LOS VALORES PAISAJÍSTICOS

El paisaje está considerado actualmente como uno de los valores patrimoniales más importantes de los territorios y, bajo un prisma parcialmente distinto, como uno de los más significativos recursos territoriales. Este trascendental alcance de la dimensión paisajística se encuentra avalado por numerosos documentos, muchos de ellos institucionales, así como declaraciones de importante incidencia social. Cabe mencionar, a este respecto, que la Convención del Patrimonio Mundial de la UNESCO destaca la dimensión cultural del paisaje, entendida ésta como un "reflejo de la evolución de las sociedades, influidas por los imperativos materiales y las posibilidades que ofrece el entorno natural". Por su lado, la Estrategia Pan-Europea de Diversidad Ecológica y Paisajística (Consejo de Europa, 1995) expresa la importancia del paisaje como dimensión medioambiental.

EL PAISAJE COMO RECURSO TERRITORIAL VALIOSO

MARCO POLÍTICO-ADMINISTRATIVO E INSTITUCIONAL

De forma más extensa y explícita se pronuncia la Estrategia Territorial Europea, hacia un desarrollo equilibrado y sostenible de la UE (1999), elaborada por el Comité de Desarrollo Territorial, acordada por los Ministros responsables de Ordenación del Territorio y publicada por la Comisión Europea, que propone el desarrollo de una gestión creativa de los paisajes culturales, al considerarlos un reflejo de la historia e interacciones entre hombre y naturaleza que contribuye a la identidad local y regional. Este documento se compone de dos bloques temáticos.

En el bloque A ("Para un desarrollo equilibrado y sostenible del territorio de la UE: la contribución de la política de desarrollo territorial"), objetivo 3.4. ("Gestión prudente de la naturaleza y del patrimonio cultural"), se plantea una gestión creativa de los paisajes culturales, en los siguientes términos: "Los paisajes culturales contribuyen mediante su singularidad a la identidad local y regional, y reflejan la historia y las interacciones entre el hombre y la naturaleza (...) La conservación de estos paisajes es importante, pero no debe obstaculizar en exceso, o incluso hacer imposible, su explotación económica (...) El método de explotación agrícola es a menudo el factor más decisivo para prevenir la destrucción de los paisajes culturales (...) Muchas regiones

europeas necesitan una política paisajística creativa y adaptada a cada caso, basada en la integración, abierta a las nuevas evoluciones, y que contribuya a la creación o recuperación de paisajes atractivos. (...) La promoción de métodos tradicionales de gestión del paisaje, el desarrollo del turismo y la repoblación forestal podrían representar una alternativa al abandono total (de ciertas zonas rurales)." En consecuencia con estos planteamientos, el documento propone las siguientes opciones políticas: conservación y desarrollo creativo de los paisajes culturales que tengan un particular significado cultural, histórico, estético y ecológico; valorización de los paisajes culturales en el marco de estrategias integradas de desarrollo territorial; mejora de la coordinación de las medidas de desarrollo que afectan a los paisajes; recuperación creativa de los paisajes dañados por la intervención humana, incluyendo medias de nueva puesta en cultivo.

En el bloque B del documento ("El territorio de la UE: tendencias, perspectivas y retos"), en su apartado 2, dedicado a los temas importantes para el desarrollo territorial a nivel europeo, el capítulo 2.4. se centra en "Naturaleza y patrimonio cultural". En él se plantea, entre otros problemas del espacio europeo (como la pérdida de biodiversidad, los riesgos para los recursos hídricos, las amenazas sobre el patrimonio cultural...), los procesos que amenazan a los paisajes culturales. Del texto cabe destacar lo siguiente: "( ...) Los paisajes están indisolublemente vinculados a las formas de utilización del territorio. Con la ayuda de estrategias de desarrollo territorial, se pueden evitar los usos más perjudiciales para los paisajes culturales importantes y paliar o limitar las repercusiones negativas. Las estrategias explícitas permiten influir sobre la ordenación de los paisajes culturales: se pueden definir los usos deseables y excluir los no deseados."

No obstante, y a pesar de la notoriedad alcanzada por el paisaje en los documentos anteriores, donde esta dimensión territorial de carácter patrimonial que constituye el paisaje cristaliza de forma sobresaliente es, sin duda, en la Convención Europeadel Paisaje (Consejode Europa, 2000; en vigor desde 2004, firmado por España y en proceso de ratificación), donde se destaca la importancia del paisaje desde el punto de vista medioambiental, cultural, social, y como recurso favorable a la actividad económica; a su vez, se subraya la necesidad de la planificación paisajística para la protección y gestión de sus valores naturales y culturales. Por tanto, la Convención constituye un tratado internacional cuyo objetivo es promover la protección, gestión y ordenación de los paisajes, así como organizar la cooperación europea en ese campo. Para los países firmantes significa asumir la responsabilidad por parte de las administraciones públicas en la consideración y atención al paisaje por su interés social, ambiental, cultural y económico para el conjunto del continente europeo y, en especial, para España por su riqueza y gran diversidad paisajística.

De este importante documento se desprenden una serie de conceptos e ideas operativas realmente interesantes desde la óptica social. Se puede destacar que el paisaje no sólo es muestra y representación de una cultura, sino que también es el entorno en el que el ser humano desarrolla su actividad y, como consecuencia, el marco que condiciona su nivel de bienestar. La progresiva transformación del territorio va ligada a procesos de degradación paisajística en numerosas áreas, que la sociedad debe evitar propiciando una ordenación territorial que proteja los elementos de valor paisajístico y evite su banalización y degradación por los cambios de usos.

El desarrollo de las principales aportaciones del Convenio, como es el caso de las políticas a emprender en materia de paisaje (entendidas como la formulación por los responsables públicos de principios, estrategias y directrices que permitan la adopción de medidas específicas y concretas para la protección, la gestión y la ordenación del paisaje), conllevan efectos tan decisivos como el reconocimiento jurídico del paisaje (varias comunidades autónomas españolas, como Cataluña o Valencia, han formulado y puesto en vigor legislación específicamente paisajística) o la integración del paisaje en las políticas de ordenación del territorio y urbanística, así como en todas aquellas otras que puedan tener un incidencia paisajística. Incluso las nuevas leyes en preparación sobre aguas, patrimonio natural y biodiversidad, parques nacionales o desarrollo rural sostenible, así como la política de costas o el futuro Plan Estratégico para el Patrimonio Natural y la Biodiversidad, integran de manera clara y precisa los principios básicos de esta política de paisaje defendida por la Convención Europea del Paisaje.

MARCO CONCEPTUAL-OPERATIVO

En consecuencia con lo anteriormente reseñado, tanto las aportaciones de índole política e institucional, como las provenientes del mundo académico y técnico, ponen de manifiesto la importancia del paisaje en la línea esgrimida al principio: es un valor patrimonial y un recurso territorial. En efecto, esa alta consideración del paisaje se basa en las muy diversas aportaciones que ofrece su conservación justificada, así como su interpretación y disfrute, pudiéndose sintetizar a modo de conclusiones útiles a los objetivos del presente documento:

- El paisaje es considerado en la actualidad un valioso integrante del bienestar y la calidad de vida de los ciudadanos; aspirar a la contemplación y disfrute del paisaje en las mejores condiciones posibles es un derecho. Además, ofrece innumerables oportunidades didácticas en todos los niveles educativos, como fórmula para entender el entorno, el espacio o el territorio y como medio para generar mayor cultura paisajística y, por ende, territorial.

- El paisaje es expresión del patrimonio natural (refleja importantes manifestaciones de los procesos naturales de índole climática, geológica, biológica, hídrica, etc., del escenario paisajístico) y adquiere condición de elemento de calidad ambiental.

- El paisaje es asimismo expresión del patrimonio etnológico-cultural (representa parte de la identidad de los grupos sociales asentados, contribuyendo al vínculo territorial) de toda sociedad, así como histórico-cultural (refleja el devenir histórico de los territorios, es herencia del trabajo de las generaciones anteriores...), y manifestación visible de las relaciones entre el grupo social y el espacio que ocupa, sobre el que muestra de manera inmediata su adecuación o, por el contrario, inconveniencia.

- El paisaje representa un recurso económico en cuanto que influye en la localización y desarrollo de determinadas actividades y en el precio del suelo.; es factor decisivo para la localización de determinadas actividades, principalmente las residenciales, turísticas y recreativas. Relacionado con ese valor económico, es preciso tener en cuenta las implicaciones de la estética del paisaje en todo espacio, particularmente el rural, como soporte de la actividad turísticalociolrecreo, en la medida en que las actividades turísticas se están convirtiendo en la actividad económica fundamental en el mundo rural y que existe una creciente demanda de actividades de ocio que ha incrementado el interés por el paisaje. De hecho, las políticas agraria, rural y territorial de la UE han ido incorporando progresivamente esta preocupación.

Por todo lo expuesto, parece claro que el paisaje es un bien territorial, que puede alcanzar dimensión patrimonial y, además, generar o consolidar determinadas actividades socio-económicas, y que se debe considerar como tal bien en los esfuerzos políticos, investigadores y técnicos que se ocupan directa o indirectamente de él.

MARCO TERRITORIAL

Se presume necesario traer a colación otra peculiaridad del paisaje que no siempre es considerada en toda su trascendencia: el paisaje no se ajusta a límites de propiedad, jurídicos ni administrativos; sus límites son físicos (normalmente topográficos) y puramente derivados de la perceptibilidad. En consecuencia con este hecho, puede aducirse que el paisaje:

- Pertenece a los bienes de carácter colectivo, social, más allá de los propietarios de predios y de los pobladores del lugar, en tanto que el paisaje no es susceptible de privatización.

-Toda incidencia en la escena paisajísticaoen las condiciones de observación afecta a parte o, incluso, al conjunto de la cuenca visual y, por ende, a cualquier usuario potencial; es por ello que toda intervención mal integrada en el escenario o que provoque rupturas u obstáculos en conos visuales genera impacto paisajístico. Las acciones de maquillaje, camuflaje o similares pueden minimizar el impacto sobre el fondo escénico, pero no resuelven las rupturas de los ejes visuales.

- Toda intervención que se realice, o se autorice, por parte de un determinado ente político-administrativo, sobre todo de carácter local por razón de escala, puede afectar a entes contiguos que comparten la cuenca visual; en consecuencia, las alteraciones en un término municipal puede afectar paisajísticamente a términos vecinos.

La lógica consecuencia de todos estos condicionantes y premisas es que toda actuación que pueda revertir en el empeoramiento del paisaje, ya sea en la configuración de la escena, ya sea en las condiciones de percepción de la misma, ha de ser estudiada, meditada y considerada con toda la sensibilidad que requiere una dimensión territorial asimismo sensible; de lo que se desprende la posibilidad de impedir por los medios legales y administrativos (sin descartar la presión social en aras a salvaguardar un patrimonio colectivo) la consumación del problema, o bien, según los casos, arbitrar medidas minimizadoras y correctoras del daño cuando éste resulte técnica, social o económicamente inevitable.

EL VALOR PAISAJÍSTICO DEL VALLE DE LECRÍN

Uno de los más relevantes recursos territoriales del Valle de Lecrín es, sin duda, su paisaje; gran parte de su actual atractivo como espacio predominantemente agrícola y residencial se basa en el paisaje y su futuro socio- económico como realidad territorial diferenciada de espacios perimetrales depende, en enorme medida, de la conservación de sus valores paisajísticos; conservación no reñida con la potenciación de su aprovechamiento a través de acciones adecuadas.

Como se verá seguidamente, son numerosas las razones que avalan el gran valor paisajístico del Valle de Lecrín: desde su elevada perceptibilidad media hasta su evidente fragilidad o vulnerabilidad, pasando por la indudable calidad intrínseca de un paisaje rico en expresiones fenosistémicas (lo visible) y criptosistémicas (lo no visible pero que hace posible y explica lo visible).

PERCEPTIBILIDAD DEL PAISAJE

En este valle situado entre la depresión de Granada y la franja litoral, que es consecuencia de un importante hundimiento tectónico, se configura una gran cuenca visual autocontenida, es decir, bien enmarcada por todos sus bordes, si bien éstos presentan notabilísimas asimetrías; cuenca visual autocontenida que es factible gracias a las moderadas dimensiones del valle. A su vez, la gran compartimentación morfológica de la fosa tectónica conlleva que puedan perfilarse numerosas cuencas visuales de variadas dimensiones y configuración (dependen de la posición y altitud de los puntos de observación), donde se presentan, en cada una de ellas, diversos escenarios paisajísticos más o menos contrastados y conspicuos.

Estas características visuales del Valle de Lecrín pueden considerarse como poco comunes tanto a escala provincial como regional; incluso excepcionales si, además, se considera la abundancia de potenciales puntos de observación elevados que jalonan el perímetro de la fosa tectónica, por tanto, permiten ampliar las cuencas visuales y, por ende, apreciar muchos escenarios simultáneamente.

Así, las moderadas dimensiones del Valle, su compartimentación fisiográfica y escalonamiento topográfico, la relativamente densa red viaria de segundo y tercer nivel (carreteras comarcales, locales y caminos estructurantes), el diagonal trazado de la autovía a través de la zona central del espacio vallesano, la abundancia de días despejados y con limpidez del aire, entre otros hechos que caracterizan este espacio, propician unas enormes posibilidades perceptivas.

Consecuentemente, la suma de los distintos factores implica que buena parte del Valle de Lecrín es perfectamente accesible en términos de perceptibilidad paisajística, como se pone parcialmente de manifiesto en los esquemas cartográficos adjuntos (Accesibilidad visual y Perceptibilidad paisajística).