El Fortín de Murchas

De José Miguel Puerta. Sacado de la revista el Peñón (años 80)

Al parecer, en cierta ocasión, le dijo Unamuno al gran historiador y etnólogo Julio Caro Baroja, cuando éste le comunicó sus deseos de dedicarse a la arqueología, que eso "era perder el tiempo", y este la dejó definitivamente.
En sí misma, la arqueología, La búsqueda de objetos - del pasado y su estudio,' puede parecer una actividad demasiado técnica y vacía, pero es sin duda imprescindible. para conocer la historia y más aún la de los lugares, como el nuestro, en los que estos restos - son prácticamente los únicos documentos que nos quedan de épocas anteriores.


Este es el coso de los pocos muros que forman el llamado " Castillo de Murchas". No conocemos ningún documento que nos refiera la fecha de su construcción y de su hábitat. En la parte histórica de la tesis del "Valle de Lecrín" de Francisco. Villegas ni siquiera se menciona. Sólo en un libro de Torres Delgado sobre las fortalezas en el reino de Granada, aparece señalado como fuerte musulmán, pero sin más comentarios. Evidentemente, sus muros son en toda regla de construcción musulmana: algo más de un metro de anchos, formados por capas superpuestas de unos 10 centímetros de barro y arena y recubiertos por una fina capa de enlucido.

A unos 40 cm. de distancia perforan el muro unos agujeros, que antes debieron contener palos para absorber la humedad y evitar resquebrajamientos. Este estilo constructivo lo podemos comparar con las primeros murallas de Granada del S. X, aunque pueden ser muy bien una reminiscencia, en este lugar un tanto marginal de sistemas de construcción anteriores. En toda la superficie que abarca su muralla podemos encontrar cerámica de indudable textura musulmana, e incluso tipos de cerámica que se pueden considerar mucho mas antiguos,(tejas romanas).
La forma de este fortín es extremadamente simple: un torreón central
es rodeado por una muralla que rodea todo el perímetro excepto en la parte del barranco. En el interior  quedan, junto a la muralla algunos indicios que permiten suponer que hubo allí algunos lugares habitables. Lo interesante es observar como, tanto la muralla exterior como el torreón se adaptan al terreno accidentado y lo aprovechan  además como parte integrante de su estructura. La muralla baja por los bancales, hoy sembrados de almendros escalonada mente, desde la parte N. del fortín hasta la parte S., dejando toda la parte O. sin construcci6n ya que las rocas del barranco y su pendiente son la mejor defensa. Igual ocurre con el - torreón  que se encarama sobre la pura
roca, demostrando que allí hay un lugar militar y para hacerse con la visión del Valle bajo y del paso del río Dúrcal. La planta carece de una regularidad exhaustiva, afirmándose más aún su carácter funcional, estrictamente defensivo, estableciendo dos pequeños torreones en los lugares de mayor vigilancia. Todo esto, junto al hecho de hallarse a poco más de  un Km. de Murchas y a la misma distancia de Melegís, cerca también de Cónchar, es decir rodeado de hábitat rurales, nos hace pensar en este fortín corno un lugar  de refugio para las gentes del lugar a la vez que como un lugar de vigilancia inserto en el sistema defensivo del reino de Granada; actuaría en el cierre del camino de penetración hacia la Vega y la ciudad de Granada que es el  Valle de Lecrín. Es por esto por lo que preferimos calificarle como fortín mas que como castillo, ya que este vocablo remite a una organización superior en la que   existirían dependencias militares, nobiliarias etc. Se trata pues de una construcción local simple íntimamente unida al entorno paisajístico y en contacto con la vida agrícola de estas tierras durante el periodo
musulmán.
Cuando
tengamos un estudio arqueológico de este fuerte podremos conocer un poco más
la
historia de las gentes que habitaron nuestras tierras.  Mientras tanto sepamos de su existencia y hagamos lo posible por conservarlo.