La prensa internacional lo ha definido como el«sindicalista más carismático de Francia», al liderar, durante dos años, las movilizaciones contra el cierre de la fábrica en la que trabajaba en Florange, propiedad del empresario anglo-indio Lakshmi Mittal. Ese es Edouard Martín, un obrero comprometido con los trabajadores y sus derechos. Pero pocos saben que Martín, al que los franceses consideran un «adalid de la lucha obrera», es granadino, originario de Padul. Estos días se encuentra en su pueblo para recoger la insignia del Mamut de Oro, un reconocimiento que se le entrega por «su defensa a ultranza de los derechos de los trabajadores y su destacado papel en la sociedad francesa», explica el alcalde del municipio, Manuel Alarcón.
Edouard estaba emocionado. «Realmente pienso que no he hecho algo tan importante, para mí es lo más natural, cuando tu patrón anuncia que va a cerrar la empresa, porque quiere ganar más dinero en una época de crisis, lo normal es luchar para que eso no ocurra», explicaba esta mañana Martin, mientras desayunaba en una de las cafeterías de Padul.
Presume de sindicalista, pero apuesta por una lucha obrera inteligente, ¿qué significa eso?
Cuando se anuncia el cierre de una empresa, algunos trabajadores, motivados por la angustia y la incertidumbre, comienzan a hacer destrozos de los materiales y las infraestructuras. Pero nosotros, al conocer las intenciones de nuestro patrón de trasladar la fábrica a la India, lo que hicimos fue dejar claro, desde el primer momento, que las máquinas no se tocaban. Nunca caímos en la violencia. Planteamos charlas, debates, hablamos con los vecinos explicándoles cómo el cierre no solo afectaría a sus trabajadores más directos, sino a la economía de la región en su conjunto. Yo creo que cuando se lucha con inteligencia se pueden conseguir cosas muy importantes para el pueblo, que al fin y al cabo, es lo que cuenta.
La figura del sindicalista, a veces, no tiene buena prensa. ¿Qué opina de los escándalos de los sindicatos en Andalucía?
En todas partes hay gente corrupta, al igual que en la sociedad en general. Y si se ha hecho algo mal, espero que se corrija. Pero me preocupa una cosa, cuando una sociedad comienza a darle caña a un sindicato, para mí, significa que la democracia está en peligro. En Francia también lo intentaron con nosotros. Como no sacábamos ni un producto de la empresa Sarkozy nos llamó bandidos, y en realidad, lo que estábamos intentando era proteger a la sociedad de los intereses especulativos de los empresarios.
Sin embargo, ahora pasa de sindicalista a político.
Sí, me presento por el Partido Socialista a las elecciones Europeas. He aceptado la oferta del primer secretario socialista, Harlem Désir, que me ha pedido que desarrolle en el Parlamento la misma lucha que hice en Florange. Quiero mantener una industria potente en Europa, y basarla en un modelo social adecuado, que no se debilite, ni esté dominado por los intereses de los grandes empresarios multimillonarios, que solo buscan su beneficio personal, y no respetan a sus trabajadores. El sindicato se queda corto para provocar esos cambios, y si me eligen voy a intentar que los obreros estén más implicados en las decisiones, para mí, eso es la democracia social.
Y como futuro político, ¿cómo ve la situación actual de España?
Complicada. Muy complicada. Bajadas de sueldo, un importante aumento del paro, una sociedad en crisis. Creo que se está retrocediendo con la aplicación de algunas medidas. Y lo más preocupante el éxodo de gente joven a otros países. Cuando una sociedad no se preocupa de su juventud, está en peligro. Yo trabajaré para que la producción de riqueza se reparta de manera equitativa, y los obreros sean partícipes de esos beneficios. Quiero preparar un futuro mejor.
¿Cómo ve el futuro de Europa, ahora que parece ser su próximo destino?
Un futuro muy combativo si de verdad queremos cambiar las cosas. Europa está mal, y es importante concienciar a la gente de que debe tomar medidas para que la riqueza se reparta igualitariamente. Mis padres tuvieron una vida difícil, y no quiero que mis hijos tengan que soportar lo mismo.
¿Volverá alguna vez a Granada, a su pueblo el Padul?
Llevo más de 40 años en Francia, y regreso muy a menudo aquí. Me encanta volver para ver a mi familia, y disfrutar de la gente, del buen tiempo, de la comida… Pero todavía no ha llegado el momento de instalarme definitivamente. Me queda mucho por hacer en Francia, y si todo va bien, en Europa. Pero quién sabe si al jubilarme elijo como destino Padul.
Ahora su pueblo, le da un reconocimiento, ¿cómo se siente?
Al principio no me lo creía. No pienso que haya hecho algo tan importante como para que me reconozcan de esta manera. Pero Manuel, el alcalde, me dijo que había defendido la economía local, y que eso había que premiarlo. Estoy muy emocionado. Nunca he dejado de llevar el Padul en mi corazón, y mis recuerdos más tiernos de infancia están en estas calles, que ahora han cambiado mucho.
Martin continúa con su desayuno, charlando con los vecinos que se acercan a saludarlo, a compartir con él parte de sus vivencias, a explicarle cómo van las cosas por Andalucía, y qué es lo que les gustaría para el futuro. Él atiende a todo el mundo. Es amable y cercano, se nota que se encuentra cómodo entre la gente de a pie. Muchos aseguran que será un soplo de aire fresco en la «vieja Europa». En mayo se sabrá.