Documento de 1909, donde se empiezan a analizar las potencialidades que tenía la extracción de turba de la Laguna de Padul. Son los primeros estudios que conocemos sobre este tema, de aquí el valor del documento.
BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL
TOMO IX— 1909
MADRID
ESTABLECIMIENTO TIPOGRÁFICO DE FORTANET
IMPRESOR DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA
Libertad, núm. 29.— Teléfono 991 1909
POR
JUAN LUÍS DÍEZ TORTOSA
En un interesante trabajo publicado en nuestro Boletín por el sabio profesor Sr. Calderón y el que intitula Nota preliminar sobre la turba y los turbales de España (I), aparece una ligerísima indicación referente á El Padul (Granada), como muestra de la existencia de dicha roca en Andalucía en donde el clima no es favorable para su formación.
Recientemente, durante las vacaciones de Semana Santa, he realizado una excursión habiendo visitado El Padul, entre otras localidades, pudiendo de este modo apreciar la importancia y extensión del referido turbal, y recoger diferentes muestras de turba con destino al Museo regional que por la sección granadina se está formando.
En mi correría he sido atentamente acompañado por el distinguido profesor D. Ricardo Navarro, quien me ha ilustrado con copiosos datos y gran número de observaciones interesantes respecto al turbal, facilitándome noticias de los trabajos ejecutados con motivo de la formación de una sociedad inglesa que intentó el aprovechamiento de tan interesante producción.
Dar á conocer algunos de aquellos datos, así como ciertas observaciones propias, motivan la presente nota.
-----------------------------------------------
Es El Padul un pueblecito de la provincia de Granada, á 21 kilómetros de la capital, situado al comienzo de una gran llanura rodeada completamente por cerros y montañas á la que se conoce con el nombre de «La Laguna», denominada de esta manera porque, en efecto, así lo era. Se dice que los Reyes Católicos hicieron donación de la misma á uno de sus vasallos, como lugar de recreo.
Hubo una ocasión en que se pensó desecar la vasta laguna, deseando, según algunos, hacer desaparecer el gran peligro que ofrecía aquel pantano, que ocasionaba enfermedades á los habitantes de las regiones próximas, y según otros, convenir aquel suelo, cubierto de agua á la sazón, en extenso campo laborable. Parece que hubo diferentes tentativas para dar salida á las aguas y decidiéronse á abrir un canal con dirección SE., yendo á engrosar estas aguas las del río Durcal, que forma después el Guadalfeo, el cual desemboca entre Motril y Salobreña.
Una vez dada salida á las aguas, quedaron al descubierto la mayor parle de los terrenos bañados por ellas, desarrollándose gran número de plantas que utilizaban los vecinos de El Padul,
Durante algún tiempo fueron aquellos lugares apastadero de ganados, pero no se tardó en comenzar á meter en labor los sitios menos húmedos, procediendo á las penosas faenas de romper el prado que formaban las raigambres y al acarreo de tierras de otros sitios, las que echadas sobre el suelo húmedo y mezcladas con los restos de las plantas que habían vivido allí tan largo período de tiempo, constituyeron una capa laborable de mucha estimación.
Desde los comienzos de la roturación de La Laguna, parece que era utilizada como combustible la raigambre y demás restos de las plantas que allí se desarrollaban, utilizando, con el mismo fin, una substancia negruzca y fibrosa que se hallaba en abundancia debajo de las plantas. Secada al sol pierde mucho de su peso y arde con facilidad, exhalando un olor desagradable. Por su combustibilidad y caracteres exteriores, parecidos á la pasta que dejan los residuos de la aceituna al extraer el aceite, los naturales del país comenzaron á llamar á esta substancia orujo de La Laguna, nombre con el que se la designa también actualmente.
Mucho tiempo transcurrió sin que el llamado orujo sirviera de nada, hasta que allá, por los años 1874 y 1875, un ingeniero valenciano, D. Joaquín Vila, pensó si podría servir para cocerla caliza, y habiendo hecho pruebas satisfactorias, construyó una calera contigua, en el sitio llamado Llanos de Marchena, donde se veían hasta hace poco restos de tal industria.
En 1901, D. Ricardo Navarro, mi amable acompañante, obtuvo del dueño de los terrenos de La Laguna, mediante un contrato, la cesión del derecho de la explotación, por treinta años, del turbal y la venta absoluta de los terrenos que aún quedaban incultos, que eran unos 350 marjales, denominados "Los Carriles".
T. :x. -Junio, 1909.
Hecha la compra proindivisa entre el Sr. Navarro y otros señores, al poco tiempo fué solicitada por un subdito inglés, D. Juan Garmichael, en representación de su hermano D. Jaime, la cesión del negocio, á lo que se accedió, entregando cierta cantidad en señal de contrato (2).
Transcurrido el plazo señalado para la formación del contrato y no habiendo sido posible á los señores Garmichael reunir el capital necesario, lo que se habían propuesto mediante la formación de una sociedad titulada «Compañía de turba española limitada.— Capital: -50.000 libras esterlinas», hubieron de desistir de su empresa, renunciando al anticipo entregado, así como á la multitud de trabajos y desembolsos que habían hecho.
Por encargo de los señores Garmichael, entre otros trabajos, fué examinado el turbal y de él se sacaron muestras por el profesor G. A. Salhstron, cuyas muestras fueron examinadas por Mr. J. W. Hinchley y por el profesor Watson Smith.
El informe del profesor Salhstron, que copiamos en parte, dice así:
«He visitado el turbal y á continuación expongo mi opinión: El turbal se cultiva en su mayor parte y, por consecuencia, la falta de musgos le da una apariencia muy diferente á la de los turbales que generalmente se ven en Inglaterra y otros países. La parte que no se cultiva del citado turbal es suficiente para proporcionar combustible por varios años, sin tener que recurrir á la parte que produce renta, aunque la explotación se lleve con actividad. La Laguna ha sido desaguada parcialmente y se confía que el Gobierno español lleve á cabo el desagüe total de la misma á poco que se solicite. Debido al desagüe incompleto de la laguna, que visité en la peor época del año para el caso, no pude obtener muestras de profundidad; pero como siempre se observa que las capas inferiores de un turbal son mejores que las superiores, considero que las muestras por mí tomadas, á una profundidad de dos pies, no representan la clase mejor del turbal. El Sr. Garmichael me enseñó una muestra tomada á una profundidad de 13 pies, y confieso que nunca vi un ejemplar de turba de tan buena calidad, ni en la Gran Bretaña, Suecia, Italia y Terranova, ni en otros países en donde he visitado diferentes turbales. Considero que la turba de la superficie, de donde yo he tomado las muestras, es de buena calidad, y esta opinión mía se ve confirmada por el análisis, que, aunque dé un tanto por ciento muy alto en cenizas, también lo da muy alto en alquitrán, amoniaco y ácido acético; además de que la experiencia me tiene enseñado que en todo turbal, á medida que se profundiza la turba, contiene menos cenizas y más alquitrán. Respecto á los componentes químicos de la turba, según los informes del profesor Watson Smith y del Sr. J. W. Hinchley, los considero muy satisfactorios aun cuando, como dejo dicho, el tanto por ciento de cenizas de esas muestras de la superficie, resulte bastante alto. Sin embargo, no lo es tanto como el contenido en muchos carbones ordinarios, y especialmente en casi todos los conocidos en Granada. La fibra útil de esta turba difiere bastante de otras por mí examinadas, y no creo probable que en un turbal se encuentre fibra útil para la confección de ropas, sombreros ó para usos quirúrgicos, pero sí creo que haya bastante cantidad de fibra útil para hacer papel y empaquetar frutas. He calculado aproximadamente la profundidad de la turba y encuentro hasta 12 pies de turba sólida continua, sin que haya indicación alguna que haga suponer la terminación del yacimiento á la citada profundidad. Personas serias me aseguran que, cuando se estaba haciendo el canal de desagüe, se llegó á una profundidad de 30 pies sin encontrar el fin de la turba; opino que la laguna contiene una grande cantidad de turba buena, suficiente para permitir á la Compañía realizar una explotación en gran escala durante muchos años.» |
Continúa en su informe el profesor Sahlstrom haciendo cálculos sobre gastos de explotación y beneficios que podrían obtenerse de este yacimiento.
Como se indica anteriormente, es característico en este turbal la falta de musgos, pues en su mayoría se encuentra en cultivo. En la parte no cultivada, denominada «Los Carriles», solo he observado la presencia de carrizo, anea, juncos y algunas otras plantas perennes cuyos rizomas y demás restos se encuentran mezclados con la turba que he recogido de las capas superiores de la formación.
La composición de la turba y los productos que pueden extraerse de la misma, se mencionan en el trabajo del profesor Watson Smith, cuyo informe firmado en 23 de Abril de 1902, copiamos á continuación:
«El profesor Sahlstiom me ha mandado, para su examen, dos muestras de turba procedentes de la «Laguna del Padul», provincia de Granada (España). Una de ellas procede de la superficie y es húmeda y blanda, y la otra es dura y seca y parecida al lignito. Ambas son negras y aparecen con la descomposición característica de las turbas. Sometidas á la combustión, en condiciones análogas, la turba dura no arde con facilidad ni hace llama como la madera ó el carbón bituminoso, pero se pone incandescente y entonces arde con llama, dejando, por último, una porción pequeña de ceniza. Conviene hacer constar que en un clima cálido, como el de España, es sumamente fácil y económico el secar la turba al aire libre, apilándola convenientemente. Destilada la muestra de turba seca ha dado los productos siguientes: 41 por 100 de carbón de turba; 19,73 de alquitrán, creosota y otros destilados; 7,60 por 100 de peso de gas inflamable (ó sea 58,1 14 c. c. por kilogramo), y 10,96 do agua amoniacal que contiene 3,41 por 100 de amoniaco puro. El resto, que no se detalla, está compuesto de gas no inflamable. Creo conveniente decir que en la destilación seca de maderas, turbas y materias semejantes, los caracteres de los productos que se obtienen dependen principalmente de la mayor ó menor temperatura que se emplee en la destilación. También diré que he observado que producía la turba seca ácido acético en mínima cantidad y que bien pudiera ser que, tratado en la fábrica convenientemente, dicho combustible produjera el ácido acético en proporciones de ser beneficiado; pero lo que no se obtendrá, y en cantidades importantes, será amoniaco ni alquitrán. Respecto á la especie de los residuos de la turba seca, no puedo decir si serían compactos ó en polvo, porque necesitaría antes hacer una prueba en grande escala; pero sí puedo decir que la turba seca no contiene indicios de materia bituminosa que sea soluble en bencina, como lo son nuestros carbones bituminosos (los ingleses), y que las escorias no forman conglomerados como los carbones de Inglaterra. Estoy seguro que, si se destila la muestra de turba seca á baja temperatura, se obtendrá parafina y aceite de parafina con nafta, ácido acético, amoniaco, creosota y brea, y si la destilación se hace á elevada temperatura dará gas para el alumbrado, alquitrán semejante al obtenido del carbón de piedra, amoniaco y fenol.» |
(1) Boletín de la Sociedad Española de Historia Natural, tomo III, 1903; página 417.
(2) El precio señalado al turbal era de 350.000 pesetas, incluyendo el valor de los terrenos.