INFRAESTRUCTURA HIDRÁULICA

De forma genérica, podemos decir que en cada cuenca hidrográfica existe un conjunto de acequias que permiten organizar y planificar la distribución del agua por el territorio circundante; el número de acequias está en función de la orografía y de la disponibilidad de agua. El uso del agua de estas acequias está regulado por una disciplina colectiva aceptada de forma consuetudinaria. Estas normas, la mayor parte de las veces, no escritas, pero convertidas en leyes a través de la observación y seguimiento de las costumbres afectan a todos los usuarios de las aguas, tanto agrícolas como a los molinos que la utilizaban como fuerza motriz.

En algunas acequias, con cierta tradición histórica, que contaban con un elevado número de usuarios y, sobre todo, donde los intereses antagónicos entre los usos domésticos, agrícolas e industriales podían dar lugar a conflictos, esas normas fueron recogidas por escrito y se constituyeron comunidades de usuarios de la acequia para administrar y gestionar el uso del agua.

Para el funcionamiento de un molino hidráulico es imprescindible la construcción previa de una serie de elementos que permitan captar, regular, conducir y aumentar la velocidad y presión del agua destinada a mover los mecanismos impulsores. Por ello, el molino hidráulico se instala en las inmediaciones de un río o fuente. Del mencionado cauce se intercepta el agua mediante una presa de derivación para llevar el agua por un canal artificial o acequia, denominado caz, hasta el molino.

Cuando el molino se instala cerca del río y no existe ningún canal de derivación, todos los gastos de la construcción y mantenimiento de los elementos de infraestructura hidráulica deben ser sufragados por su propietario, captando tan sólo parte del agua para conducirla por el caz hasta el molino, donde una vez realizado el efecto impulsor al rodezno vuelve nuevamente al río. En cambio, cuando de forma previa a la construcción del molino existe la infraestructura hidráulica, el molinero o el propietario del molino sólo tiene que hacer frente a los gastos derivados de la construcción de los elementos propios del molino y de su mantenimiento, además de contribuir con las obligaciones marcadas por el conjunto de usuarios de forma consuetudinaria o escrita, bien con las tareas periódicas que se realizaban para reparar y mantener limpia la acequia, bien con el pago de una cuota o canon al año en función de los gastos totales.

Las presas de derivación.

Se trata de uno de los elementos de infraestructura hidráulica más significativo del tema molinar, pues construir una presa de derivación implica el derecho a utilizar el agua. Las presas y azudes son generalmente construcciones asentadas en los ríos utilizadas para embalsar, conducir o desviar las aguas del río. Tanto los materiales como las técnicas y formas de construcción son múltiples. Algunas se realizan con materiales diversos encontrados en el río (elementos vegetales, tierra y piedra) situándolos de forma oblicua con respecto al curso del cauce para evitar su resistencia (captación de la Acequia del Zute, en el río Monachil); otras veces, son construcciones de cantería de gran solidez que se realizan de forma perpendicular al cauce, con una compuerta que permite regular la entrada del agua al caz (presas de la Acequia de Axares en el río Darro y de la Acequia Real o Gorda del Genil, ambas en Granada). Entre dichas modalidades existe una amplia variedad, entre las que destacan las de mampostería o de madera, según el caudal del río.

Algunas llaman la atención, como las citadas por Pascual Madoz en el municipio de Galera, «presas formadas con atocha» (esparto) que captaban el agua para dar movimiento a seis molinos hidráulicos. La presa de Narilaz, en la Alpujarra granadina, deriva el agua del río Cádiar y la conduce a través de un canal sobre un arco de unos 25 mts. de altura para dar impulso a dos molinos harineros.

Cuando en un río se repiten sucesivas presas, todas ellas con la finalidad de derivar agua hacia las acequias y accionar los rodeznos de los molinos, para regresar nuevamente al cauce natural, entonces adoptan el nombre de represas. Madoz, menciona ocho «molinos de represa» en el municipio de Montefrío.


Presa en el río Torrente, donde toman el agua los molinos de Nigüelas

Canales o acequias.

Tras la presa de derivación aparece el canal o acequia que mediante una suave pendiente lleva el agua hasta los molinos. Los canales presentan una gran variedad de formas en cuanto al diseño, utilización de materiales, dimensiones (longitud de la trayectoria, anchura y profundidad del lecho), tratamiento de los paramentos y de los bordes, compartimentaciones internas, sistemas de compuertas, etc. Pero sobre todo lo más interesante y aún poco estudiado es el complejo entramado económico y social que las sustenta, las relaciones entre los usuarios, el establecimiento de turnos, la propiedad y los derechos sobre las aguas, entre otros muchos aspectos de interés. En la mayoría de los casos, los molineros debían compartir el uso del agua con los agricultores de las parcelas cercanas, lo que obligaba al molinero a una utilización intensiva durante las horas en que le correspondía el uso del agua.

La preocupación, tanto de las autoridades municipales como de los propios usuarios, por el buen estado de las presas y acequias ha sido constante; la desidia y abandono de la red de acequias del territorio del sur peninsular es un fenómeno reciente relacionado con la disminución de la actividad agrícola.


Acequia que toma el agua del río de las Albuñuelas,  lo cruza por el puente y abastece el molino de los Fondos o Fondas

Albercas o balsas

En los ríos de caudal abundante y permanente el agua se desvía de su cauce natural mediante una presa y un caz, por lo que no es necesaria la existencia de otras construcciones destinadas a embalsar agua; en cambio, en las comarcas con ríos de escaso o irregular caudal los molineros se veían obligados a planificar a lo largo del recorrido de las acequias una serie de albercas o balsas para acumular y regular el agua disponible, de forma que los molinos pudieran funcionar con cierta autonomía y continuidad. Estas albercas también se conocen con el nombre de pesqueras, pues a veces en ellas se podían encontrar peces.

Estas albercas, al tener una capacidad limitada, estaban dotadas de un pequeño desagüe en su parte superior, denominado aliviadero, para evitar que el exceso de agua desbordara. El agua en caso de salir por el aliviadero podía ser incorporada de nuevo a la acequia, tras bordear el molino, o bien era utilizada para regar el huerto que complementaba la economía familiar de los molineros. De este modo, la alberca, también denominada balsa en la comarca del Marquesado del Zenete o balsón en algunas zonas de Las Alpujarras, constituye un elemento indispensable del sistema hidráulico, especialmente en aquellas zonas con escasos recursos hídricos. Tanto las formas constructivas como los materiales empleados en estas albercas son variados, pero siempre se sitúan en un nivel superior al molino. Además, pueden estar asociadas de forma directa a un solo molino o bien servir a un conjunto de molinos situados de forma escalonada a lo largo de la acequia. Así, encontramos albercas de forma rectangular o cuadrada, construidas de mampostería unida mediante cal grasa y arena, de gran solidez, más tarde revestídas de cemento; pero también encontramos albercas terrizas de forma ovalada o circular. Otras veces, cuando el caz deriva de un manantial, el agua que brota de la tierra se recoge en una alberca o balsa artificial, que sirve al igual que las pesqueras para regular el agua de los caces


Alberca de Chite

Portones y compuertas.

Los portones son elementos instalados en las presas ubicadas en los ríos para determinar y regular la cantidad de agua que debe entrar en las acequias y canales. Asimismo, a lo largo de las acequias, en cada uno de los tomaderos que dan agua a los diferentes usuarios, existen compuertas por las que se regula el paso del agua; éstas sólo pueden abrirse en los momentos que corresponde el uso del agua, debiendo realizar un estricto cumplimiento de la norma establecida para no perjudicar al resto de usuarios. También se colocan compuertas en los aliviaderos de las albercas y del molino; e incluso en el caz de forma inmediata a la caída del agua por la rampa o cubo, bien para regular la entrada de agua al rodezno o para impedir la entrada de agua en los momentos de limpieza del cárcavo. Las acequias de mayor caudal, cuyas aguas se dividen en diferentes partes, disponen de un sistema de portones a lo largo de su trayecto que regulan o impiden la salida de agua a toda una serie de tomaderos laterales y posibilitan el paso del agua por el canal para no perjudicar a los molinos y demás usuarios; también permiten sacar sobrantes de las acequias y regar por tandas las huertas aledañas.

Los portones y compuertas más rudimentarios se realizaban de madera, aún pueden verse en algunas zonas rurales; pero lo más usual es que sean de hierro, con forma de tablero que corre a través de unas ranuras verticales practicadas a ambos lados de las paredes del canal. Los portones, de mayor tamaño, tienen engarzado un husillo y al accionar la palomilla o el volante, todo ello de hierro, se realiza el movimiento de subida o bajada. Los portones situados a la entrada de las grandes presas disponen de mecanismos de transmisión mediante engranajes cónicos para facilitar el movimiento del husillo. Las compuertas situadas en los tomaderos a lo largo de la acequia y las situadas de forma inmediata al molino son pequeñas planchas metálicas con un asa soldada en la parte superior.


Canales con compuertas que abastecen los molinos de Acequias

Aliviadero

Para evitar que el agua se desborde, en momentos de abundancia o fuertes tormentas, unos metros antes del molino se emplaza un canal de desagüe o aliviadero, que permite evacuar el exceso de agua al accionar una compuerta. También es muy útil cuando hay que limpiar los cárcamos del molino. Pasado el aliviadero, que mientras no se utiliza permanece cerrado con una compuerta, se coloca ocupando toda la sección del caz una rejilla de barras metálicas, con una separación aproximada entre cada una de ellas de unos 5 cms, con la que se evita que lleguen residuos en el agua que puedan deteriorar o dificultar el buen funcionamiento de los rodeznos o elementos impulsores del molino.

Para incrementar la fuerza del agua, se construyen unos dispositivos que aumentan la altura de caída y, por tantos, su presión: una rampa o cubo; o bien un con junto de cubos o de rampas, dependiendo del número de rodeznos a accionar. Estos elementos son los diferenciadores de los dos tipos de molinos existentes en la provincia de Granada, molinos de rampa y molinos de cubo


Aliviaderos en las cercanías del Cubo del molino de Lorenzo de Nigüelas

Rampas

El caz a su llegada al molino experimenta un ensanchamiento formando un depósito distribuidor, desde donde el agua se desliza por una rampa o canal estrecho, en algún caso cubierto, para aumentar la presión, cuya pendiente aproximada es de 45 grados. Cuando el molino sólo dispone de uno o dos rodeznos, el depósito regulador no es necesario, pues el agua cae directamente por una o dos rampas, respectivamente. Por lo general, un molino dispone del mismo número de paradas que de rodeznos; por ello, cuando hay que dar movimiento a varios rodeznos existen tantas rampas como rodeznos a mover, que van desde el caz hasta el interior del cárcavo.


Una de las rampas que abastece el molino de los Fondas de Albuñuelas


El caz o acequia hasta la llegada al cubo. Molino de Acequias

Cubos

Cuando se trata de un cubo, el agua llega por el caz hasta la parte superior de una torre de cantería, mampostería o ladrillo, cuyo hueco interior es, generalmente, de forma cilíndrica. Cuando se construye de mampostería el interior se recubre de arcilla para evitar pérdidas de agua. También pueden ser construidos enterrados o excavados en la roca, al menos en parte, lo que les permite soportar mejor la presión. Este cubo vertical permite aumentar la caída y, en momentos de escaso caudal, se puede utilizar como depósito de agua, lo que a su vez hace aumentar la presión.

Cuando hay más de un cubo, el caz se bifurca en tantos canales como cubos, para así suministrar igual cantidad de agua a cada uno de ellos.

El cubo es un elemento de gran solidez y permanece sin modificaciones en el tiempo, salvo que sufran roturas importantes.


Cubo del Primer Molino de Dúrcal

Bocín

En la parte inferior de la rampa o del cubo se sitúa el bocín; cuya sección se estrecha en la bajada del agua para aumentar la fuerza en el choque contra los álabes o paletas del rodezno. El botín puede estar construido en piedra u otro material de forma inmóvil, formando parte de la infraestructura hidráulica; aunque puede ser un mecanismo móvil e independiente realizado en madera o metal.


El Bocín es la parte donde está colocado el saetín de madera por donde sale el agua. Aquí se aprecia en uno de los rodeznos del Molino del Sevillano de Acequias

Cárcavo

El cárcavo o cárcamo es la bóveda del molino donde se ubica el rodezno o rueda hidráulica horizontal, accionado por el efecto de choque-empuje del agua que sale a presión por el bocín, que le hace girar sobre su eje.

Cada molino dispone de tantos carcamos como rodeznos a accionar y, por tanto, de empiedros a los que transmitir el movimiento, salvo en casos excepcionales en que un solo rodezno acciona varias paradas o en otros en que algún rodezno esté destinado a transmitir, de forma exclusiva, a otras máquinas del molino.

En la provincia de Granada el número de cárcavos por molino, referidos a su configuración en fachada o ala molinera, oscila de 1 a 5. Por lo general, la disposición de la planta del cárcavo suele ser rectangular, aunque puede sufrir modificaciones sobre todo cuando se realizan ampliaciones en el molino, entonces adoptan diversas formas, en «T», «O», y «L». Las dimensiones medias son de 3,5 mts. a 4 de profundidad y de 1,5 a 2,2 para la luz y altura. En cuanto a la técnica constructiva, el cárcavo suele estar edificado mediante bóveda de medio cañón, con piedra de cantería.  Los cárcavos se construyen a un nivel inferior al suelo para aumentar la altura del salto, mediante piedra de cantería, lo que les confiere gran consistencia frente a la erosión del agua. El resto del edificio, ya sobre el nivel del suelo, se realiza con los materiales y formas constructivas propias de la arquitectura de la zona. Los cárcavos también pueden presentar arcos rebajados, más o menos regulares.


Los tres cárcavos del Molino de los Fondas de Albuñuelas

Socaz

El agua que sale del cárcavo tras haber accionado el rodezno, es recogida nuevamente por la acequia, aunque ahora se le llama canal de fuga o socaz, a ella se une el agua procedente del aliviadero o vertedero, en caso de haber rebosado, tras haber bordeado el edificio del molino; a partir de aquí seguirá el curso de la propia acequia.


El agua del molino luego vuelve a la acequia. Molino del Sevillano de Acequias