Breves apuntes
El concepto de CASTILLO es de difícil definición pues ha sufrido modificaciones a lo largo del tiempo y según sea el grupo cultural que lo emplee.
Se puede dar una definición genérica y elemental: un castillo es una estructura arquitectónica que tiene como función primordial la defensa y / o el control de un determinado territorio. Su capacidad defensiva es esencial para definir su propia arquitectura. Así se debe de hablar de un circuito rodeado por murallas, a su vez reforzadas por torres, dentro del cual solía haber una guarnición militar, a la que competía el control del castillo y del territorio anejo 8 .
De este modo se señala que el castillo, así como cualquier estructura de fortificación menor se englobarían dentro del apartado de la defensa, pero no solo para esta, sino para la organización y el control de un espacio territorial. Las unidades de poblamiento que en él se hallan mantienen unas determinadas relaciones con el castillo, estas son variables a lo largo del tiempo y diversas en cada sociedad. Por ello, no se puede hablar de un solo tipo de castillo, ni de un solo tipo de estructura defensiva, sino que habrá una gran diversidad de tipologías en relación con las distintas funciones que desempeñan, así como variarán a lo largo del tiempo por una evolución lógica de la propia sociedad y de su relación con el poder.
Lo que si ha de quedar claro es que los castillos no son nada sin tener en cuenta los territorios en los que se insertan y que organizan, son pues una pieza indispensable para la organización del poblamiento.
Respecto a la génesis de estos edificios, por lo general van a ser productos del poder político, y en el caso de que no procedan directamente de él, se los apropia tarde o temprano. Todas estas ideas enriquecen pues nuestra definición de castillo, como una obra arquitectónica con fines defensivos y de control del territorio, por ello es una construcción duradera y fuerte, así como por haber sido creada por el poder (las estructuras defensivas serán pues diferentes en cada caso y etapa).
Es importante atender a la función para la que se creó tal o cual castillo, pues lógicamente no es lo mismo un edificio destinado a controlar un paso o pequeño territorio, que todo un conjunto de poblaciones, y también responderá al potencial ofensivo del contrario. Así pues una estructura castral debe servir frente a o contra alguien. Es destacable señalar que el Estado y el poder político, van a usar estas estructuras para expresarse arquitectónicamente, con programas establecidos ex profeso para que sean contemplados por la sociedad y por otros estados.
No se puede considerar que solo exista un tipo de castillo o de estructura defensiva. Por lo general suelen ser edificios bien visibles en el paisaje urbano o rural, con una construcción muy sólida, hecha para durar, en la que hay casi de forma invariable torres y almenas; aunque no siempre es así… de este modo hay que buscar una definición más global que nos permita incluir todas aquellas estructuras defensivas que se nos escapan de esta imagen tradicional. Vamos pues a considerar castillo o estructura defensiva a todas aquellas construcciones que tienen un fin militar y/o de control del territorio, independientemente de la magnitud de sus elementos, aunque han de tener una entidad reconocible y muros, por elementales que sean, formando una línea defensiva, no es preciso que tengan más construcciones en su interior, ni siquiera el que tengan aljibes o cisternas, aunque suelen ser elementos importantes en los conjuntos. No se debe de confundir con los llamados asentamientos en altura, refugios temporales, que se pueden considerar estructuras defensivas pero que carecen de los elementos mínimos para ser considerados como castillos.
Otra característica de los castillos propiamente dichos es que hay que añadirles las torres aisladas o atalayas, con fines de vigilancia, y las de alquería.
Es fundamental partir de la base de que los castillos andalusíes son una realidad totalmente diferente en sus funciones así como en sus tipologías a los castillos feudales. Esto se debe al hecho de que son dos sociedades radicalmente distintas.
La andalusí se basa en la fortaleza de los lazos clánicos- tribales, que le da unos mecanismos de resistencia frente al estado, de tal manera que la penetración de éste en aquella está muy mediatizada. Se rige por el agnatismo riguroso y es segmentaria, sin que cristalice fácilmente una monarquía o estado. El equilibrio social se rige por el juego del antagonismo de los grupos de parentesco, la realidad fundamental será el linaje patrilineal, se da además una fuerte tendencia a la endogamia del linaje que reposa en una concepción particular del honor del grupo patrilineal, en que el papel fundamental lo desempeña, de forma pasiva y negativa, las mujeres 9.
En contraposición, en la Europa occidental de los siglos VIII – X, el parentesco no es el principio fundamental de organización de la sociedad; el sistema de parentesco es bilateral, es decir, está organizado en torno a la pareja conyugal, la mujer no va a quedar fuera de la vida pública y usualmente participa el honor de su marido, se puede decir que la exogamia era habitual.
Partiendo de un contexto de organización social totalmente diferente, Guichard propone que esta sociedad andalusí en cuanto a su organización territorial, se asienta (en contraposición a la sociedad feudal occidental), en el castillo 10 , para él la caracterización de las estructuras defensivas son algo en sí mismo y su estudio es necesario para conocer la organización del territorio existente en torno al castillo y a partir de él. Los habitats rurales van a adquirir una gran importancia, se trata pues de un modelo de poblamiento muy diferente al del feudalismo occidental.
No menos importante, para Guichard, es la relación del castillo con su territorio inmediato. A cada estructura castral correspondería, un amplio territorio, que tendría el mismo nombre que el castillo.
Respecto a la relación entre el castrum o hisn y las alquerías integradas en su territorio, hay que decir que cada una tenía su territorio propio, pero se relacionaban entre sí y se situaban en una demarcación más amplia, con un castillo, al que controlaban y que servía para regir un espacio mayor. Para Guichard las fortificaciones rurales estaban a cargo de las comunidades locales a las cuales pertenecían; se dará la existencia de los llamados “alcaides” (considerados por los conquistadores como señores feudales), pero que en realidad no lo eran, pues su cargo no los adscribía al territorio como propietarios. Estos alcaides van a estar controlados tanto por el estado, como por las comunidades de habitantes del territorio castral, que en cada alquería tendrían sus correspondientes autoridades jurídico-religiosas que ejercían un papel moderador.
Guichard también señala que tanto la organización espacial y la distribución funcional del castillo pone de relieve estas relaciones entre las comunidades rurales y el estado.
El albacar o espacio amurallado es un recinto en el que no vive de forma permanente nadie, sino que sirve de refugio a los hombres y ganados de las poblaciones del distrito en que está el castillo 11 , el donjon o celloquia es una parte más compacta en donde residen las tropas del alcaide.
Para finalizar, me parece interesante exponer brevemente la idea en que ha insistido Rafael Azuar Ruiz 12 , al considerar que el hisn rural no designa sólo a un edificio, sino que es una institución jurisdiccional, ejercida por el “qa’id” como representante directo del poder central, sobre las comunidades rurales y que no depende de un territorio o de un castillo en concreto, pero que por sus funciones administrativas y militares suele ir íntimamente ligado a determinadas fortificaciones o castillos, de los que depende un amplio territorio estructurado en castillos, alquerías y rahales; y que por su misma esencia no se le puede presumir ningún matiz señorial de tipo feudal.
El reino nazarí de Granada va destacar por el gran esfuerzo realizado para erigir fortificaciones en diversas partes del reino, llevando a cabo una importante actividad constructora de fortalezas.
Se puede considerar que la arquitectura militar nazarí es una prolongación y evolución de la almohade, pero que llega a configurarse con una personalidad propia y singular. Tomarán de la tradición anterior elementos como las puertas en recodo, estructuras defensivas que obligaban al uso de torres-puertas, llevándolas a su máxima perfección y límites imaginativos, así como el uso de las torres albarranas (torres que se encuentran fuera del recinto general, que servían para flanqueos, y que estaban unidas a la muralla por un muro).
Pero frente a esta asimilación de lo almohade, la arquitectura granadina tuvo que introducir modificaciones significativas en su defensa, motivada por la aparición de nuevas tácticas militares, y sobre todo, por la artillería. Para Torres Balbás ésta sería la causa principal de las modificaciones que tuvieron lugar en los castillos nazaríes. “Entonces se reforzarían de nuevo no pocas cercas y castillos, envolviendo sus muros y torres de argamasa o sillarejo con otras de mampostería, como se hizo en el castillo de Piñar y en la alcazaba de Málaga”. De todos modos Torres Balbás advertirá que se siguió usando elementos propios del mundo almohade, o desarrollados a partir de ellos, por ejemplo, las puertas en recodo eran usuales antes de los nazaríes, pero su complicación extraordinaria en doble y triple recodo fue más propia de estos, también siguieron usando las torres albarranas y empleando las barbacanas o muro exteriores.
Sin embargo se puede hablar de ciertas innovaciones que más bien parecen de inspiración cristiana: “es novedad de esta época, tal vez debida a la influencia cristiana, la existencia de una (torre) prominente, que no aparece en las fortalezas hispanomusulmanas anteriores. En vez de estar aislada en el centro del recinto, como en las occidentales, los granadinos la emplazaron en uno de sus ángulos. Casi todas tienen planta cuadrada y extraordinarias dimensiones (…)” .13
Nos movemos pues en un panorama que posee una línea de continuidad con lo anterior, pero que es al mismo tiempo innovador y rupturista.
Las innovaciones más significativas que los nazaríes van a introducir son:
Cristóbal Torres en su libro “El antiguo reino nazarí de Granada (1230-1340)” nos dice “Los reyes nazaríes no abandonaron en ningún momento el mantenimiento de sus fortalezas fronterizas o interiores. En ellas descasaba la seguridad del reino. Jalonaban la línea de la frontera y, elevadas sobre emplazamientos estratégicos, vigilaban los caminos del interior, por donde se producían las incursiones cristianas.
En general eran de planta irregular, y adaptadas a la topografía de su emplazamiento. Son diferentes en proporciones, desde el pequeño castillo roquero o de vigilancia (…) a las impresionantes construcciones defensivas con una guarnición mayor de milicias de vanguardia (…) o las grandes alcazabas, cabeceras de distrito (Loja, Guadix) y las capitales de las antiguas coras (…). Numerosas torres vigías enlazaban unas fortalezas con otras. El reino de Granada prácticamente estaba defendido por su medio físico natural, y por sus extraordinarias bases militares y de vigilancia, que constituían una bien tramada red protectora.”
Por lo general, los castillos nazaríes no son estructuras que surjan de la nada, sino que es normal que se asienten sobre realidades anteriores; analizando los castillos que han sido excavados o estudiados sólo por sus restos en superficie y por cerámica recogida, se advierte que tuvieron un periodo de vida mas largo que el propiamente nazarí, (incluso se usarán y readaptarán tras la conquista castellana).
En este sentido hay que decir que los castillos son estructuras de una gran pervivencia, y aunque es fundamental conocer la fecha inicial en que fueron levantados, no se debe de olvidar la evolución que presentan.
Aunque no siempre se dio este proceso de reutilización o de pervivencia y existieron edificios construidos ex novo en un momento preciso de la historia del reino granadino. En un estudio de Acién Alamansa 14 se nos apunta la idea de la existencia de un programa constructivo de fortificaciones en la época de Muhammad V (con la intencionalidad de reorganizar el sistema defensivo, hacerlo visible en las fronteras interiores y en menor medida en la marítima, con claros fines propagandísticos, sin excluir los cada vez más necesarios mecanismos de protección), apoyándose en las referencias de la Ihata de Ibn al-Jatib, texto que ya fue empleado por Rachel Arié.
En este texto se informa que Muhammad V mandó construir veintidós tugur, entre ellos el de Archidona y el de El Burgo. La observación directa de los edificios castrales le lleva a plantear que serían obras de mampostería, con los cajones o hiladas separados por verdulagas de ripios. Así se forma un paramento muy singular y fácil de detectar en numerosos castillos e incluso torres nazaríes, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XIV. También señala Acién la colocación en el recinto amurallado de torres de planta cuadrada y otras semicirculares, y la existencia de las llamada “puertas de la justicia”, cuyo ejemplo más significativo sería el de la Alhambra, y cuya función era eminentemente monumental, nunca defensiva.
Respecto a los materiales que va a emplear esta arquitectura, destaca el tapial, que será prácticamente exclusivo durante gran parte del periodo nazarí, tanto en las cercas urbanas, como en torres de alquerías (de la Romanilla, Gabia, Margena). También habrá construcciones en mampostería no concertada o en hileras en diversas atalayas o torres vigía, que por lo general están aisladas y sin relación inmediata con ningún núcleo de poblamiento. Pero la técnica constructiva que más llama la atención es la que advirtió Acién, que se podría datar a mediados del siglo XIV, que como anteriormente referí es la que usa la mampostería que divide sus hiladas con líneas de ripios, este paramento se completa con sillares bien labrados en las esquinas y en las torres. Un enfoscado exterior dejaba la piedra vista y un llagueado en forma de vitola en tono a ella. Como señalaba Torres Balbás, la arquitectura militar nazarí hubo de introducir modificaciones importantes por la aparición de la artillería, y muchas de las defensas granadinas de este periodo se van a reforzar para protegerse de los ataques cada vez más agresivos y de la temible artillería.
En algunas construcciones nazaríes se puede documentar el empleo de la mampostería separada por verdulagas de ladrillos, que debe de considerarse una variante del tipo anterior, el de cajones de mampostería separados por líneas de lajas de piedra. Es el caso de la torre que hay en el pueblo de Nigüelas, sin que se pueda precisar la función que debió cumplir.
De este modo para y finalizar, podemos resumir la idea de que si bien muchos castillos van a ser reutilizados por los nazaríes, no se les puede negar el haber desarrollado una importante política constructiva, van a configurar verdaderas cadenas defensivas, en las que participan castillos de diversos tipos y torres, sobre todo atalayas. Por su parte se van a desarrollar defensas más compactas y fuertes frente a un enemigo cada vez más agresivo, y se levantaron numerosas fortificaciones en las líneas fronterizas (como informó Ibn al Jatib), al mismo tiempo que se reforzarán las existentes en la costa y posiblemente algunas otras que controlaban los caminos y pasos más importantes, como pueden ser la de Restábal y tal vez Lanjarón, en el Valle de Lecrín.
Cuando se produjo la conquista castellana se darán ciertos fenómenos interesantes, como la desconexión entre la fortificación y el territorio en que se hallaba, también se dará una reducción de la ocupación militar, quedando la fortaleza limitada a funciones de defensa y para albergar tropas, desalojando de esta zona a los posibles pobladores. Finalmente se observan obras de refortificación, seleccionando los lugares a actuar, primando unos y abandonando otros.
Se pueden considerar castillos a construcciones defensivas de tipología y dimensiones muy variadas, con lienzos de muros y normalmente también torres, que pueden faltar si la topografía suple su función, a veces constituyendo más de un recinto defensivo, y que suelen tener, normalmente en la parte más protegida del conjunto, uno o varios aljibes. Defendiendo la puerta, o la zona más vulnerable ante un ataque, suele situarse la torre principal que no sirve necesariamente como vivienda. Su función sería la de mantener una guarnición militar y, en caso de ataque, como refugio temporal para la población 15.
En el Valle de Lecrín se pueden destacar los de:
Situadas generalmente en los llanos, junto a pequeñas alquerías, servían de refugio a los habitantes de estas zonas que no disponían de acceso rápido a un castillo o fortaleza de mayor entidad donde refugiarse en caso de peligro. Son generalmente de planta cuadrada o rectangular, de bastante mayor tamaño que las atalayas (la superficie de su planta suele superar los 30 metros cuadrados) y con más espacios de habitaciones. La entrada se situaba al nivel de a primera planta, bajo la cual se encontraba el aljibe, que no solía tener más comunicación con el resto de las dependencias que un brocal en su parte superior. El número de plantas es variable, normalmente dos o tres, raramente cuatro, dependiendo de la importancia de la torre. Las superiores podían disponer de saeteras para la defensa. Coronando la construcción existía una terraza bordeada de un peto, con o sin almenas, que servían también para la recogida del agua de lluvia que se llevaba mediante una conducción de atanores hasta el aljibe. Normalmente se construían con tapial de hormigón aunque también las hay ejecutadas total o parcialmente de mampostería. En sus orígenes debieron de estar rodeadas por un reciento amurallado que permitía el refugio de la población y también del ganado, conocido como albacara 16.
Otro tipo de torre son las denominadas como de vega, son muy similares a las de alquería pero se distinguen por no disponer de aljibe en la plante inferior, que es maciza, y por su menor tamaño.
En el Valle de Lecrín se pueden citar la de:
Son elementos de control y comunicación cuya función era la de vigilar desde puntos estratégicos cualquier movimiento de tropas enemigas que pudiera amenazar el territorio circundante y el de dar aviso a las fortalezas, castillos, y/o alcazabas que habrían de preparar la defensa. Constituyeron una tupida red de torres generalmente cilíndricas, aunque también las hay de planta cuadrada o rectangular, e incluso poligonales, que ante una alarma, daban aviso de manera rápida a través de señales de humo (de día) o con fuego (de noche) y que se configuraban como uno de los elementos clave para la supervivencia del reino de Granada 17. De las torres atalayas construidas en época árabe, habría que diferenciar dos tipos, atendiendo exclusivamente a su función ya que su forma es idéntica, aunque con diferente medidas.
Características |
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8 MALPICA CUELLO,A. Los castillos en Al Andalus y la
organización del territorio. Universidad de Extremadura. Cáceres 2003.
Gran parte de los datos e ideas expuestas las he tomado de este obra,
así como de MALPICA CUELLO,A. Poblamiento y castillos en Granada .
Legado Andalusí, 1996. 9 GUICHARD,P. Al-Andalus. Estructura antropológica de una sociedad islámica en Occidente. Universidad de Granada, 1994. 10 MALPICA CUELLO,A. Poblamiento y castillos en Granada . Legado Andalusí, 1996. 11 EPALZA, MIKEL de. Funciones ganaderas de los albacares, en las fortalezas musulmanas. Sharq al Andalus nº 1 1984. Es muy interesante el planteamiento que formula Epalza, frente a las teorías de Guichard y de Bazzana. Para él los albacares de las fortalezas árabes tienen un sentido primordial de guardar ganado, por ello su amplia extensión, el que no se hallen restos de estructuras en su interior y lo endeble de su construcción, para nada con fines defensivos o de refugio eventual de campesinos atacados. 12 AZUAR RUÍZ,R. Una interpretación del “hisn” musulmán en el ámbito rural. Revista del Instituto de estudios alicantinos nº 37, 1982. 13 TORRES BALBÁS,L. “Arte almohade. Arte nazarí. Arte mudéjar”. Ars Hispaniae, vol. IV. Madrid, 1951 14 ACIÉN ALMANSA,M. Los tugur del reino de Granada. Ensayo de identificación. Castrum, 5 Murcia, 1999 15 MARTÍN GARCÍA,M; BLEDA PORTERO,J; MARTÍN CIVANTOS,J. Inventario de arquitectura militar de la provincia de Granada (siglo VIII al siglo XVIII). Diputación de Granada 1999. 16 MARTÍN GARCÍA,M; BLEDA PORTERO,J; MARTÍN CIVANTOS,J. Op. Cit. 17 MARTÍN GARCÍA,M; BLEDA PORTERO,J; MARTÍN CIVANTOS,J. Op. Cit. |