LA AFECCIÓN SOBRE EL ESCENARIO SOCIOECONÓMICO

La realidad socioeconómica del Valle de Lecrín no presenta rasgos concretos que permitan afirmar, con cierta rotundidad, que las afecciones inducidas por la presencia de centrales eólicas no menoscaben el papel preponderante de otros sectores económicos.

Más bien al contrario, la ocupación principal en el Valle de Lecrín se concentra sobre el sector terciario, al que se dedica más de la mitad de la población ocupada (55,38%), del cual, el 18,13% se engloba en el subsector "comercio- hostelería"; por su parte, el subsector de la construcción emplea al 22,11% de los ocupados, porcentaje que casi dobla al provincial, debido a la estratégica ubicación de la comarca que, a medio camino entre la costa y el área metropolitana, concentra muchas empresas y profesionales relacionados que dan servicio a estas zonas. Es decir, más del 77% de la población ocupada se dedican al binomio servicios-construcción y, como se ha puesto de manifiesto anteriormente, son los intereses de estos dos subsectores los que más sensiblemente se comportan ante la irrupción de la actividad eólica.

De hecho, las experiencias analizadas de situaciones análogas en otros ámbitos rurales demuestran que la pérdida de valordel recurso paisajístico lleva consigo un demoledor efecto sobre los sectores de la construcción y servicios, concretado en los siguientes factores: desaceleración del desarrollo turístico de carácter rural- natural; depreciación de los bienes rústicos e inmobiliarios; decrementos de las inversiones en el ámbito terciario y de la construcción.

Si tenemos en cuenta la preocupante situación del empleo en el Valle de Lecrín, con tasas de paro que alcanzan el 35% de la población activa, la incertidumbre generada por los parques eólicos sobre los dos sectores que concentran a más de tres cuartos de la población ocupada debe ser, a todas luces, considerada como un argumento de peso contrario a la ubicación desmesurada de éstos.

La escasa capacidad de generación de empleo de las infraestructuras eólicas, claramente puesta de manifiesto por la extraordinaria regulación implementada por el gobierno extremeño, (véase epígrafe 111.2.2.) agudiza aún más la crisis tendencia¡ a la que se puede ver sometida la comarca si sus principales focos endógenos de desarrollo y creación de puestos de trabajo son amenazados en su base.

El análisis del potencial demográfico no presenta, por su lado, mejores perspectivas y, más bien, ofrece un escenario futuro claramente correlacionado con la estructura económica; si bien, el proceso de metropolitanización liderado por los núcleos de El Padul y Dúrcal y la resistencia del resto de núcleosfrente ala pérdida de habitantes, desafortunadamente frecuente en otros ámbitos similares, han mantenido una tendencia positiva en el crecimiento poblacional del siglo pasado, aunque estancado en las dos últimas décadas.

Este hecho tiene una significación de gran magnitud que aleja al Valle de Lecrín de la consideración de área deprimida, puesto que las actuales condiciones de calidad de vida parecen suficientes para el mantenimiento de su población de base y, recientemente, para la atracción de pobladores foráneos; sin embargo, la principal amenaza que se cierne sobre la demografía vallesana estriba en el hecho de que su pirámide de población muestre signos de envejecimiento con un elevado índice de dependencia (53,89%) en el que el mayor peso corresponde a la inactividad por vejez.

Como consecuencia de ello, la inducción de riesgos sobre la tasa de ocupación de los dos sectores principales puede afectar gravemente a la dinámica poblacional ya que éstos se concentrarían sobre las edades más activas que, ante la dificultad de empleo, pueden encontrar en la emigración su única salida, desequilibrando, aún más, la estructura poblacional. Bajo estas premisas, sectores menos pujantes como el agrícola, de carácter complementario a la actividad terciaria y constructiva, pueden verse claramente amenazados por la pérdida de mano de obra, con el consiguiente riesgo de abandono de cultivos y, por tanto, de degradación ambiental, tristemente patente en demasiados ámbitos rurales de nuestra geografía.

En conclusión, el paisaje, entendido como recurso valorizable, debe ser preservado allí donde sus cualidades ofrezcan un potencial adecuado para el desarrollo de actividades turístico-residenciales, las cuáles, hasta la fecha, han demostrado una tendencia evolutiva favorable al desarrollo sostenible de la comarca del Valle de Lecrín y la calidad de vida de sus pobladores. No obstante, es preciso advertir a este respecto, que tal desarrollo turístico-residencial también comporta riesgos tanto de índole ambiental y paisajística, como social y funcional, que precisan sus correspondientes planteamientos cautelares.