una lápida o una mqabriya de
mármol. Terminado esto, la comitiva volvió a la casa de la difunta para
saludar a Boabdil y al resto de la familia
Testamento de la reina de La
Alpujarra
La única documentación que existe sobre el testamento de Morayma está
recogida en un el proceso de un pleito entre cristianos, el último
promovido por la Inquisición de Llerena en 1509 contra la viuda e hijos
de Pedro de Zafra por heredar las posesiones de Morayma en Mondújar.
Todo esto fue descrito por Manuel Gómez Moreno en la revista Al Andalus,
volumen VII, publicado en el año 1942, quizá el último en el que alguien
habló de Morayma. Es como si el destino quisiera que esta mujer quedara
permanentemente unida a la combinación caprichosa de estos números.
Informan de la esposa de Boabdil un pasaje de Hernán Pérez del Pulgar,
editado en Sevilla en 1527 y del que se conserva un único ejemplar en la
Real Academia Española, y tres expedientes judiciales.
Uno de los testigos propuesto por la defensa de la viuda de Pedro de
Zafra, doña Guiomar, declaró el 5 de diciembre de 1516 sobre los bienes
de la iglesia de Mondújar. Fernando Auldulbirí declaró en este juicio en
calidad de alguacil de Mondújar. Su testimonio, por tanto, tenía su
importancia y sus palabras ser ciertas y verdaderas. El alguacil dejó
claro ante el tribunal que las tierras que pretendía la viuda de Pedro
de Zafra habían pertenecido a Morayma, que a su vez las heredó de su
madre, la mujer de Aliatar. Fernando Auldulbirí lo dejó dicho y escrito
muy claro. Estaban preguntándole por la hazienda de la rreyna mora,
muger del rrey chiquito.
Pero el alguacil de Mondújar no dejó ahí su testimonio. Quería dejar
claro que era amigo y conocía bien a los demandantes. Ferrando Audulbirí,
alguazil y vecino de la dicha alcaria de mondújar, que ha comido y
bevido muchas veces en casa de pedro de Çafra e su muger y ellos en casa
del testigo muchas veces
El testimonio de Auldubirí tenía mucha más importancia de lo que pueda
parecer en un principio. No obstante, el mismo reconoció en su
declaración ser hijo de uno de los mayordomos de Morayma. Por tanto,
encontramos un personaje que conoció y vivió junto a la última reina de
Granada. Y así lo describe el escribano durante el juicio: Que sabe que
todos ellos (los bienes) fueron de la madre de la dicha rreyna, y que
después de fallesÇida...los ovo y heredó della la dicha rreyna su fija
(lo cual sabe porque el padre del testigo fue mayordomo de la dicha
reina)- (Que el testigo) las vido tener e poseer a la dicha rreyna mas
de treynta años antes de que muriese e que sabe que murió en andarax.
Durante su declaración aparece una nueva referencia del conocimiento que
el alguacil tenía de la muerte y del enterramiento de Morayma. Testificó
que está enterrada en esta dicha alcaria de mondújar, y que si es
necesario es que mostrará la sepultura dó está enterrada.
Pero Ferrando Audulbirí sigue abriéndonos los ojos quinientos años
después. Tras conocer su relato con pelos y señales, sabemos cómo fue el
testamento de Morayma y también un dato que podría esclarecer a los
investigadores y a los historiadores sobre el lugar en donde pueden
encontrarse los restos de Morayma. El alguacil deja claramente dicho al
relatar el testamento de la reina que la mitad de toda la hacienda era
para la iglesia de Mondújar que entonces era mesquita. Desgraciadamente
no hemos podido encontrar documentación que pueda acreditar que la
actual iglesia de Mondújar está construida sobre los restos de aquella
mezquita a la que Morayma cedió gran parte de sus posesiones terrenales.
Así, textualmente, lo contaba el escribano recogiendo las palabras de
Fernando Audulbirí durante el juicio: Que la dicha hazienda y bienes y
heredades quando la dicha rreyna murió dexo mandado que fuese partida en
tres partes en esta manera: la meytad de toda esta dicha hazienda para
la iglesia que agora es en mondújar, que entonces era mesquita, y la
otra meytad se partiese en dos partes, la una quarta parte para el
alfaquí de la dicha mesquita porque touiese cargo de yr a rezar la Çala
sobre la sepultura do está enterrada la dicha rreyna, el qual avía de yr
a rrezar a la dicha sepultura dos veces cada semana para siempre jamás.
Pero esta declaración nos describe aún más la personalidad de esta
mujer. Morayma dejó parte de sus tierras a Hamet Aziguy, Helil Açogayar
y Mahomat Almeyres para que la cuidaran y labraran. También dejó dicho
que la mitad de lo obtenido por el cultivo de las tierras lo entregaran
a la mezquita, al alfaquí y a sus mayordomos. Queda claro, pues, que la
reina quería que las personas más allegadas disfrutaran de sus
posesiones y se repartieran equitativamente los productos y las rentas
que de ellas se podían obtener. De hecho, según este mismo relato, el
testigo, Fernando Audulbirí era uno de los beneficiarios de la herencia
de Morayma ya que según él mismo dijo al principio de su declaración, su
padre fue mayordomo de Morayma. Por tanto, el que testificaba, al mismo
tiempo era heredero.
Así de lo contó textualmente el alguacil: La otra quarta parte que fuese
para uno que se desía hamet aziguy e para otro que se desía helil
aÇogayar y para otro que se desía mahomat almeyres, a los cuales dexó
mandado que touiese cargo de curar todas las dichas heredades y de las
labrar y acudir con la meytad de los frutos e rrentas de la dicha
hazienda a la dicha mezquita, y la otra meytad partiese de por medio con
el alfaquí de la dicha mezquita, y la otra meytad para los mayordomos.
Una lectura más reposada de este testamento puede hacer creer que
Morayma redactó este documento cuando no pensaba en partir hacia
Marruecos, ya que estaba convencida de que su sepultura iba a permanecer
por muchos años y que, por muchos más, los responsables de la mezquita
iban a cumplir su deseo de rezar sobre ella dos veces en semana. También
pudo ser posible que la última reina mora de Granada pensara en terminar
sus días en esta fortaleza que construyera su suegro Muley Hacen.
La importancia de Mondújar para Morayma parece que está clara si creemos
a Mármol cuando la describe como una fortaleza con jardines y huerta
para su recreo en la que se refugió y murió Muley Hacen cuando su hijo
Boabdil se sublevó contra él. También pudo ser importante Mondújar para
Morayma, si consideramos las hipótesis que hablan de ella como una
tenencia o residencia de su padre, el famoso Alatar de Loja.
Sea como fuese, lo que sí parece quedar clara es la intención de Morayma
de permanecer para siempre sepultada bajo estas tierras y su gran
devoción a la mezquita y lo que ello representaba. También parece
importante resaltar que, según los encargos que hizo en su última
voluntad, nunca pensó que la cultura y religión musulmana pudieran
desaparecer del Reino de Granada.
Hay otras declaraciones que apoyan esta primera de Ferrando Audulbirí.
Así, por ejemplo, una mujer llamada Isabel Nihiriza, además de confirmar
el testimonio anterior, señala que Morayma está enterrada junto a otros
reyes granadinos que fueron traídos hasta Mondújar desde Granada. Isabel
Nihiriza no hace con este testimonio nada más que confirmar que los
cuerpos de los enterrados en la Rauda de la Alhambra están también,
junto con Morayma, en algún lugar del Mondújar.
Así lo cuenta esta mujer: Puede haver xx años, poco más o menos tiempo,
que vido traer a esta alcaria a la dicha rreyna mora muerta en vn arca o
en vn ataud e la vido enterrar en un haÇa adonde estavan enterrados
otros rreyes moros que los avian enterrado en Granada y después los
troxeron a enterrar allí do la dicha rreyna se enterró después.
Otro testimonio aporta, sin embargo, un dato más interesante sobre el
particular. Se trata del único documento de los encontrados que nos
puede hacer creer que Boabdil trasladó hasta Mondújar a su mujer recién
fallecida, la enterró, ejecutó el testamento y se volvió a la alpujarra
almeriense. Este dato daría a entender que Boabdil no pudo enterrar a
Morayma en Laujar y meses después trasladarla hasta Mondújar.
Así por lo menos se puede entender de este testimonio que depuso:....que
después que la dicha rreyna mora dispuso de la dicha hazienda y bienes y
falleçió desta presente vida, que el dicho rrey su marido en el mismo
año se fue luego a andarax e después de ido, en el mimso año que el
dicho rrey chiquito se pasó allende, luego vino el dicho pedro de çafra...y
se...apoderó de todas las dichas heredades...
Otro detalle importante es la presencia de un solo hijo en los funerales
de Morayma, por lo que también podemos suponer que el otro murió durante
su secuestro por los Reyes Católicos o en Laujar de Andarax cuando ya
vivía con sus padres. Esto lo explica otro testigo que declara que el
rey la trajo muerta dende andarax a la dicha alcaria de mondújar, donde
la enterró él y otros cavalleros moros criados suyos y de la dicha
rreyna, que allí se hallaron, donde primeramente avían sido enterrados y
sepultados otros rreyes moros predeçesores y parientes de la dicha
rreyna..., y que... luego a la sazón el dicho rrey su marido, en
presencia del pequení y otros cadís, alfaquís y moros viejos y honrrados
que allí se hallaron, el dicho rey abavdil y... fizo partición de la
dicha hacienda...
Esta última declaración también nos cuenta quiénes asistieron al
entierro. Allí estuvieron el Rey y su hijo, alcaldes y jueces de
Mondújar y otras poblaciones, y sabios y médicos importantes de la corte
de Boabdil. Así debemos entenderlo si consideramos a los cadís como
alcaldes o jueces y a los alfaquís como sabios y médicos. Este último
testimonio vuelve a describir que Morayma fue enterrada donde
primeramente habían sido enterrados y sepultados otros reyes moros
predecesores y parientes de la dicha reina. Es decir, otro testimonio
que afirma claramente que los anteriores gobernantes de la Alhambra y su
propio padre Aliatar están enterrados en Mondújar.
¿Donde descansa Morayma?
Entrando en el terreno de la hipótesis y de la ficción, pero
acogiéndonos a los datos recogidos a los largo de este reportaje,
podríamos aventurarnos a decir que Morayma y los otros reyes que, como
hemos visto, Boabdil trasladó desde Granada hasta Mondújar, podrían
estar muy cerca de la actual iglesia de Mondújar y de la carretera
nacional Granada-Motril.
Tenemos varios datos para aventurar esta hipótesis. En primer lugar, los
estudiosos del Castillo de Mondújar nunca han encontrado restos de un
cementerio en sus alrededores (al menos nada de esto está documentado).
Sabemos que el cementerio Real de la Alhambra estaba situado junto a la
mezquita, cuyo edificio todavía hoy se conserva. Además, tenemos la
documentación de dos mezquitas dentro del cementerio islámico de Yabal
Faruh en Málaga (Fernández, 1993: 339-341). Con estos datos, y con el
permiso de los expertos, podríamos ubicar estas tumbas cerca de la
actual iglesia, si nos atenemos al testimonio antes descrito de Ferrando
Albaudirí, que aseguraba: La iglesia que agora es en mondújar, que
entonces era mesquita.
Morayma sigue sepultada en algún lugar del Valle de Lecrín. Junto a sus
restos están los de Muley Hacen, Aliatar, Yusuf y puede que, también,
los de uno de sus hijos.
En Mondújar hay una iglesia (que antes pudo ser mezquita) justo a un
lado de la carretera nacional que llega hasta Motril. Al otro lado,
sobre un cerro, están los restos de un castillo que hace 500 años fue la
primera residencia veraniega de la familia real de Granada.
Puede ser, incluso, que los últimos reyes de Al-Andalus estén bajo el
asfalto que diariamente recorren miles de conductores desconociendo que
su propia historia está allí perdida y enterrada.
Creemos que el antiguo cementerio de Talará es la rauda donde se
encuentran enterrados los Reyes de Granada. Para justificar esto nos
basamos en los siguientes datos:
.En el lugar donde está la iglesia se encontraba la mezquita musulmana.
En el pórtico de la iglesia hay dos
columnas procedentes
de la antigua mezquita, que se incorporarían a dicho pórtico en 1857,
cuando fue construido. Fue el cura de entonces don Francisco de Paula
Villa-Real y Valdivia quien lo realizó
.En algún momento se tuvo que trasladar el cementerio de dentro de la
iglesia, como ocurría en los primeros tiempos al lugar ya tapiado que se
encontraba a unos 50-100 metros y que era apropiado para ello. (El
cementerio antiguo o rauda real nazarí)
.Sobre los 60 del S. XX este cementerio antiguo pasó al actual, al otro
lado de la autovía
.Varios testimonios antiguos, reseñados más arriba, también justifican
que la iglesia ocupaba el lugar de la antigua mezquita
.Según el libro de Apeo (S. XVI) de Mondújar en el folio 27-vuelta,
cuando describe los diferentes hábices o propiedades de la iglesia dice:
"un pedazo de macáber cercado de tapias de un tercio de marjal poco mas
o menos donde dicen que están enterrados los reyes moros de Granada"Esta
descripción concuerda totalmente con el cementerio antiguo y no da lugar
a dudas al analizar sus paredes, puerta de entrada y localización al
lado de la antigua mezquita.El lugar estaba protegido, por paredes como
era normal ante tumbas tan importantes. El antiguo cementerio de
Mondújar deja ver con facilidad dos niveles de construcción, tanto en
las paredes como en el nivel de la puerta. El más bajo de origen
musulmán y el superior bastante más reciente.
Nosotros pues, pensamos que el Antiguo cementerio de Mondújar está
ubicado encima de la Rauda Real nazarí. Los lugareños en un momento
determinado, cuando pasaron bastantes años de la conquista y sin saber
que era la antigua rauda real de los reyes nazarís, decidieron
convertirlo en su cementerio. Por lo que debajo deben estar las tumbas
de los antiguos reyes de Granada.
El que Mondújar sea el lugar de destino de la Rauda donde se encuentran
las tumbas de los antiguos reyes granadinos, lo consideramos un
privilegio. Privilegio que a veces son capaces de valorar más desde
fuera que nosotros mismos. Este trabajo es todo un ejemplo de un estudio
basado en una serie de documentos donde se demuestra que en Mondújar
descansa parte de la antigua realeza granadina