MURCHAS

  • Pertenece a la despoblada alquería de Loxuela o Luxar.
  • Asentamiento humano muy antiguo. Restos cerámicos prehistóricos, ibéricos, romanos y musulmanes.

La localidad de Murchas, situada en el corazón del Valle, tiene como límites al norte Dúrcal, al este el río Torrente, al Sur la jurisdicción de Melegís y al oeste Cónchar.

El hisn llamado Castillo de Lojuela se encuentra bastante alejado del pueblo, en plena vega de su término y es uno de los más interesantes y mejor conservados de la comarca.

Realmente esta estructura no perteneció a la alquería de Mulchas, sino a un hábitat que existió y que posteriormente se despobló que aparece en la documentación como Loxuela (Luxar, etc…). Tal alquería sería una aneja a la de Murchas, pero con una organización administrativa propia. De ella se conservan el castillo citado y unas cuantas cortijadas que se reparten en la zona inferior al emplazamiento defensivo: Cortijo de la Bala, Cortijo de Lojuela. Existe en la actualidad un pago llamado “Los Caserones” que ocupa una amplia zona dedicada al cultivo, que los lugareños por tradición oral, recuerdan que hubo casas.

Este debió de ser un asentamiento humano muy antiguo, quizás por su gran cercanía al río Dúrcal, la bonanza de su clima y tierra etc, pues se documentan gran cantidad de restos cerámicos, prehistóricos (en sus inmediaciones hay un yacimiento prehistórico), ibéricos, romanos (numerosas tegulae, muchas de ellas usadas para el tapial de la construcción defensiva) y musulmanes.

Castillo de Lojuela

CASTILLO DE LOJUELA

El Castillo de Lojuela se encuentra en una ladera que cae bruscamente sobre la margen izquierda del río Dúrcal, a un kilómetro y medio al oeste de la localidad de Murchas, a una altitud de 601 metros.

Está formado por dos elementos bien definidos. Tiene una torre fortificada de planta rectangular (9’85 x 7’80 m.) asentada en el extremo noroeste, sobre un cortado encima del río Dúrcal. Su construcción en la parte baja es de mampuesto con argamasa, a partir de mediana altura se emplea el tapial, que como en la muralla es muy terroso y contiene numerosos fragmentos de cerámica romana. Su parte exterior esta revestida de una capa de enlucido color terroso rojizo que le da una apariencia uniforme. Se observan las huellas del encofrado que permiten medir unos cajones de 80 cm. de altura.

Esta torre o donjon está circundada por un lienzo de murallas que se apoyan directamente en ella, de forma escalonada adaptándose al relieve.

Al sureste queda en pie un gran lienzo de muralla que llega a sobrepasar los 6 m. de altura y los 44 m. de longitud. Este lienzo se organiza escalonadamente adaptándose al desnivel del terreno, su construcción al igual que la torre, es de tapial muy terroso que monta sobre una base de mampostería. El paramento exterior conserva en buen estado su enlucido, mientras que el interior lo ha perdido en gran medida. El coronamiento de los distintos escalones del muro va cubierto por una gruesa capa de mortero muy rico en cal, sirviendo al mismo tiempo de pavimento del adarve, así como de tejadillo que impediría el paso del agua de lluvia al interior del tapial.

En los lados norte, sur y sureste del recinto se conservan trozos de muralla, aunque estos de menor entidad, en el lado oeste la propia roca constituía una defensa natural.

No se han podido documentar estructuras hidráulicas en ningún punto del conjunto; tradicionalmente los lugareños han señalado la existencia de lo que ellos llaman un “pasadizo” que estaría situado en el centro de la torre y que bajaría hacia el río y que tras un accidente mortal de un niño en este lugar se cegó.

Quizás pueda sonar algo descabellado, pero si es verdad que en el centro de la torre se aprecia como un rehundimiento del suelo cubierto hoy totalmente de vegetación, por otra parte, no muy lejos de este castillo, en el Peñón de los Moros de Dúrcal si se puede documentar la existencia de una estructura parecida, que desde la ladera donde se sitúa la estructura bajaba hacia el río y que ha estado practicable hasta no hace muchos años.

Haya o no haya “pasadizo”, la verdad es que se podría prescindir de estructuras hidráulicas fijas (aljibes, cisternas) dado que en su entorno existen abundantes puntos de agua que permitirían el abastecimiento del conjunto.

Diseminados por el interior del recinto y adaptándose a sus terrazas, se observan restos de muro a bajo nivel, semejantes a habitaciones, que posiblemente configurarían pequeñas viviendas.

A unos 50 m. de la fortificación, hacia el noreste, sobre una elevación del terreno y formando parte de una propiedad particular actualmente cercada, he podido observar la existencia de una posible torre atalaya, que evidentemente formaría parte del conjunto defensivo del hisn de Lojuela. El resto de esta posible torre atalaya es de forma circular, no medirá mas de 1 m. de longitud y su aparejo es de mampostería. Desgraciadamente no puedo dar más datos, pues como ya he señalado, se encuentra en una propiedad privada cercada.

Desde este paraje se tiene un perfecto control visual de gran parte del Valle de Lecrín.

Respecto a la cronología de esta fortaleza, se piensa que puede ser de época emiral 43, esto explicaría que en tal época hay un territorio perfectamente organizado, en el que posiblemente las alquerías jugaban un papel de gran importancia. Sin embargo, estos núcleos rurales no aparecen en las fuentes de manera precisa hasta fechas tardías. Es posible, de acuerdo con Jiménez Mata 44, que el Iqlim Laysar de al-Udri, en el siglo XI, corresponda al actual Valle de Lecrín, tal vez en relación a Lojuela.

Castillo de Lojuela

43 MALPICA CUELLO,A. Poblamiento y castillos en Granada . Legado Andalusí, 1996

44 JIMÉNEZ MATA,M.C. La Granada islámica. Contribución a su estudio geográfico-político-administrativo a través de la toponimia. Universidad de Granada. P.59