Artículos sacados del Periódico de la comarca "El Valle de Lecrín"

 

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Castillo de Mondújar

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En estado de abandono

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MONDÚJAR: BUSCANDO A LA FAMILIA DE BOABDIL

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Romance de Moraima, la reina que quiso ser enterrada en Mondújar

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Paseos por el Valle de Lecrín (IX) Acequias y Mondújar

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Valdelecrín

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Historias y tradiciones del Valle de Lecrín (III)

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Historias y tradiciones del Valle de Lecrín (V)

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Historias y tradiciones del Valle de Lecrín (y VII)

Vista panorámica del Castillo de Mondújar. sobre el Cerro del Castillejo.

Castillo de Mondújar

Diciembre 2001

Se localiza en el cerro del Castillejo, a unos 600 metros al Este de la localidad de Mondújar, entre los barrancos de la Fuentezuela y del Castillo. Está situado a 879 metros de altitud.

De esta fortaleza existen importantes restos, que se adaptan a la topografía del cerro en el que se sitúan, cerrando un recinto en la ladera Norte del mismo. Se conserva el acceso al castillo, formado por una puerta de doble recodo, en rampa, en el interior de una torre de planta trapezoide situada en el ángulo Noreste del recinto, estando la entrada y la salida orientadas al Oeste, si bien es posible que sólo la mitad de ella estuviese cubierta.

Dicha torre disponía, al menos en su mitad Norte, de dos plantas y terraza, variando el grosor de sus muros entre 1,45 y 1,65 metros. En su parte alta conserva restos del parapeto, quizás almenado, siendo su espesor de 55 centímetros. En el interior de dicha torre, en tres de sus caras y a lo largo de su rampa de acceso, hay restos de hasta cinco troneras abocinadas, existiendo otras dos en el muro que, partiendo de ella, cierra la fortaleza por el Este.

Delante de este último muro, por su exterior, existen los restos de un gran aljibe, de dimensiones interiores 7,50 x 4,80 metros, construidos con muros de hormigón de cal que conservan el enlucido y restos de almagra. Estuvo cubierto con bóveda de mampostería de la que queda algún resto, en especial en su ángulo Noreste, en donde se observa su intersección con otra pequeña bóveda apuntada que cubría el pasadizo por el que, desde el interior de la fortaleza, se accedía al aljibe para coger el agua a modo de brocal horizontal.

Desde la puerta de acceso, la muralla, con un espesor de 1,60 metros, se dirige hacia el Oeste, interrumpiéndose a 11,40 metros de ella y comenzando otra, más remetida respecto a la línea del parámetro anterior y de peor ejecución, quedando cortada a menor altura y en cuyo coronamiento comienza el talud del relleno. Poco después vuelve a cambiar su dirección hacia el Norte, llegando al espolón de la roca, en el que existen restos de una torre, siguiendo la muralla en dirección Oeste.

Adosado a este último muro Norte existe un segundo aljibe, enterrado y al que sólo se puede llegar a través del brocal, que se sitúa en la parte superior de la bóveda apuntada de mampostería que lo cubre. Sus dimensiones interiores son 5,65 x 2,30 metros, estando sus muros construidos de hormigón.

Los lados Sur y Oeste los conforma la propia roca, no necesitando murallas para su defensa, conservándose restos de muros entre las peñas de éstos dos lados. Todos los restos de muralla y torres que se conservan están construidos con mampostería, quedando restos del enfoscado exterior que los cubría en varias zonas. Tenía sus esquinas reforzadas con pequeños sillarejos, en algún caso sustituidos por ladrillos en restauraciones posteriores. Las zonas bajas de todas las murallas que constituyen el sector Noreste de la fortaleza están construidas con distinto tipo de mampuestos, presentando un color más claro que el resto de las mamposterías.

En estado de abandono

En el exterior del castillo, en la vaguada situada al Este del primer aljibe descrito, existen importantes restos de un canal que traía el agua hasta él.

El estado general de conservación de esta fortaleza es malo, encontrándose en absoluto abandono y cubierta de vegetación. Los dos aljibes se encuentran rellenos de escombro, presentando el situado al NO un agujero en el muro N, el cual se encuentra muy degradado en toda su longitud, al igual que la torre existente en él. Recientemente se ha caído parte de ese muro N. Sería de interés realizar una excavación arqueológica en el interior de

Según los expertos, sería de gran interés realizar una excavación arqueológica en el interior del castillo.

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MONDÚJAR: BUSCANDO A LA FAMILIA DE BOABDIL: Este que vemos en la foto es el aspecto de las excavaciones que se están llevando a cabo en las inmediaciones del Cerrillo de Mondújar, donde los arqueólogos tratan de localizar un hallazgo que podría ser histórico: los restos de los antepasados del rey Boabdil, que según reza en algunos documentos, el último rey nazarita se trajo de la Alhambra después de la toma de Granada. Todo ha surgido a raíz del hallazgo de un cementerio musulmán en las obras de la autovía. La situación del cementerio y el número de tumbas hace pensar que podría tratarse de dichos enterramientos. Algo que al cierre de esta edición, -últimos días de abril- aún no se había podido confirmar. Lo que sí se confirma es la importancia que Mondújar tuvo en la Edad Media.

Mayo 2000

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Romance de Moraima, la reina que quiso ser enterrada en Mondújar

Agosto 1995

Alí Athar, vendedor de especias y general famoso, con sus hazañas alcanzó las mayores honras ríazaríes. Alcaide de Loja, señor de Xagra, primer mayordomo de la Alhambra y alguacil mayor del reino de Granada, culminó sus aspiraciones al convertirse en suegro del Rey. Efectivamente, su hija Morayma, de 15 años, casó con Boabdil, heredero del trono alhamar. Siendo muy rico vivió pobre, ya que sus rentas las invertía en la defensa del Reino. "Para probar los sacrificios de este rico alcalde y su patriotismo, escribe Lafuente Alcántara, baste decir que su hija Morayma, el día de las bodas, tuvo que engalanarse con vestidos y joyas prestadas". Un cronista, invitado a la fiesta nupcial, cuenta que la novia vestía saya y chal de paño negro y una toca blanca que casi le ocultaba el rostro, "Iástima, dice, porque sus facciones son muy lindas y seductoras':. Y un poeta musulmán asegura que Morayma tenía ojos grandes y expresivos en un rostro admirable y conjetura, "através de las tupidas ropas adivinábanse unos hombros, unos brazos, unas cadras y un talle clásicos y opulentos contornos".

El nombre de Morayma lo /leva hoy en día una alquería en Cádiar y un restaurante en Granada

Los historiadores, más adelante, se refieren a ella como la tierna Morayma y como la sufrida esposa del Rey Chico. "Pocas mujeres ha habido, sin duda, tan desgraciadas como ella", recuerda Fidel Fernández. A pocos días de la boda, Muley Hacén encarcela a su hijo Boabdil y  "separa brutalmente a la jovencísima esposa", confinándola en un carmen próximo a la cuesta del Chapiz. Después de la batalla de Lucena, en la que muere Alí Athar y es hecho prisionero Boabdil, Morayma, con su hijo Ahmed de poco más de un año, se retira nuevamente al carmen, donde sobrelleva "los largos meses del cautiverio de su esposo en Porcuna". Al fin, .los castellanos liberan al Rey Chico, tras un pacto en el que, entre otras condiciones, ha de entregar como rehén a su primogénito. Ahmed, acababa de cumplir dos años, no le será devuelto a su madre hasta la entrega de Granada, cuando tiene nueve, no conoce el árabe, es cristiano y atiende por el "infantico", mote que le impuso Isabel la Católica. Morayma se recogerá, dos veces más, en el carmen del Albayzín y, por último, con su esposo, mientras esperan la salida hacia el destierro del Andarax, señorío alpujarreño que le asignaron los castellanos,

Marcharon al Andarax y allí permanecieron hasta que los de Castilla, en una nueva traición, decidieron expulsarlos de España, lo que sucedió "al término de las calores del verano de 1493". Así, en octubre, Boabdil, su madre Fátima, su hermana, sus hijos Ahmed y Yusef y algunos amigos y criados, salieron del puerto de Adra camino de Africa. Morayma, "el único amor de Boabdil", no se le conoce otro, afirma un cronista, "el único ser que hubiera podido hacerle soportable la pena del destierro", moría días antes de abandonar las Alpujarras.

Y fue enterrada en la mezquita de Mondújar, rauda a la que ha habían trasladado, desde la Alhambra, los restos de los sultanes Mohammad II, Yusef I, Yusef lll y Abú Saad, según consta en el folio 28 del libro de Apeo (1.577) de dicho lugar. El cadáver de Morayma se llevó a Mondújar para que reposara junto a los de los reyes nazaríes y, al mismo tiempo, Boabdil dispuso la entrega de ciertos bienes al alfaquí de Mondújar para que rezara dos veces en semana ante la tumba de Morayma y una renta. importante a los ulemas a fin de que oraran diariamente por su esposa en dicha mezquita (según el pelito sostenido entre la iglesia del pueblo y doña Guiomar de Acuña, heredera de don Pedro de Zafra, alcalde de Mondújar, en el año de 1.500, manuscrito que se conserva en el Arzobispado de Granada.

Apenas embarcado Boabdil para su destierro en Marruecos, dice Fidel Fernández los cristianos se incautaron de los bienes destinados a oraciones por Morayma y, con ellos, levantaron una iglesia sobre el solar de la mezquita, que no tuvieron inconveniente en demoler. Ultima amargura en el recuerdo de Morayma, cuyo cadáver recorrió, en el mayor de los secretos, los sometidos y calurosos valles que van desde Andarax hasta Mondújar.

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Paseos por el Valle de Lecrín (IX) Acequias y Mondújar

Abril 2004

Comenzamos este noveno recorrido por parte del municipio de Lecrín, formado por los pueblos de Acequias, Mondújar, Talará, Murchas, Chite y Béznar, todos en un conglomerado, muy cercanos los unos a los otros, forman desde los años 70 del siglo XX un solo municipio con capitalidad administrativa en Talará. Si separamos a Acequias, más alto que los demás y, por tanto, de clima más duro, todos están a resguardo de los vientos del norte por el corte del Barranco del río Torrente, lo que hace que sus vegas, de ricos suelos, tengan un clima benigno y sean ideales para los plantíos de agrios bajo los olivos milenarios. Estas vegas lecrinenses junto a las de la Hoya de Melegís, son las más fértiles de nuestra comarca.

Acequias, pintoresco enclave en la margen izquierda del río Torrente...

Vista panorámica desde el Castillo de Mondújar.

Texto: Francisco Rodríguez Fotos: Francisco Melguizo y Vicente Castillo

Nos acercamos hasta Acequias, pintoresco enclave situado en la margen izquierda del río Torrente y encaramado en lo más alto del barranco del mismo nombre. Este pueblo ha tenido una relación histórica y familiar con Nigüelas, siendo Acequias anejo parroquial de Nigüelas hasta los años ochenta del pasado siglo. También la cli

"Fue el Nacof de Nigüelas el que propuso en la rebelión morisca de 1568 el asalto a la Alhambra, escalando con sus tropas los muros"

matología, cultivos muy similares y la cercanía geográfica, pues andando está a unos 15 minutos de distancia por la cuesta de las Cabras hasta el cauce del río y por la de la Quinta hasta el llamado Majuelo Colorado, lugar histórico de tradición, porque aquí acechaba la partida de 'bandidos moriscos" llamados monfíes al mando de Nacof de Nigüelas a los cristianos a su paso por estas cuestas. Fue este Nacof el que propuso en la rebelión morisca de 1568 el asalto a la Alhambra, escalando con sus tropas los muros de la ciudadela por la zona que da al Generalife...

En la mañana soleada nos asomamos al pretil de la Cuesta de la Cabras y contemplamos el extraordinario paisaje que forma la garganta del río Torrente en dirección a Nigüelas y de Murchas como cabecera de la Hoya de Melegís con los espectaculares puentes sobre el cauce. A la vuelta, pasamos donde estaba la casa de Ramona, mujer de gran bondad y que recuerdo con gran afecto

" La plaza de Acequias ha perdido el antiguo túmulo de su aljibe medieval, apareciendo en su lugar un templete de piedra artificial"

ya que desde su pobreza, siempre tenía algo para los monaguillos que acompañábamos al cura todos los domingos .O para todos los que por S. Antón, acudían a Acequias por las "mandas" al santo patrono de los animales...

Después descansamos unos momentos en la plaza, que ha perdido el antiguo túmulo de su aljibe medieval, apareciendo en su lugar un templete de piedra artificial que hace que esta bella plaza haya perdido parte de su encanto.

Desde aquí nos trasladamos, paseando sobre la puntana de la acequia que desde Los Cahorros de Nigüelas lleva el agua a estos pueblos, hasta el molino llamado Del Sevillano, recientemente restaurado en sus más mínimos detalles, creemos que es un acierto porque estos edificios son nuestro patrimonio y conviene que ninguno se pierda. Muy cerca de él, se encuentra en la finca El Cercado también en un estado lamentable de ruina, que esperamos sea restaurado... Nos llama la atención la cantidad de extranjeros

"Uno de estos vecinos asegura que por lo menos la mitad de los habitantes son extranjeros"

que vemos por sus calles y cuando llegamos a la plaza de la iglesia preguntamos a los pocos vecinos el por qué de esa cantidad de extranjeros y nos dicen que hay muchos ingleses, uno de estos vecinos asegura que por lo menos la mitad de los habitantes son extranjeros.

Ya han salido de la misa de los domingos y el párroco D. Vicente, nos invita a visitarla. Este templo mudéjar es de una sola nave con tirantes dobles apeinazadas en lazo de ocho y con una greca característica de lazo que recorre el remate de la cubierta de par y nudillo y que le da un carácter original. Es de gran valor su retablo mayor que es el único policromado de los del Valle y que se debe a los pinceles del gran Pedro de Raxis. Tras departir con los pocos vecinos que hay a la salida del templo, nos encamina

Molino harinero restaurado en Acequias: "Nave de la molienda".

mos hacia Mondújar, pueblo que nos trae al recuerdo los escritos de los autores románticos que hicieron de la historia y los amoríos de los últimos reyes nazaríes el tema de muchos de sus escritos. El escritor granadino Martínez de la Rosa nos cuenta de manera novelada la historia de Muleyhacén, penúltimo rey nazarí que mantiene amores con la noble cristiana Isabel de Solís, ésta se convierte al Islam, se casa con el rey y toma el nombre de Zoraya o Zoraida. La Luna de Miel la pasan en Mondújar, uno de los lugares de veraneo de la familia real nazarita. Tienen dos hijos y tras un periodo de luchas y traiciones entre los principales de la familia real, que culminan en la entrega de Granada a los Reyes Católicos, Zoraida es confinada en su finca de Mondújar para ser deportada junto a sus hijos a Galicia, perdiéndose el rastro de esta bella cristiana que vivió y murió como reina de Granada... Es en Mondújar donde estaba también La Rauda o cementerio de la familia real nazarí. Boaddil, el último rey de Granada, cuando sale para el exilio, pide permiso a los Reyes Católicos para exhumar los restos de su familia y llevarlos consigo...

Mondújar, pueblo muy apreciado por los nobles granadinos, tiene en su parte antigua un carácter tradicional en sus calles estrechas y caserío abigarrado, que le dan, al pasear, un tinte de serenidad, que nos hace percibir el por qué los más nobles nazaríes eligieron este lugar para descansar y solazarse en vida, así como para su descanso definitivo al construir su rauda real en donde actualmente está la iglesia.

Este templo dedicado a S, Juan Bautista, (patrono aceptado tanto por los cristianos como musulmanes), está edificado sobre una plataforma empedrada que lo eleva sobre la calle adyacente y lo hace predominar sobre las casas de dos plantas y huertos que lo rodean. Es del siglo XVI, de fábrica mudéjar de piedra caliza de Cónchar tanto en la cornisa del tejado como en las esquinas que con grandes bloques de piedra arquitraban la nave y torre cuadrangular del edificio. Los muros, armados con jácenas de ladrillo macizo que cierran cajones de mampostería con molduras de estuco siguiendo las llagas de las piedras exteriores. La armadura interior es

" La iglesia de Mondújar es del siglo XVI, de fábrica mudéjar, de piedra caliza de Cónchar, y la armadura interior, de madera pino de Albuñuelas"

de madera de pino de Albuñuelas, construida en par y nudillo con todo el almizate apeinazado en lazo de ocho, característico de muchos artesonados del Valle. Las tirantes son dobles apeándose sobre canes de cartela. A fines del siglo XVII se produce una ampliación hacia el coro, siendo de par y nudillo simple, sin apeinazar con tirantes dobles apeando sobre canes en Y. Todo el artesonado fue restaurado en los años ochenta del siglo XX de forma exacta al original. Son interesantes las portadas: la lateral, muy sencilla y elegante, con tondo y aletas es de influencia de Diego de Siloé y la principal es obra del último tercio del XVII...

Iglesia de San Juan Bautista, de Mondújar.

Ésta mañana espléndida con un sol radiante nos invita al paseo, nos adentramos en la magnífica vega, que bordea el camino que nos guía hasta el Castillo que por la estructura del abancalamiento, nos hace pensar en diferentes alquerías o huertas de riquísimos plantíos de olivos sobre los ubérrimos naranjos, limas y limoneros. Llegados a donde no hay regadío, subimos tras empinada cuesta por una serpenteante vereda, que nos lleva hasta las ruinas del que en tiempos pasados fue el bastión defensivo o de aviso de este fértil lugar.

En las ruinas vemos una alberca excavada en la roca y con restos de haber estado cubierta con bóveda para mantener, seguramente, fresca el 0 urbanísticos que no benefician agua durante las jornadas de  calor en el verano. Nos hace pensar que sería más bien torre vigía por estar muy alejado de la población más que lugar de alojamiento de tropas. Desde este lugar contemplamos la vista paradisíaca que nos ofrece el Valle Bajo con sus blancos pueblos incrustados en ese manto verde esmeralda y gris plateado que forman sus vergeles. Después del descanso y de tomar algo bajamos hasta la calle Feche, lugar donde se ubican las termas de la villa romana, baños públicos que daban servicio de higiene a los habitantes de principios de nuestra Era, ruinas que nos hacen pensar en el pequeño paraíso que ha sido a lo largo de la historia y es en la actualidad esta nuestra comarca, que si la cuidamos, podremos legarla a nuestros hijos para que la disfruten como lo hacemos nosotros hoy. Hay construcciones fuera de lugar, así como verdaderos atentados urbanos que no benefician en  nada al futuro, que según  nuestro sentir debe estar: en un  turismo respetuoso con el entorno y una agricultura tradicional enfocada al consumidor de productos sanos.

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Valdelecrín

Junio 1995

En el Nomenclátor de 1.514, dos años antes de morir el rey Fernando "el Católico", ya aparecieron relacionados todos los pueblos de este valle tan personal y tan hermoso bajo el nombre genérico de VALDELECRíN. Bellos y altisonantes topónimos de rancia e inconfundible fonética: Nigüelas, Melegís, Restábal, Talará, Mondújar, Béznar, Albuñuelas, Murchas..., sierras de las Guájaras y Almijara,...

Lo dejó dicho el historiador Henríquez de Jorquera: "El origen de los pueblos del Valle es de varios tiempos y los más, de los moros". Y para darle la razón, ahí están sus inequívocas señas de identidad: calles retorcidas, arquillos inesperados, ciegos rincones, callejas angostas, el agua murmurando por los canales, ventanucos asomados a los callejones umbríos y florecillas infantiles en macetas y tiestos inverosímiles. Yesos deliciosos y entrañables huertos frutales alimentados por las acequias que sangran la vega.

El poblamiento del Valle es muy antiguo, pero su época más brillante la vivió en la etapa, final del reino de Granada, cuando era continua la afluencia de musulmanes que huían de las tierras conquistadas por los cristianos. Son estos musulmanes quienes comenzaron darle forma a la peculiar geografía del Valle. Naranjos, limoneros y toda clase de árboles frutales, mezclados con los olivos y los almendros, diseñaron este paisaje, único e irrepetible, saturado de luz, de color y de placidez.

Cuando la sublevación de los moriscos, reinando Felipe II, en la segunda mitad del s. XVI, el Valle de Lecrín se quedó a medio camino entre los ejércitos cristianos de Granada y los insurrectos moriscos alpujarreños.

Fue en Béznar, precisamente, donde se eligió rey moro a Fernando de Antequera con el apelativo de ABEN HUMEYA.

El Valle se sublevó parcialmente y el puente de Tablate se convirtió en el bastión enseña a defender o a conquistar. Hoy aún se conmemora la defensa heroica que los mosqueteros de Béznar hicieron de la Eucaristía en una tradición que se mantiene viva no sólo en el recuerdo sino en las armas y en la indumentaria.

Tras la victoria de Felipe II, los moriscos del Valle, unos cinco mil, fueron deportados a Córdoba en primer lugar y luego, a Galicia y Extremadura, mientras que pobladores de otros lugares de Andalucía, Castilla y Galicia, sustituyeron a los expatriados. Este hecho incidió negativamente en la agricultura pues los nuevos colonos, al desconocer las técnicas moriscas, se dedicaron a otra clase de cultivos, poniendo de moda los cereales.

Durante los siglos XVII y XVIII crece la población a pesar de las crueles epidemias que asolaron nuestras tierras. La Desamortización de Mendizábal no supuso cambios significativos. En este siglo XVIII soplaron vientos adversos con la terrible epidemia de cólera que diezmó el Valle y la filoxera que arrasó los viñedos de Pinos.

Es hoy el Valle de Lecrín un apacible mosaico de tierras multicolores y personas afables, donde el verde brillante de los naranjos y limoneros se mezcla con el verde ceniciento de los olivos en una sinfonía espléndida que alcanza su punto culminante, en las mañanas adolescentes de Primavera, ebrias de color y de luz, de sonidos y de olores, de majestuosidad y de intimismo, de nostalgia y de vida.

El Valle es el camino natural que nos conduce a la Costa y a la Alpujarra. Una tierra de transición que comienza en el Suspiro del Moro y finaliza en el Puente de Izbor.

Es el Valle una comarca sorprendente, de belleza serena y arrogante, donde la más desolada garganta o el barranco más árido yacen, codo a codo, con los huertos frutales, con las risas juveniles del agua por las acequias y con el aroma dulzón del azahar que todo lo impregna.

El Valle de Lecrín aparece como una simbiosis, que podría ser anárquica y es deliciosamente equilibrada, de la aspereza de las sierras cercanas y el verdor de la vega.

Son éstas las tierras de la legendaria cora del Elvira, sembradas de pueblos y de vitalidad, cerradas al mar por el monte del Cristo del Zapato, en Izbor y Pinos, y abiertas al azul del cielo tras el pico del Caballo, el impresionante murallón bajo el que se adormece Nigüelas.

Tierras dulces y tierras duras, escenarios de amoríos, de rondallas, de cantos de ánimas, de carnavales y de monfíes, como el célebre "Nacoz de Nigüelas", quien en la guerra de los Moriscos se comprometió, nada más y nada menos, que a reconquistar la Alhambra escalándola por las murallas.

Tierras duras de gente fuerte y sacrificada, y tierras dulces, de vinos yaguas limpias, de frutas, de gastronomía diversa, de azahar por las vegas y geranios en los balcones.

Tierras que conjugan, en plenitud armónica, el esplendor de sus campiñas y las asperezas de sus barrancos, los escopetazos de los mosqueteros de Béznar y la explosión primaveral de los encuentros de Polifonía de Nigüelas.

Tierras de Mondújar, en cuyo castillo se amaron Zoraya y Muley Hacén, bajo el Monte de la Luz y tierras de suntuosas casas coloniales que los indígenas enriquecidos erigían al volver de las Américas.

Hermoso Valle de Lecrín, eternamente adormecido a los pies de Sierra Nevada, anclado a medio camino entre la Alhambra, la nieve y el mar, entre moros y cristianos, entre las escopetas y las canciones, entre el vendaval y la brisa, entre las águilas y las palomas, entre la luz y la penumbra, entre la manzanilla serrana y las cerezas, entre el tomillo, la sahareña, las amapolas y el azahar.

Juan Gallego Tribaldos

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Historias y tradiciones del Valle de Lecrín (III)

(continuación del ni! anterior)

Marzo 1995

Poco tiempo llevaba la desgraciada Isabel de morar en el palacio de la Alhambra, ya era de todos públicamente conocida y el entusiasmo general la aclamaba por su singular belleza con el significativo nombre de Zoraya, lucero dé la mañana; opuesto su dulce carácter al rencorosa y atrevido de Aixa, iba ganando en la pública opinión, como aquélla perdía sucesivamente en consideración y en respeto de reina; tales desavenencias habían de producir en el corazón de la legítima soberana espantosos proyectos de venganza que realizados más tarde amargarían la inconcebible felicidad que ante todos disfrutaban el monarca granadino y su dichosa cautiva.

Ya rayaba en la locura lo que éste mostraba públicamente por aquélla, pues a más de la solicitud cariñosa y tierna con que velaba el satisfacer los más , insignificantes caprichos de Zoraya, no perdía ocasión de ofrecer a su pueblo un señalada muestra de la felicidad que embargaba su alma. Tan pronto era la reina de los torneos de Biba-Rambla y la que adjudicaba el merecido premio, como la que con languidez de todo punto oriental divertíase recostada en los salones del Generalife escuchando los cantores y juglares o procuraba adormecer su exaltada imaginación con las escenas marítimas y las continuas partidas de placer que en su obsequio se daban, con frecuencia en los misteriosos palacios de Aynadamar. Tenía sin embargo una aspiración continua: soñaba siempre con un castillo suntuoso donde, recordando el que le vio nacer, fuera ella la legítima señora y construido para su regalo no turbase en él su dulce calma sino los enamorados suspiros de su amante.

No se hizo mucho tiempo esperar la realización de este deseo, pues que estando un día medio adormecida con el delicioso encanto de los perfumes y olorosas flores que cubrían los pebeteros orientales

Este relato es parte del libro de las Tradiciones de Granada, publicado en 1888. Su autor es el historiador y literato Francisco de Paula Villa-Real y Valdivia, nacido en Mondújar en 1848, autor de numerosos libros y que fue miembro de la Real Academia de las Ciencias y Artes de Cádiz y director de la Sociedad Económica de Amigo, del País, entre otras cosas Recopilado por Ramón Castillo Román del suntuoso salón del Generalife, pudo en ella más el deseo de la modestia y halagando el cariño del rey le dijo con suplicante pero encantadora voz -Dueño y señor mío: agradecido os está mi corazón a los continuos favores que os dignáis dispensarme; ya veis correspondo con lealtad a vuestro desinteresa- do cariño y que la pasión que hace algún tiempo os juré ni ha sido engañadora ni tiene otra aspiración que corresponder con vehemencia a la que por mi sentís. Gozo como nunca pude soñar con las delicias sin cuento de que me rodeáis, pero tengo un deseo hace tiempo que realizarlo nos proporciona algunas puras alegrías en la vida y más tarde tal vez fuese nuestro predilecto retiro.

-Habla y serás servida, dueña absoluta de mi alma, que tu voz en son de súplica se deje escuchar y hasta mi corona arrojaré tu voz en son de súplica se deje escuchar y hasta mi corona arrojaré a tus plantas para que se satisfagan tus más pequeños caprichos. Pero creo adivinar, mi predilecta Isabel, cuales son tus aspiraciones: He sorprendido tu secreto no hace mucho y ya tengo preparado hasta el lugar en que se edifique el suntuoso castillo con que soñabas en el que podamos libremente gozar de nuestro amor y donde tal vez disponga Alah que retirados pasemos los últimos días de nuestra vida.

En efecto, apenas iban trascurridas quince lunas de la anterior conversación, cuando un día presentóse de improvisto Muley Hacem en el tocador de su sultana favorita y con la infantil alegría de todo corazón verdaderamente enamorado anunció a Zoraya tener ya del todo concluido el castillo retirado y misterioso que soñaba en su imaginación. Se o presentó edificado en el centro del Valle de Lecrín, llamado así por haber colocado el Profeta en dicho valle las alegrías y los placeres todos que e el mundo se disfrutan en el cerro que domina al pueblo de Mondújar y desde donde su, vista podía gozar del panorama delicioso que la naturaleza ofrece.

Enloquecida Isabel con tan halagüeña nueva solicitó de su señor visitarle cuanto antes, fajándose el día de la primera fiesta, el del aniversario del entronizamiento de Muley para que a su expansión interior se uniese también el público regocijo que entusiasmado aclamase a la reina de su corazón.

Sería difícil describir la fiesta primera celebrada en el castillo. La corte toda de Granada acompañó a los felices amantes a esta partida de placer, quedando entre tanto la rencorosa Aixa llorando lágrimas de sangre en el más retirado aposento de la Alhambra y tramando el modo de alzar a su pequeño Boábdil en contra de su padre Muley.

Bien ajenos de esto se hallaban todos divirtiéndose en el castillo de Mondújar. Nada en él faltaba al refinamiento oriental, habiendo traído para edificarle los mejores arquitectos de las cercanías y bien pronto los sencillos aldeanos de aquellas comarcas vieron elevarse los muros y altísimos torreones de la regia morado que tan precipitadamente se construía.

Con no disimulado encanto cogió Muley a su pequeña Isabel y fue enseñándole una por una las habitaciones todas del castillo; allí había salones grandiosos perfectamente alhajados y con unas luces hermosísimas; veíase también un suntuoso mirab, copia del palacio de Damasco; las termas eran deliciosas, así como puro y encantador el ambiente de los jardines, pero donde puso todo su esmero el enamorado Muley fue en el tocador de Zoraya que por su elegancia y suntuosidad estuvo llamado a competir con el tocador de la reina del palacio de Alhamar. No se descuidó. por esto la natural fortificación del castillo pues que sus sólidos muros cubiertos estaban de aspilleras por donde defenderse pudieran de cualquier acometida

-Aquí lo tienes como lo soñabas, predilecta de mi alma, dijo Muley, tuyo es como tuyo es de antiguo mi corazón. Que tu eterno cariño sea la recompensa que me ofrezcas en cambio del título de reina con que públicamente te, proclamo.

-Mi corazón sabes que ya es tuyo bondadoso rey, soñaba con un palacio y despierto en el paraíso, este retiro y tu amor valen más que todas las coronas que puedas , ofrecerme, quedémonos en esta delicia pues presiento que en Granada nos amenazan días de negro infortunio y horas de sangre y exterminio.

No se engañaba ciertamente el corazón de Zoraya. El grito de rebelión se dejaba oír por las calles de la ciudad y dando por pretexto la desgraciada expedición de Muley, la pérdida de la ciudad de Alhama y las correrías de rey Fernando, hizo que los abencerrajes, acaudillados secretamente por Aixa, se apoderasen de Boabdil a quien su madre descolgó por la torre de Comarech, y poniéndose frente a frente del rey y de sus parciales les declaró formal batalla que duró toda la noche del 13 de mayo de 1482, siendo adversa a los derechos de Muley que impotente por el amor de Zoraya permanecía con ella impasible en el palacio de los AI-lijares esperando el desenlace de la fatal contienda que se libraba en las plazas y en las calles.

La guardia negra al mando de Abul-Cacim Venegas y los amigos que no habían perecido notificaron al amanecer al rey el triste desenlace de la acción y el estruendo del populacho en su contra, y sirviéndole de escolta le acompañaron de nuevo al castillo de Mondújar de donde no había mucho habían salido con el corazón lleno de ilusiones.

-Sólo en este sitio y en tu compañía es como disfruto verdadera tranquilidad, dijo Isabel al afligido rey; quedémonos aquí mi querido Muley y deja a Boabdil y a los suyos que medren en sus deseos.

-Antes moriría que verle vencerme por completo. Ya saldremos de aquí triunfantes, ya nuevamente reinaremos en Granada y entonces te juro por Alah que públicamente celebraremos nuestro enlace y público será también el abandono de Aixa. Dijo, y el monarca se internó en sus habitaciones imaginando el modo de destruir a sus contrarios.

(continuará)

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Historias y tradiciones del Valle de Lecrín (V)

Mayo 1995

(Continuación del n° anterior)

Este relato es parte del libro de las Tradiciones de Granada, publicado en 1888. Su autor es el historiador y literato Francisco de Paula Villa-Real y Valdivia, nacido en Mondújar en 1848, autor de numerosos libros y que fue miembro de la Real Academia de las Ciencias y Artes de Cádiz y director de la Sociedad Económica de Amigos del País, entre otras cosas.

Recopilado por Ramón Castillo Román

No bien concluyó la desgraciada Isabel de pronunciar la última palabra de su traidor perjurio cuando cayó desmayada en los brazos del viejo rey que con fuerzas superiores a su avanzada edad la llevó a su cuarto y arrodillándose a su lado la dejó recostada en una cómoda alcatifa. Un prolongado suspiro fue la señal de haber vuelto en sí la nueva mahometana cuando ya a su lado le decía con entusiasmo el anciano Muley Hacem:

Bien comprendo lo que vale tu sacrificio, encantadora Zoraya...... mas por lo mismo que sé cuanto éste significa no quiero dilatar el merecido premio de la ofrenda que hoy me ha presentado tu corazón. Mañana partiremos a la Alhambra y público será nuestro matrimonio ante todo el pueblo de Granada.

Más me concedes con esa publicidad, rey y señor mío, que todos los tesoros de la tierra; que aunque la hija del comendador Solís fue tu mujer antes que tu amante, éste ha sido hasta ahora el título con que se le señaló por la muchedumbre amargando más y más el orgullo de mi raza que encuentra más nobleza en serla esposa de un hombre labriego que la ambiciosa manceba de un poderoso monarca.

En efecto, al día siguiente el palacio de la Alhambra ofrecía el espectáculo más grandioso que nunca pudo presentar. Toda la corte estaba allí reunida deslumbrando a la belleza de las encantadoras jóvenes atraídas por el espectáculo la singular hermosura de Zoraya con su riquísimo traje nupcial y ciñendo la diadema de reina parecía una misteriosa creación del fantástico autor del las Mil y una noches. Comenzada la ceremonia y colocado Muley Hacem a la derecha de Zoraya, entró el venerable Cadí del Consejo y con voz mesurada a la par que grave leyó la decidida voluntad del rey de hacer público su matrimonio, previo el repudio de la sultana Aixa que a continuación se lo comunicaría ya que era pública la determinación del monarca.

Todo fue júbilo en aquellos momentos en el palacio fundado por Alhamar; los vítores se sucedían unos a otros y el entusiasmo no podía contenerse a pesar de encontrarse todos en presencia de los reyes; sólo Zoraya sentía en su alma algo que la afligía: tenía como el presentimiento de días de luto y de tristeza, pero se guardó muy bien de participárselo a su esposo.

Encargose por éste a Aben Hamet el comunicar a Aixa lo ocurrido y presuroso desempeñó la comisión del rey, no sin que en su alma ardiesen los más espantosos deseos de venganza.

-.A traeros vengo, sultana de Granada, la más infausta nueva que nunca pudisteis escuchar, dijo Aben Hamet en presencia de la primera esposa del monarca.

-¿Ha muerto acaso Boabdil?. ¿Le amenaza algún peligro?.

-No señora, que vive para vengaros, pero os traigo el acta oficial de vuestro repudio y del casamiento de Muley con su esclava renegada.

Nunca creí que a tanto se atreviesen, aunque secretamente y ya de antiguo todo eso lo sabía; pero yo juro a esa cristiana maldita que o me borraré el nombre con que se me conoce o muy poco ennoblecerá sus sienes la real diadema que hoy torpemente me arrebata.

Siempre podéis contar con vuestros Abencerrajes, dijo Aben Hamet en un arranque de felicidad y entusiasmo.

-Con ellos siempre cuento, respondió Aixa, y sabed estoy dispuesta a entregar a Isabel la perla de Occidente antes que verla regida por su impotente rey y su relegada esposa.

Separándose al momento de preferir estas palabras para tramar el plan que había de colocar otra vez en el trono al desventurado Boabdil y abrir las puertas de Granada a los reyes de Castilla,

V

Tiempo hacía que se encontraba prisionero Boabdil en poder de los cristianos. Receloso y pensativo arreglaba en su imaginación los medios de recobrar su perdido poderío, cuando por mediación de su madre Aixa y los acertados consejos de los capitanes cristianos decidiéronse los Católicos monarcas a poner en libertad al regio prisionero, previo el pleito homenaje de su desinteresada adhesión y con el laudable propósito de que atizando los bandos y disensiones civiles les hubiese más fácil la conquista de Granada.

Con no pequeña impaciencia llegó el rey desventurado a la frontera de su reino: allí supo con sorpresa haber quedado reducido su partido a unos cuantos leales servidores que agrupados en torno de su madre vivían casi olvidados en un modesto albergue en el barrio del Albaicín. No le arredó la noticia ni le hizo ceder en sus ambiciosos proyectos, sino que entrando presuroso cuando descuidados se encontraban los habitantes de su ciudad querida enarboló la bandera de la rebelión y en menos de dos horas hallábanse teñidas de sangre de zegríes y abencerrajes las plazas y las calles: salió vencedor en esta refriega el viejo rey: hizo pacto con su hijo de cederle parte de su poder en Almería a donde iría Boabdil a establecerse acompañado de sus secuaces y de la inflexible Aixa.

No fue bastante para Zoraya ver desaparecer de Granada a su terrible enemiga; la edad y los sufrimientos iban debilitando ya su valor y sólo quedaba vivo en su alma el ardoroso cariño hacia su esposo. Las últimas escenas de sangre y de desolación que había presenciado entristecieron de tal modo su espíritu que la alegría iba por momentos huyendo de su lado y parecía haber desaparecido la felicidad para dar entrada sólo al sufrimiento y a la pena.

(Continuará)

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Historias y tradiciones del Valle de Lecrín (y VII)

Julio 1995

Este relato es parte del libro de las Tradiciones de Granada, publicado en 1888. Su autor es el historiador y literato Francisco de Paula Villa-Real y Valdivia, nacido en Mondújar en 1848, autor de numerosos libros y que fue miembro de la Real Academia de las Ciencias y Artes de Cádiz y director de la Sociedad Económica de Amigos del País, entre otras cosas.

Recopilado por Ramón Castillo Román

(Continuación del n° anterior)

Se le reservó al Zagal una sombra de soberanía en algunos pueblos de Almería y Málaga y así viéronse por fin apaciguados los bandos civiles de Granada.

Pero un enemigo más encarnizado llamaba a las puertas de la ciudad santa y anunciaba con sus victorias la completa ruina del imperio de Alhamar. El atrevido reto de Muley iba produciendo sus efectos y el estandarte de Castilla se alzaba ya orgulloso por los campos de Granada. Las sucesivas conquistas de Fernando e Isabel sobrecogieron de tal modo el abatido espíritu de Boabdil que con traidora cobardía y desobedeciendo temeroso los consejos varoniles de su madre Aixa y del valiente Muza entregó la capital de su reino a los monarcas Católicos el 2 de enero de 1.492.

Más caballero y más digno que su padre le creía, no olvidó en las capitulaciones con los cristianos celebradas hacer más llevadera la desgraciada suerte de Zoraya y de sus hijos a quienes nunca trató sino como cariñoso hermano. Reservole a ésta el castillo de Mondújar con sus riquísimas posesiones, y para sus hijos una dilatada y fértil región en la táa de Orgiva.

No poco agradeció Zoraya el delicado obsequio de su pasado enemigo. Quiso dar también las gracias de estos beneficios a la magnánima Isabel y pasando a la ciudad para besarle las manos, deshecha en llanto contó a la reina su desgraciada historia. La belleza y el singular talento de Zoraya cautivaron a los católicos monarcas y cariñosos la trataron haciéndola algún tiempo permanecer en su compañía.

Era el principal objeto de los reyes al seguir tal conducta no sólo rendir justo tributo a la desgracia, sino también ver de atraer a la religión cristiana aquella alma arrebatada por la pasión. Los consejos de los reyes y la prudencia del primer arzobispo de Granada lograron tal resultado, haciendo que a los dos meses de estar Zoraya en la corte se reconciliase con sus antiguas creencias volviendo a tomar el nombre de Isabel en solemne acto apadrinado por los monarcas de Castilla. Sus hijos también abrazaron la fe católica tomando el apellido de la ciudad que los vio nacer, y enlazados con las más nobles casas de España fueron ascendientes de los actuales marqueses de Campotéjar y de otras lustres familias.

Sin embargo, no satisfacían a Isabel de Solís las delicias de la corte; absorta su alma en el recuerdo y sin más esperanzas ya que las que el cielo pudiera inspirarle, pensando que únicamente en la soledad hallaría lenitivo a sus pesares, solicitó y obtuvo de los reyes permiso para retirarse a su castillo sin pensar siquiera que no muy tarde había de experimentar allí el mayor de los sufrimientos. Transformó por completo el mirab en católica capilla y al mismo tiempo que se bendecía el templo levantado en Mondújar por la piedad de los reyes tenía sanción religiosa el oratorio de Isabel.

Tranquila y confiada pasó poco más de un año en su solitario retiro y hasta separada de sus hijos que ganosos de nombre seguían la Corte de Castilla cuando a mediados de 1.494 y apenas transcurridos dos de la conquista, se alzaron temerarios los moros de Mondújar bajo pretexto de ser oprimidos por las justicias y soldados y en son de ataque acometieron el destacamento cristiano, haciéndose después fuertes en la nueva iglesia. No fue en vano esta precaución, pues que sabedor Hernan Pérez del Pulgar del peligro en que estaba la guarnición de Mondújar, acomete furioso con los caballeros de su mando a aquella desenfrenada turba, que rechazándoles en la acometida les hicieron encerrarse en una de las principales casas del pueblo donde pasaron la noche expuestos a morir a no haber sido por el valor de Pulgar que esperando recursos se defendió con denuedo hasta el nuevo día en que los clarines anunciaron la llegada del socorro. Llegó éste en efecto traído por el Gran Capitán: salvaron a los heroicos cristianos y destrozaron a los moros que en su infernal rabia quemaron el techo de la iglesia (como aún hoy se advierte), escapando a esconder su humillación y su vergüenza en las escabrosas crestas de Sierran Nevada.

Atónita y llena de estupor había presenciado la infeliz Isabel la pasada refriega; desde su castillo pudo seguir los movimientos de la lucha, dispuesta a escapar hacia la sierra a la menor señal de acometida, hasta el siguiente día en que conocedora del vencimiento de los cristianos brindó con su alojamiento a los esforzados capitanes Pulgar y Gonzalo de Córdoba. Presurosos fueron ellos a ofrecer sus respetos a la noble dama ganosos de conocer el ponderado palacio de los árabes; algunos de la escolta acompañaron a los jefes y no fue pequeña la admiración y el espanto de todos cuando al entrar la comitiva en el regio salón y apercibir Isabela uno de los guerreros recién venidos de Castilla desmayose de repente lanzando un grito penetrante y agudo.

La palidez del caballero puso a todos en deseo de conocer aquella historia misteriosa descifrada más tarde cundo volvió en sí la desmayada señora y a sus plantas se arrojó el esforzado capitán Alonso de Venegas.

-Es posible, Isabel de mi alma, que te encuentre ahora para perderte? De qué me sirve buscarte sin cesar si ahora despiertas a mi presencia en brazos de la muerte?

-He muerto para ti, mi prometido de otros tiempos;' la edad de las ilusiones ya ha pasado y sólo queda en mi corazón un recuerdo de agradecimiento por el que tanto quise. Ve a buscar en la guerra una distracción a tus pesares y no te acuerdes de mi sino para llorar mi desventura.

Fue tal el decidido ademán con que la noble señora pronunció estas palabras que el esforzado guerrero no pudo escuchar más aquella voz que tanto le enloquecía y saliendo presuroso de la estancia, donde creyó hallar la dicha, desapareció de sus compañeros, sabiéndose mucho después su desgraciada muerte acaecida en el fragor del combate.

No consintió Pulgar que permaneciese más tiempo Isabel de Solís en el castillo. Los dolorosos recuerdos la mataban y así, obligándole a dar el último adiós a aquel asilo misterioso de sus placeres y alegrías la acompañó hasta la corte, yendo después a morir practicando las más esclarecidas virtudes en un pequeño pueblo de Castilla.

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