LA AFECCIÓN DE LOS PARQUES EÓLICOS SOBRE LOS VALORES PATRIMONIALES DEL VALLE

Como ha quedado patente a lo largo de los epígrafes que preceden a éste, los valores patrimoniales del Valle de Lecrín, en su triple vertiente - ambientales, culturales y paisajísticos - poseen en su conjunto una alta calificación que no está proporcionada con la escasa protección legal del ámbito.

Este hecho implica que las afecciones esperadas por una ubicación irreflexiva de parques eólicos puedan producir una sinergia negativa de efectos irreversibles sobre la configuración territorial de la comarca. La estrecha relación existente entre los núcleos de población y los distintos subsistemas físico-ambientales, que se expresa de modo elocuente en el paisaje, supone que el análisis de efectos no pueda, ni deba, realizarse de forma individualizada sobre los distintos parámetros del medio.

El enfoque del presente epígrafe no trata, por tanto, de valorar los impactos ambientales y paisajísticos desde la óptica de la actividad eólica, sino más bien trata de discernir la vulnerabilidad del territorio ante la implantación de dichas infraestructuras. Ello conlleva un proceso radicalmente distinto al comúnmente realizado en los estudios de impacto ambiental ya que, en éstos, se parte de una ubicación determinada sobre la que se valora la incidencia prevista en las distintas fases. El carácter de estudio de viabilidad del presente documento induce al proceso contrario, es decir, analizando globalmente el territorio se determina la viabilidad de sus distintos sectores.

No cabe duda que las ubicaciones de parques eólicos cercanas a núcleos urbanos multiplican su incidencia al inducir efectos directos sobre la población; los impactos acústicos, efecto sombra y afecciones en el espacio radioeléctrico pueden suponer una merma irreparable de la calidad de vida de los ciudadanos. Así mismo, la irrefutable necesidad de vías de acceso a las instalaciones repercute de manera notoria en el deterioro ambiental de los espacios naturales; sin bien es cierto que aquéllos de mayor valor se encuentran adecuadamente protegidos por las figuras de los Parques Nacional y Natural, no es menos cierto que el Valle de Lecrín aún preserva importantes masas forestales en la vertiente de la Sierra de Albuñuelas que, al no gozar de dicho amparo legal, corren un mayor riesgo de degradación.

Probablemente, el Valle de Lecrín no presente ningún valor que por sí mismo pueda ser considerado como referente universal; por el contrario, su cualidad fundamental estriba en la confluencia de múltiples y variados valores que, en suma, conforman un ámbito de singular riqueza. Por ello, ninguna incidencia, analizada individualmente, tiene similar magnitud a las que potencialmente se pueden producir sobre el paisaje.

Como ha quedado expuesto y argumentado en el epígrafe 111.3, el paisaje constituye un recurso territorial susceptible de adquirir dimensión patrimonial. Pues bien, bajo esta óptica, las infraestructuras energéticas, como el caso de los parques eólicos, consumen parte del recurso paisajístico. Si éste exhibe una elevada calidad y se fundamente en una alta accesibilidad visual, esa parte del consumo puede resultar grave y extensiva, es decir, puede tener efectos que vayan más allá de la incidencia en los lugares concretos donde se emplazan los componentes del parque eólico.

En términos generales, la afectación visual de los parques eólicos es directamente proporcional al número de aerogeneradores, al tamaño de los mismos (altura de la torre, longitud de las aspas) y al alejamiento del color del revestimiento respecto a la gama cromática que presida el entorno, e inversamente proporcional a la distancia del observador potencial de la escena paisajística donde se ubiquen los aerogeneradores. Pero todos esos efectos se pueden ver netamente modificados en función de las características del espacio visual de acogida, esto es, del paisaje-escena y del paisaje-percepción donde se produzca la implantación del parque eólico, toda vez que los espacios presentan distinta composición formal y diferente grado de exposición visual.

Por otro lado, si bien cabe aducir que la contemplación ocular (incluso la percepción acústica) de grandes infraestructuras, como es el caso de los parques eólicos, puede ser atractiva para una parte de los observadores e, incluso, resultar indiferente para otra parte de los mismos, también existe una tercera parte para quienes les produce rechazo sensorial (visual y/o acústico). Aquí radica la vertiente subjetiva de la percepción y ésta tiene difícil resolución en términos de ecuanimidad, si bien los principios inspiradores de la Convención Europea de Paisaje (reseñada en el mencionado epígrafe) y las determinaciones de las normas legales que se van introduciendo paulatinamente en materia de paisaje (asimismo reseñadas en su momento), darían la razón a este último hipotético grupo, por cuanto que únicamente aspiraría a conseguir que el escenario paisajístico permanezca como está, a diferencia de las otras opciones, que implican cambios de incierto resultado estético y simbólico. Y esta consideración supone un grado de objetividad por cuanto que toda introducción de nuevos elementos en la escena paisajística significa una modificación sobrevenida respecto a la situación precedente, que normalmente se encuentra asimilada por la población residente o que transita cotidianamente por el lugar.

En consecuencia, las grandes infraestructuras que no exigen de forma determinante su localización en un lugar concreto, es decir, que pueden buscar espacios alternativos siempre que cuenten con el recurso requerido (en este caso, viento en cierto grado de intensidad y frecuencia), debieran alejarse de las zonas donde, además de estar pobladas, se presentan alternativas socio-económicas ligadas a los valores ecológicos, culturales, urbanos y paisajísticos.

LA INCIDENCIA PAISAJÍSTICA DE LOS PARQUES EÓLICOS EN EL VALLE DE LECRÍN

Los grandes rasgos descritos en el epígrafe anterior pueden ser claramente extrapolables al caso del Valle de Lecrín, donde las características perceptuales y el nivel de fragilidad paisajística haría especialmente severo el impacto de los aerogeneradores (y las importantes intervenciones sobre el terreno que conlleva su instalación) en la mayor parte del ámbito, sobre todo en las zonas definidas por su evidente accesibilidad visual.

Por otro lado, esa incidencia trasciende los límites municipales que se inscriben en el Valle de Lecrín. Considérese que el ámbito administrativo está compartido por ocho municipios, cuatro de ellos en el valle alto y los otros cuatro en el bajo; en consecuencia, la mayor parte de las acciones territoriales de fuerte incidencia visual, como es el caso de las grandes infraestructuras industriales y/o energéticas, afectarán a los residentes o transeúntes de varios términos municipales.

Esto significaría, por un lado, que la localización de aerogeneradores eólicos, como expresión de infraestructuras de fuerte presencia física y, por ende, visual, pudieran afectar paisajísticamente más allá del término municipal donde se implantasen, excepto que lo hiciesen en las zonas más alejadas de la zona medular del Valle por su margen noroccidental y occidental; por otro lado, que dada la relativa pequeña superficie que tiene la zona conformadora del Valle de Lecrín, resultaría muy probable la observación clara de uno o más aerogeneradores desde cualquiera de los puntos de mayor consumo visual (núcleos de población e infraestructuras viarias: autovía, carreteras y principales caminos) hasta los confines de la cuenca visual.

Pero además, ante la incertidumbre sobre los efectos (intensidad, durabilidad, trascendencia...) ambientales, socio-económicos y, naturalmente, paisajísticos de la hipotética implantación de uno o varios parques eólicos en el Valle de Lecrín, este ámbito presenta precisamente alternativas socio-económicas ligadas a los valores ecológicos, culturales, urbanos y, sobre todo, paisajísticos que ostenta, y que pueden ser incompatibles con la implantación de parques eólicos (u otra gran infraestructura energética o industrial). En efecto, como se ha indicado en otros apartados de este documento, el Valle de Lecrín ofrece potencialidades socio-económicas en forma de: desarrollo ordenado del turismo rural, desarrollo del turismo deportivo de naturaleza, acogida de zonas residenciales, etc., que requieren, en todos los casos, un especial tratamiento y consideración del paisaje, pero que a su vez se benefician de forma directa de este recurso (a diferencia de los parque eólicos, que no lo requieren para su funcionamiento; antes al contrario, es un contra-recurso por los inconvenientes que acarrea sobre estas actividades energéticas).

Es por todo ello que cualquier gran infraestructura energética que sea susceptible de emplazarse en espacios alternativos, como es el caso de los parques eólicos, debiera buscar implantaciones en espacios que no afecten visualmente a la zona sensible del Valle de Lecrín, puesto que pueden poner en riesgo un modelo territorial más acorde con sus principales recursos territoriales, el paisaje entre los más importantes.