De: Juan Carlos Maroto Martos, Miguel Ángel Sánchez del Árbol, Jonatan Arias García, Aida Pinos Navarrete
En el Valle de Lecrín subsiste un abundante número de núcleos pequeños de población con un marcado carácter rural, asentados en un medio caracterizado por un clima dulcificado debido a la influencia del Mar Mediterráneo que asciende por el corredor natural que ha conformado la elevación de Sierra Nevada sobre este entorno al que ha fracturado de manera impresionante, dando lugar a un territorio marcado por las fuertes pendientes. En este sustrato a lo largo del tiempo ha evolucionado una estructura de la propiedad y de la explotación que hoy se puede calificar de marcadamente minifundista, consecuencia de la sobrepresión de la población sobre los recursos, propiciando la necesidad de hacer convivir en una misma parcela varios cultivos y/o aprovechamientos agrarios, agricultura promiscua, favorecidos por la existencia de una importante cantidad de agua a lo largo de todo el valle.
Lograr el autoconsumo ha favorecido aquí la convivencia perfecta del olivar y el naranjo o el limonero. El olivar, que aquí tiene un mayor porte, ejerce una labor de protección ante las eventuales heladas, a los cítricos. No faltan también al pie de estas especies arbóreas cultivos herbáceos, que muy inteligentemente combinados en diversas rotaciones, permiten obtener variadas cosechas al año. En definitiva, un agricultura con un gran valor cultural, con una destacada calidad por seguir predominando técnicas tradicionales, que como consecuencia de las limitaciones que genera el medio para su explotación, producen a sus dueños y/o trabajadores unas rentas muy bajas que está propiciando su abandono y la simplificación de esta diversidad agraria por parte de una población que para colmo se encuentra cada vez más envejecida y que está abandonando estos pueblos por la escasez de infraestructuras y servicios.
La carretera aquí ha favorecido que la población emigre de estos pueblos pequeños del Valle de Lecrín hacia bien el área metropolitana de Granada o hacia la Costa de Granada. La gran calidad ambiental, la enorme riqueza histórico-artística y cultural aquí existente (iglesias, molinos, casas solariegas, acequias, etc.) y su estratégica localización (Granada, Costa, Alpujarra, Temple), está favoreciendo en la actualidad el asentamiento de grupos de población extranjera, sobre todo ingleses; así como en determinados núcleos cercanos a la carretera, de población que trabaja en Granada y que no ven la relación distancia/tiempo a su lugar de trabajo en Granada, un obstáculo tan insuperable como lo es el precio de la vivienda en el área metropolitana y/o la calidad de vida que aquí encuentran.
En este corredor natural, junto a actividades tradicionales, están apareciendo otras que se basan en el aprovechamiento de recursos que hace unos años no se valoraban, utilizando tecnologías modernas. De manera específica destacan los flujos de vientos que transitan por la zona, que ha propiciado que se ubiquen aquí varios parques eólicos, que si bien generan impactos visuales negativos a su maravilloso paisaje, ofrecen en contrapartida energía renovable para seguir avanzando en la reducción de las emisiones de dióxido de carbono y de la dependencia que tenemos de los combustibles fósiles. También en el trayecto que realizamos a la costa debe destacarse el embalse de Rules, por constituir una infraestructura clave, aunque cuestionada, tanto por quienes ponen el acento en los impactos ambientales que genera, como por los que exigen la terminación de las obras necesarias para potenciar el desarrollo económico en general y la extensión del regadío en particular de la segunda comarca más dinámica de la provincia.
La reciente mejora de las infraestructuras de comunicaciones (A-44 que ha descongestionado a la N-323 y AP-7 que ha tenido el mismo efecto en la N-343), han corregido, parcialmente, los grandes problemas de accesibilidad que han afectado a este territorio tradicionalmente y que han condicionado enormemente su desarrollo económico. En el primer caso ha mejorado la conexión con la ciudad de Granada y a través de ella con el resto del territorio nacional, y en el segundo, ha mejorado la conexión con las ciudades del litoral tanto almeriense como malagueño y a través de ellas, con el litoral mediterráneo y atlántico.
Por su parte, la comarca de la costa es excepcional por la singularidad de los recursos naturales que posee, baste comentar que la confluencia de diversos factores hacen que nos encontremos con un clima subtropical que posibilita no sólo una agricultura de «primor», sino también unas potencialidades turísticas excepcionales en Europa. A lo anterior se une una pujante agricultura bajo plástico en el sector oriental, que imitando a la del campo de Dalías en Almería y apostando por el I+D+I, está logrando una posición importante en el mercado exportador del tomate español. Lo anterior tratando de potenciar, incluso, una agricultura respetuosa con el medio.
Ambas agriculturas compiten por el uso del suelo no sólo entre ellas en determinados lugares, sino incluso con otras actividades como es el sector de la construcción, hoy algo frenado aquí tras el estallido de la burbuja inmobiliaria y la crisis financiera que padecemos desde 2008. De cualquier forma, el desorden territorial caracteriza a buena parte de las escasas vegas que existen, así como al litoral turístico que ha visto como la especulación urbana ha generado importantes daños, incluso en lugares donde nunca debía haberse permitido urbanizar.
En el Puerto de Motril se han depositado muchas esperanzas para mejorar desde el punto de vista económico esta zona. En torno a él han surgido empresas de interés, aunque todavía, debido a lo reciente de su independencia de la autoridad portuaria de Almería, no ha desarrollado todo el potencial que tiene, especialmente en el tráfico de mercancías y de pasajeros.
El turismo de la Costa Subtropical está creciendo y va a seguir haciéndolo en los próximos años ya que al turista nacional, abrumadoramente mayoritario hasta ahora, se está uniendo tras la mejora de las infraestructuras de comunicaciones (Almuñécar, capital turística de la comarca está a una hora del aeropuerto internacional de Málaga y del puerto de la misma ciudad, y a media hora del puerto de Motril), turistas internacionales que encuentran aquí un espacio menos masificado, un clima excepcional que unido a otro importante número de recursos naturales, histórico-artísticos, etnológicos, folclóricos, artesanales, gastronómicos, etc., de calidad, hace que las potencialidades de cara al futuro sean muy grandes.
Los riesgos de la zona pasan por la reactivación del sector de la construcción como consecuencia del incremento de la demanda de viviendas y que la especulación vuelva a ganar la batalla a la racionalidad, con mayúscula, que debe imperar en los diferentes planes que tienen como objetivo lograr una ordenación y gestión territorial verdaderamente sostenible, así como en los organismos y autoridades que tienen la responsabilidad de velar por su estricto cumplimiento.