Introducción histórica

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Influencia del mundo islámico en la cultura hidráulica de Andalucía

La conquista árabe de España, iniciada en el 710 como una simple correría se transformó rápidamente en ocupación estable, tanto que en el 713 el Califa Omeya de Damasco se proclamó en Toledo Soberano de la región ocupada, Vencidos lo visigodos, España cambiaba gobierno y nombre, se transformaba en al-Andalus. Ya en el 717 casi toda la península era conquistada. Ocho siglos de permanencia de la cultura islámica en la península ibérica no pueden más que haber dejado una importante huella y una gran herencia en toda la región andaluza donde se estableció.

La cultura del agua influenció la vida social, económica y cultural del mundo islámico y la huella dejada en el sistema hídrico de Andalucía está aun presente en numerosas palabras y topónimos de origen árabe en la lengua y en la geografía.

Lo que se ha de tener presente en la cultura hidráulica es, como en todo aspecto cultural, ese algo que se ha heredado para todo un pueblo y no una exclusiva para un elemento individualmente.

Los árabes encontraron en España un gran desarrollo técnico e institucional, tomado durante el periodo romano en el almacenaje, la conducción, la distribución y la utilización del agua, y en esto mejoraron, ampliaron y se extendieron en su uso cotidiano.

El mundo islámico obtuvo una de las cosas más importantes en lo que hace referencia al empleo del agua: no solamente la utilizaron para regar los cultivos, con gran ventaja económica, o durante la construcción de sus jardines con fuentes, sino que la emplearon como fuente energética para el funcionamiento de los molinos hidráulicos utilizados para distintos usos: moler el grano de trigo, triturar minerales, fabricar pólvoras, etc. Estas construcciones se extienden por todo el territorio español y en particular en la región andaluza, y más precisamente en la provincia de Granada.

 

Los Molinos de agua y la cultura islámica

La invención de las estructuras edilicias y de las maquinarias aptas para la molienda de cereales se considera una de las conquistas tecnológicas más significativas en la historia del género humano. La explotación de una energía de la naturaleza, el viento o el agua, con el fin de sustituir el trabajo físico de los hombres o de los animales señala un avance cultural pero también socio-económico comparable a las radicales transformaciones que en el siglo dieciocho estuvieron determinadas por la revolución industrial.

La investigación histórica de cómo los hombres pasaron de las máquinas de moler de giro movidas a mano a los molinos accionados por las aguas de los ríos está documentada en un conocido escrito de Marc Bloch (Bloch 1962). El historiador, fundador de ¨Les Annales¨, refiere que testimonios de la existencia de esta innovación técnica se han encontrado en Asia Menor poco antes de la era cristiana. Y algunas descripciones tanto de Plinio que de Vitruvio demuestran que el molino de agua es bien conocido en el mundo romano clásico.

Es opinión común que, después de un periodo de obsolescencia que duró varios siglos, en época medieval el molino hidráulico vuelve a tener una notable difusión en gran parte de las regiones de la cuenca mediterránea (Le Goff, 1964). Y por otra parte, ninguno de los autores que se han ocupado de los orígenes del molino hidráulico descuida la importancia que la conquista árabe ha tenido en el determinar esta difusión (Bloch, 1962; Endrei, 1968, Lagardère, 1991).

El tipo de molino hidráulico utilizado prevalecientemente por los pueblos musulmanes fue el horizontal, constituido por una rueda motriz horizontal con palas. Este tipo de molino, caracterizado por un empeño prevaleciente en las zonas (impervie) y colinares y por la explotación de pequeños recursos de agua, originario de las zonas montañosas de Persia y de Oriente Medio, se difundió en Asia y en la cuenca del Mediterráneo junto con la expansión musulmana en todo el dar al-Islam. La región mediterránea europea donde más tiempo y de manera más profunda los árabes residirán y ciertamente aquella parte de la península ibérica denominada al Andalus. Aquí, donde los testimonios de la presencia musulmana están todavía presentes y tienen gran difusión, estudiosos e investigadores han profundizado sus caracteres y consistencia tanto de los sistemas de irrigación como de edificios y máquinas para la molienda. (Selma, 1991; Barcelo, 1989; Kirchner, Navarro, 1994; Lagarderè, 1991).

Partiendo de este contexto científico e histórico, el proyecto Aramis toma en examen y desarrolla la valorización de los molinos de agua de origen árabe en algunas regiones europeas mediterráneas: la Sicilia occidental (Italia), Andalucía (España), Creta (Grecia), Malta, evidenciando también todas las conexiones con otras regiones mediterráneas interesadas en el mismo tema (Túnez, Marruecos, Córcega, Turquía, Provenza).