75 SALVADOR DE MORALES. Vecino de NIGÜELAS.
(1) Una CASA MOLINO HARINERO, en el PAGO DE LAS ALBERCAS, cuarto bajo y alto, veintidos varas de frente y cinco de fondo, muele con agua corriente y tiene una piedra; propio de SALVADOR MORALES, gana al año quince fanegas de boltizo de maiz y centeno, a precio de dieciocho reales, importa doscientos y setenta reales................ 270 reales.
Hay en este lugar un (1) escribano, de hechos a quien se le regulan por esta razon, cuarenta (40) reales a el año; un (1) arriero a quien se le regulan cien (100) ducados al año; un (1) maestro de molino a quien se te regulan cien (100) ducados al año, tambien hay quince (15) labradores los cuales segun dichas respuestas generales, consta producirle su asistencia en la hacienda que disfrutan y cuidado que a ella tienen cuatro (4) reales diarios a cada uno; hay dieciseis (16) jornaleros a los cuales les consideran por su personalidad tres (3) reales a cada uno de los dias que trabajan en invierno y cinco (5) en el verano; finalmente hay dos (2) soldados milicianos y segun el reconocimiento resulta haber tres (3) pobres de solemnidad
JUAN DE MORALES maestro de molinero... 24 años.
JULIANA XIMENEZ su mujer.... 22 años
MANUEL AGUSTIN su hijo.... . .. . . 1/2 años
ANDREZ XIMENEZ 1 suerte sencilla. 30 de julio de 1575.
DIEGO DE FUENTES 1 suerte y 1/2: ventaja. 30 de julio de 1575.
DIEGO MALDONADO. 1 suerte y 1/2 ventaja. 30 de julio de 1575.
FRANCISCO HERNÁNDEZ. 1 suerte 30 de julio de 1575.
FRANCISCO MEDINA. 1 suerte y 2 ventajas. 30 de julio de 1575.
MARTÍN DE ARANDA. 1 suerte 30 de julio de 1575. por el anterior
FRANCISCO HERNÁNDEZ EL MOZO 1 suerte 13 de febrero de 1576.
DIEGO CALERO 1 suerte. 30 julio 1575. Por el anterior
JUAN RAMOS. I suerte. 13-2-1576.
JUAN DE FUENTES. 1 suerte. 30 julio 1575. por el anterior
FRANCISCO MARTÍN 1 suerte. 13-2-1576.
JUAN MONTERO. 1 suerte. 30 julio 1575. por el anterior
JUAN DE FUENTES. 1 suerte. 12-3-1576.
TERESA GUTIÉREEZ. viuda de JUAN XIMÉNEZ 1 suerte y 1 ventaja 30 de julio de
1575 por el anterior
GINES ROMÁN. 12-3-1576.
JUAN SÁNCHEZ. I suerte 30 julio 1575
JUAN GÓMEZ. 1 suerte. 30 julio 1575.
JUAN VERDUGO 1 suerte 30 julio 1575.
PEDRO XUEZ 1 suerte. 30 julio 1575. Por el anterior
ISABEL RODRÍGUEZ, viuda de JUAN GARCÍA. 13-2-1576.
MELCHOR GARCÍA. 1 suerte. 30 julio 1.575.
SEBASTIÁN JUEZ 1 suerte. 30 julio 1575
Açcequia La hazienda que cupo a cada suerte de las veynte que se hizieron en este lugar de açequia
El lugar de Açequia se poblo con diez y seis vecinos y se hizieron veinte suertes las quatro de llas se dieron por ventajas segun por la comision y horden se mando la hacienda que cupo a cada suerte es la que se sigue
Una cassa para morada a los vecinos con otras algunas acesorias caydas
Veinte y uno marjales de tierra de rriego
Tres fanegadas de tierra de secano
Quinze morales de marca en que abra dos honzas de cria de seda
Quatro marjales de viña
Diez olivos que tendran tres arrobas de aceyte cada año
Todo lo qual se taso apoco mas o menos y la hacienda que a cada vecino le cupo es la que se contiene en los pliegos que adelante van en este libro Alonso Sanchez escribano
En Talara quince dias del mes de junio de mil y quinientos y setenta y dos años el muy magnifico señor el licenciado Jusepe Machuca juez de comision de su magestad hizo parecer ante si personalmente a Diego Solier Maldonado e Juan de Solier Maldonado naturales del lugar de Açequia e vecinos que al presente son en el dicho valle de Lecrin y dellos recivio juramento en forma de derecho so cargo del qual aviendoles el dicho señor juez se dijo algunas preguntas para averiguacion de lo contenido en su mision e ynstrucion lo que los suso dichos dixeron e declararon es lo siguiente el licenciado Jusepe Machuca ante mi Antonio Perez escribano
Este dicho lugar esta a cinco leguas de la ciudad de Granada uno de los lugares del dicho valle en tiempo de moriscos avia sesenta y seis vecinos moriscos e al presente no ay ninguno ni el dicho lugar esta poblado porque el dicho lugar y las casas estan caydas y quemadas a causa de aver estado allí el campo del duque de Cesaz e aver avido allí muchos dias presidio todas las dichas casssas estan ynavitables y ay necesidad de bolver a edificar e labrar de nuevo
La yglesia del dicho lugar toda ella esta sana e buena solo le falta las puertas
Ay en el terminó del dicho lugar que pertenece a su magestad que hera de moriscos alzados e llevados trescientos marjales de tierras de riego en que abra cincuenta morales sin otros pies de morales que estan cortados que van echando recubre igual abra cien pies de olivos todos los de mas arboles frutales estan perdidos e talados por la razon suso dichas la dicha tierra de riego es buena e baldra de renta cada año cada marjal fuera de toda costa dos reales y medio cada uno
tiene el dicho lugar la rivera del rio del Torrente una buena alameda con que se pueden reparar algunas de las dichas casas
de los olivos que tienen dicho se cogeran cada año pagado diezmos y maquila y toda costa treinta arrovas de aceyte que pertenece a su magestad
y de los dichos morales que estan dichos abra doze honzas de cria de seda poco mas o menos
Ay en el dicho termino cinquenta marjales de viña razonables que las mas dellas estan en el rio del Torrente estan maltratadas
Ay en la sierra y termino de Açequia cien fanegadas de tierra de secano en senbradura buena tierra aunque trabajosa de labrar por ser laderas e no ay mas tierra por ronper
Ay dos hornos es la propiedad de la yglesia e tienenlo a censo perpetuo xristianos viejos
Ay quatro molinillos de pan pequeños y ruynes estan perdidos e no muelen tienen necesidad de gran reparo son ruynes posesiones pertenecen a su magestad
Ay en dicho lugar dos molinos de aceyte el uno de agua y el otro de viga que estrae con vestias estan tanbien caydos e perdidos heran de moriscos alzados e pertenecen a su magestad
El dicho lugar tiene una açequia de agua con que riegan todas las heredades y de que bebian los vecinos del pueblo tomanse del rio del torrente e solamente regaban con ella de dia e no de noche porque es la dicha agua de noche del lugar de Monduxar en tiempo de moriscos regaban desta manera que a cada marjal de tierra se le dava un quarto de hora de agua una vez cada semana e al presente no ay horden porque como dicho es no esta poblada ni ay vezinos
Ay en el dicho termino una almadrava es de la yglesia al presente no se labra
No ay en el dicho termino otros terminos ni dehesas ni montes ni otros aprovechamientos algunos mas de lo que esta declarado
LIBRO DE APEO Y REPARTIMIENTO DE AÇEQUIAS.
La orden y forma que se ha de tener la poblacion del lugar de açequia del valle de lecrin e los vecinos que en el a de aver elas suertes que se an de hacer de las casas y heredades del dicho lugar y su termino e como se an de dar y repartir es la siguiente
A de aver en el dicho lugar diez seis vecinos sin beneficiado ni sacristan por que se ha tenido relacion que el beneficiado tiene suerte en el lugar de monduxar donde tambien lo es e teniendola en un lugar no la puede tener en otro e no aviendo beneficiado no a de aver sacristan que todos fueran de fuera del reino de granada que de hordinario bivan en el dicho lugar con sus casas pobladas mugeres e hijos los que las tubieren Que se de hacer todas las casas y sitios dellas del dicho lugar diez y seis moradas que se reducen todas las que en el avia en tiempo de moriscos las las quales se an de repartir por la orden que se contiene en un capitulo de las condiciones que sobre ello trata Que se de hacer de cada suerte y genero de hacienda de las que en el dicho lugar e su termino tenian e poseyan los dichos moriscos beinte suertes porque aunque les tocavan mas se consumen ya que las suertes vengan a ser mayores las cuales se an de repartir e dividir entre los vecinos que a de aver en el dicho lugar e a de llevar cada uno dellos las que an sido repartidas en la forma e manera siguiente
A Francisco de Medina vecino de Campillo de Arenas tres suertes de cada suerte e genero de hacienda
A Juan de Medina vecino del dicho Campillo dos suertes
A Juan Ximenez
vecino de Luque dos suertes
A Diego Calero vecino de Campillo de Arenas una suerte
A Bartolome Lopez vecino del dicho Campillo una suerte
A Diego de
Fuentes vecino de Baylen una suerte
A Diego de Padial vecino de Alcala la Real una suerte
A Melchor Garcia
vecino de Toledo una suerte
A Juan Montero vecino de la Guardia una suerte
A Francisco Martínez vecino de Cambil y al *** una suerte
A Francisco
Martines vecino de Baeza una suerte
A Pedro Martínez vecino de Ubeda una suerte
A Martin de Aranda vecino de Luque una suerte
A dos vecinos que se an de fuera del reino y utiles para la poblacion que los
a de nombrar Alonso Sanchez a cada uno una suerte
Ase de hacer el repartimiento posesion y entrega a los vecinos en el contenidos por la horden e forma que en el se hara sin alterar ni mudar en el cosa alguna hecho en Granada a diez y seis días del mes de henero de mil y quinientos e setenta y cuatro años Juan Rodríguez de Villafuerte Maldonado por su mandado Hennando de Castro Hecho y sacado corregido y concertado fue este dicho traslado con la provision real onginal y yntrucion e Granada a trece dias del mes de março de mil e quinientos y setenta y seis años. Testigos que fueron presentes Miguel Martines y Diego Flores y Hernando Bordado vecinos y estantes en Granada Yo el dicho Alonso Sanchez escribano de su magestad firme y hice este mí signo Alonso Sanchez Escrivano
Acequias y el Padul en lugares de abastecimiento, vigilancia y refuerzo de tropas
De lo que proveyó el duque de Sesa en Granada, y cómo salió a juntar su campo en el lugar del Padul para entrar en la Alpujarra
Antes que el duque de Sesa saliese de Granada, porque en la ciudad y presidios comarcanos hubiese la guardia y seguridad que convenía, proveyó las cosas siguientes: que en la fortaleza de la Alhambra quedasen los capitanes Lorenzo de Ávila y Gaspar Maldonado con sus compañías, y Antonio Martínez Camacho, con cincuenta soldados, a orden del conde de Tendilla; en la ciudad seis compañías de infantería, capitanes Juan Núñez de la Fuente, don Cristóbal de León, don Diego de Vera, Francisco Montesdoca, don Lope Osorio y Bartolomé Pérez Zumel, capitán y cabo de toda esta gente, y Juan Franco, sargento mayor; y tres estandartes de caballos del marqués de Mondéjar, de don Bernardino de Mendoza y de Martín Noguera, y Jerónimo López de Mella con su gente. Éste era vecino de Medina de Rioseco, hombre caudaloso en aquella tierra, y había venido con un hermano suyo, llamado Blas López de Mella, ciento y sesenta leguas, a servir en esta guerra a su costa con ocho escuderos de a caballo y diez arcabuceros de a pie, y después se le había acrecentado el número de la gente.
En la Vega mandó quedar las compañías de Antonio de Baena y Pedro Navarro, con seiscientos infantes, y con orden que en la ciudad de Santa Fe pusiesen cincuenta soldados, que estuviesen allí de ordinario con la caballería del duque de Arcos. Quedaron asimesmo en la Vega dos estandartes de caballos de Lázaro de Briones y de Gaspar de Aguilera. En Alfacar, la Zubia y Gójar Hernán López con trecientos hombres de las cuadrillas. En Guéjar cuatro compañías de infantería, capitanes Pedro de la Fuente, Luis Coello de Vilches, Hernando Becerra de Moscoso y don Francisco Hurtado de Mendoza, capitán y cabo del presidio; el cual pusiese cien soldados en Pinillos para guardia de aquel paso, y en Níbar la compañía de don Francisco, del partido de Alcántara. Dio orden al corregidor Juan Rodríguez de Villafuerte, que apercibiese de nuevo los capitanes de cada colación, para que tuviesen la gente de la ciudad a puño, así la de a pie, como la de a caballo, señalando por cabo de las compañías de infantería a don Pedro de Vargas, veinticuatro de aquella ciudad, y por sargento mayor a Jorge de Baeza; y que las guardas, rondas y centinelas se hiciesen de la mesma manera que hasta allí. Quedó el gobierno de paz y de guerra al presidente don Pedro de Deza, y que don Gabriel de Córdoba, como superintendente de la gente de guerra, asistiese en el Consejo con él, y se ejecutase lo que allí se ordenase, haciendo oficio de capitán general; asistiendo asimesmo con ellos el Corregidor y los que más pareciese al Presidente, según las ocasiones que se ofreciesen.
Todas estas cosas proyectó el duque de Sesa antes de salir de Granada; y cuando le pareció tiempo, a 21 días del mes de febrero deste año de 1570, partió de aquella ciudad, y aquel proprio día llegó al Padul, donde se había de juntar toda la gente. Estaba don Juan de Mendoza en las Albuñuelas, que había ido a recoger las compañías que iban viniendo de las ciudades y señores; el cual vino al Padul a 23 de febrero. Detúvose el Duque en aquel alojamiento muchos días con harta importunidad, esperando gente y vituallas y armas, que habían de venir de Málaga, y haciendo reductos en Acequia y en las Albuñuelas y en las Guájaras. En las Albuñuelas puso de presidio a don Gutierre de Córdoba con mil infantes y un estandarte de caballos; a las Guájaras envió al capitán Antonio de Berrio con quinientos arcabuceros, sin caballería, por no ser la tierra dispuesta para ella; y en el Padul y Acequia ordenó otros presidios para en su partida.
A Jayena envió a don Alonso de Granada Venegas con cincuenta arcabuceros y el estandarte de caballos de Baeza de Juan de Carvajal, porque su majestad había mandado que se pusiese allí con alguna caballería, para que por su medio, como persona de confianza, de quien la podían tener los rebeldes, se pudiese tener alguna inteligencia con ellos para que se redujesen, como él lo había ofrecido, que era el lenguaje que más se trataba; porque su majestad, como atrás dijimos, deseaba más la concordia que la vitoria de sus vasallos.
Y porque la gente no estuviese ociosa comiendo el bastimento en el Padul, mientras se engrosaba el campo, y llegaban los bastimentos, armas y municiones que esperaba de Granada y de Málaga y de otras partes, mandó hacer el Duque algunas correrías, y se pusieron emboscadas a los moros que andaban por el valle, y fueron presos algunos, de quien se entendió el desinio del enemigo, y como había enviado al Habaquí a lo del río de Almanzora con autoridad de capitán general, y puéstose él con toda la gente de la Alpujarra en Andarax, no con propósito de defender la entrada a nuestro campo, sino para molestarle, dando en la retaguardia y en las escoltas de los bastimentos, y necesitándole a que, fatigado de hambre, de cansancio, y sin ganancia, le dejasen, porque deste parecer eran el Habaquí y los capitanes turcos.
Y que a la parte de poniente había enviado cuatro mil moros con el Rendati y el Macox y con otros, la mayor parte de los cuales eran de aquellas comarcas y de la sierra de Bentomiz, para el mesmo efeto; mandándoles que metiesen cuatrocientos hombres en el castillo de Lanjarón, y procurasen defenderle, para desde allí salir a hacer sus saltos cuando el campo del duque de Sesa pasase, ofreciéndoles que los socorrería con todo su poder cuando fuese menester, y que estaba confiado en el socorro que le prometía su esperanza que había de venirle de Argel. En este lugar ponemos dos cartas, una que Aben Aboo escribió al menfti de Constantinopla, que es como obispo; y otra del secretario de Aluch Alí, a fin de que se entienda que no se descuidaba en este particular; y luego volveremos a nuestra historia.
Usaba de muchas mañas Aben Aboo para entretener al duque de Sesa que no pasase a socorrer a Órgiba, porque entendía que los cristianos que estaban dentro no podían dejar de perderse muy en breve, faltándoles los bastimentos. Hacía grandes representaciones de gentes por aquellos cerros, fingía cartas exagerando el poder de los moros, y aún echaba fama que ya era perdido el fuerte y que eran muertos todos los cristianos de hambre. Estas cosas divulgaban los moriscos de paz en Granada, las espías en el campo, y los unos y los otros tan disimuladamente, que tenían suspenso al duque de Sesa, no se determinando si pasaría con la gente que allí tenía, o si esperaría la que venía de las ciudades, que no acababa de llegar. Estando pues con este cuidado, deseoso de prender algún moro de quien tomar lengua, Pedro de Vilches, Pie de palo, se le ofreció que se lo traería, dándole licencia para ello.
Quisiera el Duque excusarle de aquel trabajo, por ser hombre impedido y hacer la noche escura y tempestuosa de agua y viento: mas el animoso Vilches porfió tanto con él, y la necesidad era tan grande, que hubo de darle la licencia que pedía, enviando con él a Francisco de Arroyo, otro cuadrillero, con su gente. Los cuales salieron a prima noche, y emboscándose con los soldados en unas trochas que sabían, cuando vino el día tenían ya presos seis moros que venían hacia donde estaba Aben Aboo con cartas suyas. Con esta presa volvieron al campo; y queriendo saber el duque de Sesa lo que se contenía en aquellas cartas, porque estaban en arábigo y no había allí quien las supiese leer, escribió luego al Presidente que le enviase un romanzador que las declarase; el cual envió al licenciado Castillo, que las romanzó, y eran, según lo que después nos dijo, para los alcaides de Guéjar, Albuñuelas y Guájaras, diciéndoles que al bien de los moros convenía que recogiesen luego toda la gente de sus partidos, y se fuesen a juntar con él, porque quería dar batalla al duque de Sesa, que estaba en Acequia con fin de pasar a socorrer a Órgiba, y sin duda le desbaratarían; y que se había dejado de proseguir en el cerco de Órgiba para venirle a esperar en el paso; y que los cristianos quedaban ya de manera, que no podrían dejar de perderse brevemente. Y en la carta que iba para el alcaide Xoaybi de Guéjar decía otra particularidad más: que saliese con seis mil moros de los que allí tenía, y tomando el barranco entre Acequia y Lanjarón, cuando el campo del Duque hubiese pasado, cortase el camino a las escoltas, que de necesidad habían de ir con bastimento, porque esto solo bastaría para desbaratarle. Por otra parte había hecho que se divulgase en Granada que el fuerte era ya perdido y que los cristianos habían sido todos muertos, para que don Juan de Austria mandase al duque de Sesa que retirase el campo, o a lo menos le entretuviese en aquel alojamiento; y habíalo sabido hacer de manera que, para que se diese más crédito, había escrito que lo dijese algún morisco a un religioso en forma de confesión; y estando un día don Juan de Austria solo en su aposento, llegó a él un fraile a decírselo por cosa muy cierta.
Esta nueva puso en harto cuidado al animoso Príncipe, y mandando juntar luego consejo, propuso lo que el fraile le había dicho, para ver el remedio que se podría tener; y dando y tomando sobre el negocio, jamás se pudo persuadir el presidente don Pedro de Deza a que fuese verdad, diciendo que sin duda era algún trato de moros; porque si otra cosa fuera, no era posible dejar de haber venido alguna persona que depusiera de vista; y tanto más dejó de creerlo cuando don Juan de Austria le dijo de quién y cómo lo había sabido. Dando pues todavía priesa al duque de Sesa que pasase adelante, determinó de hacerlo; y enviando a Pedro de Vilches con ochocientos infantes a que reconociese el barranco que atraviesa el camino real y baja a dar a Tablate, le mandó que tomase lo alto dél, y se pusiese donde el camino de Lanjarón hace vuelta cerca de Órgiba, y desde allí diese aviso a Francisco de Molina; y para asegurarle envió luego en su resguardo ochocientos hombres, y él siguió con todo el resto del ejército, que serían poco más de cuatro mil infantes y trecientos caballos, sospechando que los unos y los otros habrían menester socorro. Luego que los enemigos vieron caminar nuestra gente, repartiendo la suya en dos partes, el Huscein y el Dali, capitanes turcos, fueron a encontrar a nuestro cuadrillero con la una, y la otra quedó de retaguardia; y encubriéndose los delanteros, antes de llegar a ellos comenzó Dali a mostrarse tarde y a entretenerse escaramuzando; y entre tanto apartaron seiscientos hombres, trecientos con el Rendati, para que se emboscase a las espaldas, y trecientos con el Macox, que fuese encubiertamente a ponerse junto al camino de Acequia, donde dicen Calat el Haxar, que quiere decir atalaya de las piedras: cosa pocas veces vista, y de hombres muy práticos en la tierra, apartarse con gente estando escaramuzando, y emboscarse sin ser sentidos de los que estaban a la frente ni de los que venían a las espaldas. Cayó la tarde, y cargó Dali reforzando la escaramuza a la parte del barranco cerca del agua, de manera que a los nuestros pareció retirarse hacia donde entendían que venía el Duque.
A este tiempo se descubrió el Rendati, y fue cargando sobre ellos; los cuales, hallándose lejos del socorro y viendo que cerraba ya la noche, se retiraron a un alto cerca del barranco con propósito de parar allí hechos fuertes; y pudieran estar seguros, aunque con algún daño, si el capitán Perea, natural de Ocaña, tuviera sufrimiento; mas en viendo el socorro que les iba, desamparó el cerro, y bajando el barranco abajo, fue seguido de los enemigos y muerto peleando con parte de los soldados que iban con él. Los otros pasaron adelante, siguiéndolos los moros, hasta que llegaron donde estaba el Duque ya anochecido, el cual los socorrió y retiró; mas dando en la segunda emboscada del Macox, y hallándose por una parte apretado de los enemigos, y por otra incierto del camino y de la tierra, con la escuridad y confusión, y con el miedo de la gente que le iba faltando, fue necesario hacer frente al enemigo con su persona.
Quedaron con el Duque don Gabriel de Córdoba y don Luis de Córdoba, y don Luis de Cardona, Pagan de Oria, hermano de Juan Andrea de Oria, y otros caballeros y capitanes, muchos de los cuales se apearon con la infantería, y con la mejor orden que pudieron se retiraron al alojamiento casi a media noche. Hubo algunas opiniones que si los moros cargaran como al principio, corrieran peligro de perderse todos los nuestros; mas el daño estuvo en que Pedro de Vilches partió a hora que no le bastó al Duque el día para llegar a Órgiba ni para socorrer, porque le faltó el tiempo: cosa que engañó a muchos en el reino de Granada, que no le median bien por la aspereza de la tierra, hondura de barrancos y estrechura de caminos.
Murieron cuatrocientos cristianos y hubo muchos heridos, y perdiéronse muchas armas, según lo que los moros decían; pero según nosotros, que en esta guerra nos enseñamos a disimular y encubrir la pérdida, solos sesenta fueron los muertos, no con poco daño de los enemigos y con mucha reputación del Duque, que de noche, sospechoso de la gente, apretado de los enemigos, impedido de la persona, tuvo libertad para poner en ejecución lo que se ofrecía proveer a todas partes, resolución para apartar los enemigos y autoridad para detener a los soldados, que habían ya comenzado a huir.
Dice Diego Hurtado de Mendoza en su Guerra de Granada:
«Entre tanto apartaron seiscientos hombres, cuatrocientos con Rendati que se emboscó a las espaldas de Vilches, y Macox adelante al entrar de lo llano tomando el camino de Acequia de las tres peñas (llaman los moros a aquel lugar Calat el hhajar en su lengua), cosa pocas veces vista, y de hombres muy prácticos en la tierra, apartarse tanta gente escaramuzando, y emboscarse sin ser sentida, ni de los que estaban en la frente, ni de los que venían a las espaldas»
Luis del Mármol Carvajal, que añade:
«…y entre tanto apartaron seiscientos hombres, trecientos con el Rendati; para que se emboscase á las espaldas; y trecientos con el Macox, que fuese encubiertamente á ponerse junto al camino de Acequia, donde dicen Calat el Haxar, que quiere decir atalaya de las piedras…»
Ambos cronistas hacen referencia a un mismo topónimo, Calat el Hhajar o Haxar, que para Mármol se trataría de una atalaya, aunque si hacemos una interpretación literal del término árabe «Qal‘a», estaríamos ante una fortaleza o ciudadela