Trabajo de Carmelo A. García Campoy
Universidad de Granada
RESUMEN
Durante el último tercio del siglo XVII, España se sumió en otra nueva crisis
poblacional ocasionada por la peste y las malas cosechas de 1678 y 79. Este
hecho influyó en la comarca del Valle de Lecrín, paso obligado de mercancías
entre Granada y la Costa que sucumbió de forma severa en la población, donde
además la Diócesis embargó el poco trigo almacenado. Los vecinos vieron
amenazadas sus vidas llegando a tomar decisiones impensables para salvarse. Al
analizar dicho fenómeno se han visto otras dos crisis posteriores que, aunque
pareciesen menores, alteraron las vidas de esta comarca rural de Granada.
ABSTRACT
During the last third of the 17th century, Spain plunged into another new
population crisis caused by the plague and the bad harvests of 1678 and 1679.
This fact influenced the region of the Valle de Lecrín, an obligatory passage of
goods between Granada and the coast that it succumbed severely in the town,
where the Diocese also seized the little stored wheat. The neighbors saw their
lives threatened, coming to make unthinkable decisions to save themselves. When
analyzing this phenomenon, two other subsequent crises have been seen that,
although they seemed minor, altered the lives of this rural region of Granada.
A lo largo de la historia la humanidad ha luchado continuamente contra las enfermedades y grandes epidemias, las cuales siempre han sido un punto de inflexión para la propia historia de la población y por ende de la medicina.
El siglo XVII fue una época muy complicada debido a los problemas sanitarios que surgieron. En este caso nos vamos a centrar en el Valle de Lecrín, una comarca cercana a Granada, la cual se vio muy afectada por el llamado Mal Contagio, conocido también como la peste de 16791.
Se han documentado varias epidemias de peste a lo largo del siglo XVII quedando claros tres momentos importantes, que fueron 1596-1602, 1647-1650 y 1675-16832, comportándose de forma diferente en la ciudad de Granada y provincia3.
El último tercio del siglo XVII fue especialmente difícil para la población en general. Si bien es cierto que años atrás hubo otras grandes epidemias, la de 1679 fue un duro golpe para el Reino de Granada y por ende para el Valle de Lecrín.
Si nos ponemos en antecedentes, un reciente estudio sobre las epidemias de la ciudad de Granada a mediados del siglo XVII determina que en esos años se produjo en realidad una epidemia de tifus exantemático y no la peste bubónica como hasta ahora se pensaba4. Si bien es cierto que podría haberse confundido una enfermedad por otra, en esos años las más mortíferas fueron la peste, el tifus y en menor medida la gripe, el cólera, o la malaria5. A su vez, un posible brote de disentería en 1635 en Granada pone de manifiesto el problema de las aguas contaminadas de la acequia de Axaris o de San Juan, la cual se transmitiría posteriormente por la falta de higiene personal o en la manipulación de los alimentos, teniendo síntomas similares a la peste o el cólera6. Esto nos invita a pensar que los estudios cada vez son más exhaustivos y, aunque no cambien los resultados que se produjeron en la población, si lo hacen sus motivos.
Aun así, la peste fue el azote tanto de este siglo como del precedente. A partir del año 1600 Granada tuvo varias enfermedades infecciosas como la de peste de ese mismo año, de donde salieron varios tratados acerca de ella. Joaquín de Villalba nos cuenta como Granada tuvo una enfermedad epidémica en uno de sus barrios al enterrarse más de cien muertos en un hoyo7. En 1637 el doctor Iván de Biana publica un tratado sobre las causas y curación de la peste que se dio en la ciudad de Málaga8.
Quizá la epidemia de 1678-79 fue de las más conocidas. Así, Villalba nos indica como Málaga gozaba de buena salud hasta que llegó un barco procedente de Orán, plaza que padecía esta epidemia desde el año anterior9.
El contagio fue rápido y llegó a Granada y el Valle de Lecrín de manera explosiva siendo El Padul uno de los más damnificados como relata el profesor Domínguez Ortiz10. Por otra parte, a pesar de que se demuestra que la peste tuvo mayor incidencia en la ciudad que en zonas rurales11, es cierto que en el Valle de Lecrín, y concretamente en aquellos pueblos más cercanos a la ciudad, como El Padul, Las Albuñuelas o Nigüelas, se observa que la peste hizo verdaderos estragos en la población12.
Las malas cosechas, la falta de lluvia y las enfermedades fueron objeto de súplica por parte de la población. No faltaban los rezos y todo tipo de representaciones para paliar los males que azotaban. Así, las epidemias de peste fueron tan problemáticas para la sociedad que pronto fueron representados los santos protectores San Roque y San Sebastián en la iconografía moderna. Además, San Sebastián, aunque no fuese considerado como uno de los Catorce Intercesores, fue representado protegiendo a los devotos con las flechas de la peste13. Por otra parte San Roque, natural de Montpellier y nacido en 1295, es representado también por haberse curado de la peste, apareciendo el mismo con un bubón pestilente en el muslo, y no en la ingle por decencia. Se le atribuye el milagro de cesar la peste en 1414 durante el Concilio de Constanza o el Concilio de Ferrara de 143914.
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Lámina 1. Santos Protectores contra la peste. Autor: Cornelis Galle. Siglo XVII. Fondo de la Biblioteca Nacional de España |
Lámina 2. San Roque intercediendo por las víctimas de la peste.
Autor: Peter P. Rubens. Siglo XVII. Fondo de la Biblioteca Nacional de España. |
El Valle de Lecrín se encuentra en las estribaciones de Sierra Nevada, en su parte suroccidental. Se compone de ocho municipios y éstos a su vez de 18 núcleos de población con sus anejos15. En el siglo XVII se incluía también el municipio de Lanjarón como parte de la comarca pero pasó a formar parte de La Alpujarra en el último cuarto del siglo XX16. Por otra parte hay que citar a Tablate, un pequeño núcleo que dependió de Lanjarón, de Béznar, Ízbor e incluso de Pinos del Valle por último, y que se despobló en la última década del siglo pasado. A pesar de tener un enclave privilegiado la zona de Tablate sumó numerosos episodios bélicos fomentando el éxodo rural y su consecuente aislamiento, así como la falta de tierras de labor que si se encontraban en la vega de El Padul o en Dúrcal17. En el mapa 1 podemos ver la distribución de los pueblos y su extensión, viendo gráficamente los de mayor tamaño junto a los que tenían pocos vecinos.
Mapa 1. Distribución del Valle de Lecrín. Autora: Rocío Iglesias de Haro, 2023.
Los estudios demográficos acerca de población rural todavía necesitan de una amplia investigación ya que sería necesaria para el conocimiento de las familias y su implicación en la sociedad. Aún así, las líneas de investigación van pivotando hacia ejes más cualitativos que cuantitativos18, adquiriendo de esa forma más conocimiento de estas zonas. Sobre el Valle de Lecrín no se han hecho prácticamente trabajos de esta índole, por lo que es necesario ir supliendo esta carencia para completar el conocimiento de la comarca. Uno de los últimos estudios ha sido el trabajo fin de máster inédito de Rocío Iglesias de Haro donde hace un repaso por la demografía de El Padul desde 1635 a 173519. Por otra parte, se han realizado estudios poblacionales acerca de los distintos pueblos de la comarca como Tablate, Ízbor, El Padul y Dúrcal20. Cierto es que sobre la repoblación tras la expulsión de los moriscos tenemos una amplia bibliografía, pero sigue necesitándose que se ahonde un poco más en la cuestión.
Nuestro periodo de estudio (1675-1695) se centraba principalmente en sacar a la luz cómo se comportó la peste en el Valle de Lecrín. Pero al recoger dos décadas se han podido observar tres grandes crisis que afectaron a la comarca, con especial atención a los pueblos más grandes y no tanto a los pequeños y sus anejos. Dichos picos de mortalidad se concentraron en 1679, 1683 y 1689, variando según los pueblos y el grado de aislamiento que tenían. Así lo veremos en Las Albuñuelas cuando intentan hacer un cordón sanitario con la parte baja del pueblo y evitando además que llegara al resto del mismo.
En este contexto hay que ver que el Valle de Lecrín se encuentra situado a caballo entre la ciudad de Granada, la Costa y La Alpujarra. Los caminos fueron muy importantes en esta época, conociéndose tres vías principales en la zona del Valle de Lecrín. En primer lugar, un camino desde Granada a Almuñecar pasando por El Padul y Las Albuñuelas, otro desde Granada a Motril entrando por El Padul, Restábal y Pinos del Valle, y un tercero desde Granada a Ugíjar, empezando por El Padul, Dúrcal, Béznar hasta llegar a La Alpujarra21. Por otra parte, los caminos secundarios conectarían las poblaciones más pequeñas con las más grandes y sus anejos. Estas vías tan transitadas por el paso de personas y mercancías fueron a su vez un importante trasmisor de enfermedades, siendo pocos los pueblos que se libraron de ellas.
Los caminos fueron el vehículo principal de propagación de las enfermedades pero hay que ver también aquellas que podían ser causa directa de la situación socioeconómica de la zona. En este caso hay que hacer hincapié en las malas cosechas. El trigo era un gran indicador de la economía. Una mala cosecha podía ser un elemento catastrófico para la población, guardando una estrecha relación entre alimentación y contagio22. Tal que así ocurrió en la gran epidemia de 1678 y 1679, ya que hubo una gran carestía de este cereal en 1678. Los precios del trigo en la ciudad de Granada para ese año, según el patronato de don Diego Rivera, fueron de 89’6 reales por fanega, un 35’96% más caro que el año anterior, y un 159’71% más que en 1677.
Este precio fue el más alto desde 1642 hasta 1700 según Rabasco Valdés23. Esto ya nos indica una falta del cereal que hizo que sus precios escalaran de forma significativa. Estos datos se pueden entender mejor con el embargo de trigo que realizó la Diócesis de Granada a todas las parroquias de las comarcas del Valle de Lecrín, la Vega y Sierra de Granada. Bartolomé Sánchez de Valera, notario eclesiástico, recoge, por mandado del señor Arzobispo de Granada, fray Alonso Bernardo de los Ríos y Guzmán24, que el embargo se hiciera para la previsión del cereal por las malas cosechas que ya venían teniendo en todo su entorno, extendiendo el territorio a toda Andalucía25. El propio inicio del documento ya nos indica que se debe hacer, parroquia a parroquia, por lo que veremos la cantidad de trigo que guardaba cada beneficiado.
A continuación se incluye la transcripción de parte del documento:
…por quanto Dios nuestro señor a sido seruido que se continúen las malas cosechas de trigo en este arzobispado y en otras ciudades, villas y lugares de su entorno y generalmente en toda Andaluçía, por lo qual debemos temer que en adelante aya falta de pan en esta çiudad y en otras villas y lugares de este nuestro arzobispado. Por tanto, deseando ocurrir en la parte que fuere posible a semejante aprieto, que los frutos que Dios nuestro señor vbiere sido seruido de dar en las tierras deste dicho arzobispado mediante el trabajo y sudor de los moradores y feligreses de él, se consuman y gasten entre los mismos y sirban para la sementera del año que viene sin dibertirse ni extrabiarse a otros lugares de fuera…
Con estas palabras lo que se intenta asegurar es el sustento para la propia demarcación y evitar que saliese fuera de ella el poco trigo que había almacenado. De esta manera se demuestra que la falta de éste afectó gravemente al día a día de las familias, influyendo sobre todo a su salud, por lo que un azote de peste o cualquier otra epidemia era el caldo de cultivo perfecto para la catástrofe.
Otra de las grandes crisis que se produjeron fue la de 1683. Aunque la peste tiene una horquilla cronológica desde 1676 a 1684, según las zonas geográficas, hubo un año importante de sequía en 1683 en el sur de España, afectando sobre todo a la población campesina y creándose disputas por los propios riegos. Estos hechos fueron seguidos por una epidemia de tifus que afectó principalmente a Castilla y Andalucía hasta el año 1685. Cuando comenzó a llover lo hizo de forma torrencial destruyendo las cosechas y sumiendo en una nueva crisis en el año 168426.
Así pues, según los datos que aporta el profesor Sánchez-Montes27 sobre las parroquias de la ciudad de Granada en ese año de 1683, observamos que existe un aumento de la mortalidad nada desdeñable, que volverá a contraerse en los años posteriores. Aún así este aumento de las defunciones no ocurre en todas las parroquias por igual. Este hecho se ha visto reflejado en el Valle de Lecrín, donde la mayoría de las defunciones se producen en ese año de 1683 y algunas sobrepasan hasta 1685. Como bien se ha visto en la epidemia de peste, en este caso las condiciones meteorológicas implicaron malas cosechas y por tanto mayor debilidad ante la carencia de alimentación.
La carestía del alimento podría estar detrás de una nueva crisis en 1689. Estos datos parecen ser más de tipo comarcal puesto que en la ciudad de Granada no se ven aumentadas las muertes para esos años de 1688 y 1689. Posiblemente las malas cosechas que se dieran en el Valle de Lecrín fueron las causantes de los fallecimientos elevados. Sin embargo no afectó por igual a todos los núcleos de población, siendo El Padul el más perjudicado y teniendo un comienzo en el año 1688. Las parroquias menores apenas notaron esta nueva incidencia siendo el mayor peso para las mayores como son Dúrcal, El Padul, Nigüelas, Cónchar, Cozvíjar y Mondújar, aunque estas tres últimas podrían estar relacionadas por su cercanía a la vega de El Padul y Dúrcal.
En el estudio realizado por Rocío Iglesias sobre El Padul se determina que hubo sobre todo muertes en personas adultas sin un patrón que indicase una crisis por enfermedad infecciosa28. Pero cuando analizamos los datos de las demás parroquias del Valle de Lecrín se observa que esta crisis no fue exclusiva de El Padul sino que afectó a más parroquias como se ha apuntado anteriormente. En Dúrcal por ejemplo murieron más criaturas que en El Padul y el aumento de las defunciones se produjo de forma exponencial en el mes de agosto para desplomarse en el mes de octubre.
Para poder llevar a cabo este estudio se han utilizado los libros parroquiales del Valle de Lecrín29, contando con un total de 17 núcleos. Se da la circunstancia que hay pueblos cuyos registros están incompletos, ofreciéndonos datos muy posteriores de los fallecimientos, como es el caso de Dúrcal ya que las defunciones de este pueblo comienzan en el año 1689, no teniendo por lo tanto datos que nos puedan discernir el devenir de la mortalidad para esa cronología. A su vez también se ha incluido al municipio de Lanjarón puesto que perteneció al Valle de Lecrín hasta el último tercio del pasado siglo XX. Algunos de estos libros contemplan varios de los pueblos ya que un mismo cura era el responsable de varias parroquias simultáneamente. Así pues cuando investigamos el pueblo de Lanjarón tendremos partidas del deshabitado Tablate, ocurriendo lo mismo con Melegís y Murchas, Mondújar, Talará y Acequias, o el actual municipio de Villamena, que se compone por los núcleos de Cozvíjar y Cónchar.
Si bien el estudio se centraría en conocer el impacto del Mal Contagio de 1679 en el Valle de Lecrín, se ha realizado el análisis de dos décadas para ver las variaciones que ocurrieron durante ese periodo. En este caso se comienza a tomar información desde el año 1675 hasta el año 1695. En esta horquilla cronológica veremos que hay varios núcleos que no conservan los documentos en los primeros años, como el caso de Dúrcal, Restábal y Saleres. En menor medida lo veremos también en Tablate e Ízbor. Se han analizado un total de 8834 partidas en toda la comarca, correspondiéndose con 3384 defunciones y 5450 bautismos. Ni que decir tiene que las defunciones están incompletas, ocurriendo también en algún pueblo con los bautismos. A priori tendríamos un crecimiento vegetativo positivo de la población de la comarca pero se debe ahondar más en la investigación para solventar estas lagunas.
En el gráfico 1 podemos ver los picos de mortalidad que se sucedieron en el Valle de Lecrín a lo largo de estas dos décadas. Como ya se ha apuntado veremos las tres grandes crisis que afectaron a la comarca así como pequeñas fluctuaciones que serían producto de la propia idiosincrasia de cada pueblo. Aunque se ha visto que hay más nacimientos que defunciones hay que matizar que muchas personas y familias completas emigraron dentro de la propia comarca hacia pueblos más prósperos y con más salidas laborales, siendo el caso de El Padul, que además fue el más castigado en estos tres periodos30.
Gráfico 1. Distribución de la mortalidad por pueblos en el Valle de Lecrín
(elaboración propia).
En las dos décadas de estudio se ha podido observar que existen varias crisis de mortalidad en el Valle de Lecrín, que en algunos casos serán las mismas que afectaron al Reino de Granada y al resto del país. El caso más llamativo será el del año 1679, que correspondería con la peste, también conocida en aquel tiempo como el Mal Contagio.
A nivel de España las medidas sanitarias para la contención de la peste fueron las propias fronteras municipales las que contribuyeron a su sujeción, ocurriendo en la epidemia de peste de 164731. Así pues, más de treinta años después, esto mismo se constata en el pueblo de Las Albuñuelas pero dentro de su propia demarcación.
Otras crisis significativas se dieron en los años 1683 y 1688-89, no afectando por igual a todos los pueblos de la comarca. A continuación veremos cuál fue la mortalidad por parroquia y por lo tanto su impacto en la población.
En la parroquia de San Juan Bautista de Mondújar llegaron a enterrarse para el año 1679 un total de 17 personas, que aunque a priori pudiera parecer una cifra muy baja, si tenemos en cuenta los años anteriores y posteriores vemos que la mayoría de las veces no llegaban a 10 fallecidos por año y otras no pasaban de cinco, siendo el caso del año 1678 con tres fallecidos y el año 1680 con dos.
De estos 17 fallecimientos de 1679 tan sólo hubo cuatro adultos, tres mujeres y un hombre, y el resto criaturas. En algunos casos sabremos el sexo del menor ya que se especifica el nombre, pero la mayoría de las veces es indeterminado, al igual que tampoco sabemos la edad. Acerca del poder adquisitivo de las familias se enterraban en sepultura propia o sepultura de pobres, habiendo cinco sepulturas propias y dos de pobres identificadas. Por otra parte, cuando hacían testamento se podía saber su riqueza según el número de misas que dejaban encargadas por su alma, implicando así un estatus social más elevado. En este caso tan sólo nos encontramos una persona que deja encargadas 400 misas que, aunque no especifica la partida el tipo de sepultura, se sobreentiende que ésta era propia.
A su vez la mayoría de los fallecimientos en este año se produjeron entre el 13 de julio y el 11 de octubre, pasando pocos días entre unos fallecimientos y otros, siendo los meses de julio y septiembre los que más muertes registran.
Por otra parte, si analizamos el gráfico 2 vemos que hubo otros episodios de mortalidad como los de 1675 o 1688, donde fallecieron 6 niños en 1675 entre los meses de febrero y abril. En principio no son datos significativos, pero al compararlos con los nacimientos nos damos cuenta que de las dos décadas analizadas, hubo 10 años que tuvieron un crecimiento vegetativo negativo.
Gráfico 2. Natalidad y Mortalidad de Mondújar. 1675-1695
Con respecto a Talará y Acequias se observa que hay varios años en los que no ha habido fallecimiento alguno, por lo que nos puede llegar a indicar que, por un lado, realmente no se llegaron a anotar todas las defunciones, y por otro que, al tener menos población, y ser anexos de Mondújar, éstos se inscribieran en Mondújar o bien realmente no hubo fallecimientos en esos años. Esto nos muestra que, en el año 1679, Talará no registró ninguna muerte al igual que los cuatro años siguientes, y Acequias por su parte tan sólo tuvo tres fallecidos, teniendo años con una o dos muertes y otros con ninguna. Por tanto, si las cifras de las que se disponen son las correctas, la epidemia de peste de ese año no llegó a afectar a estos dos pueblos del Valle de Lecrín, al menos con respecto a las muertes.
Cuadro 1. Datos absolutos de bautizados y fallecidos en Mondújar, Talará y Acequias.
Bautismos | Defunciones | Total | Saldo | |
Mondújar | 144 | 133 | 277 | + 11 |
Talará | 126 | 28 | 154 | + 98 |
Acequias | 63 | 25 | 88 | +38 |
Total | 333 | 186 | 519 | +147 |
Cuando analizamos los bautismos de los anexos de Talará y Acequias32 junto
con las defunciones, observamos que salvo el año 1693 en Talará, los demás años
fueron positivos en cuanto a crecimiento de la población. No obstante, estas
parroquias tendríamos que mirarlas con perspectiva debido a que, en ocasiones,
no queda exactamente muy claro de dónde son vecinos los finados o los
bautizados, ya que se inscriben las tres parroquias en un mismo libro. En el
cuadro 1 se muestran los datos absolutos de la parroquia de Mondújar y sus
anejos de Talará y Acequias, donde el saldo vegetativo, a pesar de las crisis
ocurridas, fue positivo, con un incremento poblacional de 147 personas.
El Padul es el pueblo más grande de la comarca y por lo tanto su parroquia hay que considerarla como parroquia mayor, ya que además dependían de ella otros pueblos como Dúrcal, Cónchar, Cozvíjar y Nigüelas33. A pesar de ello, los demás pueblos anotaban por separado las series vitales en sus propios libros, salvo Cónchar y Cozvíjar que tenían un registro conjunto hasta el primer tercio del siglo XVIII.
Al tener mucha más población, los datos son más representativos, tal y como ocurre con los pueblos de Dúrcal, Nigüelas o Las Albuñuelas. Durante las dos décadas analizadas se observan hasta tres episodios de mortalidad inusual, donde el predominante es el de 1679, siguiéndole otro en 1683, y por último el correspondiente a los años 1688-89.
Mientras la media de las defunciones se sitúa en 24`42 fallecimientos por año, vemos claramente el impacto que supuso la peste en este pueblo, llegando a fallecer 121 personas, casi 100 más de lo normal. Esto implicó un decrecimiento de la población en 94 personas, siendo lo habitual que el pueblo creciese. La epidemia de peste se inició en El Padul en el mes de mayo con el fallecimiento de José del Hoyo, y siguiéndole, pocos días después su hija Petronila34. A su vez también falleció Leonarda del Hoyo, pariente directa de los anteriores, y que murió entre José y Petronila.
A renglón seguido tenemos que decir que existiría aquí un contagio intrafamiliar que se fue extendiendo de unas casas a otras. A partir de estos primeros casos las muertes se multiplicaron sobre todo en julio y agosto, teniendo un descenso paulatino a partir de septiembre y espaciándose los fallecimientos en el tiempo.
El 15 de julio de 1679 nos encontramos una alusión al contagio en El Padul, cuyo libro tiene una cronología que abarca desde 1655 a 1683, donde dice lo siguiente35:
«los cuerpos siguientes murieron en el hospital que se hizo el año pasado de setenta y nuebe por el contajio que ubo en esta villa».
Lámina 3. Referencia a la peste de 1679 en El Padul.
Este dato ya nos está indicando que probablemente las partidas no se pasaran al libro hasta el año 1680, pero existiendo en los minutarios o borradores, dando a entender que los fallecidos a partir del 15 de julio fueron causados por el propio contagio. Pero si observamos las partidas anteriores a esta fecha, vemos que se multiplican a partir de junio y se disparan exponencialmente los primeros días de julio. Durante ese mes, desde el 15 de julio, se contabilizan 70 personas fallecidas hasta el 15 de agosto, siendo el mes más mortífero.
En las partidas se pueden distinguir hasta tres zonas de entierros. La primera y más habitual sería en el cementerio, la segunda, en la zona llamada el carnero, y el tercero, en el campo. Los dos últimos los podemos relacionar directamente con la crisis de mortalidad que se ocasionó con el contagio, y a su vez, el carnero, estaría estrechamente relacionado con el hospital instalado en la villa, que sería uno o varios edificios ya existentes destinado al cuidado de los enfermos36.
Por último, como se ve en otros pueblos de la comarca, también se enterraron los cuerpos en el campo37. En el gráfico 3 se aprecia claramente el impacto que tuvo la peste para la población paduleña, siendo más lenta la recuperación de la misma. A pesar de ello, en las décadas que se muestran, la población tuvo un crecimiento de 103 personas, ya que se produjeron 637 nacimientos frente a las 534 defunciones registradas.
Gráfico 3. Natalidad y Mortalidad de la parroquia de El Padul. 1675- 1695.
En dicho gráfico podemos ver, como se ha apuntado antes, la otra crisis que tuvo el pueblo, siendo en el año 1683, falleciendo el doble de las personas que las que nacieron. Entre los meses de junio y septiembre se produjeron una serie de muertes de criaturas38 y jóvenes39, no siendo significativo para la población adulta. Al afectar más a niños y jóvenes, y en dicha época del año, parece indicar que las muertes pueden estar relacionadas con algún patrón infeccioso vírico. Si bien es cierto que en esta época no se escribían las causas de la muerte, salvo excepciones, es muy probable que sea algún tipo de rotavirus el causante de ello, ya que además hubo contagios intrafamiliares donde fallecieron varios de sus miembros40.
Tras este episodio de 1683 se produjo otro que tendría su máximo en 1689 y que comenzó el año anterior. A priori tuvo menos impacto que las anteriores pero quizá se suavizó debido al número de nacimientos que hubo en 1688, ya que superaba al año 1679 y al de 1683. En este caso no se llega a tener un patrón infeccioso definido, afectando a adultos principalmente. De los 36 fallecidos de 1688 tan sólo hubo ocho entierros de criaturas, dos mancebos, dos doncellas y el resto fueron adultos. Analizando a las personas nos damos cuenta que no hubo fallecimientos de la misma familia en un corto periodo de tiempo. En 1689 fallecieron un total de 37 personas, de las cuales dos fueron criaturas, siete fueron mancebos y el resto fueron adultos. Tan sólo vemos dos casos de fallecimientos con parentesco, ya que Juana Terrón fue enterrada el 26 de septiembre y su marido, Salvador de Sigüenza, fue enterrado el 1 de octubre. No podemos afirmar por tanto cual fue la causa del aumento de fallecimientos en estos dos años, pero vemos que el patrón se repite en ambos años, pues la mayoría de los fallecidos se produjeron entre mayo y septiembre.
En este pueblo no podemos constatar con las fuentes parroquiales los fallecimientos hasta 1689 porque no se encuentran registros de ellos. Si bien es cierto que desde que se comenzaron a inscribir las partidas, las defunciones en Dúrcal se iniciaron también junto a las otras dos series vitales, pero sólo hasta el año 1611. Por otra parte, en el Archivo Histórico de Protocolos de Granada podríamos obtener algunos datos, aunque parciales, que nos dieran pistas acerca de cómo azotó la peste en 1679 a Dúrcal.
Por el contrario sí que disponemos de las series de bautismos y matrimonios completa. Esto nos ayudará a entender un poco más el patrón de la población antes de 1689 al ver un comportamiento similar entre unos años y otros. En la gráfica 4 podemos ver esa falta de información, comenzando con un pico en las defunciones como ocurrió en El Padul.
Los bautismos tan sólo fueron 18 frente a las 41 defunciones, teniendo por tanto un crecimiento vegetativo negativo. En el caso de Dúrcal vemos que hay más fallecimientos de menores o criaturas con un total de 15. A su vez fallecen dos doncellas y un mancebo, mientras que el resto son adultos. Hasta en tres ocasiones mueren dos individuos de la propia familia, pero con meses de diferencia, siendo el caso de Gerónimo, hijo de Domingo López y María de Soria, que falleció el 18 de marzo, y su padre que lo hizo el 26 de octubre. Otro caso es el de Gerónimo Carrasco, marido de María de Aranda, que falleció el 3 de agosto, mientras que su hija María, menor, murió el 20 de diciembre. El tercer caso fue el de Inés, criatura hija de Luis de la Puerta y Juana Badía, que falleció el 30 de noviembre, mientras que su hermana Francisca Cobo murió el 10 de diciembre41.
Estos casos nos podrían indicar, no ya una afección contagiosa, ya que se dilatan en el tiempo, sino más bien una crisis de subsistencia que afectó a las familias más pobres.
Gráfico 4. Natalidad y Mortalidad de la parroquia de Dúrcal. 1675-1695.
Este pueblo se sitúa al suroeste del Valle de Lecrín, limitando con los municipios de El Padul, El Valle y Villamena, además de Jayena, Otívar, Lentegí y Los Guájares, ya pertenecientes a otras comarcas. En el año 1679 este pueblo intentó hacer un cordón sanitario con el llamado Barrio Bajo, perteneciente a su término, para evitar el contagio de la peste, pero no lo consiguió. Tanto es así que no encontraba a ninguna persona para poder enterrar a los muertos. A continuación se aporta la transcripción del documento que se encuentra en el libro primero de defunciones al folio 114:
Memoria de los difunctos que fallecieron de mal contagio en este lugar de Buñuelas este año de 1679, los quales començaron desde Francisco de Medina, que falleció el día veinte de mayo, aunque se disimuló hasta el día quinçe de junio, que por aver amaneçido este día siete personas difunctas en el barrio bajo de este lugar, se declaró el mal contagio por averse reconozido el día antes por Juan de Palma, cirujano de este lugar. Tenías estos enfermos berrujones o landres en las yngles, lo qual, visto por los […]42 destos dos barrios altos, supusieron guardas para guardarse de el dicho barrio bajo, se sobreseió en los entierros y çesó totalmente el comercio. Dióseles orden para que ellos por si enterrasen los difunctos en la parte más cómoda, y aunque al prinçipio lo hiçieron, después, creçiendo el mal, huieron todos, y fue neçesario que destos barrios se enbiase persona para sepultar los muertos por dosçientos ducados que se obligaron a darle por su travajo y sustentarle el tiempo que gastase en esta ocupazión porque con los cuerpos muertos y su putrefacçión no se infiçionase el agua y fuese maior el daño, y porque se dejaban los cuerpos muertos por los campos huiendo de ellos y de el sitio donde estaban sus deudos amigos y más çercanos parientes, dando lugar con esto a que los perros se los comiesen como con efecto suçedió con uno que quando fue dicho enterrador a poner cobro, ya se lo avían comido, el qual era persona de quenta y que tenía hermanos y muchos parientes, que todos le dejaron y huieron, y lo mismo hiço su muger. Otra muchas cosas suçedieron que no son deste lugar pero todas hijas de el temor y espanto que ocurrió en todos los difunctos.
A tenor de la información que nos da el documento poco se puede dar a la interpretación ya que deja claro los momentos tan difíciles que se vivieron en Las Albuñuelas, además de otros lugares. A continuación del documento se detallan las personas fallecidas por peste, y en alguna ocasión se encuentran detalles que aseveran la crueldad de la misma:
…una niña de hedad de ocho meses hija de esta Çeçilia43 y de Francisco de Chica Ocaña, que según afirmaron muchos se la comieron viva los perros por omisión de su padre, que pudo favoreçerla y no quiso, sino huir dejándola viva al sol ençima de la sepultura de la madre que acababa de enterrar, aunque los que estaban a la vista le rogaron la favoreçiese ofreçiendo aiuda de costa para criarla, todo lo despreçió y huió por reservar su vida, hecho más que defiera ingrato y cruel digno de qualquier castigo44.
Después de las anotaciones de personas fallecidas por la peste nos encontramos una serie de testamentos que se hicieron mientras ésta duró, para luego, el 3 de octubre, anotarse la partida de María de Lis como la primera que se hizo después del contagio, haciéndose dicho entierro en público en el cementerio de la iglesia. Este hecho nos muestra que Las Albuñuelas quedó libre de la peste a partir de ese momento45.
Fue tal la crueldad que tuvo la peste en este pueblo que los bautismos en 1680 descendieron bruscamente, con lo que el saldo poblacional resultó ser negativo a pesar de haber bajado de 112 personas fallecidas en 1679 a 27 personas en 1680.
En la gráfica 5 vemos el picó que ocasionó la enfermedad además de otro del año 1683 y 1685. Los fallecimientos de 1683 fueron un total de 49, y éstos comenzaron a aumentar a finales de agosto contabilizándose once criaturas consecutivas hasta el 16 de septiembre, y siguiendo las muertes de menores aunque algo más espaciada en el tiempo. Analizadas las familias se observa que varios miembros de una misma familia fallecen en pocos días, mientras que otros son a los tres meses. Detrás de este fenómeno podría estar una enfermedad infecto-contagiosa. A su vez, las malas cosechas y por ende la carestía de alimentos podrían ser otros de los causantes que produjeron tantas muertes en 1683, coincidiendo con otros pueblos de la comarca. En el año 1685 fallecieron 36 personas frente a las 28 que nacieron, siendo por tanto otro año negativo para la población. En este caso el aumento de muertes se produce en agosto, descendiendo levemente en septiembre y estabilizándose a partir del mes de octubre.
Gráfico 5. Natalidad y Mortalidad de la parroquia de Las Albuñuelas.
1675-1695.
El municipio de Villamena, compuesto actualmente por Cónchar y Cozvíjar, se comportó de manera opuesta uno con respecto al otro, donde Cónchar no sufrió casi ninguna crisis, a excepción de 1689, 1691 y 1694, y por el contrario Cozvíjar tuvo un total de diez años negativos en crecimiento de población, aunque con poca repercusión en el año 1679. En el cuadro 2 se ofrecen los datos absolutos de bautizados y fallecidos de ambas poblaciones, donde Cozvíjar ha tenido un crecimiento más lento con respecto a Cónchar en el mismo periodo de tiempo. También es cierto que Cozvíjar sería más fácil de contagiarse debido a que sólo la separa de El Padul la laguna que tiene este último municipio, donde bastantes vecinos de ambos pueblos coincidían en las labores agrícolas en la vega paduleña. Por el contrario Cónchar, anejo de Cozvíjar, estaba mucho más aislado que éste y que otros pueblos del Valle de Lecrín, no estando situado en la red de caminos principales.
Cuadro 2. Datos absolutos de bautizados y fallecidos en Cónchar y Cozvíjar.
Bautismos | Defunciones | Total | Saldo | |
Cozvíjar | 181 | 162 | 343 | + 19 |
Cónchar | 138 | 97 | 235 | + 41 |
Total | 319 | 259 | 578 | + 60 |
Otro de los grandes núcleos de población de la comarca fue Nigüelas, con parroquia independiente a las demás, conservando la documentación en muy buenas condiciones46.
Quizá por cercanía a Dúrcal y El Padul, tuvo una repercusión importante durante la epidemia de peste, ya que con un total de 49 fallecidos en 1679, multiplicaba por siete los del año anterior, para reducirse a las mismas cifras al año siguiente, siendo siete y ocho fallecidos respectivamente. Por otra parte, aunque en el año 1683 tuvo crecimiento cero, ya que nacieron las mismas personas que las que fallecieron, nos damos cuenta que también se incrementaron las muertes a más del doble de un año a otro, al igual que ocurrió en el año 1685. Es por tanto que los patrones se repiten con los demás pueblos analizados. En el gráfico 6 se muestran los picos de mortalidad y los bautismos, viéndose los tres casos importantes de crisis. El año 1689 también fue un año difícil para la población de Nigüelas, donde además de fallecer el doble de personas el año anterior, los bautismos se redujeron un 30`77% con respecto a 1688, teniéndose así un crecimiento negativo.
Gráfico 6. Natalidad y Mortalidad de la parroquia de Nigüelas. 1675-1695.
La parroquia de San Cristóbal de Restábal tuvo como anejo a la de Saleres después de ganarle un pleito a Las Albuñuelas en 162147. Sus libros se conservan desde 1607 pero las defunciones no se conservan hasta 1683 con lo cual, salvo que apareciesen nuevos documentos, la epidemia de peste no la podemos cuantificar ni estudiar. Ocurre lo mismo con Saleres, pero en este caso no tendremos datos de esta parroquia hasta 1744, y que por consiguiente no podemos analizar el periodo en estudio.
En la gráfica 7 podemos ver, a partir de 1683, tres episodios de crisis en este pueblo, pero teniendo en cuenta que tanto 1679, que no aparece, como 1683, que sus datos no son completos, estaríamos hablando de un mayor número de fallecidos para este pueblo y su anejo. En dicha gráfica observamos la falta de documentación de las defunciones de Restábal, que como el caso de Dúrcal, tendrían que intentar suplirse revisando los testamentos de este pueblo. Aunque no tengamos las referencias de 1679 si podemos ver las de 1683-84 y las de 1689-90, viendo un comportamiento muy similar al resto de los pueblos de la comarca, indicándonos por tanto un problema relacionado con las malas cosechas y con otras epidemias que concurrieron en la comarca del Valle de Lecrín.
Gráfico 7. Natalidad y Mortalidad de la parroquia de Restábal. 1675-1695.
La parroquia de Melegís, que comenzó como un anejo de Restábal, mantiene sus archivos desde 1582 en los bautismos y desde 1646 en las defunciones. A su vez Murchas dependió de Melegís hasta 1949, de manera que sus archivos van de la mano hasta entonces.
Como en otros pueblos ya descritos, hubo principalmente tres momentos de crisis para estos pueblos, que son la crisis de 1679, la de 1683 y por último la de 1689. Aunque afectó más a Murchas que a Melegís vemos que es la tónica dominante en todo el Valle de Lecrín. Por otra parte, al ser parroquias menores, la muestra quizá sea menos significativa que en otros pueblos. En el cuadro 3 vemos los datos absolutos de las dos parroquias, donde tuvieron un crecimiento positivo de 153 personas en las dos décadas estudiadas.
Cuadro 3. Datos absolutos de bautizados y fallecidos en Melegís y Murchas.
Bautismos | Defunciones | Total | Saldo | |
Melegís | 288 | 188 | 476 | + 100 |
Murchas | 150 | 97 | 247 | + 53 |
Total | 438 | 285 | 723 | + 153 |
La parroquia de Béznar fue una de las más importantes desde 1501 cuando se instituyó, teniendo como anejos a Mondújar, Talará, El Chite, Pinos del Rey, Tablate, Ízbor y Acequias. Sería ya en 1787 cuando se erigió su propio curato y se quedó con El Chite como anejo48.
En estos dos pueblos las crisis fueron prácticamente nulas, siendo Béznar el único pueblo del Valle de Lecrín que no decreció en población en función de sus nacimientos en ninguno de los años de estudio. Ni tan siquiera la peste hizo mella en esta población, pudiendo estar relacionado este hecho porque los caminos de llegada a Béznar eran secundarios y no principales. Pero por otra parte sí era paso desde Ugíjar hasta Granada por lo que no se explica que esta epidemia no fuese tan dañina en Béznar y en El Chite.
A continuación vemos el cuadro 4 referente a estos pueblos, donde, a pesar de haber habido picos de defunciones en 1687, no fueron relevantes al haber pocos habitantes.
Cuadro 4. Datos absolutos de bautizados y fallecidos en Béznar y El Chite.
Bautismos | Defunciones | Total | Saldo | |
Béznar | 302 | 141 | 443 | + 161 |
El Chite | 140 | 82 | 222 | + 58 |
Total | 442 | 223 | 665 | + 219 |
La parroquia de la Inmaculada de Pinos del Valle fue adscrita como anejo de la de Béznar cuando se erigió en 1501.
Antes de 1587 se constituyó con pila bautismal y tuvo a Ízbor como anejo49. Los archivos parroquiales se conservan desde 1607 y es por esta razón que las partidas referentes al pueblo de Ízbor las encontraremos en Pinos del Rey50. No será hasta 1699 cuando Ízbor tenga sus propios libros con Tablate como anejo, donde ya tendremos una importante información acerca de la población51.
En el gráfico 8 podemos ver dos momentos importantes de crisis para Pinos del Valle, la primera la de la peste de 1679 con un total de 64 personas fallecidas en su término, y por otra parte en 1685, coincidiendo probablemente con la época de carestía antes descrita, iniciándose el aumento de muertes en 1684 y subiendo al año siguiente.
Bajó drásticamente en 1686 manteniéndose así por debajo de los nacimientos durante los diez años siguientes. Como vemos los bautismos sufrieron un revés tras la crisis de 1685 y comenzaron su ascenso paulatino posteriormente. La tercera de las crisis que afectó a otros pueblos de la comarca no se notó demasiado en este término, que aunque a pesar de subir el número de fallecidos en 1688 y 1689, no supusieron una merma en los nacimientos de esos mismos años ni de los siguientes. No obstante, aun contando con 4 años de crecimiento vegetativo negativo, Pinos del Valle tuvo un crecimiento poblacional de 219 personas en los 21 años analizados. Este hecho también puede destacarse porque Pinos del Valle está situado en una zona orográfica más escarpada, teniendo poco contacto con los demás pueblos de la comarca.
Gráfico 8. Natalidad y Mortalidad de la parroquia de Pinos del Valle.
1675-1695.
Como bien se ha dicho anteriormente, Lanjarón perteneció al Valle de Lecrín hasta el último cuarto del siglo XX. Es por ello que debemos incluirlo en el estudio. Tanto es así, que si no se revisan las fuentes documentales de Lanjarón, no veremos las partidas que hay sobre Tablate, ya que éste, pasó por varias parroquias como anejo. La parroquia de Lanjarón guarda un fondo de archivo muy completo, el cual se inicia en el año 1578, y aunque tiene deficiencias de conservación, la documentación es muy útil para realizar el estudio. Dicha parroquia se erigió entre 1550 y 1560, siendo destruida durante la rebelión de los moriscos. Ya en 1621 este pueblo contaba con 50 vecinos y su anejo, Tablate, tenía nueve52.
Ente 1675 y 1695 Lanjarón tuvo un crecimiento positivo de la población. Durante este periodo nacieron un total de 814 personas frente a los 474 que fallecieron. Tal y como se aprecia en la gráfica 9 hubo también tres momentos donde las defunciones superaron a los nacimientos. Más o menos coincide la forma de comportarse la mortalidad como el resto de pueblos, aunque vemos cifras más suavizadas que en los demás. Esto no significa que no hubiese más fallecidos de los habituales, que los hubo, sino que al nacer más niños las cifras terminaban por maquillarse. Pero si analizamos bien el periodo vemos que también tuvo un pico máximo de defunciones para el año 1692, el cual no tendría repercusión por haber habido más nacimientos pero que tuvo su punto álgido de defunciones en época estival, afectando principalmente a niños, llegando a fallecer hasta tres criaturas de la misma familia. En 1695 se observa algo similar que tres años antes, pues desde julio hasta octubre se produjeron muchos fallecimientos a diario, sobre todo de párvulos.
Gráfico 9. Natalidad y Mortalidad de la parroquia de Lanjarón 1675-1695
La demografía histórica es necesaria para el conocimiento de la población. Existen numerosos estudios que están más ligados a las ciudades, pero pocos relativos a las zonas rurales, obviando a la mayoría de la población.
En el periodo que nos ocupa se han observado tres grandes crisis en la comarca del Valle de Lecrín, la de 1679, la de 1683 y la de 1689.
La primera de ellas respondió a la peste, que tuvo más repercusión en parroquias mayores y en aquellos pueblos limítrofes con otras comarcas, dícese de El Padul, Las Albuñuelas o Pinos del Valle. Las parroquias menores se vieron menos afectadas ya sea por situarse en caminos secundarios o por hacer un cordón sanitario para evitar que llegase el mal contagio.
La segunda crisis se corresponde con las malas cosechas, sequía y lluvias torrenciales que se produjeron, y el tifus, que asociado a ellas, fueron el caldo de cultivo para conmocionar de nuevo al Valle de Lecrín.
En 1689 también afectó una nueva crisis, pero con la coyuntura que en Granada capital no se presentó tal y como dicen las cifras. Si bien es cierto que podría deberse a una crisis de subsistencia sin patrón aparente de enfermedad infecciosa, también es cierto que afectó a varios pueblos del territorio, no descartándose así esta última premisa.
Aisladamente también vemos como aparecen otras dos pequeñas crisis en el pueblo de Lanjarón que coinciden con la época estival, en los años 1692 y 1695, coincidiendo también para el pueblo de Las Albuñuelas que tuvo también un aumento significativo de defunciones para el año 1692, pero no afectando al resto de la comarca.
A renglón seguido hay que manifestar que pese a estos retrocesos de la población, ésta llegó a crecer en más de dos mil personas en estas dos décadas en datos absolutos, pues no vemos la migración exterior que se produjo hacia otras comarcas. Dentro del mismo territorio si se observa el traslado de numerosas personas y familias hacia otros pueblos más grandes y por tanto con más posibilidades de trabajo.
1 En la parroquia de Las Albuñuelas denominaron a la peste como Mal Contagio.
2 Sylvia A. Jiménez-Brobeil, Rosa M. Maroto Benavides y Francisco Sánchez-Montes, «Epidemias en la ciudad de Granada en el ciclo 1647-1650», ADEH, XXXVIII, III, (2020), pág. 104.
3 Los datos publicados por el profesor Francisco Sánchez-Montes González sobre el siglo XVII de Granada aportan información relevante acerca de estos años, ayudando a compararlos con la comarca que nos ocupa.
4 Sylvia, A., Jiménez-Brobeil, Rosa M., Maroto Benavides y Francisco Sánchez-Montes, Epidemias en la..., op cit. pág. 119.
5 Miguel Gómez Martín, «La mortalidad en Alfacar (Granada) en el siglo XVII», Chronica Nova, 26, (1999), págs. 161-189. Véase también a Laura M. González Valdés, María Casanova Moreno y Joaquín Pérez Labrador, «Cólera: historia y actualidad», Revista de Ciencias Médicas, vol. 15, 4, (2011), págs. 280-294.
6 Sylvia A. Jiménez-Brobeil, Rosa M. Maroto, María G. Roca y Juan V. Fernández de la Gala, «Un posible brote de disentería en Granada en 1635: Comprobación demográfica de las fuentes históricas», Chronica Nova, 39, (2013), págs. 241-253.
7 Joaquín de Villalba, Epidemiología española o historia cronológica de las pestes, contagios, epidemias y epizootias que han acaecido en España desde la venida de los Cartagineses hasta el año 1801 con noticia de algunas otras enfermedades de esta especie que han sufrido los españoles en otros reinos y de los autores nacionales que han escrito sobre esta materia así en la península como fuera de ella. Tomo II. Madrid, 1802, pág. 30.
8 Iván de Biana, Tratado de Peste y sus causas y curación, Málaga 1637.
9 Joaquín de Villalba, Epidemiología española…, op. cit. pág. 125.
10 Antonio Domínguez Ortiz, La sociedad española en el siglo XVII, Granada, 1992, pág. 76. Véase también a Bernard Vincent, «Les pestes dans le royaume de Grenade aux xvie et xviie siècles», Annales, Economies, sociétés, civilisations, Año XXIV, 6, (1969), págs. 1511-1513.
11 Francisco Sánchez-Montes González, La población granadina del siglo XVII, Universidad de Granada, Gra- nada, 1989, pág.232.
12 Pueblos como Las Albuñuelas, más retirados, tuvieron mayor contagio por las propias relaciones comerciales con sus vecinos de El Padul, el cual fue de los más afectados.
13 Helena Carvajal González, «San Sebastián, mártir y protector contra la peste», Revista Digital de Iconografía Medieval, vol. VII, 13, (2015), págs. 55-65.
14 Iván Torrico Lorenzo, «San Roque, el peregrino antipestífero de Montpelier» RDIM, vol. IX, 18, (2017), págs. 105-116.
15 Los municipios actuales de la comarca son: El Padul, Dúrcal, Las Albuñuelas, Villamena (Cónchar y Cozvíjar), El Pinar (Pinos del Valle, Ízbor, Tablate y Los Acebuches), Lecrín (Talará, Acequias, Béznar, El Chite, Mondújar, Murchas y Los Peloteos), Nigüelas y El Valle (Restábal, Melegís y Saleres).
16 Pedro Antonio de Alarcón ubicaba a Lanjarón en La Alpujarra, pero los documentos nos dicen clara- mente que pertenecía al Valle de Lecrín.
17 Carmelo A. García Campoy, «Aspectos poblacionales de Tablate según la documentación parroquial (1699-1786)», en Raúl Ruiz Álvarez y Elisa Moral Montero (eds.), Gentes que vienen y van. Estudios en torno a las migraciones: ayer, hoy, mañana, Universidad de Granada, Granada, 2020, págs. 189-207. Véase también del mismo autor «Población en el Valle de Lecrín antes y después de la rebelión: el caso del alojamiento de la tropa de las casas de El Padul, El Chite y Nigüelas», en Margarita M. Birriel Salcedo y Raúl Ruiz Álvarez (eds.), De Nación Morisca, Universidad de Granada, Granada, 2020, págs. 439-455.
18 Inmaculada Arias de Saavedra Alías, «Granada en los siglos xvii y xviii. Panorama de la historiografía reciente», Chronica Nova, 21, (1993-1994), págs. 11-29.
19 Rocío Iglesias de Haro, La mortalidad en la Edad Moderna en la Villa de El Padul (Granada). 1635-1735. Trabajo Fin de Máster, inédito, Universidad de Granada, Granada, 2019.
20 Carmelo A. García Campoy, «La población de El Padul durante la ocupación francesa: Aspectos poblacionales e influencia de las guerrillas», en Alberto Guerrero Martín (ed.), Imperialismo y Ejércitos, Universidad de Granada, Granada, 2020, págs. 389-406.
21 Raúl Ruiz Álvarez, «Ventas y mesones en los caminos del Valle de Lecrín y La Alpujarra (s. XVIII)», Tiempos Modernos, 41 (2020), págs. 120-153.
22 Francisco Sánchez-Montes González, La población granadina…, op.cit., pág.231.
23 José Manuel Rabasco Valdés, «Un caso de aplicación de los registros parroquiales: Granada y la epidemia, 1640-1700», Actas de las I Jornadas de Metodología Aplicada de las Ciencias Históricas, Vol. 3, (1975), págs. 297-308.
24 Arzobispo de Granada desde el 13 de septiembre de 1677 al 5 de octubre de 1692. Véase Miguel A. López, Los Arzobispos de Granada. Retratos y Semblanzas, Editorial-Imprenta Santa Rita, Granada, 1993, pág. 179.
25 Archivo Histórico Diocesano de Granada, Leg. 260-F/91
26 John Lynch, La España del siglo XVIII, Editorial Crítica, Barcelona, 2009.
27 Francisco Sánchez-Montes González, La población granadina…, op. cit. págs. 287-309.
28 Rocío Iglesias de Haro, La mortalidad en la…, op.cit., pág. 54.
29 Archivos Parroquiales de El Padul, de Las Albuñuelas, de Nigüelas, de Cónchar, de Cozvíjar, de Pinos del Valle, de Tablate, de Ízbor, de Mondújar, de Talará, de Acequias, de El Chite, de Saleres, de Restábal, de Murchas, y de Lanjarón.
30 Carmelo A. García Campoy, «Aspectos poblacionales de Tablate…», art. cit., pág. 207.
31 Francisco J. Alfaro Pérez y Francisco J. Marichalar Vigier, «La peste en España a medidas del siglo xvii (1647-1654). Medidas profilácticas y repercusiones comerciales», Investigaciones de Historia Económica, 16, (2020), págs. 23-34.
32 Se utiliza la nomenclatura antigua parroquial donde Mondújar era la parroquia matriz y Talará y Acequias eran sus anexos.
33 Miguel A. López, Las parroquias de la diócesis de Granada (1501-2001), Imprenta Editorial Ave María, 2002, pág. 372.
34 Rocío Iglesias de Haro, La mortalidad en la…, op. cit., pág. 51.
35 Archivo Parroquial de El Padul, libro de defunciones 3, folio 127.
36 Rocío Iglesias de Haro, La mortalidad en la…, op. cit., pág.37.
37 Muchos de los fallecidos fueron directamente abandonados en medio del campo.
38 No se especifica si eran niña o niño y tampoco su edad, salvo en contadas ocasiones.
39 Aparecerán anotados como Doncellas o Mancebos registrándose también la filiación de los mismos.
40 Rocío Iglesias de Haro, La mortalidad en la…, op. cit., pág.52.
41 En este caso de Francisca Cobo se entiende que ya era más mayor que su hermana Inés aunque no se especifica si era o no doncella, ni tampoco conocemos las edades de ambas.
42 No legible
43 Su madre Cecilia de Raya fue enterrada el 6 de junio de 1679.
44 Libro de defunciones 1, folio 115.
45 Libro de defunciones 1, folio 136.
46 En primer lugar, la parroquia de Nigüelas se constituyó como anejo de la de El Padul, para posterior- mente, en 1587, crearse un curato propio. Su archivo parroquial se conserva desde 1612. Véase a Miguel A. López, Las parroquias de la diócesis de Granada…, op. cit., pág. 361.
47 Miguel A. López, Las parroquias de la diócesis…, op. cit., pág. 403.
48 Miguel A. López, Las parroquias de la diócesis…, op. cit., pág. 195.
49 Ibídem., pág. 287.
50 Se conocía a Pinos del Valle como Pinos del Rey principalmente, cambiando la nomenclatura ya llegando al siglo XIX.
51 Carmelo A. García Campoy, «Aspectos poblacionales de Tablate…», art. cit., pág. 191.
52 Miguel A. López, Las parroquias de la diócesis…, op. cit., págs. 301-302.