Fosa de Padul. Granada

El 24.07.1936, los elementos voluntarios del Padul montaron un perfecto servicio de vigilancia, con grupos de doce personas armadas, las cuales se colocaron en los lugares estratégicos, tales como el monte y entradas del pueblo, así como en la carretera, deteniendo a cuantos coches pasaban por ella y los examinaban detenidamente.

El 25.08.1936, una columna de Asalto, Falangistas y Patriotas dio una batida por las sierra de Padul.

El 27.08.1936. En los montes comprendidos en la zona de terreno entre Padul y La Malahá, fue realizada una amplia operación delimpieza, por fuerzas de Falange Española del Padul, Otura, Alhendín y La Malahá.

Estas fuerzas salieron temprano de sus respectivos pueblos y avanzaron por la sierra, dieron una amplia batida por los alrededores y tirotearon a algunos grupos aislados que huían desesperadamente ante la presencia de los falangistas.

Relato Oral: Camiones que traían de por ahí y paraban en la estación y de allí los traían aquí como marranos, y ahí los fusilaban y los echaban a unas fosas que hacían ahí… Los camiones eran procedentes de la costa, y ahí los fusilaban… Los cuerpos siguen ahí enterrados… los camiones los dejaban en la puerta y entraban como borregos, los ponían en fila y ahí estaban las máquinas ametralladoras y caían directamente al hoyo. De eso si me acuerdo yo, un hombre que no tenía espíritu, lo confesó el cura y luego éste le hizo un guiño al guarda y enseguida lo tiró con sus compañeros (ya fusilados)… Ahí han hecho dos o tres naves para enterrarlos y los nichos se construyen encima de la tierra…. Cuando la guerra cada instante había fusilamientos, te los encontrabas por todos lados… camiones de 15 y 20 personas, camiones enteros, muchos y luego los quemaban, les echaban cal de un tejar que había cerca…

El informante tiene 85 años y presenció algunos de los fusilamientos a escondidas de su padre, junto con 3 amigos.

En el primer trimestre de 1937, con la desbandada de Málaga, aumentaron los fusilamientos en las poblaciones ubicadas en la antigua carretera de la costa que une Granada con Motril, lo camiones con prisioneros republicanos, detenidos cuando se replegaban hacia Almería, en la mayoría de los casos no llegaban a la capital granadina.

Creemos que el número de cuerpos existentes en esas fosas se puede ver aumentado considerablemente, teniendo en cuenta que el Padul, al finalizar la contienda, sirvió como lugar de internamiento de prisioneros, es decir, se ubicó en la población un campo de concentración, de forma que los que iban muriendo, eran enterrados en este cementerio.

El campo o centro de concentración en este caso concreto, a la terminación de la Guerra Civil se ubicó en la llamada La Casa Grande.

Extracto del libro Crónicas de medio siglo, de José Villena Aquí fueron recluidos prisioneros traídos de distintos Frentes, especialmente de la zona de la Alpujarra, del lugar conocido como Cascajar Negro, escenario de duros combates. La razón de haber escogido el viejo castillo para acoger a estos hombres se debe a sus grandes salones, que permiten instalar los dormitorios y todas las dependencias necesarias, y a la amplitud de los patios, imprescindibles en un recinto penitenciario.

Los prisioneros están llegando al Padul desde finales de 1936. En El Olivarillo, en unos terrenos acomodados al efecto, también ha funcionado, durante un tiempo, un centro de detención ante la imposibilidad material de ubicarlos a todos en la Casa Grande. Los presos eran originarios de diferentes lugares de España, aunque el porcentaje más elevado procedía del País Vasco y se les conocía con el nombre de gudaris. Precisamente ellos construyeron un camino forestal en el Manar para facilitar los trabajos de plantación de pinos que, por esta circunstancia, es conocido como camino de los gudaris.

Algunos de estos prisioneros gozaban del privilegio de trabajar fuera del recinto penitenciario como es el caso, entre otros, de un chico de Baracaldo, que lo hacía en una carretería situada a escasos metros de la Casa Grande.

El aspecto exterior del edificio en nada se diferencia del que es propio de cualquier establecimiento de esta naturaleza. Está rodeado de casetas, algunas situadas en alto, como las de los dos extremos de la calle Santo Tomás, en las que los centinelas se mantenían atentos a cualquier incidencia. La imagen de los soldados con su fusil en la mano, el relevo de la guardia o las voces de alerta, que rompen el silencio de la noche, se convirtieron en algo habitual para los paduleños.

Ninguna a favor de los allí asesinados, más bien se han construido nichos encima de algunas fosas.