UNA especie de maldición parecía ceñirse sobre el destino del último rey nazarí
de Granada. En las vísperas de la rendición, con los príncipes nazaríes en manos
de los Reyes Católicos, la tristeza de la reina Morayma se agudizaba. Por su
parte, Boabdil, según dicen las crónicas, no paraba de lamentarse: «¿Por qué la
muerte no ha querido ni quiere de mí nunca!».
Una desesperada Morayma mandó llamar a un famoso sabio astrólogo, que se llamaba
Ben-Maj-Kulmut y consultó con él en gran secreto el horóscopo del rey Boabdil.
El sabio anciano le contestó: «Dicen las estrellas que el último rey nazarí
vivirá mucho para padecer mucho».
Con esta profecía, que evidentemente la obviaba a ella, llegan las
Capitulaciones de Santa Fe y
la salida de la familia real y sus súbditos hacia la Alpujarra.
Los Reyes Católicos habían cedido a Boabdil para él y sus descendientes un feudo
en el Reino de Granada que se componía de las tahás de Berja, Dalías, Boloduy,
Andarax, (actual provincia de Almería) Marchena, Juviles, Láchar y Ugíjar
(actual provincia de Granada), además de otras pertenencias.
La marcha se hizo con todo un tesoro material, aunque sin el que más le
importaba a Morayma, sus hijos, Yusuf y Ahmed, que permanecieron retenidos por
los Reyes Católicos en previsión de un nuevo alzamiento de los partidarios de
Boabdil.
Antes de partir, el Rey Chico dio orden de levantar el Cementerio Real de la
Alhambra, conocido como La Rauda,
para que sus ascendientes no quedaran en tierra cristiana.
Boabdil trasladó los restos de sus antepasados hasta Mondújar, en donde, camino
de Laujar, mandó construir un nuevo cementerio real en sitio tan secreto que
hasta la fecha tampoco ha sido encontrado.
¿Dónde pueden hallarse los restos mortales de los reyes nazaríes? Hay que
remontarse al origen de la rauda real, que fue creada por Ismail I, uno de los
pocos monarcas nazaríes por vía materna. El cementerio se sitúa junto a la
mezquita mayor, lugar donde hoy se alza la Iglesia de Santa María de la
Alhambra. Los primeros en recibir sepultura son los antepasados más inmediatos
del rey nazarí, entre ellos Yusuf I y Mohamed II. La ubicación de este campo
santo significa que la Alhambra se consolida como espacio de poder.
El ritual
¿Qué ritual se seguía a la muerte de un rey nazarí? En este sentido existe una
teoría, la defendida por el catedrático de Historia Medieval de la Universidad
de Granada Antonio Malpica. El especialista indica que «probablemente el espacio
que hay detrás del Patio de los Leones, una especie de qubba, se utilizara para
colocar el cadáver de los monarcas nazaríes para hacer pública su muerte». La
austeridad debe imperar en los enterramientos. Una simple sábana o lienzo de
color blanco debe envolver los cuerpos y ser enterrados de costado y orientados
hacia el sureste, a la ciudad santa de la Meca. Sobre la tumba, una piedra marca
la existencia de la sepultura. No obstante, el Museo de la Alhambra acoge
algunas de las lápidas salvadas de la rauda, con inscripciones sobre la historia
del rey y sus alabanzas a Alá.
A pesar de estar documentado el hecho de que Boabdil se llevó los restos de sus
antepasados, «porque el Islam obliga a sepultar los cuerpos para que las almas
alcancen el paraíso», unas excavaciones arqueológicas realizadas en la rauda
real revelaron el cadáver de una mujer.
«La Alhambra esconde otras zonas de enterramientos, como la rauda que se
encuentra en la Sabika, más abajo de Torres Bermejas, que era el lugar de
sepultura de los notables nazaríes y de algunos familiares de los reyes»,
comentó Antonio Malpica. No se ha podido saber lo que contiene esta otra rauda
alhambreña, «ya que en esa zona no se han realizado excavaciones arqueológicas».
Lo que sí está documentado es que Boabdil se retira con todo su séquito a
Mondújar, a la zona almeriense de Laujar de Andarax y de ahí, tras muchas
presiones de los Reyes Católicos, se marcha a Fez tras embarcar en la localidad
de Adra. Boabdil fallece en la ciudad del norte de África, pero tampoco se sabe
con exactitud y total certeza donde se encuentra enterrado.
El nombre de Mondújar es el que marca la duda, porque existen dos poblaciones
llamadas de este modo próximas a Laujar de Andarax y en el Valle de Lecrín.
Excavaciones arqueológicas han confirmado la existencia de una rauda «en una
zona próxima a Talará». «Es cierto que los reyes nazaríes tenían propiedades en
esta zona del Valle de Lecrín, en Mondújar, la madre de Boabdil», indicó Antonio
Malpica. Pero insiste en que «no se puede decir que sean los reyes nazaríes».
Manuel Gómez-Moreno recogió un texto que se encuentra en el archivo de la
Alhambra y que data de 1529, donde se informa, entre otras cosas, de que los
restos de la esposa de Boabdil y de los reyes nazaríes se encuentran en Mondújar,
unos datos que nunca pudieron ser confirmados.
«Hace unos años aparecieron unos restos junto a la autovía de la Costa, pero no
eran más que las ruinas de unas pequeñas casas donde también afloraron tumbas,
pero no se puede confirmar que fueran las de los reyes nazaríes», explicó el
catedrático de Historia Medieval.
Existe otra posibilidad y es que el Mondújar sea el almeriense, una localidad
próxima a Laujar de Andarax, en el camino hacia Adra, donde embarcó Boabdil,
«pero en este lugar nunca se ha investigado ni hecho excavación arqueológica
alguna».
Leyendas sin consistencia
El lugar de enterramiento de los reyes nazaríes sigue siendo un misterio, tal y
como deseó el mismo Boabdil, quien siempre quiso preservar el secreto. Los
misterios llaman a la leyenda y la imaginación se desborda. Es el mismo caso de
la historia que sitúa la tumba de Muley Hacén, padre de Boabdil, en la cumbre de
Sierra Nevada que lleva su nombre. «Eso pertenece a la leyenda romántica, a los
romances e historias fronterizas más que a la realidad, porque nunca se ha
podido confirmar», comentó Malpica.
El especialista se muestra escéptico ante la posibilidad de que en algún momento
se encontraran estas tumbas, «porque no sabemos si realmente Boabdil se llevó
los restos de sus antepasados cuando embarcó a Fez o los dejó en Granada».
«Nunca lo sabremos», concluyó el especialista. El misterio continúa y el secreto
sigue sin ser revelado.
jltapia@ideal.es