De José Miguel Puerta. Sacado de la revista el Peñón (años 80)
Al parecer, en cierta
ocasión,
le dijo Unamuno
al
gran historiador y
etnólogo Julio Caro Baroja, cuando éste le comunicó sus deseos de dedicarse
a la
arqueología, que eso "era
perder el tiempo", y este la dejó definitivamente.
En sí misma, la
arqueología, La búsqueda
de objetos - del pasado y su estudio,' puede parecer
una
actividad demasiado
técnica y vacía, pero es sin duda imprescindible. para conocer la historia y más
aún la de los lugares, como el nuestro, en los que estos restos - son
prácticamente los únicos documentos que nos quedan de épocas anteriores.
Este es el
A unos 40 cm.
de distancia perforan el muro
unos
agujeros, que
antes debieron
contener palos para absorber
la humedad y evitar resquebrajamientos.
Este estilo constructivo
lo podemos comparar con las primeros murallas de Granada del S. X, aunque pueden
ser muy bien una reminiscencia, en este lugar un tanto marginal de sistemas de
construcción anteriores.
En
toda la superficie
que abarca su muralla podemos encontrar cerámica de indudable textura musulmana,
e incluso tipos de cerámica que se pueden considerar mucho mas antiguos,(tejas
romanas).
La forma de este fortín es extremadamente simple: un torreón central
es
rodeado por
una muralla que rodea
todo
el perímetro
excepto en la parte del barranco. En el interior
quedan,
junto a la muralla algunos
indicios que permiten suponer que hubo allí algunos lugares habitables. Lo
interesante
es
observar como,
tanto la muralla exterior como el
torreón se adaptan al terreno
accidentado y lo
aprovechan
además como parte
integrante de su estructura. La muralla
baja por los
bancales, hoy sembrados de
almendros
escalonada mente, desde la
parte
N. del fortín
hasta la parte S., dejando toda
la parte O. sin
construcci6n ya que las rocas del barranco y su pendiente son la mejor defensa.
Igual
ocurre con el
- torreón
que se encarama
sobre la pura
roca,
demostrando
que allí hay un
lugar militar
y para
hacerse
con la visión del Valle bajo y del paso del río Dúrcal. La planta carece de una
regularidad exhaustiva,
afirmándose
más aún
su carácter funcional, estrictamente
defensivo, estableciendo
dos pequeños torreones
en los
lugares de mayor
vigilancia. Todo esto,
junto al hecho de
hallarse a poco más
de un Km. de
Murchas y a la
misma distancia de
Melegís,
cerca también de
Cónchar, es decir rodeado de hábitat rurales, nos hace pensar en este fortín
corno un
lugar
de
refugio para las
gentes del lugar
a la vez que
como
un lugar de
vigilancia inserto en el sistema defensivo del reino de Granada; actuaría en el
cierre del camino
de
penetración hacia
la Vega y la ciudad de Granada
que es el
Valle de
Lecrín. Es por esto
por lo que
preferimos
calificarle como fortín mas que como castillo,
ya que este
vocablo remite a una organización superior
en la que
existirían
dependencias militares,
nobiliarias etc.
Se trata pues de una construcción local simple íntimamente unida al entorno
paisajístico
y en contacto con la vida
agrícola
de estas tierras durante
el periodo
musulmán.
Cuando
tengamos un estudio
arqueológico de
este fuerte
podremos conocer
un poco
más
la
historia de las gentes
que habitaron
nuestras tierras.
Mientras
tanto sepamos de su existencia y
hagamos
lo posible por
conservarlo.