En el límite de los términos de El Pinar, Guájar y Vélez Benaudalla, encontramos este magnífico enclave, antes de la dominación musulmana, ya existía la comunicación que enlazaba todo el Valle de Lecrín.
Sacado de El Comarcal de Lecrín
A pesar de que el camino a la mar de Almuñécar por la Cabra, es el más corto desde la Capital, no es el más evidente y fácil, ya que, el que lleva a la mar de Salobreña, era más conocido y usado por la arriería desde la antigüedad, como atestiguan los abundantes yacimientos de la ruta por el Valle tectónico de Lecrín y sus ríos, que, tras atravesarlo fluyen para alimentar al Guadalfeo. Esta ruta arriera, había de pasar por Padul, Cozvíjar, Cónchar, Murchas, Melegís, Restábal y Pinos del Valle, siendo tras esta última población donde encontramos la famosa Venta de la Cebada.
Todos estos recorridos en tiempos de los musulmanes, desde el siglo IX, se fortificaron con baluartes emirales y otras construcciones tipo torres vigías que protegían todo el trayecto, siendo el enclave de la Cebada uno de estos puntos de observación. Pero tras la toma de Granada, viendo el valor estratégico de este paraje, desde donde se podía divisar el mar y por tanto advertir posibles ataques por las costas, el Conde de Tendilla Don Diego Hurtado de Mendoza, decidió levantar una torre vigía, dotada de una alcaldía, cargo ostentado por García de Paniagua y su hijo Melchor y un retén con asignación de cinco reales por guardia.
En 1526, solicitan cien ballesteros para asegurar el camino. Melchor, huiría a Úbeda abandonando la torre, acusado de varios hurtos, deudas y por tener un carácter violento, siendo nombrado como nuevo alcaide Alonso de Valverde.
Con la segunda rebelión de las Alpujarras, la torre pasó a manos de los moriscos y según nos cuenta en sus crónicas Luis Mármol de Carvajal, el Conde 'Envió dos capitanes con trescientos arcabuceros para poder hacerles frente'.
Entre los cristianos viejos que convivían con musulmanes, se propago el mito de la existencia de una quinta columna de moriscos que colaboraban de forma estrecha con los corsarios berberiscos y turcos, a quienes facilitaban información sobre el estado de los puntos defensivos más débiles de los poblados costeros de Granada y Valencia. Por ello, en octubre de 1563, el Capitán General manda pregonar una cédula, con una nueva ordenanza, en la que se prohibía habitar en las costas del reino a los Gazis (combatientes de la fe musulmana), grupo de población poco conocida que, debido a sus antepasados de origen bereber, no eran de fiar. Con esta nueva cédula se les obligaba a alejarse más de doce leguas adentro en el plazo de cincuenta días, encargando al alguacil mayor Sr. Hampuero, supervisar las mediciones. Esto obligó a realizar diferentes medidas,
Los moriscos Gazis, en el intento de averiguar la distancia de Granada a la Costa manifiestan en un texto de la época que, partiendo de la plaza Bibataubín de la capital, y usando una cuerda de esparto de cien tercias, se fue midiendo el recorrido más cercano a la mar. Con estas mediciones llegaron a la Venta de la Cebada con diez leguas, una milla y tres mil cien tercias, sumando cien tercias más hasta la torre de la Cuesta, donde se puso una señal el sábado 16 de octubre de dicho año. Al día siguiente, Andrés de Hampuero, alguacil mayor, solicito información al alcaide Melchor de Paniagua, considerado persona diestra y conocedora de los caminos que van desde su torre a la mar, para proseguir las mediciones por el más cercano.
De aquí partieron contando las catorce leguas en el vado de la Bernardilla, presa desde donde se alcanzaba agua para Lobres, completando donde bate el agua de la mar las quince leguas y cinco mil seiscientas cincuenta tercias. Lo que establecía que los Gazis no podrían habitar, pasado el aljibe de Padul.
La torre tuvo nuevamente un papel fundamental, cuando sus vigías detectaron el nueve de mayo de 1607, la presencia de entre cuarenta y cincuenta navíos enemigos, en las cercanías de las costas motrileñas. Con la voz de alarma, se procede a la fortificación de la villa de Motril, cerrando el postigo del Toro y tapiando la zona del Hospital, construyendo tres almenaras.
Por 1776, Tomas López en su diccionario, en el que asigna número a cada tramo describe el camino de Motril como 'Camino Real muy pasajero, que atraviesa todo el Valle, desde la venta del Padul, y tras pasar por Restábal llega al lugar de Pinos, después pasa por el barranco de Zazar hasta donde hay una Venta llamada de la Cebada, desde donde desciende una larga cuesta, para cruzar el río sin puente, asciende una cuestecilla muy corta alcanzando la villa de Vélez Benaudalla, o por otro nombre Velecillos, y desde allí a Motril.'
Esta vía de comunicación quedará en desuso a mediados del S. XIX, tras la construcción de la nueva carretera que pasa por Béznar, manteniéndose sólo para comunicaciones locales y agrícolas.
Aún se puede apreciar su estructura original del castillo-torre, modificada a principios del siglo XX, pintado de color almagra, destaca en su entorno desde muy lejos. En él se pueden distinguir claramente dos espacios bien definidos, una edificación más alta que es la propia torre rehecha sobre la antigua y un módulo más bajo formado por dos naves, sobre las que monta una terraza con antepecho almenado. Sus muros son de mampostería con un grosor aproximado de un metro, hoy sus accesos están tapiados para evitar el peligro, ya que parte de su techumbre esta caída.
En esta misma ubicación, encontramos junto a parcelas agrícolas, otra edificación con aspecto de casa señorial de los años veinte del siglo pasado, que en su tiempo fue hospedaje. La construcción está constituida por un conjunto de edificaciones, entre las que destaca la casa familiar que albergaba en su planta superior las habitaciones y un mirador-terraza. Junto a la casa, se encuentran edificios dedicados a las labores agrícolas de la finca. Hoy como propiedad privada en desuso, presenta un aspecto de avanzado deterioro, incluso sus aljibes están cercados por la maleza.
A finales de los años cincuenta se instaló en la hacienda una familia numerosa, que, practicando el policultivo y el pastoreo, siempre con mucho trabajo lograba la sostenibilidad de la explotación. Al contar con hijos mayores estos hacían las labores diarias del campo, los menores tras regresar de la escuela a la que acudían en la moto de su padre, recorriendo legua y media con más de setenta curvas desde Pinos del Valle, ayudaban en el ordeño y la alimentación del resto del ganado, disponían de luz eléctrica gracias a un ingenioso sistema que aprovechaba el salto de agua entre dos albercas. Su laboreo, generaba muchas jornadas de trabajo en los pueblos cercanos cuando llegaban las campañas de siega y recolección, Esta familia permanecería hasta iniciada la década de los setenta. Pues bien, dos de esos hermanos hoy rigen los destinos de casi la mitad de los núcleos de población de nuestra Comarca, integrados en los municipios de El Pinar y Lecrín. Al conversar con ellos sobre este lugar, fluyen los inolvidables recuerdos de ese periodo de sus vidas, en el que disfrutaron de la naturaleza y la convivencia familiar
Entre los moradores que tuvieron la oportunidad de disfrutar de este magnífico entorno, según manifestó en el Comarcal, tenemos al afamado actor Antonio Velázquez, que en estos días disfrutamos de sus dotes de interpretación en la serie de televisión 'La Promesa', el cual destacaba que, sus vivencias en la Venta de la Cebada fueron para él, la ventana por la que su querido padre le mostró la vida del campo con sus actividades agrícolas y aunque en ese momento no lo valoraba, por lo que significaba para un niño el ir a recolectar aceituna o almendra, ahora en la distancia del tiempo, siente la añoranza de su niñez, lo que le hace reflexionar que le gustaría poder dar a sus hijos una infancia similar.
*Nota informativa sobre las medidas mencionadas:
Legua equivalente a tres Millas.
Milla unas cinco mil setecientas Tercias de Vara.
La Tercia es tres cuartos de una Vara
La vara son tres pies
El pie tiene tres palmos.
El palmo cuatro dedos.
El dedo dos granos de cebada.