RAFAEL VÍLCHEZ/DÚRCAL Sacado de Ideal
HABLAR Y MIRAR. Los mayores han hallado en la plaza un punto para el encuentro. / R. V. |
Desde hace siglos, la plaza de Dúrcal, remodelada hace unos años por el arquitecto José Francisco Padial, con sus dos elementos históricos -la preciosa iglesia y el monumental pilar de Isabel II- es uno de los lugares más ansiados, principalmente, por los que pasan de los sesenta años y han dejado de bregar, para pasear, sentarse con el fin de charlar , si se tercia, trabar amistad con los que llegan de fuera y, también, descansar en los cerca de una veintena de bancos, escoltados de plataneras, magnolios y acacias.
La plaza de Dúrcal, recinto ferial y de mercaderes en otros tiempos, subyuga por su belleza, armonía y por estar pletórica de vida. En este sitio, el acontecer diario se repite y la costumbre de aposentarse en los bancos se transmite de padres a hijos. Todo es atrayente en este bello rincón del ancho mundo. Agustín Puerta 'El músculos', Miguel 'El bomba', Miguel 'El dorado', los hermanos carpinteros José y Paco 'Chaqueta', Ramón 'El mirlo', Juanico 'El herrador', José 'El cacho', Juan 'El hallado', Valentín 'El de la explanada', José 'El cano', Paco 'Gañía', Miguel 'Siechas', Manolo Martín, Paco 'Pines' (el cantaor por Farina), Antonio e Ignacio Melguizo, Manuel Martín, y un sin fin de vecinos más, le tienen querencia a los bancos.
'Sangre de Dios'
A José Pérez, de 87 años 'muy bien llevados', también le encanta ir a la plaza desde que era niño. «Me crié muy cerca de ella -afirma- y aquí se está muy bien charlando y viendo a la gente pasar. Ahora suelo acudir con mi amigo Francisco Terrón, a eso de las once de la mañana, y cuando dan la una, me largo a tomarme la 'sangre de Dios', o sea, que voy derecho a 'arrearme' en menos que canta un gallo unos vasillos de vino. Después, almuerzo y descanso en la casa, y por la tarde, regreso otra vez a la plaza».
José Pérez, recuerda cuando la plaza carecía de solería, «cuando solo había tierra y los bancos eran de tabla, luego pusieron otros de granito y, últimamente, han instalado unos más modernos sobre un suelo de mármol picado para no resbalar. También antes la plaza era muy concurrida porque muchas mujeres acudían a por agua al pilar con sus cántaros, pipotes y cubos. También, saciaban la sed, caminantes, arrieros, piaras de vacas Además, en la plaza estaba el quiosco de la música y el antiguo casino convertido en Casa Consistorial. Y cuando se celebraban las fiestas se cercaba el paseo con cañas entrecruzadas para formar una pista de baile».
Otro jubilado, Agustín Puerta, manifestó que «cuando regreso a mi pueblo desde Cataluña me voy derecho a la plaza para 'tirarme' allí horas y horas charlando con mis paisanos. Y mira que madrugo, pero cuando llego me encuentro ya sentado a Miguelillo 'El bomba', el cual a veces está rodeado de palomas y gorriones que picotean por el suelo. Y es que aquí se habla de todo; la plaza es el 'segundo parlamento'