Una Dinastía Real bajo el asfalto. Sacado de la Revista Adios

Trascripción del texto

Una DINASTÍA REAL bajo el asfalto

Las obras de construcción de la carretera de Granada a Motril se llevaron por delante las tumbas de la familia nazarí (1237-1491) y sus huesos hoy yacen esparcidos bajo la autovía

Cuando Boabdil entregó Granada a los Reyes Católicos no quería que sus antepasados permanecieran enterrados en suelo cristiano. Desde 1237 hasta 1491, toda la familia real de la dinastía nazarita había sido enterrada en la ciudadela de la Alhambra o en sus inmediaciones, en la llamada Rawda real. Por eso decidió desenterrarlos y trasladar sus cadáveres a la alquería de Mondújar, un pueblecito situado apenas 30 kilómetros al sur de la ciudad, que era propiedad de Moraima, la esposa del último rey moro de Granada.

En el cementerio (makaber) de este pueblo fueron depositados decenas de cuerpos de reyes, reinas, infantes y allegados. El lugar era, y continúa siendo, un hermoso jardín situado en una hondonada llena de naranjos conocida como el Valle de la Alegría (Valle de Lecrín). El camposanto musulmán comenzaba en los muros de la misma rábita y ascendía suavemente por una ladera buscando el castillo que Muley Hacén construyera como último refugio tras su destronamiento por su propio hijo.

Pero poco iba a permanecer abierto aquel makaber musulmán; en el año 1500, tras la primera revuelta mudéjar contra la presión cristiana, fue suprimido por los cristianos el derecho a enterrarse bajo el rito y costumbre musulmes. El cementerio donde estaban enterrados los reyes de la Alhambra fue clausurado y vendido a la familia nobiliaria de Don Pedro de Zafra. Estos lo fueron aterrazando y convirtiendo poco a poco en campo de cultivo. En la memoria de los más viejos del lugar quedó el recuerdo del último enteramiento real ocurrido en la modesta rawda real: no fue otro que el de Moraima, la reina destronada, esposa de Boabdil. Falleció en su destierro alpujarreño enjulio de 1493 y fue trasladada hasta Mondújar para reposar envuelta en un sudario blanco, abierto por pies y cabeza, para la eternidad.

Entierros documentados

Desde comienzos del siglo XVI, la rawda real de Mondújar se convirtió en viñedo y campo de naranjos; la rábita pasó a ser iglesia cristiana; y sobre la parte alta del cementerio surgió un pequeño barrio llamado El Cerrillo. De vez en cuanto, con motivo de alguna obra, afloraba alguna tumba "de moros". Entonces la memoria popular, ya casi convertida en leyenda, se cuestionaba si no serían aquellos huesos los de algún emir granadino. Porque las gentes versadas de Mondújar estaban seguras de que bajo sus pies yacía enterrada toda una dinastía real. Así lo atestiguaban no sólo la tradición oral, sino las fuentes escritas locales.

En los libros de apeos del municipio existen detalladísima referencias al hecho de que los reyes de Granada fueron depositados allí por Boabdil y, más concretamente, al acto fúnebre protagonizado por el cadáver de la reina Moraima. Las más importantes son sin duda las que contienen el Libro de Apeo y Repartimiento de Mondújar, con deslindes fechados en 1547,1572 y 1593. Vecinos, conocedores y escribanos declaran que Mondújar tiene en la ladera del Cerro del Algarrobo (actual barriada de El Cerrillo) un macáber en que fueron enterrados los reyes de Granada. En la referencia de 1547 se dice textualmente: "Un macáber grande de seis marjales poco más o menos por abrir que alinda con haza de Diego Aguilar y con Haza de Diego Escobar... donde dicen que están enterrados los Reyes Moros de Granada". Existe otro documento en la Alhambra, de 1549, donde un tal Jusepe de Herrera nos relata por qué estaban enterrados en Mondújar los reyes de Granada: "Están enterrados al pie de la dicha fortaleza (habla del castillo de Mondújar), en una haga que se llama la rrauda, todos los cuerpos de los rreyes moros que fueron de granada al tiempo que fue de moros y después la rreyna horra mora se truxo desde Andarax... "

Afínales del siglo XIX, con motivo de unas obras en la Alhambra, fue descubierta la rawda real dentro del recinto de la Alhambra, detrás del Palacio de Carlos V. Pero no sería hasta 1925 en que, con motivo de nuevas obras en la zona, se constató la realidad del traslado de los huesos de toda la familia real antes de la entrega a los Reyes Católicos. El arquitecto de la Alhambra por entonces, Leopoldo Torres Balbás, abrió más de 70 tumbas y todas ellas estaban vacías. La memoria de aquella excavación de Torres Balbás dice lo siguiente:"... En ninguna encontráronse huesos, lo que prueba que la traslación de los restos a Mondújar fue cuidadosa". Fuera de este recinto, aunque próximo a él, nos dio noticias Torres Balbás de la aparición de otras muchas sepulturas, que sí contenían huesos, que debieron corresponder a personas ajenas a la familia real o de no tan alta alcurnia "... y por ello no se transportaron sus restos a Mondújar, o se hizo con poca atención".

Llegaron las excavadoras

La carretera N-323 atravesaba el estrecho casco urbano de Mondújar y se formaban enormes atascos de tráfico. En 1988 se decidió construir una circunvalación precisamente entre las tapias del cementerio anexo a la iglesia y el barrio de El Cerrillo. Exactamente sobre el viñedo y naranjal bajo el que reposaban los restos del antiguo cementerio musulmán, donde estaban enterrados todos los antepasados de Boabdil. Las máquinas allanaron el terreno arramblando con todo lo que encontraron a su paso. Allí se tenía constancia de que había un cementerio, pero las autoridades responsables no tuvieron la precaución de ordenar un mínimo seguimiento arqueológico. El resultado fue penoso: las excavadoras esparcieron los huesos reales en sus movimientos de tierra. En el talud oriental de la nueva vía se apreciaban tumbas cortadas por la mitad y huesos queriendo escaparse por los agujeros bajo las makabrillas (piedras sepulcrales)

La hierba y la desidia lo cubrieron todo con el paso de los días. Pocas fueron las voces que se alzaron, a pesar de que para entonces ya había muchos expertos locales e intelectuales extranjeros que sospechaban lo ocurrido, que no era otra cosa que los huesos de la realeza nazarita habían sido revueltos en los movimientos de tierra.

Una década después, la N-323 volvió a quedarse angosta y se decidió convertirla en la autovía A-44. Al segundo intento sí tuvieron la precaución de efectuar prospecciones arqueológicas en la zona, pues sabían que había restos históricos. La empresa constructora encargó el informe previo al arqueólogo Angel Rodríguez Aguilera. Durante los años 2001-2 acometió un completo trabajo en la mitad del cementerio, la parte más alta, que no había sido destrozada por las excavadoras en las obras de 1988. A pesar de que se sospechaba que fue la parte más pobre del makaber de finales del siglo XV, es decir, la más periférica, los resultados fueron sorprendentes: aparecieron más de 70 tumbas intactas. Eran de distinta tipología, nada tenían que ver con los ritos locales de enterramiento, sino que pertenecían a un sistema de inhumación mucho más sofisticado. Para mayor abundamiento, en los huesos aún había restos de tierra del primer enterramiento; era tierra roja procedente de la Alhambra (vocablo que significa rojo, porque el monumento está construido sobre una colina de tierra roja).

Todas las tumbas estaban intactas, jamás en cinco siglos habían sido abiertas hasta entonces. Las había con cadáveres completos, un grupo de tumbas pequeñas con los huesos apilados por haberlos traído en sacos desde Granada, tumbas infantiles y bastantes tumbas no albergaban cadáver alguno.

En su informe arqueológico, Rodríguez Aguilera estudia tres posibilidades para explicar el misterio de las tumbas reales de Mondújar que estaban vacías: primero, que las tumbas estuvieran ocupadas y los restos se hubieran visto afectados por algún tipo de reacción química que los hubiera deshecho; que estuvieran ocupadas y hubieran sido retrasladadas posteriormente; y en tercer lugar, que nunca hubieran estado ocupadas y todo hubiera sido una simulación.

La primera de las hipótesis se descarta "pues el relleno de la fosa es el mismo que el de otras tumbas que sí conservan restos humanos, por lo que la posibilidad de una descomposición por la acidez del suelo no tiene fundamento". En cuanto a la segunda hipótesis, los arqueólogos procedieron a cribar la tierra del interior y someterla a analítica y llegaron a la conclusión de que había indicios de que aquellos huesos estuvieron enterrados anteriormente en otro lugar. La tercera posibilidad, la de que hubiesen sido restrasladadas, tampoco es descartare en algunas tumbas.

Boalbil nunca más regresó a Mondújar; tres meses después del entierro de Moraima en 1493 se pasó a África. Por tanto, queda descartado que protagonizase un segundo desentierro de los restos de sus ancestros para llevárselos al reino Meriní. Tampoco existe referencia oral ni escrita.

La conclusión es fácil. Toda la nobleza nazarí fue olvidada en el cementerio musulmán de Mondújar; el lugar, convertido en campo de cultivo; en 1988, medio cementerio fue barrido por las máquinas para construir la carretera nacional, sin ninguna cautela ni contemplación. En 2002, la autovía acabó por ocupar la mitad del cementerio que estaba intacto, pero al menos en esta ocasión los cadáveres fueron extraídos antes. Los reyes, reinas e infantes que tuvieron la desgracia de estar enterrados más cerca déla rábita, por donde comenzaron las primeras obras, fueron a dar con sus huesos bajo el relleno de la actual autovía de Motril.