EL PUENTE DE GOR A DÚRCAL

Sacado de Centro de Estudios Pedro Suárez

Resulta infrecuente que un puente haya ocupado dos espacios diferentes en el tiempo, en especial si tenía una longitud superior a los 200 metros. Esa es parte de la insólita historia del viaducto ferroviario de la línea Baza-Guadix, que debía salvar el profundo valle del arroyo de Gor. Obra de un equipo integrado por los ingenieros Juan Cervantes, José Moreno, Stanislav Bassinsky y Silvestre Fernández de la Somera, el proyecto definitivo de 1904 sería el primero en España del tipo “puente-grúa” o “cantilever”, compuesto de dos tableros distintos apoyados sobre un estribo y sobre una pila.

La inestabilidad del terreno determinó que las pilas fueran metálicas, en lugar de cantería. Aunque el viaducto quedó abierto a la circulación a finales de 1906, problemas derivados de filtraciones de agua amenazaban su estabilidad. Ello determinó que los pasajeros debieran bajar del tren y salvar el barranco a pie, ante el constante peligro de colapso. Seis años después de inauguraba un nuevo puente, aguas arriba, mucho más sencillo, pero que aumentaba el recorrido en dos kilómetros y las pérdidas de la compañía en un millón de pesetas.

Una segunda vida esperaba al desgraciado viaducto cuando los responsables de los tranvías eléctricos de Granada propusieron su reutilización en la proyectada línea Granada-Motril, sobre el escarpado valle del río Dúrcal. Reducido en longitud, pero suplementados los pilares en altura, quedó inaugurado en julio de 1923. El popularmente conocido como “Puente de Lata” permanecería en servicio hasta 1974 sin la menor incidencia.



Construyendo el Puente Gtande en Gor


Viajeros bajando del tren en el Puente Grande