Hallado en Murchas parte un molino íbero de varios siglos antes de Cristo

Dos investigadores, Antonio Morales y Rocío Iglesias, coinciden en que el hallazgo podría tener 3.000 años de antigüedad

Antonio Morales y Rocío Iglesias, con el hallazgo / D. Q.
Antonio Morales y Rocío Iglesias, con el hallazgo / D. Q.

Sacado del Comomarcal de Lecrín

A la vista de todo aquel que pasara por uno de los caminos de Murchas se encontraba hasta hace unos días parte de un molino íbero que puede contar con 3.000 años de antigüedad. Un investigador de Dúrcal, Antonio Morales, es el responsable de este hallazgo que estaba entre las piedras de un balate y que por lo tanto forma parte de material de arrastre y no está en su contexto original.

Los ojos expertos Antonio Morales y de la arqueóloga Rocío Iglesias han conseguido datar la antigüedad de este molino, que puede tener 3.000 años de antigüedad. Según Rocío Iglesias «la pieza ha sido traída desde otro lugar. Es parte de un molino ibérico y puede ser de mil años antes de Cristo». El molino se encuentra en un estado que no deja lugar a dudas sobre su naturaleza, a pesar de que donde se encuentra le ha podido pasar el arado por encima en muchas ocasiones. La arqueóloga también asegura que este descubrimiento «puede indicar que cerca de este lugar hay un yacimiento ibérico, probablemente lo que sería un poblado».

Antonio Morales coincide con Rocío Iglesias en la teoría del poblado íbero que se puede encontrar en la zona de Murchas y considera que este hallazgo puede ser «muy importante para Murchas, pero sobre todo para todo el Valle de Lecrín». De existir el citado poblado, «entraríamos a formar parte de un listado de pueblos de la provincia que cuentan con estos asentamientos como Baza, Puebla de Don Fadrique o Montefrío».

De hecho, el hallazgo podría ser el primer paso para establecer un mapa de los «Un oppidum (en plural en latín oppida) es un término genérico en latín que designa un lugar elevado, una colina o meseta, cuyas defensas naturales se han visto reforzadas por la intervención del ser humano. Los oppida se establecían, generalmente, para el dominio de tierras aptas para el cultivo o como refugio fortificado que podía tener partes habitables. El nombre de oppidum se utiliza, genéricamente, para designar lugares de diferente amplitud, que pueden ir desde 1 o 2 hasta varias centenas de hectáreas», sostiene Antonio Morales.