La implantación del alumbrado público de electricidad en la Andalucía del primer del tercio del S. XX

Autora: Mercedes Fernández Paradas. Universidad de Málaga

Sacado de: http://www.usc.es/estaticos/congresos/histec05/b7_fernandez_paradas.pdf

La Sevillana

Fuerzas motrices del Valle de Lecrín (En los años 20 era la cuarta empresa del sector eléctrico andaluz)

Introducción

 La II Revolución Tecnológica impulsó el crecimiento demográfico de las urbes y cambios en los modos de vida existentes hasta entonces. En España la respuesta de los ayuntamientos y las diputaciones consistió en hacerse cargo de tradicionales y novedosos servicios sociales (construcción de escuelas, viviendas sociales, hospitales y centros residenciales), de la reforma de los cementerios y de las redes de saneamiento. Y asimismo de la aplicación de los servicios nacidos merced a las múltiples posibilidades ofrecidas por la electricidad: el teléfono, el alumbrado y el tranvía. La capacidad de adaptación de las ciudades a estos nuevos servicios es un excelente indicador del grado de modernización a escala municipal y provincial.

Empero, durante la Restauración los ayuntamientos españoles se enfrentaron a serias dificultades para dar cumplida respuesta a la presión social cada vez mayor en pro de la provisión de tales servicios. En esta materia las corporaciones locales carecían de las competencias necesarias y sus recursos financieros eran insuficientes. En consecuencia, los ayuntamientos se vieron obligados a satisfacer la provisión de los servicios públicos mediante el recurso a concesionarios privados o inversiones públicas financiadas mediante el endeudamiento. Por todo ello, tanto en el conjunto del Estado como en Andalucía fue excepcional la gestión pública directa de los servicios de alumbrado y de las fábricas de electricidad.

Este contexto desfavorable para la iniciativa municipal mejora de manera sustancial a partir de 1924. En ese año desaparece el obstáculo legal que limitaba las competencias de los ayuntamientos en el tema de los servicios públicos. Y además, las corporaciones adquirieron la obligación de implantar diversos servicios.

Este estudio incidirá sobre la evolución experimentada por el servicio de alumbrado público de electricidad en Andalucía durante el primer tercio del siglo XX.

Un nuevo sistema de iluminación que desde su llegada a tierras andaluzas en los años ochenta del siglo XIX empezó a sustituir a los alumbrados tradicionales por aceite y petróleo. Y al alumbrado por gas, llegado a nuestras poblaciones mediado el ochocientos. Para ello, he utilizado como fuente documental básica La Estadística del Impuesto sobre el consumo de luz de gas, electricidad y carburo de calcio.

La implantación de la electricidad en la Andalucía de finales del siglo XIX

La electricidad llegó a Andalucía de la mano de las grandes fábricas y las ciudades de tamaño pequeño y mediano (entre 5.000 y 40.000 habitantes). Los núcleos de población más grandes contaban con alumbrado de gas, lo que dificultó la introducción de la iluminación por luz. Las ciudades de tipo medio que primero se electrificaron en Andalucía contaban con una tradición fabril relacionada con el empleo de motores hidráulicos. Además, disponían de aprovechamiento energético y de línea de ferrocarril. Las elevadas pérdidas producidas durante el transporte de la electricidad, realizado a bajo voltaje y corriente continua obligaban a situar los centros de producción cerca de los núcleos de consumidores.

El protagonista de esta primera etapa es el pequeño empresario que podía conjugar la actividad agraria, la industrial -aceite, textil y harina-, e incluso la comercial, con la producción de electricidad dirigida a abastecer de energía a su propia empresa y vender la sobrante a ayuntamientos, consumidores domésticos e industriales de la zona. Las primeras empresas de electricidad radicadas en Andalucía nacieron con un objetivo prioritario: el alumbrado público. Algunas de las excepciones a esta regla fueron la sociedad "Enrique Bonet" fundada en 1890 con el fin de proporcionar fluido eléctrico a los comercios de la ciudad de Sevilla, o en Linares (Jaén) -año 1891- la constitución de dos empresas con el objetivo de proporcionar electricidad a los tranvías de la ciudad y las compañías mineras de la zona 8. Este minifundismo empresarial estaba determinado por su dependencia energética respecto de los pequeños saltos de agua y del carbón. El resultado era unos precios energéticos elevados que dificultaba la extensión del consumo dirigido a la iluminación. Por otra parte, la demanda no aumentó del lado de la fuerza y la tracción, debido al limitado desarrollo industrial andaluz, un deficiente desarrollo de las comunicaciones y la escasísima introducción de la electricidad en el medio rural.

En 1900 la iluminación eléctrica había llegado a 33 localidades de Andalucía, siete de ellas capitales de provincia. En tierras gaditanas se localizaban el mayor número de poblaciones -un total de 8-, las provincias de Córdoba, Jaén, Granada y Málaga entre 5 y 4 localidades cada una de ellas. Por último, Huelva capital, seguida de Almería con sólo 2 núcleos de población con alumbrado eléctrico10. Así pues, desde sus inicios se produjo una desigual distribución de la iluminación de electricidad en el territorio andaluz.

El alumbrado público de electricidad en Andalucía durante el primer tercio del siglo XX

Como anteriormente se dijo, para analizar la evolución experimentada por este sistema de alumbrado público en la Región durante el primer tercio del novecientos, he recurrido a la citada Estadística del Impuesto sobre el consumo de gas, electricidad y carburo de calcio. La ley de presupuesto de 28 de junio de 1898 creaba una nueva figura impositiva, que gravaba el consumo de de luz de gas y calefacción y el de luz de electricidad y carburo de calcio. Según el Reglamento aprobado por el Gobierno en 1900, este gravamen establecía el cobro para el Estado del 10% del precio de venta por cada metro cúbico de gas y cada kilovatio-hora de electricidad en el "sitio de consumo"; es decir, recaía sobre los consumidores. La potestad de recaudar este impuesto correspondía a los fabricantes de gas y electricidad; a cambio se quedarían el 3% de la cantidad recaudada como premio de cobranza.

El citado Reglamento establecía dos formas de cobrar el Impuesto y, por consiguiente, de realizar la Estadística que resumiría, por provincias y por poblaciones, las características más importantes del alumbrado en España, merced a la información proporcionada por los fabricantes de electricidad y gas a la Administración estatal con motivo del cobro del nuevo gravamen. La primera, comprendía los fabricantes que no producían "fluido para la venta, sino exclusivamente para su consumo propio " y los fabricantes de carburo de calcio. La segunda, comprendía los fabricantes que sí producían para vender, y que debían cobrar a sus clientes el citado gravamen del 10% sobre el precio de venta del gas o la electricidad consumidos.

Como el objetivo prioritario de esta investigación es la iluminación pública, he desechado la información proporcionada por la Estadística acerca del pago del Impuesto por los fabricantes de gas y electricidad para consumo propio. Asimismo, el consumo de luz de carburo de calcio debido a su escasa significación para el tema que nos ocupa.

De la información consignada por la Estadística nos interesa especialmente lo siguiente: la localidad en la que la fábrica se situaba, el nombre de la sociedad, empresa o particular dueño del negocio, los datos de producción, la población que disponía de alumbrado público de electricidad y la información proporcionada sobre si el fabricante tenía o no contratado el alumbrado público.

Pese a lo estipulado en el citado Reglamento, pronto el Impuesto únicamente grava el consumo de luz; es decir, no incluye los usos domésticos e industriales. Así pues, se refiere exclusivamente al alumbrado.

En este estudio analizo la abundante información ofrecida por la Estadística sobre el consumo de luz de… para varias fechas representativas de la historia del alumbrado público de la Andalucía durante el primer tercio del siglo XX. En concreto, los momentos elegidos han sido:

Para el tema que nos interesa las modificaciones más importante de la Estadística quedan recogidas en el volumen de 1920-21 y siguientes. Uno de los cambios consistió en diferenciar entre las cantidades cobradas por los fabricantes a particulares y ayuntamientos por el consumo de alumbrado público. Otra modificación consistió en la introducción de los revendedores de electricidad, un colectivo importante durante el periodo que nos ocupa.

En España, los primeros años del siglo XX trajeron consigo la aplicación de una nueva forma de transportar electricidad mediante corriente alterna y a muy alto voltaje.

En Andalucía la primera línea de alta tensión se inauguró en 1907 para transportar a Sevilla la producción eléctrica del salto El Corchado, situado en la provincia de Málaga. Este avance significó un revulsivo para la industria eléctrica, pues permitió la explotación de grandes centrales hidroeléctricas, situadas lejos de los consumidores.

1906, antes de la llegada de las grandes centrales hidroeléctricas a Andalucía

El primer momento de nuestro recorrido se sitúa justo antes de la irrupción de las grandes centrales hidroeléctricas en la Región. Mediada la primera década del novecientos, en 1906, se intuía el futuro más prometedor de la iluminación de electricidad en detrimento del gas, incluso antes de la llegada a Andalucía de ese nuevo avance tecnológico.

Según la Estadística de 1906, Andalucía con el 19,1% de la población española disponía de 141 fábricas de electricidad para alumbrado con una producción anual de 14.554.484,5 kilovatios hora, el 16,7% de las factorías existentes en el país y el 19,3% de la producción nacional. Es decir, existía una cierta correspondencia entre el peso demográfico de la Región y su aportación al sector eléctrico del conjunto del Estado.

La distribución territorial de las fábricas de electricidad para iluminación radicadas en Andalucía era muy desigual.

El reparto de la producción regional para alumbrado entre las distintas provincias fue bastante similar, con las excepciones de Sevilla y Jaén. Las fábricas jienenses sumaban el 17% de las existentes en la Región y el 14,8% de la producción andaluza. Sevilla con sólo el 12,7% de las factorías producía el 28,3% de la electricidad destinada a alumbrado, el tanto por ciento más elevado de todas las provincias de la Región. De esta información se colige dos posibilidades no excluyentes entre sí. Un mayor tamaño de las fábricas sevillanas, o bien una mayor productividad de las mismas.

Si comparamos los niveles de producción de electricidad para luz por habitante, resulta un mejor comportamiento de la industria eléctrica andaluza: 4,08 kilovatios por habitante, la media española era de 4,04 kilovatios/hab.

La producción andaluza era generada por 130 empresas, que suministraban alumbrado de electricidad para particulares y ayuntamientos. De estas empresas, el 87,6%22 -114- tenían contratado el servicio público de alumbrado de electricidad en un número similar de localidades. El número de poblaciones con iluminación pública por electricidad puede estimarse en una cifra similar a las fábricas existentes si tenemos en cuenta que lo habitual era la ratio 1 empresa por cada localidad, antes de la irrupción de las líneas de alta tensión en Andalucía (Apéndices 1 y 2).

Debido a ello, la localización geográfica de estas fábricas permite deducir las poblaciones que tendrían acceso a este servicio. Así pues, con el objetivo de analizar la implantación del servicio público de alumbrado por electricidad, he agrupado según su tamaño demográfico las 114 poblaciones andaluzas que tenían una fábrica de electricidad para iluminación pública en 1906. Para ello, he diferenciado cinco categorías (Apéndice 2).

De este ejercicio se deduce:

Como se dijo en las páginas introductorias de este estudio, la mayor implantación de alumbrado público de electricidad en las pequeñas y medianas ciudades andaluzas se explica por la presencia en las mismas de diversas ventajas: tradición fabril y disponibilidad de aprovechamiento energético y ferrocarril. Su escasa introducción en las grandes urbes se debió a que contaban con alumbrado de gas. El elevado número de localidades con menos de 5.000 habitantes indica la cada vez mayor presencia de la iluminación pública en el medio rural. Y de manera indirecta la escasa cuantía de los capitales invertidos en esta primera etapa, pues casi cualquier localidad andaluza podía acceder a este servicio con independencia del mercado potencial existente de consumidores.

La distribución de los núcleos de población con iluminación pública de electricidad refleja un nivel de implantación de este servicio muy desigual a lo largo del territorio andaluz.

La Estadística de 1906 proporciona para cada empresa la cantidad que cobró a sus clientes por el consumo de luz de electricidad, sin distinguir entre particulares y ayuntamientos. En ese año, el importe cobrado fue de 1,7 pts./hab., cifra inferior a la media española que alcanzó 1,8 pts./hab.28. De ello se concluye los mayores ingresos por este concepto del conjunto de las empresas españolas productoras de electricidad para alumbrado en relación a las radicadas en Andalucía.

1920-21, después de la I Guerra Mundial

El siguiente momento elegido se sitúa en una fecha clave para el sector eléctrico, tras el final de la I Gran Guerra. La Estadística de 1920-21 refleja de manera clara las modificaciones experimentadas por la industria eléctrica en los años precedentes.

La I Guerra Mundial significó para España transformaciones importantes en el campo energético, sobre todo como consecuencia de las restricciones provocadas por la carestía de carbón. En comparación con el año 1906, terminada la I Gran Guerra diversas variables muestran el importante crecimiento experimentado por la industria eléctrica andaluza dedicada a la iluminación. Empero, si situamos esta evolución en el conjunto de España se observa un comportamiento menos positivo que el de la media del país.

Como se dijo, para la etapa que se inicia con el fin de la I Guerra Mundial, la Estadística de 1920-21 proporciona información de gran interés para el estudio del alumbrado público. En primer lugar, distingue entre las empresas que suministraban directamente fluido a sus clientes y los revendedores. Además, ofrece para cada población con alumbrado las cantidades cobradas por las empresas a sus abonados por el consumo de luz de electricidad, distinguiendo entre particulares y ayuntamientos -alumbrado público-.

El ámbito de influencia de unos y otros era muy diferente.

Esta nueva situación tiene su origen en la mencionada explotación de grandes centrales hidroeléctricas. Estas instalaciones requerían inversiones muy elevadas, imposibles de acometer por parte de los pequeños y los medianos empresarios de la electricidad. Durante los años veinte la producción y distribución de electricidad en Andalucía se estructuró en torno a tres grandes empresas -Sevillana, Hidroeléctrica del Chorro y Mengemor- que progresivamente adquirieron las pequeñas empresas de la primera etapa e impusieron el predominio de la opción hidráulica frente a la termoelectricidad. Pese a este proceso de concentración empresarial, la figura del revendedor de energía -en muchos casos antaño pequeño productor de electricidad- tuvo durante todo el periodo que nos ocupa gran importancia.

Por el contrario, los revendedores rara vez lograron superar el ámbito municipal, ocupando el lugar que las grandes empresas no estaban dispuestas a cubrir porque sus costes se dispararían. Y además, su presencia en las provincias de Granada, Málaga y Huelva era nula, en 1920.

Como se mencionó, al término de la I Guerra Mundial 333 poblaciones andaluzas contaban con alumbrado público. Respecto de 1906 el reparto de las mismas era más desigual.

Si comparamos esta situación con la de 1906, se constata una mejor progresión de unas provincias en detrimento de otras, e incluso el retroceso de algunas de ellas.

Dentro de este último grupo se incluyen Cádiz que únicamente incorporó una población más y el dato más que dudoso de Granada -con 7 poblaciones menos con alumbrado público de electricidad-. También resulta especialmente negativa la evolución experimentada por la provincia malagueña, que apenas aumentó el número de localidades con iluminación pública de electricidad. Por el contrario, almerienses y onubenses vieron aumentada de manera considerable sus posibilidades de acceder a este servicio. La explicación de esta desigualdad no puede atribuirse a los diferentes niveles de producción de cada provincia. Por ejemplo, en 1920 las cifras de producción de las industrias cordobesa, malagueña y sevillana eran bastante similares, sin que esa proximidad conllevase un número semejante de núcleos de población con alumbrado público de luz.

En definitiva, la capacidad de adaptación de los ayuntamientos andaluces a este nuevo servicio fue muy dispar. En este sentido, se constata una relativa modernización en el conjunto de la Región que se torna prácticamente nula en las provincias de Cádiz, Málaga y Granada.

El montante cobrado por las eléctricas a los ayuntamientos por el consumo de luz de electricidad también resulta ser un buen indicador del grado de adaptación de los municipios andaluces a este novedoso servicio público, pues refleja el nivel de gasto público existente a escala local y provincial. Según la Estadística de 1920-21, los revendedores y los fabricantes de la Región percibieron de las corporaciones municipales andaluzas 1.103.482,65 pts, distribuidas de manera desigual, pues a los primeros correspondió el 10% de esta cantidad.

El conjunto del sector, como promedio cobró a nuestros ayuntamientos 0,2 pts./hab., cifra similar a la media española. Las diferencias de ingreso entre productores y revendedores eran bastantes importantes. Los productores se mantenían en la misma cifra. Por el contrario, los segundos ingresaban de los consistorios 0,02 pts./hab. El negocio del alumbrado público generaba más ingresos a los fabricantes.

A nivel provincial, el gasto público de los ayuntamientos en concepto de pago de fluido también muestra profundas diferencias intrarregionales. Los ayuntamientos que destinaron más recursos para cubrir este servicio fueron los de las provincias de Huelva -0,5 pts./hab.-, Córdoba y Sevilla -0,3 pts./hab.- y la de Jaén con 0,2 pts./hab., el promedio de la Región. Muy por debajo de esta media regional se situaban aquellas provincias que contaban con un menor número de poblaciones con iluminación pública de electricidad: Cádiz -0,1 pts./hab.-, Málaga -0,09-, Almería -0,05- y, en último lugar, Granada con 0,04 pts./hab.37. En suma, la combinación de estos dos indicadores (número de poblaciones con alumbrado público de electricidad y gasto público de las corporaciones) permite concluir una menor adaptación de la Andalucía Oriental al servicio público de iluminación de electricidad y, por ende, un menor grado de modernización.

1928, finales de la Dictadura de Primo de Rivera y antes del crack de 1929

La Estadística de 1928 nos permite conocer la situación del sector del alumbrado, justo antes del final de la Dictadura de Primo de Rivera y el estallido del crack de 1929. Durante los ocho primeros años de esta década la evolución de la industria eléctrica fue muy positiva. En 1928, producían electricidad para iluminación 276 fábricas andaluzas, casi un 14% más de las existentes a comienzos de los años veinte. Entre ambos momentos la producción aumentó casi un 39%.

En 1928, el número de empresas dedicadas a la venta de luz de electricidad también aumentó hasta 393. Tres cuartas partes de estas compañías ofertaban fluido para iluminación pública. Poco más del 25% de estas empresas eran revendedores, un porcentaje bastante superior al de 1920.

A finales de los años veinte se constatan dos procesos paralelos.

En 1928, al menos 388 poblaciones andaluzas disponían de alumbrado público (Apéndice 1). En todas las provincias aumentaron el número de localidades con este servicio, con las excepciones de Huelva, Córdoba y Jaén. Sin embargo, como se ha explicado la Estadística de ese año especifica claramente que no recoge todas las poblaciones con iluminación pública de electricidad existentes en esas provincias. A finales de los años veinte la dotación de este servicio también era muy desigual. En este sentido, cabe distinguir dos grupos de provincias. Por un lado, el formado por las provincias de Sevilla, Málaga, Almería y Huelva con un número de localidades superior a su peso demográfico en la Región. El otro, constituido por las provincias de Cádiz y Granada.

En suma, los ayuntamientos andaluces avanzaron en el acceso al servicio público de alumbrado, una modernización que afectó a todas las provincias de las que disponemos de una información bastante completa sobre este tema. En comparación con el periodo comprendido entre comienzos de la centuria y 1920 se constata un avance más homogéneo, que logra corregir, en parte, el menor desarrollo e incluso el estacancamiento experimentado por las provincias de Cádiz y Málaga durante esa etapa hasta principios de los años veinte.

Esta modernización fue factible merced a una mayor dotación presupuestaria por parte de los ayuntamientos andaluces, a razón de 0,5 pts./hab. Pero también muy inferior a la media estatal de 5,8 pts./hab.. En suma, Andalucía destinaba muchos menos recursos económicos para cubrir este servicio que la media de los ayuntamientos españoles. Sin duda, ello repercutiría en una calidad del servicio bastante inferior en la Región.

El gasto de los ayuntamientos por el pago de electricidad para alumbrado también era muy dispar entre las distintas provincias andaluzas a finales de los años veinte.

1933 para la II República

Este estudio se cierra con la Estadística de 1933, un momento de nuestra historia representativo de una nueva época marcada por las consecuencias del crack de 1929 y el cambio de gobierno en la forma del Estado desde la Monarquía a la República. A diferencia de Estadísticas anteriores la de ese año parece ser menos fiable. Como se verá, llama especialmente la atención la reducción del número de poblaciones con alumbrado público, respecto de 1928. Es posible que algunos empresarios mostrasen su oposición al primer gobierno de la II República mediante una menor preocupación por dar cumplida respuesta a sus obligaciones administrativas y fiscales con el Estado. Pero, tampoco podemos minusvalorar las consecuencias negativas que para el sector pudo tener la conflictividad social existente en esa etapa.

En 1933, las fábricas de electricidad para iluminación existentes en Andalucía era 249, casi un 10% menos de las que funcionaban en 1928. Entre ambos momentos, la producción de estas industrias aumentó a un ritmo ligeramente superior al de los años veinte. Nuestro "peso" en el conjunto de la industria de país se redujo hasta representar el 10,7% de las fábricas del Estado y el 12,9% de la producción nacional. Unos porcentajes inferiores a los de principios de siglo y, desde luego, claramente por debajo de nuestra aportación a la población española, situado en 1930 en el 19,5% del total. La producción de electricidad andaluza para iluminación disminuyó hasta 10,2 kilovatios hora/hab., perdiendo posiciones respecto a la media española -15,4 kwh./hab.- y en el conjunto del periodo que nos ocupa.

En la II República, el reparto territorial de estas fábricas era menos desigual que en 1906. A comienzos de los años treinta cinco provincias andaluzas reunían por separado entre el 9% y el 15% de todas las factorías de la Región. Granada era la única provincia que las superaba con el 25,3% de ellas. En el extremo opuesto se situaban Cádiz -el 7,6%- y Sevilla -el 6%-. Sin embargo, esta provincia era la mayor productora de electricidad para iluminación de las andaluzas. El comportamiento más negativo se observa en la provincia malagueña, con el 10,4% de las factorías de la Región no llega al 4% de la producción andaluza.

En 1933, 238 empresas constituían el sector del alumbrado público de electricidad en Andalucía, un 20% menos que en 1928. A principios de los treinta, el grado de concentración empresarial del sector eléctrico andaluz era aún mayor que el existente a comienzos de los veinte. En este ámbito el comportamiento más exitoso correspondió con grandes diferencias a la Compañía Sevillana de Electricidad respecto a Mengemor e Hidroeléctrica del Chorro. Sevillana proporcionaba directamente fluido para iluminación a 28 poblaciones repartidas entre las provincias de Sevilla, Huelva y Cádiz. Además, vendía electricidad a diversos revendedores que suministraban alumbrado público a otras 35 localidades, situadas la mayoría de ellas en tierras sevillanas, pero también en Huelva y Málaga. Parece existir una cierta correlación entre mayor presencia de una empresa en el territorio andaluz y mayor número de localidades con iluminación pública en determinadas provincias. Este sería es caso de Sevillana con actividad en las provincias anteriormente mencionadas, que, a su vez, son las que tenían un número más elevados de núcleos de población con iluminación pública de electricidad.

El número de poblaciones andaluzas con alumbrado público por electricidad era de 357, una cifra bastante inferior a la de 1928 (Apéndice 1). Por tanto, según la Estadística de 1933 Andalucía experimentó un retroceso en su adaptación a este servicio público entre finales de los años veinte y comienzos de los treinta.

Si comparamos el tamaño demográfico de las poblaciones andaluzas con alumbrado público de electricidad en los años 1933 y 1906, podemos profundizar en el análisis del proceso de implantación de este servicio en la Región durante el primer tercio del siglo XX. Como se pone de manifiesto en el Apéndice 3, a comienzos de los años treinta

De estos datos se colige un mayor desarrollo de este servicio en las localidades más pequeñas que no superaban los 5.000 habitantes. Este proceso también fue bastante intenso en las ciudades pequeñas y medias. A la altura de 1933, el 63,6% de las ciudades andaluzas disponía de alumbrado público de electricidad.

A principios de los treinta, el reparto territorial de estas localidades refleja profundas diferencias en el acceso al alumbrado público de electricidad entre las provincias andaluzas.

En definitiva, esta comparativa intrarregional permite concluir que el comportamiento de la provincia de Sevilla fue muy positiva. Otro tanto ocurrió con Huelva, aunque con menor intensidad. Ahora bien, las restantes provincias andaluzas, es decir las situadas en el extremo oriental de la Región y Cádiz por el occidente muestran una menor adaptación al servicio de alumbrado público.

Como se dijo, el gasto de los ayuntamientos en el pago del consumo de alumbrado público también permite medir el grado de adaptación de los municipios de la Región a este servicio público.

A diferencia de 1928, en el año 1933 los revendedores cobraron la mayor parte de la cantidad destinada por los ayuntamientos andaluces al pago del consumo de alumbrado público, el 78,8% de casi 1 millón de pesetas. Los consistorios de la Región destinaron 0,2 pts./hab., una cifra similar a la media española y a la de principios de la década de los veinte. Las diferencias entre fabricantes y revendedores eran abultadas: 0,04 pts./hab. para los primeros, 0,1 pts./hab. para los segundos.

Al igual que en 1928, a comienzos de los treinta el reparto provincial de las cantidades desembolsadas por los ayuntamientos andaluces también fue muy desigual, aunque con modificaciones de entidad respecto a aquel año. Así pues, se situaron por encima de la media regional los ayuntamientos sevillanos y gaditanos. Huelva igualó el promedio andaluz. Por debajo de este se situaron Jaén -0,1 pts./hab.-, Málaga -0,03-, Almería -0,02- y Granada -0,01-. De nuevo, las provincias más orientales de la Región presentan un comportamiento más negativo.

A modo de conclusión

El primer tercio del siglo XX significó para Andalucía transformaciones importantes en el ámbito del alumbrado público. Los tradicionales sistemas por petróleo y aceite fueron sustituidos por la luz de electricidad. La iluminación por gas experimentó un declive muy importante a lo largo de este periodo.

El gran beneficiado de estos cambios fue el alumbrado público de electricidad.

Desde principios de la centuria, este nuevo servicio se benefició de diversos avances tecnológicos que le permitieron llegar a un cada vez mayor número de consumidores a un precio más competitivo que los otros sistemas de alumbrado.

Desde comienzos de siglo hasta principios de los años treinta, la industria eléctrica andaluza destinada a alumbrado experimentó un comportamiento positivo, como demuestran un aumento del número de fábricas superior al 40% y de la producción del 76,2% entre ambos momentos.

De todas maneras, este positivo panorama debe ser matizado. Nuestra participación en el conjunto de la industria eléctrica nacional para alumbrado se redujo drásticamente a lo largo del periodo considerado hasta situarse muy por debajo de la media nacional en cuanto a número de fábricas, producción y peso demográfico en el conjunto del Estado.

Pese a la negativa evolución del sector en el conjunto de la industria nacional dedicada a iluminación, el número de poblaciones andaluzas con alumbrado público se triplicó entre comienzos de la centuria -114- y finales de los años veinte -388-. Las localidades que mejor se adaptaron a este servicio fueron las menores de 5.000 habitantes, seguidas de las pequeñas ciudades. Ambos tipos de poblaciones superaban casi los dos tercios de las existentes con iluminación pública en 1933.

Sin embargo, no todas las provincias andaluzas vieron aumentar de manera similar su dotación de alumbrado público. El reparto regional de las poblaciones con alumbrado público de luz se modificó radicalmente en el lapso de poco menos de treinta años. Si a principios de siglo destacaba su menor presencia en las provincias de Huelva, Almería y Sevilla. A finales de los veinte la situación más negativa correspondió a las provincias de Cádiz y Granada.

Otra de las transformaciones más importantes experimentadas por el sector del alumbrado público en Andalucía (y en España) consistió en la concentración empresarial, materializada en una drástica reducción de las empresas dedicadas a esta actividad y una rápida ampliación de su ámbito de influencia.

Además, este sector tuvo una paulatina mayor presencia de los revendedores, que a finales del periodo que nos ocupa suministraban la mayor parte de la producción y obtenían, en consecuencia, la mayoría de los ingresos del sector por esta actividad.

El análisis del desembolso económico realizado por los ayuntamientos en el pago de fluido para alumbrado permite concluir que la media regional se situó en 1920- 21 en 0,2 pts./hab., cifra similar a la del conjunto del Estado. Una dotación económica que aumentó considerablemente hasta alcanzar en 1928 la cuantía 0,5 pts./hab., una cantidad muy inferior a la media del Estado. Con las precauciones ya señaladas para la Estadística de 1933, en ese año se retorna a los niveles de comienzos de los años veinte.

En definitiva, el primero tercio del siglo XX nos muestra un panorama con claros y oscuros en el proceso de implantación del alumbrado público de electricidad, un signo de modernización para las ciudades de aquel entonces. Sin duda, Andalucía experimentó una mejora sustancial en la adaptación de este servicio. Sin embargo, no todas las provincias lo hicieron en igual medida, especialmente el oriente andaluz.

Etapas

Podemos dividir la evolución de la energía eléctrica en Andalucía en tres etapas:

La potencia global del equipo de generación representa un 9,8% de la potencia total instalada en España. A fin de promover la utilización de recursos renovables propios en la producción de energía, se apoyará la instalación de centrales generadoras de energía que aprovechen dichos recursos, disminuyendo así la dependencia energética de la Comunidad Autónoma Andaluza. Por otra parte, las insuficiencias y carencias en cuanto a infraestructura eléctrica en el medio rural aconsejan proseguir la política de apoyo a las inversiones destinadas a nuevas instalaciones o la mejora de las existentes, siendo los condicionantes de tipo económico y medioambiental los que determinen, en cada caso, la técnica más adecuada.

La división de etapas ha sido sacada de: http://www.monografias.com/trabajos10/anda/anda2.shtml

BIBLIOGRAFÍA