L e y e n d a s

 

Los demonios y el Cerro de la Cruz

 Se cuenta que el Cristo que hay en el Coro, en la Iglesia del Salvador, fue protagonista de un hecho milagroso, derramó sangre.

Al parecer cuando estaban los frailes en su convento (el prodigio debió tener lugar en el tiempo que los frailes moraron en Albuñuelas, desde 1729, hasta la desamortización realizada  por Mendizábal hacia 1830). Vieron que en el Cerro de la Cruz, (cerro que se ve desde el coro) habían malos espíritus/demonios, entonces giraron el cristo (el cristo está en la barandilla del coro mirando hacia el altar, y para está ocasión lo colocaron mirando hacia la ventana que está en el coro). Cuando ya los demonios quedaron ahuyentados por mediación del Cristo, los frailes lo volvieron a girar, para ponerlo como estaba antes, y al girarlo rozaron la imagen con la pared, y de la parte que rozó con la pared, brotó sangre.

 

También se dice que los habitantes del pueblo, tenían que hacer sus ofrendas en el cerro de la Cruz, para que los espíritus no llegaran al pueblo, por las noches se oían unos aullidos como de lobos, y decían que eran los espíritus que se acercaban al pueblo.  Entonces las gentes del pueblo, colocaban en el cerro como ofrendas, un cuartillo de grano, media arroba de vino, aceite, cebada y alguna cantidad de dinero, lo que tenían. Para poder escapar de la amenaza de los espíritus, al día siguiente cuando iban al cerro ya no había nada, señal que los espíritus se las habían llevado, hasta que un día descubrieron que todas esas ofrendas que supuestamente se las llevaban los espíritus, eran los frailes del convento que se las llevaban para ellos y para la Curia de Granada. En este hecho queda de manifiesto la ignorancia que imperaba en aquella época, en la que todavía se creía en espíritus, demonios y más seres de fábulas. (Quizás el episodio del milagro del Cristo del Coro, forma parte de esta trama que tenían los frailes para conseguir alimentos).

 

Las brujas de la Loma

Del mismo modo se cuenta que en el barrio de la Loma, había brujas y que pasadas las doce de la noche salían de sus escondrijos y daban aletazos por las calles. Eran mujeres que se ponían ungüentos en las inglés y en los sobacos, y recorrían las callejas al grito de;

¡Allí vamos, sin Dios y sin Santa María!

 

Las ánimas de Saleres

 

Dentro de esta línea podemos incluir el suceso que le ocurrió a Mª Soledad, mi tatarabuela, oriunda de Saleres. Pues contaba que por las noches pasadas las doce, las ánimas saltaban la tapia del cementerio, y recorrían la calle Llana, en procesión iluminadas con una vela. Entonces una noche ella se asomó por la ventana y se le quedó la cabeza atascada entre las rejas de la ventana, y un ánima le dijo:

-Válgate  lo sagrao por lo que llevas colgao.

Y metiéndole la cabeza para dentro, le dio una vela. Y a la mañana siguiente era un hueso.