Apuntes de Historia del Valle de Lecrín (III)

Atrás Principal Siguiente

Historietas del Pasado: EL ventero de la cuesta del Álamo

Con estas líneas voy a escribir un pequeño comentario y una breve historia contada por mi abuelo Juan Ortiz Sánchez. En mi niñez recuerdo que estaba deseando que llegara el domingo por la mañana en el cortijo de Marchena que mi abuelo poseía que, de paso quiero decir ha llegado a mi poder por herencia materna. En el cortijo había muchos animales domésticos: conejos, gallinas, palomas, una burra con su cría y una manada de cabras. Lo que más me apetecía era irme con el pastor a que comieran en el campo a acompañar a mi abuelo en la caza de los zorzales, que yo le daba la vuelta al olivar para que volaran hacia donde él estaba. Eran unos tiempos de pocos cazadores y mucha cacería. Hoy, por muchos motivos, la hemos extinguido, cosa que las autoridades deberían tener en consideración y recuperar en lo posible aquella rica fauna de antes; los palomares que había en los tajos de las sierras eran el sustento de los buhos, águilas, aguiluchos, etc.

Entre los muchos casos de su vida de cazador que me contaba voy a contar este que se me quedó grabado, y que es la siguiente historieta:

"Los palomares que había en los tajos de las sierras eran el sustento de buhos, águilas, aguiluchos, etc. Autoridades y sociedades de cazadores deberían recuperar aquella rica fauna de antes"

En sus correrías de caza vio que habían llevado una bestia muerta, mulo tal vez, al Romeral de Marchena. Entonces había muchos animales para labranza del campo y muchos depredadores para comerse a esos animales muertos: grajos, zorros, buitres, perros sueltos, etc.

El paraje donde había tirado el animal estaba muy descubierto, no había donde esconderse y se le ocurrió, para cazar a los animales que llegaran a comer del animal muerto, cavar un hoyo en el terreno y taparse con unos matojos. Estando a la espera ve llegar a un hombre con un saco bajo el brazo que examina al animal muerto y hecho y seguido saca del saco un cuchillo bien grande y otras herramientas, empezando a desollar al animal, pues la piel tenía un valor nada despreciable.

Mi abuelo se dijo entre sí: "Vaya, este hombre me va a estropear la cacería", y se le ocurrió decir en voz fuerte e imperativa: "¡Quién anda ahíl". El hombre se levantó dejando por unos momentos la faena, miró a su alrededor pero no vio a nadie y siguió con su trabajo. Al cabo de un rato, con voz más potente todavía, volvió a repetir: "¡He dicho que quién anda ahí!". El hombre no esperó a más, se levantó de un salto, miró con los ojos desorbitados y no viendo a nadie, cogió el saco y corrió campo abajo dando unas zancadas enormes, como si el diablo fuera tras él. MI abuelo, al verlo tan asustado salió rápido del escondite y le gritaba: "¡No corras que soy yo!".

Y aquí termina la historieta

Alfredo Augústín Ortiz Dúrcal


Dúrcal. Torre de Marchena o Márgena

Está enclavada en las huertas de la Vega de Márgena, y se trata los restos de una torre de alquería nazarí, posiblemente de planta rectangular, que sería interesante excavar

"El Fuerte", o lo que queda de él, se alza majestuoso sobre la Vega de Dúrcal.

Se encuentra situada entre las huertas al Norte de la población, a la izquierda de la carretera de Granada a Motril, poco después de pasar el puente de Dúrcal.

Los restos que quedan son parte de una torre de alquería nazarí, posiblemente de planta rectangular. Está construida con tapial dé tierra y cal, siendo la altura entre agujas de la tabiya o encofrado de 83 centímetros. Se precian grandes zonas de enlucido exterior en buen estado. Se conserva sólo el ángulo Sur, formado por la confluencia del lado Sureste, del que queda una longitud exterior de 6,55 metros y del Suroeste, con 5,85 metros conservados. El primero de los muros tiene un grosor de 1,55 metros y el segundo de 1,95 metros, pasando a la medida del anterior a partir del apoyo de una bóveda de ladrillo, tal vez de la escalera de subida a la torre, de la que quedan restos en el interior del ángulo y que tenía una anchura de 95 cm.

La altura exterior conservada es de 7,65 metros, siendo la interior de 5,10 metros ya que la torre se encuentra en la intersección de dos paratas, sirviendo de muro de contención de las tierras de la más alta.

" La excavación interior nos daría indicios de la posible existencia de un aljibe, típico de estas torres"

Sería interesante excavarla zona ya que, por el exterior, nos daría la cota original del terreno en el que se asienta, así como posiblemente la totalidad de su perímetro. La excavación interior nos daría indicios de la posible existencia de un aljibe, típico en este tipo de torres, y de su distribución. Lo conservado se encuentra en relativo buen estado. Carece de declaración específica.

Mariano Martín García Jesús Bledo Portero José María Martín Civantos

NOTA: este texto pertenece al libro "Inventario de arquitectura militar de la provincia de Granada".

El "Fuerte", Historia y Leyenda

El cronista oficial de Dúrcal, José Miguel Puerta, citando a Mármol y Carvajal, sitúa en el "Barrio de Márgena", (ya desaparecido, que estaría emplazado en este paraje hoy denominado "el Fuerte de Mahina"), una batalla entre fuerzas cristianas provenientes de Padul -donde estaban acampadas- hacia la Alpujarra y los moriscas allí refugiados, "venciendo finalmente los castellanos".

Para quienes pasamos la infancia cerca de estos parajes, el "fuerte de Mahina" guardó siempre un halo de leyenda sobre el que imaginábamos largas y cruentas batallas. A esa admiración contribuyó también, sin duda, la vieja creencia de que una galería subterránea comunicó en otro tiempo este fuerte con el barrio durqueño de Almócita. Una galería que nadie vio nunca pero en la que -también supuestamente alguien, en tiempos de guerra, ocultó un tesoro y numerosas armas para combatir al enemigo.

Francisco Terrón

Sobre estas líneas, panorámica del "Fuerte" en la vega de Márgena, donde han proliferado los cortijos . A la derecha, detalle de la muralla


.

El Castillo de Dúrcal

Conocido como "Peñón de los Moros", lo que queda de él está muy deteriorado. Se conservan restos de una torre y un aljibe. Ocupó una gran superficie y posiblemente tuvo dos recintos, si bien del segundo no queda nada

Vista general del Peñón de los Moros, con Dúrcal y su vega al fondo, a los que sin duda sirvió como vigilancia y protección.

Se sitúa en el lugar conocido como El Castillejo o El Peñón de los Moros, a unos 1.500 metros al SO de Dúrcal, a 794 metros de altitud.

Ocupaba una gran superficie, y posiblemente dispusiera de dos recintos, si bien no se aprecian restos del segundo. Del primero quedan trozos de un muro de tapial que parte hacia el Sur desde una torre del mismo material, ubicada en al ángulo Noreste.

En el lado Norte se conservan bastantes restos de muros de mampostería, algunos de ellos con altura considerable, mientras que otros se encuentran enterrados en sus propios escombros. En el centro de este lado se encuentra, semienterrado, un gran torreón de tapial con fino enlucido, sobre base de mampostería.

Algunos de los escasos restos que quedan de la fortificación. En esta caso, al parecer, se trata de un aljibe

Sobre la mencionada torre hay un aljibe, de dimensiones interiores 4,95 x 2,20 metros, construido con muros de hormigón de cal, que ha perdido la mayor parte de su enlucido. Se cubre con bóveda de mampostería en la que se aprecia la situación del brocal. Próximos al aljibe hay restos de la puerta de acceso al conjunto.

Quedan también restos de murallas al Oeste y al Sureste, así como torres en los ángulos Noroeste y Sureste. Cercano a éste último se conservan restos de muro de hormigón de cal con fino, enlucido que podrían pertenecer a otro aljibe.

Los restos de la torre del ángulo Noreste del castillo se conservan gracias a que ha sido recalzado su núcleo central, al parecer con ladrillo enfoscado de cemento, ya que se encontraba completamente socavado por las cuatro caras, quedando el tapial en voladizo por todos sus lados.

Al aljibe le falta un trozo alrededor del brocal y tiene agujeros en los muros Este y Oeste. También se le ha practicado, en el muro

Norte, un hueco para su acceso interior, el cual se encuentra relleno de escombros. Los posibles restos del otro aljibe se encuentran enterrados y con vegetación.

El estado general de conservación del conjunto es malo. Su solar se encuentra ocupado por una plantación de almendros, lo que ha motivado que, para la preparación del terreno para las lobores agrícolas, las máquinas hayan roto algunos muros de la estructura interior del castillo, así como de la muralla exterior al abrir el camino de acceso. Carece de declaración específica.

Mariano Martín García Jesús Bledo Portero José María Martín Civantos

NOTA: este texto pertenece al libro "Inventario de arquitectura militar de la provincia de Granada".

El Peñón de los Moros"

Cuando en los años 70 un grupo de jóvenes inquietos de Dúrcal iniciamos la publicación de un boletín de noticias del pueblo, que con el tiempo daría paso a la aparición de El Valle de Lecrín en su tercera época, lo bautizamos con el nombre de El Peñón. Rendíamos así homenaje a uno de los lugares más emblemáticos en la memoria colectiva de los durqueños y también más olvidados y abandonados del pueblo. Basta para comprobarlo una breve visita al lugar. Para nosotros sin embargo, fue parte de nuestras aventuras infantiles, en las tardes de verano en que íbamos baño de Vacamia o a la Cueva de los Riscos. Si la leyenda hablaba de al menos uno o tal vez varios tesoros escondidos. ¿Porqué no iba a estar alguno de ellos en las inmediaciones de aquel castillo? También los niños de mi edad oímos siempre hablar a nuestros hermanos mayores de la existencia de una galería con escaleras, por la que en otro tiempo se había bajado, y que conducía hasta el río. Hoy prácticamente no existe. E intentar bajar desde allí hasta el río es una acción suicida.

Francisco Terrón


HISTORIA DEL CABLE AÉREO MÁS LARGO DE EUROPA. En la década de los años veinte la compañía Tranvías Eléctricos de Granada construyó el Cable Aéreo al puerto de Motril, que en aquel tiempo batió todo un récord: fue en su tiempo -estuvo más de dos décadas funcionando- el más largo de Europa. Aquel medio de transporte, que en su tiempo dio empleo a cerca de un centenar de trabajadores, permitía la conexión rápida de mercancías entre la capital y el puerto motrileño, ya que pocos años antes de que el ministro de Fomento inaugurara el Cable se había terminado de. construir la vía férrea hasta Dúrcal. Hoy el ferrocarril y el Cable han desaparecido. El Valle de Lecrín ha tratado de reconstruir la historia de aquel original medio de transporte (En la foto, reproducida por Foto Cano) se podemos ver a los trabajadores del Cable.


Termas romanas de Mondújar.

Los baños ¿Romanos o árabes?

Mariano José Martínez Grirnán

Vivir como un romano significaba, antes que nada, ir a las termas. Probablemente no haya habido en la historia otro pueblo tan aficionado a los baños. A partir del Siglo I se convirtieron en el lugar más popular de reunión después del trabajo, para personas de toda condición.

Séneca, el filósofo de la Bética, nos describe el tumulto en uno de aquellos establecimientos en una tarde cualquiera:

"Imagina la algarabía de sonidos, tan extraordinarios como para hacerme olvidar mis facultades auditivas; por ejemplo cuando tan vigoroso caballero hace ejercicio le oigo resoplar. únele a esto el alboroto del hombre que siempre quiere hacerse oír o el estrépito y los salpicones del entusiasta que se lanza a la piscina. Cuenta además con el vendedor de dulces y sus diferentes gritos, el salchichero, el confitero y toda clase de vendedores pregonando su mercancía".

Aquí tenemos pues un relato de los baños (termas) que empezaron con los griegos y se completaron con los romanos. Una vez en los baños de agua caliente nadie quería hacer nada más que pasar el tiempo hasta quedar recocido.

"En la sala destinada a sudar, la temperatura rondarla los 70e- y en los baños calientes la temperatura no bajaría de 55-°"

La demanda de agua a altas temperaturas motivó el irónico comentario de Séneca de que `hoy día no hay diferencia entre el baño está ardiendo y el baño está caliente", con la exagerada coletilla de que el agua se calentaba hasta el punto "de que los esclavos condenados se les metió en el baño en lugar de quemarlos en la hoguera", pues surtía el mismo efecto, había que quemar troncos enteros para llevar el agua a tales temperaturas.

En los primeros tiempos de Roma, los baños habían sido otra cosa. Los romanos sólo se lavaban diariamente brazos y piernas y tomaban un sólo baño a la semana. Les bastaba calentar él agua a temperaturas moderadas, tampoco eran tan frecuentes los baños públicos.

En cambio en el tiempo de Plinio, el número de baños, según escribe él mismo, "ha aumentado hasta el infinito", entre el 33 antes de Cristo y mediados del Siglo I. Por tanto, quedan muy lejos los baños árabes (700 de Cristo). Su popularidad queda reflejada en que pequeños pueblos como Laurentum, en las afueras de Roma, contaba con tres.

También había que calentar otras dependencias de los baños. En la destinada a sudar la temperatura rondaría los 702 centígrados y en los baños calientes la temperatura del aire no bajaría de los 55°- C.

Experiencias realizadas en baños de menores dimensiones que los públicos han demostrado que el mantenimiento de tan elevadas temperaturas requeriría unas 114 toneladas anuales de madera, pero no se asusten, amables lectores, que los romanos disponían de bosques especialmente dedicados a garantizar su abastecimiento. Modernamente a eso se le llama repoblación.


El Cable de Dúrcal, del que ya sólo quedan vestigios en la memoria de los durqueños y de quienes trabajaron en él, símbolo de un pasado industrial que se fue.

Historia del Cable, que fue durante años el Teleférico más largo de Europa (I)

Entre 1923 y 1948 El Cable comunicó Dúrcal con Motril. Era la continuación del tranvía de Dúrcal fruto de la aspiración histórica de comunicar Granada con la Costa

David Marínez López

A la altura de 1.920, cuando la construcción del ferrocarril parecía más que difícil, la Sociedad Anónima de los Tranvías Eléctricos de Granada dirigida por Alfredo Velasco Sotillos (Alfredo Velasco Sotillos fue durante 1924 presidente de la Cámara de Comercio de Granada. Una vez más esta institución mostró su dinámica actuación en los principales aspectos que atañeron a la vida económica de la provincia, impulsando con su participación directa o mediante su apoyo aquellas iniciativas encaminadas a establecer una estructura económica organizada. Vid. M. Titos Martínez, R. Gil Bracero y J. Piñar Samos. La Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de Granada. Granada, Ediciones Ángel, 1987). que había establecido entre los pueblos de la Vega granadina y sus azucareras una amplia red de tranvías eléctricos, propone extender sus líneas hacia la Costa pretendiendo cubrir el histórico vacío de las comunicaciones granadinas aunque fuese con un instrumento de menos virtualidad económica (La intervención del capital autóctono en el caso de la comunicación con la Costa, y en el de la construcción ferroviaria provincial, vino de la mano de Tranvías Eléctricos de Granada, S.A. Las exigencias de capital de la construcción y explotación de los ferrocarriles eléctricos de vías estrechas eran menores que en la construcción de los ferrocarriles de vía ancha, hecho manifestado en el caso granadino por medio de la constitución de la sociedad tranviaria, si bien en ella el capital de los señores de Escoriaza de Zaragoza, tuvo un papel relevante durante buena parte de su vida).

Ferrocarril Alhendín-Dúrcal

La sociedad tranviaria promueve, en primer momento, la construcción de un ferrocarril secundario de tracción eléctrica, sin garantía de interés que conectase Alhendín con Dúrcal al aparecer como un objetivo realizable que no estuviese abocado al fracaso como proyectos más ambiciosos (Junta General Extraordinaria de Accionistas de la Sociedad Anónima Tranvías Eléctricos de Granada, 27-VI1920).

Dicho proyecto no tardaría mucho tiempo en hacerse realidad, consiguiendo la sociedad de tranvías extender su red hacia la zona del Valle de Lecrín (El Defensor de Granada, 9-X111921, La construcción del ferrocarril eléctrico a Dúrcal se inició rápidamente).

Continuando con sus planes de extender la red hasta la Costa para absorber los tráficos que se pudieran deducir de la puesta en funcionamiento del puerto de Motril, a fines de 1.920 se presenta un proyecto de ferrocarril secundario con tracción eléctrica que enlace Vélez Benaudalla con Motril y su puerto. La sociedad de tranvías, una vez en ejecución el tramo Alhendín-Dúrcal -en el verano de 1.924 los ferrocarriles eléctricos llegaban a Dúrcal- pretendía copar el tráfico de la otra parte del recorrido entre Granada y Motril que más recursos económicos podía promover (Archivo General de la Administración, Sección de Obras Públicas, Cala 1337, "Proyecto de Ferrocarril Eléctrico de Vélez Benaudalla a Motril, presentado por la Sociedad Anónima de Tranvías Eléctricos de Granada". Granada, 12 de octubre de 1920. Se resaltaban las posibilidades deducidas de la composición del tráfico hasta Motril, destacando los plomos de la Sierra de Lujar que afluyen hacia Vélez de Benaudalla y los productos agrícolas de la zona. Igualmente justifica la importancia de la línea subrayando el aumento del tráfico pro la carretera de Motril a Granada producido en los últimos años y que -según la memoria- se multiplicaría con la terminación del Puerto de Motril). Dicho proyecto, que no sería aprobado hasta 1.925 por medio de una Real Orden de 6 de julio, no llegó a plasmarse en la realidad.

El presente artículo artículo es parte del libro "El ferrocarril Granada-Motril, una vieja aspiración", editado por la Cámara de Comercio, La General y el Ayuntamiento de Motril.

MOVIMIENTO DEL FERROCARRIL DE DÚRCAL (1923-1934)

Años Transporte de Productos Obtenidos  
  V M

V

M

Suma

1923 242 5 155    
1924 318 19

228

149 377
1925 298 25

267

172 440
1926 318 16

286

Z02 389

1927

301 10

253

85 335
1928 305 12 235 100 336

1929

231 22 217 115 332

1930

227 21 202 113 316

1931

2-31 13 192 76 268

1932

2.07 4 154 35 189

1933

227 2 159 20 179

1934

298 5 199 32 232

Fuente: elaboración del autor del artículo, a partir de la Memoria de la Cámara de Comercio de Granada para el año 1.934. Las cifras del cuadro sobre el transporte del Ferrocarril de Dúrcal se refieren a miles de viajeros en el caso de la V (viajeros), y a miles de toneladas en el caso de la M (mercancías), que hacen mención de las mercancías transportadas. Las cifras sobre productos obtenidos están expresadas en miles de pesetas.

La Dipor: Granada-Barcelona por Dúrcal

Cartel publicitario de la Dipor S.A.

La intensificación del tráfico de mercancías y pasajeros entre la Vega granadina y al Costa se había incrementado en los últimos tiempos, debido en gran medida a los estímulos propiciados por la mayor utilización del puerto de Motril, y por la puesta en funcionamiento del ferrocarril eléctrico de Alhendín a Dúrcal. En esta coyuntura de dinamización del tráfico de mercancías y pasajeros de la zona, Alfredo Velasco Sotillos se convierte en promotor y creador de la Dipor S.A. Transportes Directos con un capital de 2,5 millones de pesetas, sociedad cuyo objetivo se centró en el establecimiento de un servicio regular de transportes entre Granada y Barcelona, a través del puerta de Motril, que garantizase las relaciones comerciales consolidadas entre ambas ciudades, que se verían seriamente entorpecidas por unos servicios ferroviarios - único sistema de transporte para enlazar con Barcelona en estos momentos- que por su desorganización y desarticulación encarecían considerablemente el transporte.

El sistema de transporte que proponía la Dipor se basaba en un servicio combinado de ferrocarril, automóvil y barco que conectaría, vía marítima, Granada con Barcelona reduciendo el coste del transporte y garantizando regularidad, elemento de fundamental importancia en la

organización de toda actividad económica regulada pro el mercado. El transporte de mercancías hasta Motril se efectuaría a través del ferrocarril eléctrico de Alhendín a Dúrcal, siendo desde aquí hasta Motril el automóvil quien superaría los 40 kilómetros hasta alcanzar el puerto; desde Motril un servicio de buques acercaría las mercancías hasta Barcelona.

Igualmente la empresa Autedia inauguró en mayo de 1.923 un servicio de omnibus del Padul a Motril, en combinación con los tranvías (10), que pretendía cubrir el incremento de la demanda de transporte de viajeros.

No obstante, tras funcionar durante unos años con sobresaliente regularidad la Dipor S.A. decidió variar temporalmente su itinerario a través del Puerto de Almería y por la línea de la Compañía Sur de España hasta Granada. Achacaba esta decisión al mal estado de la carretera entre Dúrcal y Motril que impedía un transporte regular y seguro; pero sin duda influía también el mayor atractivo económico que el puerto almeriense ejercía sobre la Dipor, así como la existencia de una línea de ferrocarril, conectada a la red de ferrocarriles andaluza. Años más tarde, no obstante, la Dipor S.A. reabriría sus servicios entre Granada y el puerto de Motril. (Vid. Boletín de la Cámara de Comercio, año XIX, núm. 158, 1926, p. 2).


LOS ÚLTIMOS DEL CABLE. Estos hombres de la fotografía pertenecen a un tiempo que marcó una época en nuestra tierra. Eran empleados del Cable, inaugurado por el ministro de Fomento el 17 de abril de 1.927, y que fuera en su tiempo el teleférico más largo de Europa. Aquella gesta, fruto de la iniciativa privada, supuso un intento de la provincia granadina de superar las pésimas comunicaciones entre la Vega y la Costa. Una circunstancia que a la fecha de hoy, sólo tenemos resuelta a medias.

Vista parcial del muelle del puerto motrileño e instalaciones del cable aéreo Dúrcal-Motril. (Foto publicada por "El Puerto de Motril'; publicado por la editorial motrileña

El Cable fue inaugurado por el ministro de Fomento e117 de abril de 1.927

Con 33 kilómetros y un ramal a Órgiva para aprovechar las explotaciones mineras de la Sierra de Lujar, pasó por ser en su tiempo el más largo de Europa. Tenía estaciones en Tablate, Rules, Gorgoracha y la Azucarera Nuestra Señora del Pilar. Era propiedad de Tranvías Eléctricos de Granada

David Martínez López

Sin embargo, los Tranvías Eléctricos de Granada, S.A. comunicación entre Granada y la Costa era aún ineficaz y ante las posibilidades de movimiento de mercancías que alentaba la producción de plomo de las Alpujarras, no cejaron en su empeño de conectar Dúrcal con Motril y su puerto. A fines de 1.924 la sociedad tranviaria lanza la propuesta de construir un cable aéreo de Dúrcal a Motril con un ramal a Órgiva (Junta General Extraordinaria de los Tranvías Eléctricos de Granada S.A. de 18 de diciembre de 1.924).

Menor coste

La razón fundamental alegada para construir el cable aéreo y no un ferrocarril era el menor coste de instalación y explotación de aquél, lo cual no era un argumento liviano en una zona tan huérfana de capital disponible como era la provincia granadina. El proyecto fue aprobado junto con la concesión a la Sociedad Anónima Tranvías Eléctricos de Granada, por Real Orden de 25 de marzo de 1.926 (Archivo General de la Administración, Sección de Obras Públicas, Caja 28202, "Solicitud de la sociedad Tranvías Eléctricos de Granada de la concesión de un ferrocarril secundario desde la estación de Dúrcal del ferrocarril de Alhendín a Dúrcal, terminando en Motril-Puerto, con un ramal a Órgiva". 7 de marzo de 1925. Boletín de la Cámara de Comercio de Granada, año XIX, núm. 156, 1926, p. 3); además, por un Real Decreto Ley de 16 de abril del mismo año la sociedad adquirió el derecho de expropiación forzosa y beneficios previstos en el artículo segundo de la ley de ferrocarriles secundarios de 1.921.

El presupuesto, cuyo concepto con cantidad más abultada era el de la instalación mecánica, se preveía en torno a los cuatro millones de pesetas, financiadas por una suscripción de 8.000 obligaciones hipotecarias de 500 pesetas nominales al 6 por ciento de interés anual. y pagadero por trimestres.

De Dúrcal al puerto de Motril Tres años después de que el ferrocarril llegara a Dúrcal, el ministro de Fomento -Conde de Guadalhorce, inauguró el 17 de abril de 1.927 el cable aéreo de Dúrcal al puerto de Motril y en 1.929 el ramal de Órgiva, con lo que los Tranvías Eléctricos pretendían garantizar la continuidad del tráfico desde la capital granadina hasta costa y proponer una alternativa al deseado e idealizado ferrocarril de la costa, pero sobre todo aprovechar la explotación de un cable ligado a las explotaciones mineras de la Sierra de Lújar. Este cable contaba con estaciones en Tablate, Rules, Gorgoracha y en la Azucarera de Nuestra Señora del Pilar, y con más de 33 kilómetros pasó por ser entonces el más largo de Europa. El ramal de Órgiva, cuya razón de ser radicaba en las actividades de extracción de plomo, fue clausurado en 1.936 ante la decadencia de las actividades mineras de la zona.

Tráfico de mercancías

Sin embargo, la construcción y puesta en funcionamiento del ferrocarril de Dúrcal y el cable aéreo a Motril -pensando realmente como elemento introductor de la "eterna aspiración"- no hizo olvidar la antigua propuesta del ferrocarril a la Costa.

Esto podía obedecer a dos cuestiones: a que la construcción de un ferrocarril desde Granada a Motril fuera un aspecto idealizado de la memoria de los sectores socioeconómicos dominantes en la provincia, encargados de difundir a través de sus principales órganos económicos, sociales y políticos una visión "desarrollista", en la cual el ferrocarril funcionaba como solución total y, en consecuencia, la nueva situación no fuese considerada; o, en segundo lugar, se podía deber a que la alternativa, desarrollada por la sociedad granadina de tranvías, al ferrocarril a la Costa hubiese tenido escasa incidencia en el desarrollo de las potencialidades productivas de las zonas interesadas. Probablemente debamos considerar ambos aspectos para interpretar la perduración de esta ya vieja reivindicación de construir un ferrocarril a la Costa.

La política de orientar las frustraciones sociales y económicas de una comunidad hacia la consecución de determinados objetivos ignorando cualquier posibilidad de cambio en las relaciones socioeconómicas y en sus estructuras ha sido común en diversas ocasiones y, por lo demás, no sorprende que este "ilusionismo" proferroviario fuere otra de ellas.

Años

Mercancías transportadas Producto Obtenido
1927 14.724 234.767
1928 48.519 545.642
1929 70.838 741-774
1930 72.080 663.258
1931 89.958 865.192
1932 38.104 357.582
1933 26.891 284.607
1934 44.016 511.966

Datos elaborados por David Martínez a partir de la Memoria de la Cámara de Comercio para 1.934. Los valores de las mercancías transportadas se refieren a toneladas, y los productos obtenidos están en pts.

Incidencia en al zona

La incidencia del ferrocarril a Dúrcal y del Cable es algo que podemos valorar a continuación. La puesta en marcha de aquél no significó un cambio importante para las actividades económicas de la zona, como lo demuestra que el tráfico de mercancías aumentó en sus primeros años de funcionamiento, pero no supuso un incremento rotundo que manifestase una dinamización de las actividades económicas de la zona atravesada por el ferrocarril; además, con la puesta en funcionamiento del Cable aéreo, sorprendentemente, lejos de aumentar el tráfico circulante por el ferrocarril eléctrico, tendió a disminuir, hecho acentuado conforme los efectos de la crisis internacional de 1.929 se hicieran patentes en la Península.

Insuficiente articulación económica

Desde su inauguración el Cable aéreo mostró un comportamiento diferente al del ferrocarril, corroborando la existencia de una articulación económica insuficiente entrambos elementos de transporte. La explotación del Cable aéreo alcanzó su apogeo cuando el ramal a Órgiva fue inaugurado, reflejando su naturaleza eminentemente minera.

Posteriormente, las repercusiones de la crisis mundial de 1.929 y la propia dinámica de los mercados mineros mundiales propiciaron su decadencia. Tras 1.931 se produce un descenso en la carga transportada, acentuado en 1.932 por el parón que experimentó el Cable a causa de cuestiones laborales, mostrando el Cable aéreo unos elevados costes de mantenimiento para los Tranvías Eléctricos de Granada S.A. que ocasionó la clausura del ramal de Órgiva, cuando la explotación de plomo era ya un negocio decadente.

El presente artículo artículo es parte del libro "El ferrocarril Granada-Motril, una vieja aspiración", editado por la Cámara de Comercio, La General y el Ayuntamiento de Motril.

"Éramos unos cien trabajadores, treinta de ellos en Dúrcal"

El durqueño Juan Ibáñez Puerta trabajó durante quince años en El Cable, donde era soldador

`Yo era soldador en el cable, y salí amucho a la línea. Había seis estaciones, en las que daba la vuelta el cable y agarraba ya otro tramo para seguir adelante.. Había seis dispositivos, que anclaban el cable. Luego había unas pesas en las estaciones, que era lo que hacía la tensión del rabié'. Quien así se explica es el durqueño Juan Ibáñez Puerta, apodado "Marquillea", que trabajó durante más de 15 años en el Cable.

Había un múltiplo, que estaba en Mondújar. Se llamaba así porque era el puesto más alto, y multiplicaba el peso. Aquello lo hicieron mal hecho, de madera, y le llovía, así que las maderas se acabaron pudriendo y el dispositivo se estropeó. Luego lo fuimos reponiendo. Tranvías y El Cable eran la misma compañía. Pese a las reparaciones, la compañía comenzó una crisis que le llevó a la quiebra.

Porque allí, por lo que se ve, los mayores accionistas se metían a jefes, para sacar dinero.

'El Cable -continúa relatando Juan Ibáñez- llegaba hasta Motril. Transportaba de todo. Para acá, mayormente carbón y cemento y para allá, harina, mucho azúcar y caña dulce. También pescado, pero si había una avería y se paraba, se podría por ahí, en la línea.

- ¿Había carretera entonces?

- Era una carretera muy mala. La modificaron por dos veces, hasta que se quedó como está ahora.

Había -continúa- ciertas estaciones que facturaban mercancías. Bueno, prácticamente en todas ellas. En Dúrcal, Mondújar, Rules, Vélez, de allí a la Gorgoracha, luego hasta Motril y finalmente al Puerto. Hacía dos viajes diarios, porque llevaba una marcha de veinte kilómetros por hora. Había un cable que le llamábamos "el cable tractor", que era el que tiraba, las cogía en unos enganches, levantaba la vagoneta, la cogía en una mordaza, y era el que tiraba de la vagoneta, a dar vueltas. Y en las estaciones, agarraba otro. Allí ya soltaba ese cable y agarraba otro. Las vagonetas iban cargadas, pero si no había cargamento, le echaban agua, porque así hacía contrapeso y facilitaba la circulación de las vagonetas.

En cada trayecto había un guarda, y dos celadores, uno en Motril y otro en Dúrcal, un jefe de línea, y luego ya el director, el ingeniero y toda esa gente.

- ¿Cuánta gente trabajaba aquí, en Dúrcal, en el cable?

- En carga y descarga eran todos de Dúrcal, y en el taller, que éramos unos veinte, había aproximadamente la mitad gitanos. Entonces no había gente que supiera el oficio ni nada. Y entre los gitanos había muchos que sabían. Y estábamos trabajando allí todos juntos. Luego, por donde iba pasando había guardas y toda clase de personal, y en el puerto había también mucha gente. Allí era donde se cargaba el carbón y se descargaba la mercancía que se cargaba aquí. De aquí para allá se llevaban harinas, y cementos, y para acá sobre todo carbón. Cuando de Dúrcal para allá no había carga, había que echarle agua a las vagonetas.

- ¿Cuántos eran en total trabajando en el cable?

- En total, sobre cien personas. Aquí en Dúrcal alrededor de 30, otros tantos en el puerto, y en cada estación había por lo menos un motorista y un jefe de estación. Yo calculo que en total, entre 80 y 100.

El taller de vagonetas

Juan recuerda no sin cierta nostalgia sus tiempos en El Cable. 'Las vagonetas averiadas las traían todas aquí a Dúrcal, para soldarlas en el taller. Había un taller aparte, y la soldadura la hacía yo de noche, en el taller de vagonetas'. Un recuerdo también plagado de anécdotas. "Cuando la guerra - dice- a todos los que éramos plantilla nos militarizaron, y el que estaba actuando tenía que ir a donde lo mandaran, forzoso. El que no iba lo despedían y no iba. Pero yo tenía que ir porque estaba mi quinta actuando. Me lo hicieron saber antes de militarizarme. Y la línea pasaba por entre medias de las dos líneas de fuego. Yo tenía que ir arreglar las averías, y tenía un peligro grande. En una ocasión me dieron un tiro en una pierna que me atravesó en lo alto de un castillete. Para ir a los lugares donde se habían producido averías, teníamos una vagoneta que estaba blindada, con una chapa gorda, para que no la atravesaran. Pero se ponían por debajo y tiraban para arriba.

- ¿Tenía buenas condiciones de trabajo en El Cable?

- Trabajábamos mucho, pero no estaba mal pagado. Yo ganaba cinco pesetas diarias, que eso era lo que ganaban los hombres. Trabajábamos ocho horas diarias, y si echábamos más horas, las pagaban extras. Parábamos una hora al medio día para comer. Y cuando íbamos por ahí de viaje, nos pagaban la dieta, comida y cena, salvo cuando volvíamos por la noche, que nos pagaban sólo el almuerzo.


Los tranvías eléctricos en Padul

Mateo Carrasco Duarte

La construcción y puesta en servicio de la línea de tranvías, desde Granada a Dúrcal, supuso un avance gigantesco en las comunicaciones con Granada, y en la resolución y desarrollo de multitud de cuestiones de todo tipo, comercial, económico, sanitario. Supeditada la relación con Granada al modestísimo coche de Gonzalo, con un sólo viaje al día, con muy poca capacidad de viajeros y con una estancia obligada de muchas horas en la capital, el establecimiento de un medio muy rápido, cómodo, barato y sobre todo con un servicio permanente desde muy temprano (el servicio empezaba a a las 7de al mañana y el último viaje se iniciaba a las 9 de la noche), fue un acontecimiento de progreso y modernidad que pocos pueblos de la provincia disfrutaron.

La Compañía de Tranvías Eléctricos de Granada fue fundada el 23 de diciembre de 1.903 por el Vizconde de Escoriaza. Granada fue la única ciudad de España que tuvo una empresa española de tranvías.

Limitándonos en nuestro estudio a lo que el Padul concierne, diremos que el año 1.921 llegó hasta Otura. Ese mismo año se terminó la explanada de la Estación y empezaron a construirse los edificios. Como la línea estaba tendida, el día 2 de febrero de 1.922 empezó a funcionar, aunque no de modo regular, el tranvía hasta El Padul pues al no estar la Subestación, el fluido eléctrico no era suficiente, de modo que, el, servicio que se prestaba era "por hacerle un favor al Padul" y un servicio a nuestro pueblo . En 1.923 se terminó la subestación que tenía una corriente continua de 1.200 voltios y su instalación era modernísima, aún entre las de Europa.

En el mismo año se estableció, definitivamente, el servicio hasta nuestro pueblo y el año 1.925 llegó a Dúrcal. La compañía tenía 13 líneas siendo la número 1, la de Granada-Padul

Dúrcal.

Los coches, tranvías, eran amarillos, lo mismo que las jardineras, pequeños coches auxiliares sin motor que se enganchaban en días de mucha aglomeración de viajeros; posteriormente se pusieron en servicio coches mucho más amplios, rápidos y cómodos, de color azul. La compañía tenía para esta línea 6 coches pequeños, capaces para 21 pasajeros; cuatro coches medianos con capacidad para 61 pasajeros y 3 coches grandes para 90 pasajeros. En su recorrido desde el Padul cruzaban la carretera Granada-Motril por la Romera y por el Aguadero, con parada obligatoria, lo que permitía a mucha gente tomarlo para desplazarse al campo, y convirtiéndose en un cómodo y barato servicio rural. Fueron estos tranvías, también desgraciadamente desaparecidos, los elementos que permitieron, durante muchos años, el que centenares de granadinos de modesta economía gozaran en el verano de las deliciosas temperaturas de parajes tan espléndidos como el río Dúrcal y sus alrededores o de los río Aguas Blanquillas y Genil en la carretera de la Sierra.

El día 31 de octubre de 1.971 terminó su vida el tranvía. Y sus efectivos pasaron a Ferrocarriles de Vía Estrecha, en febrero de 1.972.

Las causas de su desaparición fueron muchas: la estructura anticuada, que no se renovó apenas nada, durante todo el tiempo que estuvieron funcionando. La incomodidad de los coches, sobre todo, de los amarillos que, en invierno eran auténticas neveras; la lentitud de los últimos tiempos, porque si en un principio fueron un medio rápido, con el paso de los años y las exigencias modernas acabó por ser inaceptable el tiempo invertido en el recorrido. Hay que tener en cuenta que desde Padul hasta Granada hacía paradas en la Romera, Otura, Alhendín, dos, Armilla.. y muchas veces el cruce de Otura se realizaba en el Túnel, donde tenía que esperar, . El cruce de Otura era, además, de "parada y fonda".. Normalmente, el trayecto Padul-Granada se hacía en bastante más de una hora, y esto era ya mucho tiempo, para la época.

La compañía disponía, además, de un servicio de transporte comercial, con potentes coches de arrastre (los tractores) con vagones con capacidad para 10.000 kilos, que enlazaban con el tendido aéreo, el cable, hasta Motril y con estación receptora en Dúrcal. Este cable fue inaugurado en 1.927.

El servicio de transporte comercial fue el que propició, de manera decisiva, el cultivo de la remolacha en nuestra vega; las fábricas azucareras instalaron sus básculas en la explanada cercana a la estación de Tranvías, y desde allí, la remolacha era transportada a Granada en los grandes vagones. De no haber existido la línea de tranvías y su servicio comercial, difícilmente se hubiera producido el "boom" de la remolacha, pues ello hubiera obligado a hacerlo en carros, cosa penosa y antieconómica y que, precisamente, fue uno de los motivos para el abandono de los cultivos, cuando las fábricas dejaron de utilizar las básculas y el servicio de tranvías.

No nos ha sido posible establecer los precios del viaje en sus distintas épocas, pese a habernos entrevistado con los actuales responsables a nivel nacional.

La Compañía emitió acciones de 500 pesetas que nunca tuvieron cotización oficial. Tuvieron bastante aceptación en el pueblo, jamás produjeron un sólo céntimo, aunque tenemos noticia de que actualmente han vuelto a tener cotización y curso económico normal.

El presente artículo de Mateo Carrasco Duarte forma parte del libro "El Padul" (segunda edición), publicado con la colaboración económica del Ayuntamiento del Padul.


El Cable paró provisionalmente en 1.948 por una avería, pero nunca fue reparado y tuvo que cerrar

La creciente presencia de empresas de automóviles, transportando mercancías y pasajeros repercutió negativamente en la evolución de la explotación del Cable y las compañías de ferrocarriles y tranvías

David Martínez López

La desarticulación existente en la composición del tráfico del ferrocarril a Dúrcal y del cable aéreo, que no permitió la continuidad suficiente en los movimientos de mercancías entre la Costa y la Vega, y, en segundo lugar, el handicap que suponía el ancho de vía de los Tranvías Eléctricos de Granada con dificultades estimables a la hora de conectar su tráfico de mercancías al de la red ferroviaria provincial -con un ancho de vía mayor-, fueron probablemente los dos componentes explicativos de la escasa incidencia que sobre las economías de la franja sur de la provincia tuvo la puesta en funcionamiento del ferrocarril a Dúrcal y del telesférico, que no consiguieron rellenar el hueco dejado por la histórica frustración de no ver construido el ferrocarril a la Costa.

No negamos las evidentes repercusiones positivas que para el Valle de Lecrín o para los enclaves mineros de las Alpujarras tuvo la puesta en funcionamiento del ferrocarril y del cable aéreo. Sin embargo, la dinamización de las economías, en este sentido, parece ser fue mínima, o al menos así lo indican los datos sobre tráfico ferroviario apuntados.

El análisis de la composición del tráfico a través del puerto de Motril durante los años iniciales del funcionamiento del cable aéreo reflejan unas relaciones de intercambio características: exportación de materias primas - en 1.929 salen 1.000 toneladas de plomo con destino a Bélgica e importación de productos manufacturados y elaborados - abonos químicos procedentes de Chile, Alemania e Inglaterra, y maquinaria. En lo que se refiere al comercio de cabotaje. la composición es similar: el azúcar, la paja y el aceite de oliva constituyen los principales productos expedidos; recibiéndose carbón, cemento, hierros, manufacturados y abonos. En definitiva, esta relación, comercial "desigual" se vio confirmada con la naturaleza del cable aéreo, según se puede confirmar en la Memoria Comercial de la Cámara de Comercio de Granada para el año 1.929 (pp. 69-70).

Respecto al ferrocarril eléctrico a Dúrcal, se prolongaría -junto con el sueño de ver construido el tramo final al puerto motrileño hasta 1.974, fecha en que tras cincuenta años de comunicar la Vega de Granada con el Valle de Lecrín, quedaría clausurado definitivamente.

Además, la presencia a lo largo de los años veinte cada vez mayor de automóviles transportando mercancías y pasajeros -hemos visto cómo ya existían empresas como Dipor o Autedia dedicadas a estos menesteres- en las carreteras españolas y, por ende, granadinas (22) introdujo un elemento competitivo que repercutiría negativamente sobre la evolución de la explotación de las compañías de ferrocarriles y de tranvías. En el cuadro sobre automóviles se evidencia el incremento del parque automovilístico español y granadino, si bien éste con una considerable menor velocidad, a lo largo de los años veinte. Este menor incremento del parque automovilístico granadino junto con el indicador de habitantes/automóvil manifiestan el menor grado de capacidad adquisitiva de maquinaria de transporte específica de una zona tradicionalmente menos capitalizada y urbanizada.

En esta perspectiva no sorprende la parada provisional del cable en 1.948 a raíz de un accidente que lo averió; dicha inutilización temporal se convertiría en definitiva al no ser reparado ni existir visos de ello. En los años siguientes se llevaron a cabo diversas gestiones encaminadas a la adquisición del material necesario -que debería ser importado del extranjero- para su reapertura, sin embargo su eficacia fue nula a pesar de una proposición de que el Estado lo adquiriese y pusiese en funcionamiento

Efectivamente, sabemos de los telegramas enviados por la Cámara de Comercio de Granada a la Dirección General de Ferrocarriles, interesándose por el establecimiento de servicios. Sin embargo, la irregularidad en la explotación y su escasa rentabilidad aconsejaron a la División Inspectora e Interventora de la Compañía de Ferrocarriles de Vía Estrecha a desecharla petición; además, en 1.927 se declaró caducado el contrato de explotación disfrutado hasta entonces por la Sociedad de Tranvías Eléctricos. Así lo recogen M. Titos Martínez, R. Gil Bracero y J. Piñar Samos en °La Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de Granada", publicada por Ediciones Anel en 1.987.

El presente artículo es parte del libro "El ferrocarril Granada-Motril, una vieja aspiración", editado por la Cámara de Comercio, La General y el Ayuntamiento de Motril.

MOVIMIENTO DE COCHES MATRICULADOS

Años Nº de Automóviles Matriculados   Nº de habitantes por Automóvil  
1921 525   1.194  
1922 629   926 559
1923 860 37.159 673 600
1924 1.056 55.668 560 374
1925 1.331 89.514 432 245
1926 1.739 134.271 353 163
1927 2.043 165.192    
1928 2.387 197.255    
1929 2.818 234.165    
1930 3.165 259.609    
1931 3.341 274.587    
1932 2.291 288.694    
1933 3.566 306.062    
1934 3.813 329.775    
  Granada España Granada España

Elaboración a partir de las memorias de la Cámara de Comercio de Granada para los años 1.926 y 1.934.

La desaparición del Cable desató la reivindicación del ferrocarril a la Costa

D. M. L.

Catorce años más tarde, en plena dictadura franquista, a raíz de la paralización definitiva del cable aéreo Dúrcal-Motril, en junio de 1.948 se produjo la resurrección del "deseado anhelo" de construir el ferrocarril Granada-Motril, llegándose a elaborar un nuevo proyecto en 1.949 estimulado por las gestiones del Gobernador Civil y a anunciarse el inicio de las obras de construcción, cosa que no llegó a suceder realmente. De nuevo la Cámara de Comercio de Granada colaboró en la rememoración de la vieja y ya envejecida aspiración de construir un ferrocarril que uniera la Costa con la capital granadina. Reproducimos a continuación los motivos que dicho organismo alegaba en una solicitud elevada a la Dirección General en el verano de 1.948:

"...la necesidad y urgencia de esa vía ferroviaria de transporte es tan palmaria que basta simplemente con exponer a VE. que el Puerto de Motril, que tantos sacrificios y tiempo costó poner en servicio, representa en la actualidad el punto culminante de la importación y exportación de toda riqueza de la provincia y aún de la de Jaén y por falta de la necesaria vía ferroviaria que enlace con la red general se encuentra en la imposibilidad de cumplir los fines de su creación, dándose el caso de que centenares de toneladas se encuentran detenidas en el Puerto para su importación interior..."


Panorámica del castillo de Lanjarón y su entorno, a principios del siglo

Castillo de Lanjarón

Se localiza en lo alto de un cerro en la margen izquierda del barranco Salado, a unos 300 metros al SO de la actual población.

Este pequeño pero interesante castillo se compone de tres recintos, estando situados los dos primeros al N del principal o alcazaba, a ambos lados de la puerta y camino de acceso al conjunto. Ambos tienen una reducida superficie, conservando la parte de sus murallas y torres de mampostería.

El primer recinto se sitúa en la roca más elevada, adaptando sus muros a la topografía del terreno, conservándose prácticamente completo. Se llega a él a través de un camino modernamente urbanizado, desde el que se pasa directamente a otro, entremuros, defendido al O por una barbacana ya que se ha perdido la puerta de ingreso a él. Al final, girando al E, encontramos un hueco de puerta, formado por un arco apuntado de ladrillo, tras el que se ven las ranuras para el rastrillo, la buhedera para su defensa, un pasillo abovedado y otro arco apuntado, éste de mampostería. Al final, la salida da paso al patio de armas con el terreno natural en pendiente.

En el ángulo NE, hay una torre cuya sala interior se cubre con una bóveda semiesférica de ladrillo, que conserva tres troneras con arcos abocinados para defensa de las murallas. Este tipo de saeteras pueden también verse, semienterradas en el relleno, en las fachadas N y O. Al E, quedan importantes restos del adarve y un gran merlón del almenado del muro.

Al S, a la derecha del pasillo de entrada, estaba la torre del homenaje con planta de L abierta y, bajo la cual, se encuentra el aljibe del castillo, de dimensiones interiores 5,25 x 2,60 metros, construido con muros de mampostería, enfoscada y enlucida con mortero de cal, sobre el que quedan restos de pintura de almagra. La bóveda de cañón que lo cubre es del mismo material y tiene restos del conducto para la entrada del agua.

Todas las construcciones están realizadas con fábrica de mampostería, con muros de 1,20 metros de espesor, estando las esquinas reforzadas con sillarejos. Sólo en la torre del homenaje, sobre la base de mampuestos, se han levantado los muros con tapial de cal y canto. Tanto en las paredes del interior de esta torre como en las del ángulo NO del patio, se observan las huellas dejadas por las vigas escuadradas que apoyaban sobre los muros y que constituían los forjados del piso.

El estado general de conservación de este castillo es malo, encontrándose abandonado y cubierto de vegetación, si bien se tiene previsto realizar en él excavaciones arqueológicas y una posterior consolidación y restauración de sus restos por parte de la escuela taller de la localidad.

En la actualidad, sus muros se encuentran muy degradados, en especial los construídos con tapial de cal y canto, estando sus coronamientos desmoronados y con vegetación. El gran bastión S ha perdido parte de sus muros al S, O y NE, quedando paños sueltos, lo que ha motivado la apertura de grandes grietas verticales en sus paramentos de tapial.

El aljibe presenta un agujero, por el que se accede al interior, formado al agrandar el antiguo brocal. Tiene otra rotura en el muro N que comunica con el pasillo abovedado de ingreso al castillo, apreciándose en él varias juntas de fábricas. Su interior se encuentra relleno de tierra y escombros. Se encuentra inscrito en el Registro General de Bienes de Interés Cultural desde el 22 de junio de 1.993.

(El castillo ha sido ya restaurado. No obstante, hemos preferido mantener la literalidad del texto en el momento en que se escribió).

Mariano Martín García Jesús Bleda Portero José María Martín Civantos

NOTA: Este texto pertenece al libro "Inventario de arquitectura militar de la provincia de Granada".

El suicidio del capitán morisco "el negro"

Fue el castillo de Lanjarón escenario de uno de los más llamativos y sangrientos episodios de la llamada Guerra de Granada, protagonizada por los moriscos, en su primera rebelión contra la corona de Castilla. Sucedió un 8 de marzo del año 1.500 cuando las tropas de Fernando el Católico, tras la Sierra por los Cahorros para evitar el estratégico y peligroso puente de Tablate, atacó con sus tropas por sorpresa el castillo de Lanjarón.

Una vez cercada la fortificación y tras un largo asedio, la rendición de las tropas moriscas, que habían causado numerosas bajas, era inminente. Pero el valiente capitán morisco, al que la leyenda describe como "un terrible y célebre negro", prefirió la muerte a la humillación de la derrota, y antes que rendirse, se arrojó al vacío desde la torre más alta del castillo. (F.Terrón).


Castillo de Chite

Se localiza en lo alto de un cerro, sobre la confluencia del río Ízbor con el barranco de Chite, a unos 600 metros al suroeste de la localidad de Béznar. Está situado a 535 metros de altitud. Se sitúa sobre una plataforma de planta rectangular con las esquinas redondeadas, que tiene su eje en dirección N-S. Se llega a él por el camino que desde el pueblo de Chite baja hacia la presa de Béznar, encontrándose más cerca de esta localidad que de la anterior.

Del. antiguo castillo se conservan restos de un muro de tapial en el borde oeste, de unos 80 metros de longitud, un metro de altura y 70 centímetros de espesor. Dicho muro monta sobre un cimiento escalonado de mampostería de lajas que a la vez sirve de nivelación del terreno para el apoyo del encofrado y para evitar la humedad por capilaridad en el tapial. En los lados Este y Sur se observan otros restos de muros de tapial, pero de menor entidad y de peor calidad que el descrito anteriormente, encontrándose más degradado por ser su dosificación más pobre en cal.

La plataforma se encuentra dividida en dos por un abancalamiento en dirección E-O, quedando aproximadamente unos dos tercios de la superficie total en la zona Sur.

Por las señales que han dejado los restos de muros en el borde de la plataforma y por la topografía de las laderas del cerro, parece ser que la puerta de acceso al conjunto debió estar situada en el ángulo NE. No se han encontrado restos de ningún aljibe, aunque sí de gran cantidad de cerámica superficial medieval y prehistórica. Poco se puede hablar de su estado de conservación, teniendo en cuenta los escasos restos que quedan de este desconocido castillo. Los muros de tapial que quedan se encuentran en mal estado, dado su estado avanzado de degradación, sobre todo los de los lados S y E. La plataforma en la que se ubica la fortaleza se encuentra actualmente abandonada, aunque hasta hace poco ha sido utilizada en labores agrícolas, lo que ha podido motivar la desaparición de restos de su estructura interna, si bien puede ser que se encuentren bajo la capa de relleno de tierra, por lo que habría  que realizar alguna cata arqueológica que nos indique la profundidad del yacimiento.

"La gran cantidad de restos y cerámica hace pensar en una prolongada ocupación de la fortaleza, quizás para controlar el paso de Granada a la Costa"

El abancalamiento interior podría corresponder a un muro que dividiera al conjunto en dos recintos independientes, con acceso desde el exterior por el situado al N. Por otra parte, la gran cantidad de restos de tejas y de cerámica superficial hace pensar en una prolongada ocupación de la fortaleza, quizá para controlar el paso de Granada a la Costa por las cuencas de los ríos Guadalfeo e Ízbor.

Carece de declaración específica, si bien, por tratarse de arquitectura militar, le será de aplicación la disposición adicional 2ª de la Ley 16/1985.

Mariano Martín García Jesús Bledo Portero José María Martín Civantos

El presente artículo forma parte del libro Inventario de arquitectura militar de la provincia de Granada (Siglos VIII a XVIII), editado por la Diputación de Granada


Vista panorámica del Castillo de Mondújar. sobre el Cerro del Castillejo.

Castillo de Mondújar

Se localiza en el cerro del Castillejo, a unos 600 metros al Este de la localidad de Mondújar, entre los barrancos de la Fuentezuela y del Castillo. Está situado a 879 metros de altitud.

De esta fortaleza existen importantes restos, que se adaptan a la topografía del cerro en el que se sitúan, cerrando un recinto en la ladera Norte del mismo. Se conserva el acceso al castillo, formado por una puerta de doble recodo, en rampa, en el interior de una torre de planta trapezoide situada en el ángulo Noreste del recinto, estando la entrada y la salida orientadas al Oeste, si bien es posible que sólo la mitad de ella estuviese cubierta.

Dicha torre disponía, al menos en su mitad Norte, de dos plantas y terraza, variando el grosor de sus muros entre 1,45 y 1,65 metros. En su parte alta conserva restos del parapeto, quizás almenado, siendo su espesor de 55 centímetros. En el interior de dicha torre, en tres de sus caras y a lo largo de su rampa de acceso, hay restos de hasta cinco troneras abocinadas, existiendo otras dos en el muro que, partiendo de ella, cierra la fortaleza por el Este.

Delante de este último muro, por su exterior, existen los restos de un gran aljibe, de dimensiones interiores 7,50 x 4,80 metros, construidos con muros de hormigón de cal que conservan el enlucido y restos de almagra. Estuvo cubierto con bóveda de mampostería de la que queda algún resto, en especial en su ángulo Noreste, en donde se observa su intersección con otra pequeña bóveda apuntada que cubría el pasadizo por el que, desde el interior de la fortaleza, se accedía al aljibe para coger el agua a modo de brocal horizontal.

Desde la puerta de acceso, la muralla, con un espesor de 1,60 metros, se dirige hacia el Oeste, interrumpiéndose a 11,40 metros de ella y comenzando otra, más remetida respecto a la línea del parámetro anterior y de peor ejecución, quedando cortada a menor altura y en cuyo coronamiento comienza el talud del relleno. Poco después vuelve a cambiar su dirección hacia el Norte, llegando al espolón de la roca, en el que existen restos de una torre, siguiendo la muralla en dirección Oeste.

Adosado a este último muro Norte existe un segundo aljibe, enterrado y al que sólo se puede llegar a través del brocal, que se sitúa en la parte superior de la bóveda apuntada de mampostería que lo cubre. Sus dimensiones interiores son 5,65 x 2,30 metros, estando sus muros construidos de hormigón.

Los lados Sur y Oeste los conforma la propia roca, no necesitando murallas para su defensa, conservándose restos de muros entre las peñas de éstos dos lados. Todos los restos de muralla y torres que se conservan están construidos con mampostería, quedando restos del enfoscado exterior que los cubría en varias zonas. Tenía sus esquinas reforzadas con pequeños sillarejos, en algún caso sustituidos por ladrillos en restauraciones posteriores. Las zonas bajas de todas las murallas que constituyen el sector Noreste de la fortaleza están construidas con distinto tipo de mampuestos, presentando un color más claro que el resto de las mamposterías.

En estado de abandono

En el exterior del castillo, en la vaguada situada al Este del primer aljibe descrito, existen importantes restos de un canal que traía el agua hasta él.

El estado general de conservación de esta fortaleza es malo, encontrándose en absoluto abandono y cubierta de vegetación. Los dos aljibes se encuentran rellenos de escombro, presentando el situado al NO un agujero en el muro N, el cual se encuentra muy degradado en toda su longitud, al igual que la torre existente en él. Recientemente se ha caído parte de ese muro N. Sería de interés realizar una excavación arqueológica en el interior de

Según los expertos, sería de gran interés realizar una excavación arqueológica en el interior del castillo.

Panorámica del Castillo de Lojuela, en grave estado de deterioro, con Restábal al fondo.

Castillo de Lojuela

Se encuentra en un cerro situado sobre la margen izquierda del río Dúrcal, a unos 1.500 metros al Oeste de la localidad de Murchas, y a 601 metros de altitud.

Este castillo de planta diagonal, que pudo disponer de más de un recinto, se extiende por la ladera Este-Sureste del cerro en que se asienta, situándose en la parte más elevada la torre principal. El acceso al conjunto debía hacerse por la vaguada que hay en la zona Norte, en donde existen restos de un torreón para su defensa.

Al Sureste de estos restos queda en pie un gran lienzo de muralla que llega a sobrepasar los 6.00 metros de altura, construida con tapial muy pobre en cal y que monta sobre otra de mampostería, del mismo grosor y escalonada para adaptarse a la fuerte pendiente del terreno, siendo la altura de dichos escalones igual a la tabiya del tapial. Los mampuestos del muro están acuñados y nivelados con grandes ripios que en algunos casos aparentan auténticas verdugadas, sirviendo, por tanto, de asiento y nivelación del encofrado del tapial, al mismo tiempo que evitan la absorción de la humedad por capilaridad. El paramento exterior conserva en buen estado su enfoscado, mientras que el interior se encuentra muy degradado, habiendo perdido todo el recubrimiento.

El coronamiento del muro, también escalonado, está recubierto por una gruesa capa de mortero muy rico en cal, sirviendo, al mismo tiempo que de pavimento del adarve, para impedir el paso del agua de lluvia al interior del tapial. Sobre esta capa de mortero apoyaba el parapeto, quizás almenado, del que no quedan restos. El hecho de que por la parte exterior del muro estuviese el pretil, hacía necesario evacuarlas aguas del adarve dándole pendiente al pavimento hacia la parte interior, motivo por el cual es este paramento el más deteriorado.

Quedan también restos de murallas de iguales características al Norte, Sur y Sureste, estas últimas sirviendo de muro de contención de las tierras de relleno que hay por su interior. En el lado Oeste la propia roca constituía una defensa natural, existiendo un muro de menor entidad del que se conservan restos entre las peñas. A lo largo de la pendiente del cerro se aprecian gran cantidad de garatas, de las que algunos muros de mampostería y otros de tapial corresponden a la estructura interna de la fortaleza.

En la parte alta se sitúa la torre, de dimensiones 9,85 x 7,85 metros, correspondiendo la longitud mayor a los lados Oeste y Este. Está construida con muros de tapial, pobre en cal, sobre una plataforma de mampostería, y con las esquinas reforzadas con sillarejos. La altura del tapial es de 4,00 metros, conservando restos de enfoscado exterior. Es posible que en el interior de la plataforma de mampostería exista un aljibe, hecho que no se puede constatar sin una excavación arqueológica, ya que sobre ella hay una capa de relleno y vegetación.

El estado general de conservación de este castillo es malo, encontrándose abandonado, con vegetación y sembrado de almendros. La torre principal tiene rotos el trozo central del muro Oeste, por donde posiblemente tuviese el acceso y otro en el ángulo Noreste, presentando sus muros de tapial abundantes grietas de gran tamaño que ponen en seno peligro su estabilidad física.

Como se ha indicado anteriormente, tanto los muros de la torre como los trozos de muralla conservados que cierran el recinto, conservan en buen estado el enfoscado de sus paramentos exteriores, mientras que se ha perdido por completo en los interiores, lo que acelera la degradación de los tapiales, construidos con escasa proporción de cal.

Es necesaria una consolidación de todos los muros del tapial, en especial los de la torre que amenaza seria ruina, al mismo tiempo que sería interesante un estudio de esta fortaleza, localizando su aljibe y el resto de la estructura muraria interna que se encuentra enterrada en el relleno.

Está inscrito en el registro de Bienes de Interés Cultural.

Mariano Martín García Jesús Bledo Portero José María Martín Civantos

El presente artículo forma parte del libro "Inventario de arquitectura militar de la provincia de Granada (Siglos VIII a XVIII), editado por la Diputación de Granada

Una muralla de seis metros de altura rodea todavía parte del recinto.

Los muros del torreón corren peligro de derrumbarse. Está inscrito en el registro de Bienes de Interés Cultural.


LA INESPERADA VISITA DEL PRÍNCIPE DON JUAN CARLOS AL PADUL. Un doce de abril de 1959, cuando España comenzaba a salir de la autarquía y se vislumbraba una tímida apertura política, el entonces príncipe don Juan Carlos se presentó inesperadamente en El Padul, acompañado por el alcalde de Granada y un grupo de amigos. Aquel momento histórico, que plasmó en una foto hasta ahora inédita Graciano, conocido en toda la comarca con el nombre de El Fotis, lo rememora para El Valle de Lecrín José Villena, hijo de uno de los protagonistas. Don Juan Carlos volvió más tarde a Padul, ya casado con doña Sofía.

La Casa Grande, prisión militar

El edificio señorial fue presidio tras la guerra civil. Extracto del libro "Crónicas de medio siglo", de José Villena

Aspecto actual de la Casa Grande, situada dentro del casco urbano de El Padul.

A la terminación de la Guerra Civil, la Casa Grande se ha convertido en prisión militar. Aquí han sido recluidos prisioneros traídos de distintos frentes, especialmente de la zona de la Alpujarra, del lugar conocido como Cascajar Negro, escenario de duros combates.

Para ello ha sido preciso desalojar al que, actualmente la habita, el labrador Matea Villena García, Mateo el de la Casa Grande, junto a la mujer que le sirvió fielmente durante toda su vida y a la que ya mayor, con ciertas deficiencias síquicas dieron en ¡amarla Chori.

El quehacer diario de los paduleños apenas si se ha visto alterado por este hecho, entre otras cosas porque aquello es un mundo aparte, al que ninguno tiene acceso.

La razón de haber escogido el viejo castillo para acoger a estos hombres se debe a sus grandes salones, que permiten instalar los dormitorios y todas las dependencias necesarias, y a la amplitud de los patios, imprescindibles en un recinto penitenciario.

Del País Vasco

Los prisioneros están llegando al Padul desde finales de 1936. En El Olivarillo, en unos terrenos acomodados al efecto, también ha funcionado, durante un tiempo, un centro de detención ante la imposibilidad material de ubicarlos a todos en la Casa Grande.

Los presos, como se les llama, son originarios de diferentes lugares de España, aun que el porcentaje más elevado procede del País Vasco y se les conoce con el nombre de "gudaris". Precisamente ellos han construido un camino forestal en el Manar para facilitar los trabajos de plantación de pinos que, por esta circunstancia, es conocido como "camino de los gudaris".

En el huerto de arriba, frente a las escuelas, se ha levantado un altar que está presidido por una gran imagen de la Virgen de las Mercedes, patrona de prisiones, construida por ellos mismos de escayola. Todos los domingos, D. Benjamín celebra allí su misa.

Tras su marcha, las mujeres de las familias que se han trasladado a vivir allí, junto con un grupo de vecinas, acuden a este altar a hacer las novenas de mayo.

Algunos de estos prisioneros gozan del privilegio de trabajar fuera del recinto penitenciario como es el caso, entre otros, de un chico de Baracaldo, que lo hace en la carretería de San Juan de Dios el de los Pérez, situado a escasos metros de la Casa Grande.

El aspecto exterior del edificio en nada se diferencia del que es propio de cualquier establecimiento de esta naturaleza. Está rodeado de casetas, algunas situadas en alto, como las de los dos extremos de la calle Santo Tomás, en las que los centinelas se mantienen atentos a cualquier incidencia. La imagen de los soldados con su fusil en la mano, el relevo de la guardia o las voces de alerta, que rompen el silencio de la noche, se han convertido en algo habitual para los paduleños.

José Villena


La reconquista de Padul

En ninguno de los autores que hemos consultado hemos hallado ni la más leve referencia a la conquista del Padul, ni la más leve alusión a una posible escaramuza para apoderarse del pueblo. Jorquera dice que fue en el año 1.401, Cortés Peña que fue en el 1.940, Antonio de la Torre en el año 1.491, Carriazo en el año 1.491.

Siguiendo una estricta cronología tenemos:

Año 1.488. Hernando del pulgar dice que "el rey de Guadix (El Zagal) ha tomado Alhendín y El Padul que son cerca de Granada y desde ellas facen guerra a nuestra tierra", ¿Era el Padul cristiano la frontera de los Reyes Católicos?.Y si era así, ¿Cuándo fue incorporado a las tierras de los Reyes Católicos? ¿Cómo se explica que un año más tarde El Zagal lo entregue a los Reyes Católicos como una parte de sus posesiones?. Las Capitulaciones de El Zagal dicen que se entregaron "desde la ciudad de Almuñécar hasta la alquería del Padul".

Año 1.489. Consolidada su situación como territorio cristiano, sufrirá por parte de Boabdil dos formidables asaltos, tal como nos los cuentan Mármol y Garrido Atienza. El segundo de ellos con carácter definitivo. Esto parece que está bien claro. El Padul en el año 1.490 era de Boabdil. La duda está en la incursión al Valle de Lecrín por el marqués de Villena y en la que participó personalmente el rey Católico. Pero hay una cuestión previa, importantísima o, mejor dicho, primera y fundamental: la conquista del Padul. La aseveración no es nuestra, es el propio marqués de Cádiz el que dice tajante, que "el Alecrín se perdió por perderse el Padul, e que ahora con ganarse se tornaría a ganar todo (...) e que en tomar aquella fortaleza, todo lo otro queda debajo de las manos de sus Altezas".

Carriazo afirma que los Reyes Católicos, poniendo el informe del marqués en obra, emprendieron la conquista del Valle. Ni una palabra sobre la toma de El Padul.

Pulgar dice sencillamente que el Rey Católico "desde los ojos de Huéscar trasladáse luego al Padul". Bernáldez dice que "hecho paso el rey sin peligro llegó al Padul donde fallaron que venía el marqués". Tampoco en Mármol hallamos referencia alguna sobre que en el Padul hubiese lucha. Parece que tanto el marqués como el rey hubieran llegado a un lugar plenamente poseído de antemano, desde el cual dirigieron su actividad guerrera. Cuando la verdad es que esta conquista del Valle suponía la previa conquista del Padul, tal y como lo declara el marqués de Cádiz. Y que la conquista no debía de ser cosa fácil lo demuestra el acopio de material y de personal explícitamente declarado por el marqués.

La tranquila llegada del rey al Padul parece indicar que la conquista del Padul debió de ser paso previo a la conquista del Valle y que en el Padul debía de estar todo dispuesto para la acción sobre los pueblos. Con todo parece extraño que dada la extraordinaria importancia que esta acción tenía, no aparezca en ninguno de los historiadores.

Por otra parte, también es rarísimo que fuera objeto de la atención de un artista que, puesto a recoger hechos notables, se parara en uno que no va a tener sitio en las crónicas escritas. La Tabla de la Catedral de Toledo, además de ser original por el tratamiento del tema, indica que el combate no debió de ser nada fácil. Es más nos atrevemos a decir que debió tener extraordinaria violencia, si nos atenemos a lo previsto por el marqués de Cádiz y la singularidad del hecho.

Mata Carrizao, comentando esta tabla, dice que "el lugar del Padul fue base de la gran tala que el rey D. Fernando y varios caballeros hicieron por las montañas de Granada en abril de 1.491. Representa este relieve un caso excepcional, el de la plaza que se resiste, en vez de lo corriente en estos tableros, la plaza que se entrega. Aquí los moros han hecho una salida y luchan vigorosamente con los cristianos asaltantes. Al fondo, sobre un paisaje montañoso, se ve un pequeño castillo sobre el que dos cristianos ondean una cruz". Esta tabla representa sin duda alguna la toma del Padul, hecho previo a la incursión en el Valle, con lo que se termina la reconquista.

Permaneció el rey en Padul dos días, hasta que el marqués de Villena, habiendo hecho una nueva correría por los pueblos ya destruidos del Valle, aseguró la conquista. Concluimos, pues, que el Padul quedó definitivamente incorporado a la Reconquista en el mes de abril de 1.491, tal y como lo afirma categóricamente Henríquez de la Jorquera.

Este texto es del libro El Padul, del profesor Manuel Mateo Carrasco, que acaba de editar el Ayuntamiento.


La Malá en 1.776 (I)

Este artículo que hoy comenzamos está extraído del Diccionario Geográfico de España, elaborado por el geógrafo madrileño Tomás López, basándose en la información que le remitieron los curas de cada municipio. Fue publicado en 1.776 y recientemente ha sido reeditado.

Descripción de la Villa de La Malá

1 °- Dicha villa es el último pueblo de los de la Vega de Granada y pertenece a la vicaría general del señor provisor que reside en dicha ciudad de Granada. Es pueblo de señorío, que su jurisdicción toca al marquesado de Alhendín. La referida villa tiene setenta y ocho vecinos.

2° La iglesia de la expresada villa es parroquia del Real patronato, con la advocación de Concepción, su titular y patrona. Dentro de su población, en casa particular, hay un oratorio y en él la imagen de San Vicente, mártir, de cuerpo- entero, con otras muchas reliquias que en seis relicarios le adornan. Este santo por lo milagroso es tenido en mucha devoción de éste y de todos los pueblos de la inmediación.

"Llamábase este pueblo Missarra, que quiere decir alivio de dolientes, y ahora Malá, que significa pueblo de sal"

Llamábase esta villa en lo antiguo Missarra, que en letra gótica quiere decir "alivio de dolientes". Ahora Malá, que significa en lengua arábiga "pueblo de sal". (en efecto, el topónimo de "Mala" procede del árabe "mallaha", que se traduce por "la sal" - Juan Vernet, 570-. Por tanto, La Malá, es el "pueblo de sal"; Madoz da noticia precisamente de unas salinas en este pueblo. El otro topónimo "Misarrá" -alivio de dolientes- no ha aparecido. Sin duda hará referencia a unas aguas medicinales de que da noticia Madoz, si bien el topónimo puede ser invención del cura que contestó el cuestionario).


Pérez del Pulgar y los molinos

La historia real de cómo Pérez del Pulgar heredó el derecho de los molinos de Tremezén, en Argelia

De siempre he sentido una gran fascinación por los molinos. Me parece que son las máquinas que mudan lo primario que da el campo en lo próximo y casero que los hombres nos podemos llevar a la boca para alimentarnos y subsistir.

Tanto las aceitunas como los granos de trigo son un elemento primitivo, áspero, duro; pero el aceite y la harina, qué apetitosos, qué cercanos, qué familiares y qué propios están en nuestras cocinas.

Cuando niño, mi padre me llevaba al molino de harina del Puente de Lanjarón, que era de unos amigos suyos. Allí veía la corriente del agua empujar con furia contra las palas, y también la mansedumbre con que los granos iban cayendo muy poco a poco sobre la muela, y por fin, la blancura del hilo de harina que fluía por el rebosadero hacia el costal de lienzo.

En los molinos de aceite, el vapor espeso y caliente de su aire me trasportaba a un mundo irreal, completamente distinto del que había en la calle.

Los molinos...

Hay en la historia de nuestra Granada un suceso maravilloso en que salen molinos. Son los protagonistas del suceso, y sin embargo no existieron.

Es decir, sí existían, pero nunca nadie los vio... mejor dicho, el dueño tenía unos molinos, pero no llegó ni a verlos. ¿Os parece un absurdo?

Ahí va la historia.

Hernán Pérez del Pulgar fue uno de los Caballeros que con Fernando e Isabel participaron en la conquista del reino de Granada, y uno también de los más temerarios, como que sus hechos de armas en aquella cruenta guerra de diez años más parecen inventos de la fantasía que empresas reales que constan en los más fidedignos documentos de los archivos. Sus mismos compañeros y testigos de sus proezas le llamaban Pulgar el de las Hazañas. Hijo y nieto de hombres de guerra, llevaba en la sangre el arrojo, el valor, el desprecio de la vida, y también -muy propio de aquel tiempo una generosidad sin límites y un sentido del honor que a nosotros nos parece ¿lo diré?... excesivo. Realizó proezas temerarias en los sitios de Alhama, Vélez Málaga y Salobreña.

"Cuando niño mi padre me llevaba al Molino del Puente de Lanjarón, donde me transportaba a un mundo completamente irreal, diferente al que había en la calle"

Entró sólo en los muros de Málaga a ultimar la rendición en nombre de los reyes castellanos, y también en las calles de la Granada musulmana en aquella hazaña renombrada del Ave María a las puertas de la mezquita mayor. Con menos de ochenta hombres asaltó y conquistó la fortaleza del Salar. En pago de sus servicios, recibió de los reyes no sólo honores y derecho a enterramiento en los muros de la Catedral granadina, sino extensas posesiones en Loja, el Salar, Alhama, Torrox, Nerja, Arenas y otros lugares.

Pero años después de la conquista, los reyes quisieron recobrar esos territorios cedidos a Hernán Pérez del Pulgar para poblarlos con labradores de Castilla. Fue el Conde de Tendilla el que transmitió a Pulgar el deseo de los reyes y su ofrecimiento de una compensación, la que él escogiera. De buen grado accedió Pulgar a devolver sus tierras, pero con hidalguía rechazó cualquier recompensa.

Insistió el Conde: "Sus Altezas no recogerán vuestros dones si no aceptáis otros a cambio". Pulgar se vio forzado, y clavando sus ojos en el Conde dijo: "Demando a Sus Altezas los molinos de Tren~ (Está en la actual Argelia). -¿A los reyes de Castilla pedís que os concedan molinos en África? -No hay más que ganarlos, repuso Pulgar. -No dudo que algún día lleguen allá los españoles, pero ¿y si tardan?, dijo el Conde de Tendilla. Si no tomo yo posesión dellos, la tomarán mis hijos, concluyó Pulgar. Fue una profecía. Los reyes le otorgaron a él y sus sucesores por real cédula los molinos de Tremezén "cuando en buena hora se ganen".

A pocos años, y reinando el emperador Carlos V, el hijo de Hernán Pérez del Pulgar, que heredó de su padre el valor y el nombre, -y el derecho a los molinos de Tremezén- intervino en varias expediciones al norte de África, y conquistó, casi no hace falta decirlo, la ciudad de Tremezén.

El nuevo Pulgar hizo valer sus títulos, y ante testigos tomó posesión de los molinos, aún sin tenerlos delante ni disfrutar de ellos, porque hubo de regresar a España.

¿No parece una fábula ingeniosa? Y sin embargo, es un hecho histórico.

Adoro los molinos, pero podéis creerme que si me casé con la hija del dueño de un molino fue porque ella también era adorable.


LOS ANTEPASADOS DE LOS COZVIJEÑOS. Las obras de desmonte que se están llevando a cabo para la construcción de la autovía han dejado al descubierto dos yacimientos arqueológicos en las cercanías de Cozvíjar. Se trata de dos alquerías, una romana, del siglo tercer aproximadamente (en la fotografía de abajo un trozo de cerámica fabricada en él) y otra árabe, bastante posterior (en la fotografía de arriba). Ambas son dos pequeños poblados que denotan el interés que nuestra comarca tuvo en ambas épocas de nuestra historia.

El ojo oscuro

LEONARDO VILLENA

In memoriam".A mi abuelo malemo, Gabriel Villena Garzón. Él me lo contó muchas veces, siendo yo un crió.

José Lao era un boyero muy meticuloso que cuidaba de sus animales con esmero. Antes de salir del trabajo, mientras consumían la pastura, les quitaba la suciedad y los parásitos con una almohaza. Les lustraba el pelo y engrasaba los ejes del robusto y pesado carro. Para agilizar esta faena, retiraba las trabillas de los hierros. Introducía unas cortezas de tocino añejo por la hendidura central. Reponía las modas con grandes dificultades y mejoraba los rodamientos y el cante del sólido armatoste.

Los trabajos más pesados del pueblo se los endosaban a la yunta de José Lao. Si había que acarrear piedras desde los Garranchales o Los Calares, para una casa o alguna cerca, el boyero los guiaba hacia allá, con parsimonia y lentitud; y cuando habían de barbechear o sembrar, se lo rifaban los labradores. Aunque la yunta de bueyes araba menos superficie diaria que los mulos, su arado era más grande, profundizaba el surco y la besana quedaba extraordinariamente recta. Los dueños de las tierras soportaban el sobregasto de una o dos obradas adicionales por haza porque la sementera dispondría de tierra nueva donde enraizarían mejor los cereales. La berra esponjada almacenaba mejor el agua, se enriquecía con las vetas vírgenes aportadas y la primera cosecha vendida les remuneraba la inversión.

José Lao vivía una vida pacífica y feliz, siempre rodeado por hijos y nietos. Su esposa ahorraba casi todos los jornales y mantenía una existencia serena, como exige la senectud.

Hombre tranquilo por naturaleza, cuando los bueyes habían de hacer algún porte, les repetía al oído, en voz queda, el camino que habrían de seguir. Confiado en el instinto animal y en la inteligencia que les atribuía, José Lao le sentaba en el pescante, los ponía en rota y dormía profundamente. Los traqueteones del carro, el cante de las ruedas y el sonido de las esquilas eran, en sus oídos, música celestial que le producía un dulce y profundo sopor. Y sus expertos y viejos animales lo conducían invariablemente a buen destino. Pero un día, que caminaba hacia el pago de Marchena, con el carro cargado de estiércol, quedó dormido, como siempre. Los bueyes le trocaron la senda hacia una finca de su propiedad, en el Hoyo de Las Alberquillas, junto al Ojo Oscuro, que precisaba abonos y labores.

El Ojo Oscuro es un gran manantial, de unos quince metros de diámetro, último reducto de la gran laguna del Padul, donde las aguas burbujean al nacer.

El carro volcó en el suelo, reblandecido por los recales y filtraciones. Tiró de los bueyes y, apenas despabilado el gañán, fue arrastrado a la tenebrosa oscuridad de las profundidades del hoyo.

Unos labradores que trabajaban en las proximidades acudieron a socorrerlos. Viendo que no podían hacer mucho por José ni por sus animales, abandonaron el trabajo y demandaron auxilio en el pueblo. Consiguieron la colaboración de una docena de peones. Vados gañanes aportaron yuntas y tiros para intentar rescatarlos del fango. Un voluntario se desnudó. Para evitar que lo absorbiera la sima por donde manaban las aguas, lo amarraron con varios lazos y se lanzó a la poza, en pos del anciano. Solicitó que lo relevaran y fue sustituido por otro; pero los intentos también resultaron vanos. Los gañanes retiraron las yuntas. Los laguneros retornaron a las tareas y los curiosos y mirones, aburridos tras la inútil espera, se diluyeron paulatinamente.

Los familiares de José organizaron un duelo sin cadáver. Un pariente avisó al cura y el juez, que procedieron en consecuencia. A la hora del sepelio, el párroco se desplazó al Ojo Oscuro, en procesión; rezó unos responsos y lo dio por sepultado...

Transcurrió un invierno monótono. En primavera, como todos los años, cuando la tragedia de José Lao se disipaba en el tiempo, numerosas familias de Padul se desplazaron a la Costa, a la zafra de la caña de azúcar. Los trabajadores vivían en chozas de cañaveras o a la intemperie. Los más afortunados alcanzaban unos habitáculos escuetos, llamados aperos. A veces, se protegían de la lluvia, el sol y el viento en setos y balates, en condiciones infrahumanas. Conseguían el agua potable en los escasos manantiales de los contornos o se la prestaban los arrieros y gañanes, en garrafas y odres de piel. Cuando el sudoroso cuerpo les requería asearse, se bañaban en el mar, en las inmediaciones de la desembocadura del río Guadalfeo, que recogía las aguas del Ojo Oscuro...

Una calurosa tarde, mientras las mujeres cocinaban la cena, hombres y niños bajaron a la playa. Próximo el crepúsculo, cual dios Neptuno emergente, columbraron estupefactos que un carro de bueyes salía del mar. Iba cargado de estiércol y el anciano boyero dormitaba en el pescante... Hombres y niños quedaron atónitos mirando ... arrugaron el entrecejo... Se dieron con el codo.... Contemplaban una escena que les parecía un mal sueño, como una pesadilla...

- ¡Oye! -Susurró un destajista a otro. -¿No te resultan conocidos el gañán, los bueyes y el carro?

- ¡Pues claro que sí! - Le respondió el compañero. ¡Cómo que son José Lao y su yunta!

- ¿Cómo José Lao y su yunta? - Preguntó incrédulo un tercero. Si cayeron al Ojo Oscuro!

- Pues mira por donde salen. - Aseguró. -Espera que le pregunte: ¡José Lao! ¿Es usted o estoy equivocado?

-Soy yo, paisano, soy yo...Respondió cachazudo.

-¿No se cayó usted con su carro al Ojo Oscuro?

-¿Eso dicen? -Contrapreguntó escéptico. -Pues no está mal.

- ¡Pero si hasta el cura le hizo el funeral!

- Esas son cosas de mujeres, vecino, que están deseando quedarse viudas para darse la gran vida. Pero yo no me caí al Ojo Oscuro. -Informó. Lo que pasó fue que, después de tanto cruzar a su vera, pensé que tendría que haber un atajo que uniera aquellas aguas con estas y lo conseguí ... Hallé otro camino hacia la Costa pero no se lo recomiendo a nadie ... Hay demasiadas aguas en medio, muchas piedras ... Parece como si le faltara tránsito...

Y José Lao continuó la marcha, como si nada importante le hubiera ocurrido. Fustigó la yunta de bueyes para vender pronto el estiércol y pedirle trabajo al capataz de la fábrica azucarera...

Este relato pertenece al libro Cuentos y Leyendas del Valle de Lecrín.


MORIRSE ANTAÑO

Todos coincidimos en que morir, además del último, es el acto más serio de nuestra vida. No obstante, podemos afirmar que hoy se muere con otras alegrías. Será por aquello de que los duelos con pan son menos o quizá porque como estamos acostumbrados a que cada día, comiendo, nos vomite el telediario un cadáver en la sopa... De cualquier forma, palmarla, antiguamente tenía perejiles o, si se quiere, un par de crisantemos así de gordos. Sirva a modo de ilustración mi precoz y traumática experiencia.

Un anochecer frío, tal vez de noviembre, interrumpió mi cena el bronceo y persistente tintineo de una campanilla.

- ¡Le traen el Señor! -dijo mi madre, En un tris cubrió su rostro un velo, abrió la puerta y cayó de rodillas en el tranco. Algo terrible debía ocurrir en la calle para que mi madre abandonase la cuchara con la que introducía en mi boca las gachas con cuscurrones. Corrí hacia ella. Rezaba. Rezaba con frecuencia: el ángelus a las 12, las ánimas a la caída de la tarde y, cuando sus quehaceres, que no eran pocos, se lo permitían, iba a misa o echaba un rosario con las vecinas. Lo raro era esta actitud. Dos veces la vi así: la primera, aquella en que el cielo tronaba a medianoche volcando a sacos la nieve en los tejados y mi padre no Volvía de su arriería por los pueblos del Valle; la segunda, cuando mi hermano el mayor se agitaba delirante atacado de fiebres tifoideas.

Me abracé a su cadera. De lo hondo de la calle subía un lúgubre cortejo de hombres con faroles de hojalata. En medio, bajo un chambao de lona sujeto con varales, el sacerdote, de luenga capa y paño que cubría sus hombros y manos, apretaba algo contra el pecho dejando sólo visibles sus ojos. En cada tranco, a contra luz, los bultos inclinados de las mujeres ahogaban pucheros o gesticulaban persignaciones. El aire restallaba las llamas de los cirios, mecía las esquilas que pendían del palio, lo bamboleaba sobre sus cabezas descubiertas y proyectaba, a relámpagos, sombras negras en las paredes de cal como en la pantalla de un cine mudo; luego revoloteaba las cortinas de saco sobre las jambas, silbando enloquecido por la angostura, chocaba contra la casa frontal que casi cerraba la calle en lo alto y desaparecía por el quiebro de la esquina con un aullido largo y decreciente.

El sacerdote, acompañado por los hombres de la Adoración Nocturna, llevaba el Viático a Miguel, padre de mi amigo Juanito. El Viático es el alimento sagrado con el que al Iglesia fortalecía el débil cuerpo de los moribundos para recorrer el trayecto que llevaba de este mundo al paraíso. ¡Y vaya si le hacía falta! El pobre, tras cuatro meses de penosa enfermedad en que se vieron obligados a vender la burra y un bancal en el Picón para pagar médicos y medicinas, había quedado escalichado como un pajarico.

En aquel tiempo morían muchos niños, casi todas las familias contábamos con algún hermanito muerto, pero si fallecía una madre faltaban los cuidados más elementales que los hombres no tenían costumbre de realizar; si se iba un padre faltaría el sustento.

A la mañana siguiente, tres clamores dejó caer la torre como tres mazazos que sepultaron al pueblo bajo una losa de profunda tristeza; tres clamores: fatídica señal de hombre muerto. Mi calle se llenó de gritos que perforaron el tímpano gris del firmamento redondo y tenso como una piel de zambomba. Después un doble lánguido confirmaba el triste presagio. A veces doblaban a cada hora, casi todo el tiempo, si el finado era importante; como el Día de Difuntos, que Ramiro, el sacristán, ponía en el campanario un saco de castañas y una tostadera para que los niños aguantáramos doblando toda la jornada.

A media tarde fue el entierro. El cura vino a la puerta de Juanito con bonete y capa pluvial negra precedido de estandartes y dos filas de velas: aquellas velas que compraba el dinero que recaudábamos de puerta en puerta los niños con la capacha de las ánimas y que nosotros pregonábamos al grito de "una limosna para las ánimas benditas".

Costó arrebatar el féretro de los brazos de la madre y tías de Juanito. Al fin lo sacaron a hombros y lo procesionaron entre un rumor sordo de pasos y suspiros retenidos: no estaba bien que los hombres llorasen. Los tíos de Juanito vestían brazaletes negros. El cura y el sacristán salmodiaban un diálogo gregoriano con voz aguardientosa.

Las mujeres quedaron en la casa chillando hasta la extenuación, tal vez hasta el desfallecimiento.

A la tarde siguiente, un pregón femenino sexagenario anunció de calle en calle: "mañana es la misa de Miguel el Raspa a las diez y media". El funeral siempre era unos días después del sepelio.

Todos acudimos. A Juanito lo habían vestido con un cuello de picos negros. En la iglesia, al pie de la escalinata del presbiterio, un inmenso cúmulo, como una pirámide egipcia, cubierto de crespones negros, flanqueado de cuatro cirios y coronado por la caravela de fémures cruzados: el catafalco, presidía el crucero.

La madre de Juanito venía embutida en un enorme velo de seda negra tras el que ocultaba la cabeza y todo el cuerpo.

Una retahíla de "misereres, mementos y díesfles" en latín repartidos entre el cura y el sacristán retumbaron por la iglesia durante una hora; y menos mal que eran exequias de clase pobre pues creo que las de ricos se celebraban con tres curas y cada uno cantaba lo suyo.

Todos regresamos a casa de Juanito acompañando a su madre, donde pasaría algunos años de encierro. Juanito se emparedó en el orfanato de Los Ogíjares, saliendo cortas temporadas en verano, y su padre se perdió en el anonimato de una fosa común en la que se daba sepultura a los que no tenían ni donde caerse muertos.

Antonio Serrano


Castillo de Murchas, con Restábal al fondo.

Arquitectura militar del Valle de Lecrín: un patrimonio a recuperar

Un estudio reciente recopila datos sobre los ocho castillos y otras tantas torres árabes y moriscas construidas en el Valle de Lecrín entre los siglos VIII y XVIII. La mayoría se halla en pésimo estado de conservación

Restos del castillo de Restábal.

En el Valle de Lecrín existen un total de 16 edificaciones militares medievales, construidas todas ellas en la época de los árabes y los moriscos. Así se recoge en un extenso trabajo que con el nombre "Inventario de arquitectura militar de la provincia de Granada (Siglos VIII al XVIII)" han elaborado Mariano Martín García. Jesús Bleda Portero y José María Martín Civantos y que ha publicado recientemente la Diputación provincial de Granada.

La mayoría de estos edificios, salvo algunos casos concretos, entre ellos la Casa Palacio de los Condes de Padul o el Castillo de Lanjarón, se encuentran generalmente en mal estado. Circunstancia que por otra parte es perfectamente explicable, si tenemos en cuenta que se trata de la arquitectura militar de los vencidos en la guerra civil que libraron musulmanes y cristianos primero, y con posterioridad las tropas del emperador y los moriscos.

Llama la atención la profusión de monumentos de este tipo en nuestra zona, dieciséis en total. Prácticamente no hay ningún municipio que tenga al menos una construcción de este tipo.

Unas construcciones que requieren una elevada inversión para ser recuperadas, y que podrían ser un excelente acicate para sumar a la promoción del turismo cultural en la zona.

De ahí el enorme valor que tiene la ardua tarea llevada a cabo por Mariano Martín (arquitecto técnico y profesor de la Historia de la Construcción de la Universidad de Granada), Jesús Bleda Portero (licenciado en Geológicas y profesor en el instituto Padre Poveda de Guadix), y José María Martín Civantos (licenciado en Historia Medieval).

Ocho castillos y ocho torres

En la exhaustiva recopilación llevada a cabo se incluyen ocho castillos y otras tantas torres, por lo general puntos de vigilancia. Todo ello da a entender el gran valor estratégico que tuvo durante esos mil años el entorno del río Dúrcal.

El valle de Lecrín irá publicando durante los próximos meses en sus páginas los datos de este estudio concernientes a nuestra comarca.

EDIFICIOS MILITARES EN EL VALLE DE LECRÍN

A la derecha de cada edificio su estado de conservación