La presencia del hombre en nuestro suelo se remonta, al menos, al año 4000 ó 4500 antes de Cristo, a juzgar por los restos arqueológicos que tenemos hasta ahora. De esta época, el neolítico, se han hallado diversos objetos como un vaso neolítico de arcilla y barro con decoración incisa, algunas hachas de piedra pulimentada, un cuchillo de silex, etc.
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Vaso de cerámica de época neolítica (Al rededor de 4.500 años a. c.), con decoración lineal en franjas horizontales. hallado al pie de la rambla de Dúrcal en 1978. |
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Fragmentos de cerámica neolítica. Pie de la rambla, Dúrcal |
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Cuchillo de silex y dos hachas de piedra de época prehistórica del entorno de la rambla, Dúrcal |
Estos utensilios demuestran la existencia de algún tipo de poblamiento en el curso medio-alto del Río Dúrcal, que junto a otros vestigios encontrados en Cozvijar, por ejemplo, indican la importancia del Valle de Lecrín como zona de paso natural entre la costa, la Alpujarra y la vega de Granada. En el primer milenio antes de Cristo comienzan a llegar a las costas del sudeste de la península pueblos de Oriente Medio en busca de metales y para establecer sus colonias, con lo que el conocimiento del pasado comienza a hacerse más preciso y amplio. Fenicios, griegos, cartagineses y más tarde los romanos se establecieron por el sur peninsular y entraron en contacto con las tribus autóctonas; no obstante, hasta la época romana no tenemos constancia de la presencia de hábitat en nuestro pueblo y sólo de manera hipotética, pues sólo se ha hallado hasta el momento cuatro monedas romanas de diferentes épocas y zonas de la vega de Dúrcal; las más antigua de ellas es del emperador Tiberio Claudio que gobernó entre el 41 y el 54 después de Cristo, después tenemos otra de Trajano (98-117 d.C.), otra de la época de Antonino Pío (2ª mitad del s. II d.C.) y finalmente otra de Alejandro Severo (227-235 d.C.). Todas estas monedas son de bronce y nos indican el que en Dúrcal debió de existir algún tipo de poblamiento romano; recordemos la existencia de un gran yacimiento romano en Talará (La villa romana de Talará) y de otros restos en Padul, lo que nos da la idea de cierta ocupación del Valle de Lecrín en esta época. Recientemente, se han descubierto restos qwue atestiguan la presencia romana por las fuentes.
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Gran bronce acuñado por el emperador Alejandro Severo (223-235 d.c). Apareció en los años 70 en la vega de Dúrcal y cerca del casco urbano |
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Sestercio de bronce de Tiberio Claudio acuñado hacia el año 41 d. c. Es la moneda más antigua aparecida en Dúrcal, de que tengamos noticias |
Después, hasta la llegada del Islam se vuelve a borrar nuestra memoria histórica, para reabrirse a partir del s. VIII d.C.. A lo largo de los ocho siglos de cultura musulmana en nuetra tierra parece que por primera vez se dio algún tipo de administración local definida, como lo muestran las referencias de algunos textos a que nuestro valle era un Iqlim (de aquí deriva Lecrín) de la Cora o distrito de Elvira (Granada). De este dilatado periodo de nuestro pasado histórico procede la creación y fisonomía de los pueblos del Valle de Lecrín, distribuidos como pequeños barrios ocupando las zonas de cultivo y protegidos por fortines o pequeñas fortalezas que vigilaban las zonas de paso del Valle (como el Peñón de los Moros, o el Fuerte de Murchas, etc.). Eran pueblos dedicados a la agricultura, en la que fueron maestros (de esta época procede el sistema de regadío, los cítricos, y el cultivo de la morera para la producción de seda, importante fuente de recursos hasta la llegada de los cristianos). Des esta época proceden también la mayoría de topónimos empleados hoy como Talará (Harat al-arab: barrio de árabes) o Dúrcal (Durkar: nombre anterior a los árabes y de significado desconocido) o Marchena (Maray: vega), etc. Con todo, el desarrollo de esta poblaciones se dio a partir del s. XIII, en época nazarí, cuando Granada era el único territorio del Islam en la península y llegaban a ella musulmanes de otros lugares a consecuencia de las guerras de conquista castellana.
El Peñón de los moros. También conocido en algunas fuentes como el "Castillejo", es una fortaleza (hisn) de época musulmana, seguramente nazarí (s. XIII-XV), ubicada en una zona estratégica en la vigilancia de los accesos de la costa y las Alpujarras en dirección a Granada. Los restos que quedan en pie son escasos. Además, del trozo de muralla que queda, se conservan indicios del recinto amurallado, una habitación abovedada o silo y un camino que desciende hasta el río de peligroso acceso, que conserva, en ocasiones, escalinatas y bóvedas, construido, posiblemente, para el aprovisionamiento seguro de agua en casos de asalto.
El Fuerte de Mahina o Margena. Se trata de la esquina de un edificio o barrio amurallado de época musulmana. Con 10 metros de alto y 4 metros de base. Este resto de fortificación pertenece a lo que debió ser el "Barrio de Marjena", mencionado en el Libro de Apeo y Repartimiento de Dúrcal (S. XVI) y en la obra de Luis Mármol Carvajal "Historia de la rebelión y castigo de los moriscos del Reino de Granada", quien sitúa en este barrio una de las escaramuzas de las guerras de la expulsión de los moriscos a finales del S. XVI. Descrita más adelante.
En la primavera de 1491 mandó el rey Fernando al marqués de Villena que,
con tres mil caballos y diez mil peones, destruyese todos los lugares
que se habían alzado en el Valle de Lecrín. Creemos que en esta época
se destruyó la fortaleza del Peñón de los Moros en Dúrcal.
1492 fue una fecha crucial en la historia de España (también del mundo al descubrise
América) y determinante en nuestra historia local. Se conquista Granada y comienza
poco después un proceso de eliminación de los, desde entonces, llamados moriscos
que desembocaría en el levantamiento de estos, precisamente en el Valle de Lecrín
y luego en la Alpujarra; en Dúrcal, más concretamente en el "Barrio
de Marjena", como lo llama Mármol Carvajal en el s. XVII, y que corresponde
con lo que hoy conocemos como Fuerte de Mahina, se desarrolló una batalla
entre fuerzas cristianas provenientes desde Padul hacia la Alpujarra y moriscos
allí refugiados, venciendo finalmente los castellanos.
Vino del Albaicín Aben Humena (moro de la nobleza) camino de las Alpujarras
y paró en Béznar en casa de su tío. El tío reunió a su familia, señores del
Valle, "los Valoris" y a los moros importantes de esta tierra y de Órgiva. Acordaron
nombrar a Aben Humeya (Fernando de Válor) rey de los moriscos, para que les
guiase en la rebelión. Vino Aben Farax y dijo que a él lo habían nombrado para
ello los moriscos del Albaicín. Al final acordaron que Aben Humeya fuera
el rey de los moriscos bajo un olivo de Béznar, el 24 de Diciembre de 1568.
Sabiendo pues que los rebelados estaban hechos señores de Alpujarra y Valle
y, temiendo viniesen a serlo aún de la Vega, llegó el marqués de Mondéjar al
Padul con tropas cristianas el 4 de Enero de 1569, con dos mil infantes
y cuatrocientos caballos. Esa misma noche fue atacado Dúrcal por los moriscos.
Custodiaban el lugar de Dúrcal el capitán Lorenzo de Ávila, a cargo
de la Infantería y el capitán Gonzalo de Alcántara con cincuenta caballos.
Sabían estos capitanes que iban a ser atacado, porque el día anterior, habían
capturado a dos espías que envió el capitán morisco del Valle, Miguel de
Granada Xaba a que le informaran de cómo estaba protegido Dúrcal. Uno de
estos espías fue hallado cuando rompía el caz del molino de harina del que provenían
las tropas. Este no confesó aunque lo hicieron pedazos en el tormento. El otro
espía era un muchacho que sí confesó a persuasión del doctor Ojeda, vicario
de Nigüelas, que fue quien lo hizo prender. Dijo que los monfíes habían
entrado en Albuñuelas y quemado la iglesia, que, aunque se rebelaron muchos,
su alguacil, Bartolomé de Santa María (morisco) había logrado meterlos
en razón y salvar a su beneficiario, el bachiller Ojeda, a quien envió al Padul.
Contó como Xaba, capitán de los moriscos del Valle, había juntado muchos moros
de Órgiva, Valle, Motril y Salobreña para atacar Dúrcal, teniendo entre ellos
300 tiradores.
Lorenzo de Ávila luchó ferozmente en la plaza donde fue herido de saeta
que le atravesó entre ambos muslos. Fue retirado a la iglesia. Gonzalo de
Alcántara hizo frente a un gran grupo de moriscos que le entró por el camino
de Márgena. Era tanta la turbación en este punto que hubo quienes dejaron las
armas, otros que se perdieron, otros de la iglesia, reclamados por los de Márgena,
que no osaron salir de ella, antes por el contrario, se escudaban detrás de
los compañeros para no ser muertos. No faltaron muchos valerosos que lucharon
aun solos. Los moros, viendo la resistencia de los que luchaban y el estruendo
de los que huían, creyendo que éstos les atacaban, pues era mucha la niebla,
comenzaron a retirarse de Márgena. Fue Gonzalo de Alcántara a la plaza y vio
a Lorenzo de Ávila herido, luchando y queriendo sacar a la gente de la iglesia
para pelear, mas volvió a su puesto porque los moros regresaban a Márgena. Quisieron
irse con él cuatro frailes franciscanos y cuatro jesuitas, ya que los soldados
no lo hacían, pero no lo consintió. Llegó un moro con una bandera verdadera
por la parte norte de la plaza, junto a un mesón (creemos que la posada destruida
hace pocos años por un incendio y hoy edificio nuevo con tienda de muebles)
dando fuertes alaridos. Fue muerto por Gonzalo de Alcántara. Tres moros que
lo seguían atacaron a éste, hiriéndole en la cara, si bien lo socorró un soldado
de Antequera llamado Juan Ruiz Cornejo que mató a dos de ellos. Se acercó un
fraile a Gonzalo de Alcántara, con un crucifijo en la mano, animándolo en la
lucha; una pedrada derribó el crucifijo; Gonzalo juró que no había de dejar
moro vivo y, ayudado por Cornejo, mató al moro que lanzó la piedra. El capitán
Alonso de Contreras, que luchaba en una calle, fue herido de saeta envenenada
con yerba y murió; así también Cristobal Márquez, alférez de Gonzalo de Alcántara.
Salió la caballería de Márgena y, no pudiendo pasar a la plaza por la cantidad
de moros que se hallaban en sus calles, dio un rodeo por el campo, tocando las
trompetas. (Creemos que entraron por la Crucecica ya que el Darrón estaba separado
como barrio aparte y los moros creyeron que habían llegado los refuerzos cuando
los moros ya había huído. Murieron aquella madrugada veinte soldados cristianos.
Xaba se fue a Poquira habiéndole sidos muertos doscientos moros. Aben Humeya
quiso cortarle la cabeza. El marqués de Monéjar felicitó a los heroicos capitanes,
envió los heridos a Granada y se quedó en Dúrcal cuatro días, antes de pasar
a las Alpujarras.
Antonio
Serrano
Tras la expulsión de los moriscos, que
concluye en 1571, Dúrcal, y Granada en general, quedó en una situación de retroceso
económico al paralizarse la agricultura morisca y sus aprovechamientos artesanales
como la seda. Así, la población de Dúrcal pasó de 800 habitantes en 1568
a 408 en 1571 y 320 en 1587.
Durante el siglo XVII comienza a estructurarse la nueva cultura cristiano-castellana
que atraviesa en esta centuria por una gran crisis; Dúrcal en 1730 contará
con 160 habitantes, si bien a la 2ª mitad del siglo comienza la recuperación
llegando al millar de almas.
Dúrcal se configura como un pueblo agrícola, con una nueva distribución de tierra procedente de los repartimientos del siglo
XVI de los bienes de los moriscos y
produciéndose un progresivo minifundismo al dividir de generación en generación
la tierra que harán de su principal fuente de recursos uin medio de precaria
subsistencia, salvo excepciones. El siglo XIX ve crecer la población paulativamente hasta los
3075 habitantes de 1900.
Las primeras décadas del siglo XX trajeron la
construcción de la carretera con Granada, la línea férrea y el
Cable con Motril, teleférico que en su época era el más largo de Europa (38 km.), pero que pronto quedó inviable ante los nuevos sistemas de transporte y fue desmantelado en 1958. Todo esto, unido a la producción agrícola y os capitales procedentes de las sucesivas emigraciones de mediados de este siglo, hizo posible una diversificación económica del municipio y un gran avance del sector industrial y de servicios que han creado nuevas perspectivas económicas para Dúrcal en los últimos veinte años, quedando, no obstante, sin producirse claras mejoras en la agricultura y en otras actividades tradicionales.
La historia de Dúrcal, no obstante, está aún por escribirse y pensarse. Es sólo la historia de un pequeño entorno, sin nombres ni hechos gloriosos, pero debe ser repasada y sentida por quienes viven en su suelo, pues su conocimiento es un ejercicio de memoria colectiva.
El primero de estos tres durcaleños que vamos a conocer a través de algunas fuentes históricas árabes y, por tanto, el paisano más antiguo de que tengamos noticia, era, como indica Ibn Zubayr en su obra Kitab silat al-sila,
"`Ali b. Amad b. al-Hachch `Umar b. Asha`z al-Murri, de la alquería de Durkar (Dúrcal) perteneciente al Iqlim Garnata (clima o comarca de Granada, el Valle de Lecrín). Era un sabio en recitaciones coránicas y actas notariales, habiéndolo estudiado todo ello con maestros granadinos. Falleció el año 520 (1126 d. C.) de la Hégira y lo menciona al-Mallahi en su obra". Estos son los pocos datos que conocemos de este antepasado, que al ser una persona notoria, como los que vamos a citar a continuación, mereció que su nombre fuese registrado en las obras biográficas árabes. La edición de esta fuente es la de Lévi-Provencal de Beirut, s. d., p. 82.
En la obra monumental sobre las personalidades ilustres y la historia de Granada, al-Ihata, que compusiese el célebre polígrafo y visir del reino nazarí de Granada del s. XIV y del cual aún quedan algunos versos grabados en los muros de la Alhambra, es decir Lisan al-Din Ibn al-Jatib, natural de Loja y personaje fascinante y complejo por su magna producción escrita y por su vida política, dedica unas líneas a reseñar la biografía de otro durcaleño:
"Mansur b. Amad b. `Abd al-Malik b. Wariz al-Ansari, Abu l-Hasan, de la alquería de Durkar (Dúrcal), perteneciente al Iqlim al-Ushar (Valle de Lecrín). Fue un experto en resolución de cuestiones jurídicas (masa´il), estudió haciéndose alfaquí (jurisconsulto) así como memorizador de al-Mudawwana (gran compilación de derecho malikí que seguían los juristas andalusíes, en su mayor parte pertenecientes a dicha escuela jurídica, una de las cuatro fundamentales del Islam). Demostró su conocimiento de al-Mudawwana al cadí (juez) Abu `Abd Allah Muhammad b. `Abd al-Rahim y al cadí `Abd Allah b. Malik al-Murri, que fueron sus maestros. Falleció de edad avanzada el año de la Hégira del 577 (1180/1181 d. C.)". Como vemos los datos biográficos de estos personajes son escuetos, pero al menos se registra su nombre completo, el de sus maestros y su especialidad profesional, lo que permite ampliar en un futuro el conocimiento sobre la vida y el entorno de estos ilustres durcaleños musulmanes a través de la rica historiografía andalusí y árabe de la época. La referencia exacta de la biografía que acabamos de vertir en español es: Ibn al-Jatib, al-Ihata, ed. de `Abd al-Salam Shaqqur, Tetuán, 1988, pp. 32-33.
En una tercera fuente histórica hallamos información sobre
"`Atiq b. al-Hasan b. `Ali b. Muhammad b. Qasim b. Muhammad b. `Abd Allah b. Sa`id
al-Hilali, granadino, conocido por al-Durkali (literalmente, "el durcaleño"). Estudió con Abu l-Hasan Sahl b. Malik y fue cadí en Almería y, después, en Guadix. Cuando estalló la guerra en Guadix el año 665 (1266/1267 d. C.) de la Hégira, huyó hasta su lugar de origen (Dúrcal), donde permaneció apaciblemente hasta fallecer pasada la noche del 30 de Yumada II del año 684 de la Hégira (1-9-1285 d. C.)". Estas breves líneas nos informan de que al-Durkali ejerció su oficio de juez en ciudades importantes del reino nazarí de Granada y que difundió el nombre de su lugar de origen, al menos, entre los hombres del saber. La fuente que lo cita es Ibn al-Qadi, Durrat al-hiyal fi asma' al-riyal, ed. Muhammad al-Amadi Abu Nur, 3 vols., El Cairo, Dar al-Turaz, 1970, 1971 y s. d. (vol. III, pp. 180-181).
Interesa resaltar, para terminar, que estos tres personajes de diferentes momentos de la Dúrcal anterior a la caída de Granada, figuran en los anales árabes, como hemos indicado, por su elevado nivel social en la Granada islámica y por sus servicios como cadíes o peritos en leyes y en derecho malikí, lo que nos permite suponer que en Dúrcal, considerada por los mismos anales como alquería, o pequeño núcleo de población rural, existían familias de relieve en la Granada islámica, como lo sugieren, además, los propios nombres de los tres personajes reseñados que son de estirpe árabe y, posiblemente, cercanos a la nobleza granadina. En algunos de estos pasajes históricos, pero sin referirse a los personajes de los que hemos traducido aquí sus biografías, se basó ya Luis Seco de Lucena y Paredes en su obra Topónimos árabes identificados, Granada, Universidad, 1974, p. 38, para describir el topónimo de
Dúrcal, como término arabizado pero más antiguo y sin significado conocido, a pesar de que nosotros en otra ocasión arriesgamos una posible significación, que ahora debemos desdecir. Es lo mismo que opina la profesora Mª del Carmen Jiménez Mata, La Granada islámica, Granada, Universidad, 1990, pp. 186-187, que considera el topónimo Dúrcal anterior al Islam y sin significado en árabe. Sí posee un claro sentido, sin embargo, la
etimología de Lecrín, que es la castellanización de Iqlim, que en árabe significa distrito o demarcación territorial y que en la Granada islámica definía distintas zonas geográfico-administrativas del reino. En las fuentes árabes aparece con tres variantes: Iqlim Garnata, Iqlim al-Ushar o Iqlim al-qasab. El primero es simplemente, "clima o distrito de Granada", el segundo, es raro en lengua árabe y, aunque aparece en los diccionarios con diversos sentidos posibles, sería demasiado aventurado aceptar alguno, cosa que los propios editores árabes de las fuentes mencionadas no hacen, siendo lo más probable que se trate también de un topónimo antiguo arabizado, el cual, posiblemente, permanece vivo aún en el término "Lújar". En cuanto a la tercera denominación, significa en árabe "distrito de la caña (de azúcar)" y, aunque la profesora Jiménez Mata sugiere que se refiere al Valle como antesala de las plantaciones de caña de la costa, no habría que descartar, sin embargo, el que en época islámica existiesen dichas plantaciones en el propio Valle de Lecrín. En cualquier caso, tales denominaciones del Valle no tenían por qué coincidir siempre entre sí, ni, como es obvio, con el perfil administrativo actual de nuestra comarca.
Hemos conocido, pues, tres nombres propios que arrojan luz sobre un período importante de nuestra historia local y tres puntos de referencia para profundizar en el conocimiento del pasado de Dúrcal y del propio reino de Granada. Tres paisanos durcaleños de hace más de setecientos años, que evocan los dos siglos de máximo esplendor de la Granada nazarí.
José Miguel Puerta
Fecha del Censo | Cantidad de Habitantes |
---|---|
1568 | 800 |
1571 | 408 |
1587 | 320 |
1591 | 812 |
1718 | 272 |
1730 | 160 |
1751 | 914 |
1768 | 1050 |
1787 | 1128 |
1826 | 1616 |
1846 | 1821 |
1857 | 2317 |
1860 | 2266 |
1877 | 2610 |
1887 | 2765 |
1900 | 3053 |
1910 | 3401 |
1920 | 3654 |
1930 | 4443 |
1940 | 5074 |
1950 | 5013 |
1960 | 5029 |
1970 | 4738 |
1981 | 4667 |
1985 | 5475 |
1986 | 5485 |
1987 | 5564 |
1988 | 5632 |
1989 | 5718 |
1990 | 5796 |
1991 | 5804 |
1992 | 5876 |
1993 | 6007 |
1994 | 6155 |
1995 | 6244 |
Año | Pasajeros | Recaudación (miles Pts.) |
---|---|---|
1953 | 612463 | 1567 |
1954 | 573784 | 1727 |
1955 | 575273 | 1860 |
1956 | 604282 | 1970 |
1957 | 583058 | 2500 |
1958 | 613649 | 2741 |
1959 | 545131 | 2796 |
1960 | 550735 | 2944 |
1961 | 575868 | 3064 |
1962 | 611656 | 3404 |