Visita guiada por Dúrcal

Hemos cogido el artículo integro del mes de abril del Periódico Valle de Lecrín y le hemos acompañado fotografías y una serie de vínculos que amplían la visita

ENCUENTRO DE ASOCIACIONES DE MUJERES DEL VALLE DE LECRÍN EN DÚRCAL CON VISITA GUIADA, EXPOSICIONES, COMIDA, ENTREGA DE PREMIOS LITERARIOS, TEATRO Y MUESTRA DE SALSA Y TANGO....

Tuvo lugar el pasado doce de marzo, actuó de Cicerone Antonio Serrano y hemos creído conveniente reflejar casi literalmente sus explicaciones porque pueden ser estas páginas una completa guía turística para cualquiera que quiera visitar Dúrcal o se vea en la necesidad de mostrárselo a algún amigo de fuera.

A las once de la mañana llegaban los autobuses y comenzaba la gira en la puerta de la Ermita de San Blas.

- Buenos días, me llamo Antonio Serrano, soy maestro y pintor; la concejala responsable del área de la mujer me ha pedido que os enseñe mi pueblo y lo hago con mucho gusto. Antes os diré que hoy me he pasado media hora probándome, sin saber qué ropa ponerme. ¡Para que luego digan que las mujeres..! creo que no somos tan diferentes. -bromeaba Antonio-. Nos encontramos en el mismo Camino Real que llevaba a las Alpujarras. Partía de Granada y se bifurcaba en el Puntal del Padul, yéndose un ramal por entre Cónchar y las Albuñuelas, a Bajar a la Costa, atravesando Restábal y Pinos; el otro, éste que ahora pisamos, cruzaba Padul, el Aguadero y Marchena, bajaba por la Venta del Álamo a la Cuesta la Valdesa y, tras cruzar el río por el Puente Romano, (lo cual da testimonio de su antigüedad) se encaminaba al pueblo por las Fuentes.

En el lugar que nos hallamos ahora, a principio del siglo XX, especialmente tras la guerra, ocupan su orilla construcciones muy pobres que por el uso frecuente de chapas en sus cobertizos acaban dándole el nombre de Barrio de las Latas. Justo en frente de la puerta de la ermita se abre un camino al campo a cuyo final se encuentran los Baños de Urquiza y Vacamía; sus aguas termales y de propiedades minero-medicinales son (según análisis de los laboratorios nacionales de Majadahonda) de las más puras de Europa. Curan las enfermedades de la piel y deshacen las piedras del riñón. Próximo a estos baños hay un trozo de muralla llamada Peñón de los Moros y que era una fortaleza árabe, posiblemente destruida por Fernando el Católico, cuando el castillo de Lanjarón; cuenta con un pasadizo subterráneo que baja al río, por el que sólo cabe una persona con un cántaro. También queda un troje o habitación para almacenar grano. Entremos en la ermita.

 
Peñón de los Moros   Baños de Urquiza

 D. José Miguel Puerta Vílchez, profesor de árabe de la Universidad de Granada, piensa que este templo pudo ser una rábita o ermita musulmana. Lo prueba una baldosa de barro de la vivienda del ermitaño, hallada en una reforma que se efectuó en los setenta, en la que aparecía una fecha anterior a la conquista de Granada.

 
Nave de la ermita   Bóveda

Lo más bonito de esta construcción, sin lugar a dudas, es la proporción y distribución de los espacios en el interior y el aspecto suntuoso que le confieren su bóveda de medio cañón, cortada por arcos sujetos en pilastras cuyos huecos, arcos ciegos, forman graciosas capillitas. Observen esa hermosa cúpula central apoyada sobre pechinas, rematada por una airosa limosna cónica, cuya tenue luz cenital crea un ambiente trascendental y misterioso. Domina el presbiterio el espléndido camarín de San Blas, vacío del dos de febrero al diecinueve de marzo, fechas en que se baja hombros hasta el templo parroquial para su fiesta o se regresa concluidas las novenas. En el lado derecho verán una lámpara, antaño de mariposa de aceite en la que mojábamos el dedo para hacernos la cruz en el cuello, cuando teníamos anginas, pues San Blas es el abogado de los padecimientos de garganta. En esta ermita recluían a los apestados de cólera (piojo verde) en los últimos años del diecinueve.

 
Cúpula central   San Blas en su camerino

Granada, la tierra del chavico, ha hecho grande lo pequeño, magnificando con mucho arte obras de reducido tamaño como lo demuestra la extraordinaria Inmaculada Alonso Cano, de apenas medio metro, y que es considerada la obra maestra de la escultura granadina. Bien, pues en esta ermita, abundan las tallas y pinturas pequeñas siendo las que más arte encierran.

 

San José   San Francisco, Inmaculada y Niño Jesús

Empezaremos por contemplar en el lateral derecho ese precioso San José, talla de madera, de abundantes pliegues en túnica y manto que le da un aspecto muy barroco. Pero pasemos a la sacristía donde sin duda se encuentra lo mejor de la ermita. Sobre las cajoneras una pequeña Dolorosa vestida, de rostro muy bello; un niño Jesús erguido, vestido también, muy frecuentes en el arte granadino aunque éste, por el tufo o bucle del flequillo empinado hacia arriba, nos recuerda algo a la escuela sevillana; y una talla reducida de San Francisco, labradas con tal perfección las facciones de la cara, las manos, y tal gracia de movimiento y aire en el hábito que la elevan a la categoría de obra de arte.

 
Virgen de Belén

Sobre una mesita reducida una Inmaculada muy del gusto granadino, con influencias de Alonso Cano (composición en forma rómbica, las manos juntas pero sin tocarse, el manto cubriendo el hombro izquierdo, recogido por la cintura, cayendo del codo izquierdo en un pliegue voluminoso, paralelo al cuerpo, dejando libre y visible la túnica en el hombro derecho y en los brazos así como en la pierna izquierda. En el dosel la luna orientada hacia el suelo y los ángeles sólo son cabezas aladas). Esta de nuestra ermita es una de las tallas más pequeñas de la provincia y sin embargo de una perfección exquisita y un estofado en pan de oro con policromía muy detallista. Entre los cuadros, también de proporciones reducidas, destaca la Virgen de Belén de gran belleza, trazos magistrales y decididos; existe otra idéntica en la ermita de las Cuevas de Guadix, de Chavirito, de la escuela de Alonso Cano. Este cuadro era muy popular entre los durqueños porque a él acudían para rogarle algún deseo. Rezaban la oración de las cinco gotas de leche y giraban ante el icono; si tras el giro se iba el cuerpo para la derecha, el deseo se cumplía, y si a la izquierda, no. Completan la colección un lienzo al óleo con una pequeña inmaculada de influencia canesca y un Señor de la Caña de fondo tenebrista, aunque de colorido vivo y rasgos hermosos.

 

Señor de la Caña   Inmaculada
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