INTRODUCCIÓN HISTÓRICA

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PREHISTORIA

La situación geográfica mencionada del Valle, entre la depresión del Genil y el litoral Mediterráneo, su abundancia en agua, frutos y caza, así como la existencia de numerosas cavernas originadas por la estructura caliza del subsuelo, hacen pensar que estas tierras fueron pobladas desde la Prehistoria. Los restos más antiguos, hallados en 1982 cerca de la turbera de Padul, corresponden a dos mamuts y consisten en tres defensas, dos mandíbulas, húmeros, fémures, costillas y vértebras9. Pueden fecharse hacia el Pleistoceno Medio y se conservan en el Museo Arqueológico de Granada. En el mismo paraje de la turbera, se han encontrado muestras de industria lítica musteriense, destacando una raedera y una punta levallois10.

Los restos humanos más antiguos que se han podido documentar, corresponden al periodo Solutrense y fueron hallados en la Cueva de los Ojos de Cozvíjar. Ésta fue excavada por la Universidad de Granada, que documentó, además de los restos humanos indicados, numerosas muestras de industria lítica11.

Los restos Neolíticos son más numerosos. En Padul, en la Rambla de Santa Elena, se hallaron varios fragmentos de una olla globular con gollete sin decoración y un fragmento de brazalete de piedra caliza12.

En Dúrcal, en el paraje de la Rambla del río, junto a la central eléctrica, se encontraron a principios de los años 80 del siglo XX, buena cantidad y variedad de trozos de cerámica neolítica. El resto más destacado, es un vaso de arcilla de color rojizo, de pequeño tamaño, con decoración incisa de motivos lineales, que debió tener dos pequeñas asas pues conserva restos de una, se puede datar en torno al 4.000-3.500 a.C. Además de este vaso, se encontraron trozos de cerámica, fragmentos de otro vaso de color claro y aspecto terroso, un cuchillo de sílex y hachas pulimentadas. Estos restos podrían hacernos intuir la existencia de algún tipo de asentamiento prehistórico en la zona, desgraciadamente, la gran erosión y destrucción producida por una cantera cercana hace imposible esta averiguación.

Un yacimiento muy destacado y que sería digno de un profundo estudio, es el del Cerro de Los Molinos en Padul, junto a varios nacimientos de agua y tierras fértiles, se puede constatar la existencia en este lugar de un asentamiento importante y duradero en el tiempo. En él se han hallado gran cantidad de restos cerámicos y líticos que se corresponden a distintos momentos culturales: Edad del Cobre (varias hojitas y cuchillos de dorso rebajados) y Bronce Final (restos cerámicos de grandes orzas de aprovisionamiento, ollas ovoides, vasos polipodos, varios dientes de hoz realizados en sílex, etc.)13.

En 1992, en unos estudios de campo, se descubrió en la colina del Castillo de Lanjarón, fuera del reciento amurallado, un poblado del Bronce, hallazgo que fue verificado por el Departamento de Arqueología de la Universidad de Granada14. Existen indicios de otros posibles asentamientos prehistóricos en el Valle de Lecrín, uno de ellos en la Loma del Corral, situada en el Barranco de los Lobos de Dúrcal, donde han aparecido diversos útiles de la Edad del Cobre y Bronce; así como en paraje del Castillejo de Chite, importante asentamiento que ha sido continuamente ocupado a lo largo de los siglos y que merecería un detenido estudio arqueológico15.

ANTIGÜEDAD

Es difícil ilustrar esta época en el Valle de Lecrín por la escasez de restos, aún así, poco a poco, están apareciendo algunos vestigios. En el citado yacimiento del Cerro de los Molinos (Padul), se encontraron cerámicas fechables entre los siglos VIII y VII a.C., momento protoibérico, distinguiéndose varios grupos: cerámicas de pasta clara, ocre o pardo rojiza a torno, cerámicas polícromas y cerámicas grises a torno. Pertenecientes a la fase Ibérica Antigua, se hallaron restos de cerámica con decoración de bandas estrechas de color negro y rojo, y de un momento Ibérico Pleno apareció un fragmento con decoración de grandes bandas de las que penden cuartos de círculos de color rojo16.

En el Castillo o Fortín de Lojuela, situado en el término de Murchas, también se han encontrado multitud de restos cerámicos de distintas cronologías, pudiéndose documentar fragmentos de cerámica ibérica17. No se debe descartar la posibilidad de que en esta época el Valle de Lecrín se configurara ya como importante vía de comunicación entre las fundaciones fenicias del litoral (Sexi, Salambina, etc.18) y los núcleos del interior de la provincia.

ROMANIZACIÓN

En época imperial, el Valle de Lecrín pertenecería a la provincia Bética y a los conventos Astigitano y Gaditano19. Aunque no contamos con documentos que nos informen de la existencia de poblamiento en la zona en esta época, la arqueología ha sacado a la luz diversos yacimientos de importancia. Entre ellos sobresale la villa romana excavada parcialmente en Mondújar, en el Pago de Feche, en agosto de 1983. En dicho yacimiento se descubrieron los restos de unas termas, en las que destaca un arco de círculo cruzado para el frigidarium, que debió de estar a nivel con un patio decorado con un magnífico mosaico, columnas y esculturas; una pequeña escalera bajaba a la zona fría y otra, algo mayor, comunicaba por arriba con las zonas calientes. En la excavación se identificaron también tres hipocaustos, fragmentos de columnas, una escultura femenina de 50 cm, un torso masculino y otro fragmento escultórico de menor importancia. En algunos muros se conservaban restos de policromía. Las termas se han datado en el siglo I d.C. y funcionaron como parte de una gran villa hasta el siglo III o IV. Los distintos hallazgos, junto a una maqueta, se pueden contemplar en el Museo Arqueológico de Granada20.

Otro yacimiento relevante es el de Las Viñas, situado en la Depresión del Padul al Noreste del Cerro de Los Molinos. La zona, dividida en pequeñas parcelas destinadas a la agricultura, presenta grandes sillares perfectamente escuadrados y cortados, así como restos de tégulas y cerámicas que forman parte de balates. Los restos cerámicos recogidos indican una cronología que va desde el siglo I al III d.C., y hacen pensar en la existencia de construcciones notables, posiblemente una villa de época imperial21.

Muy cerca de este asentamiento aparecieron dos sepulturas tardorromanas, que fueron excavadas por un equipo del Museo Arqueológico de Granada en 1983. Una de ellas conservaba los restos óseos de un individuo de 9 años de edad22.

En la periferia de Padul, cerca de la carretera GRANADA-V- 1.031, más conocida como “Carretera de la Cabra”, se localiza el yacimiento romano bajoimperial de los Cahices, vinculado a tierras marginales de secano y en el que se han estudiado y documentado dos núcleos estructurados sencillos correspondientes a varias estructuras de habitación23.

También en Padul, en las estribaciones del cerro de los Molinos, se encuentran unas curiosas hendiduras en la piedra que se han entendido como los restos de una vía romana que unía Ilíberis y Sexi. En mayo de 2005, un grupo de investigadores procedentes de Italia y Malta, iniciaron un profundo estudio apuntando que el uso de estos surcos estaría ligado al transporte de material de una cantera de piedra cercana24.

Desde hace unos años, y tras algunas investigaciones, se ha empezando a pensar que estas huellas, junto con otras que se encuentran repartidas por distintos pueblos del Valle, como las del Peñón de los Diablillos de Restábal, puedan ser los vestigios de una antigua vía iberorromana que enlazaba con el litoral25.

En la población de Cónchar, existen unos restos conocidos por los lugareños como las “huellas del Carro de Santiago”. Se trata de dos surcos o hendiduras en la piedra, de unos 300 m de largo, que también se podrían relacionar con esta vía iberorromana26.

En Dúrcal, en el paraje de las Fuentes, cerca de donde pudo existir un puente romano para cruzar el río, aparecieron gran cantidad de restos arqueológicos en el transcurso de unas obras. Estos restos, después de las excavaciones pertinentes, parecen corresponderse con un alfar y villa romana del siglo I d.C.

No lejos de las Fuentes, también se han encontrado numerosas monedas romanas:

En la villa de Cozvíjar, han aparecido al menos siete sepulturas romanas de tégulas a doble vertiente. Destaca una, de un solo cadáver con rico ajuar (un collar, una pulsera con 24 anillos ensartados, otras dos pulseras más, apliques de cinturón, etc.)28.

Finalmente, hay que señalar los numerosos hallazgos de tégulas en distintos pueblos de la comarca (Padul, Dúrcal, Cónchar, Cozvíjar…). Destacan las halladas en el Castillo o Fortín de Lojuela (Murchas), por su gran abundancia, que hace pensar en una antigua construcción romana anterior a la islámica conservada.

EL VALLE DE LECRÍN ANDALUSÍ

La conquista de la Península por los musulmanes fue fulminante. Los visigodos del Valle y de la Alpujarra, en un intento desesperado, trataron de frenarlos en el puente de Tablate, resultando un esfuerzo infructuoso. Pronto, estas comarcas fueron dominadas por el poder islámico, quedando sus antiguos habitantes como mozárabes29.

En los ocho siglos de dominio musulmán, el Valle de Lecrín configuró su fisonomía urbana, defensiva, agrícola y artesanal, además de aparecer definido por primera vez, como una entidad administrativa. De hecho, el topónimo “Lecrín” deriva de la voz árabe “Iqlím”, que significa “clima, comarca, región o distrito”. En las fuentes árabes se alude a la comarca de tres formas:

Esta comarca pertenecía a la Cora de Elvira, y sus pueblos, incluyendo los hoy desaparecidos, fueron alquerías o barrios integrados en entornos agrícolas defendidos por fuertes o castillejos de mayor o menos envergadura31. Desde la ocupación islámica hasta el siglo XV, las noticias que poseemos sobre el Valle son muy escuetas, pues estos núcleos rurales no aparecen en las fuentes de manera precisa hasta fechas muy tardías. Podemos intuir que por su situación entre la Costa, la Alpujarra y Granada, además de ser la ruta comercial por excelencia de todas las mercancías que llegaban a los puertos granadinos, vivió de forma indirecta los diversos avatares acontecidos en estos siglos.

Según Ibn Hayyán, durante las luchas del siglo IX existía un hisn Niwalas (castillo o fuerte de Nigüelas) en la Cora de Elvira32, que bien podría identificase con unos exiguos restos que hay en un escarpe sobre el río Torrente, cerca de la Sierra de Nigüelas, llamado “Pago del Castillejo o Pinguruche”.

Ibn al-Abbar retoma en el siglo XII el nombre de Niwalas, diciendo que pertenecía al distrito de Bagu Garnata, con lo que Nigüelas aparece ya como alquería y no como hisn.

Otro dato para entender el territorio y el poblamiento del Valle de Lecrín en los primeros siglos de ocupación islámica, se apunta desde la arqueología33, con la cronológia que propone Antonio Malpica Cuello para el Castillo de Lojuela, datándolo en época emiral. Esta magnífica fortaleza, hoy en la vega de Murchas, en otra época perteneció a la desaparecida alquería de Loxuela o Lujar, aneja a Murchas, pero con una organización administrativa propia.

Es posible, de acuerdo con Jiménez Mata34, que el Iqlím Laysar que recoge al-Udri en el siglo XI, se corresponda con el actual Valle de Lecrín, y que tal vez se pueda relacionar con la alquería de Lojuela.

IQLIM GARNATA (Valle de Lecrín nazarí)

Las últimas décadas del siglo XV en el Reino de Granada, se caracterizaron por una profunda crisis económica, guerras civiles y la cada vez mayor presión castellana. Fue en este contexto de inestabilidad, cuando el Valle de Lecrín se reveló como importante punto estratégico, tornándose escenario de luchas y escaramuzas que lo tuvieron por objetivo principal o bien como lugar de paso, dada su privilegiada situación. En el año 1483, Boabdil, apoyado por su madre y un grupo de partidarios, se apoderó de Granada e impidió la entrada en la ciudad de su padre Muley Hacen, que se fue huyendo al Valle de Lecrín y se refugió en la fortaleza de Mondújar, desde donde guerreó contra su hijo35.

En el año 1485, los granadinos, viendo que Muley Hacen estaba viejo, enfermo y ciego, decidieron nombrar rey a su hermano Abu `Abd Allah, el Zagal y enviar al rey anciano a la fortaleza de Mondújar con su mujer Zoraya y sus dos hijos, donde murió ese mismo año36.

El diez de diciembre de 1489, tras la rendición de Guadix, el Zagal entregó por sus Capitulaciones con los Reyes Católicos todos los territorios que había en su poder “desde Almería hasta Almuñecar y desde Almuñecar hasta la aldea del Padul…”, comprometiéndose los Reyes Católicos a entregarle en compensación diversas tahas y el Valle de Lecrín37.

Boabdil en sus pactos con los Reyes Católicos se había comprometido a entregar Granada tras la caída de Baza, Guadix y Almería, pero cuando llegó el momento de la entrega, no sólo incumplió lo prometido, sino que animó una sublevación (abril de 1490), iniciando varias conquistas, cuyo éxito provocó el levantamiento de las tahas y lugares de la Alpujarra, la sierra y el Valle de Lecrín. Recuperó algunas fortalezas que estaban en manos de los cristianos, entre ellas la de Padul y Lanjarón, controlando casi todo el Valle, pero se le resistió la de Mondújar, defendida por Doña Guiomar de Acuña, esposa del Alcaide38.

Fernando el Católico, tras la negativa de entregar Granada, decide rendirla por el hambre, destruyendo las fuentes de abastecimiento y arrasando los campos cercanos a la capital, entre ellos, los de Valle de Lecrín. En abril de 1491, envió tropas a recorrer el Valle, apoderándose de cautivos y ganados. Posteriormente, partió con su ejército a Padul y obligó a los musulmanes a retirarse a Béznar, Tablate y Lanjarón; siendo detenido en el puente de Tablate, retrocedió de nuevo a Padul, dejando el Valle arruinado y sembrado de cadáveres39.

Ante este panorama de violencia, persecución, saqueos e incumplimiento de lo capitulado, el Valle de Lecrín se convirtió en una zona especialmente rebelde y subversiva, teniendo un papel protagonista en la sublevación del XVI, que finalmente se saldó con la expulsión morisca.

EL VALLE DE LECRÍN EN EL SIGLO XVI: REBELIÓN Y EXPULSIÓN DE LOS MORISCOS

El siglo XVI va a ser un siglo muy convulso para todo el Reino de Granada, afectando de forma muy particular a las tierras de la Alpujarra y del Valle de Lecrín. Los primeros años de dominio cristiano se caracterizaron por la política suave dispuesta por los Reyes Católicos para la población morisca; aun así, no faltaron intentos para su conversión al cristianismo, primero de forma pacífica con el Arzobispo de Granada Fray Hernando de Talavera y después con las medidas férreas e implacables del Cardenal Cisneros40.

Esta tensión política, junto con la aguda crisis agrícola y comercial que padecía el reino, van a producir un profundo descontento entre los moriscos, iniciándose un significativo éxodo de población al Norte de África, (se calcula que el Valle de Lecrín tenía unos 10.000 habitantes poco antes de la conquista de Granada por los Reyes Católicos; en 1561, según los cálculos de Francisco Villegas, la población era de unos 1.540 vecinos, aproximadamente, 6.160 habitantes41).

A la par, la política violenta de Cisneros, va a provocar en 1499, la sublevación morisca del Albaycín, que fue secundada por la Alpujarra, Almería y Ronda. El Valle de nuevo va a soportar diversas escaramuzas y acciones guerreras, siendo rendidas las poblaciones de Mondújar y Guejar con el cautiverio de 1.300 rebeldes42.

Una vez que el rey Católico tuvo apercibido su ejército en Alhendín, partió hacia Nigüelas, donde los sublevados habían formado trincheras y dañado el estratégico puente de Tablate, para intentar cortar el paso hacia Lanjarón y la Alpujarra. El rey consiguió flanquear esta posición y condujo a sus tropas a través de la montaña hasta Lanjarón, donde atacó su castillo43. Esta primera rebelión se sofocó pronto, siendo los moriscos obligados a convertirse al cristianismo o a exiliarse.

Tras la resolución aparente del problema religioso, se va a intensificar la política represiva cristiana, con abusos continuos y prohibiciones respecto a los usos y costumbres islámicas (prohibición de sus baños, de venta de vino, de ser padrinos en bautismos y casamientos, del degüello de reses, del uso de sus vestidos, etc.), para que, “en adelante, no haya más memorias de las cosas de moros44. La reina Juana en 1508, prohibió el uso del vestido morisco, pero esta medida se fue prorrogando en el tiempo, hasta que los moriscos granadinos lograron que no se aplicara tras pagar ochenta mil ducados a Carlos V45. Pero estas prórrogas se van a suspender con la subida al trono de Felipe II, que en 1566 dictó una Pragmática por la que prohibía la lengua, vestimentas y costumbres de la población islámica. Las reacciones de rechazo no se harían esperar, produciéndose el alzamiento de los moriscos del Reino de Granada, que en diciembre de 1568 en el pueblo de Béznar, nombraron rey de Granada a Don Fernando de Valor con el nombre de Aben Humeya46. Éste trascendental acontecimiento unido al gran valor estratégico del Valle, lo situarán de nuevo como centro de incursiones y acciones guerreras.

Según Mármol Carvajal, el segundo día de Pascua de 1568, Aben Farax, alguacil mayor de Aben Humeya, acompañado de monfíes llegó a Béznar, e hizo creer a la población que Granada y la Alhambra estaban ganadas por los moros, con este engaño los sumó a la insurrección47. En Lanjarón, con la población morisca levantada, los cristianos corrieron a refugiarse en la iglesia, Aben Farax la mandó incendiar y luego sacaron a los cadáveres de entre las ruinas, los llevaron al campo y se ensañaron con ellos48. Por su parte, los pueblos más cercanos a Granada, Padul, Dúrcal, Nigüelas, las Albuñuelas y Saleres, no se alzaron en este primer momento, aunque muchos de sus hombres se fueron a la sierra49.

El Marqués de Mondéjar, consciente de la necesidad de controlar el sitio de Tablate en poder morisco, y así poder entrar en la Alpujarra, mandó a Don Diego de Quesada con sus tropas, que estaban en Dúrcal. Al llegar allí, encontraron el lugar vacío, pues sus moradores habían huido a la sierra, y lo ocuparon desordenadamente. Los rebeldes, que andaban alerta, los acometieron por sorpresa y causaron muchos muertos, los demás abandonaron el lugar y fueron perseguidos por Béznar hasta el barranco de Dúrcal50.

Ante el fracaso de las tropas cristianas y los nuevos ánimos de los insurrectos, el Marqués de Mondéjar ordenó al capitán Gonzalo de Alcántara ocupar Dúrcal, y así mantener este lugar y los próximos, que aún no se había alzado en lealtad, mientras llegaban refuerzos de otras zonas de Andalucía51.

El tres de enero de 1569, el Marqués de Mondéjar partió de Granada hacia Padul con nuevos refuerzos. Llegó la noche siguiente a esta villa y aposentó a sus soldados en las casas de los moriscos, a pesar de las súplicas de estos últimos para evitar tal situación. Esa misma noche, los moriscos de Albuñuelas, que ya se habían alzado, atacaron a las tropas cristianas acampadas en Dúrcal, y después de una violenta batalla fueron rechazados52.

El nueve de enero el Marqués de Mondéjar partió hacia Tablate, donde según informa Mármol, había unos 3.500 rebeldes. Al llegar encontraron el puente muy deteriorado, y con mucha dificultad consiguieron atravesarlo y hacerse con Tablate. Allí el Marqués dejó una compañía para guardar el paso y él partió hacia Lanjarón y la Alpujarra. Esta compañía fue atacada por los moriscos, que dieron muerte a todos, huyendo luego a la sierra53.

Los moriscos de Padul, que habían permanecido leales, cansados de soportar el ambiente bélico imperante, estimaron oportuno pedir licencia a Don Juan de Austria para trasladarse a Castilla; pero aconsejados por un clérigo beneficiado de Gójar, decidieron mudarse a este sitio que había quedado despoblado, pues sus habitantes se habían ido a la sierra54.

La misma villa de Padul, el veintiuno de agosto de 1569, sufrió el ataque sorpresa de 2.000 moriscos del Valle de Lecrín y sus alrededores, que mataron a 36 soldados y saquearon y quemaron muchas viviendas. Ese mismo día, atacaron la casa del vizcaíno Martín Pérez de Aróstegui, que acompañado por cuatro mozos cristianos y tres moriscos, logró resistir las más de cuatro horas que duró la lucha. Los moriscos, después de esta refriega, se replegaron al Valle, al conocer la proximidad de refuerzos cristianos55.

Los moriscos de Pinos del Valle, Albuñuelas, Saleres, Restábal y otras alquerías ayudaban a los monfíes y ordinariamente obstaculizaban el barranco de Acequias a las tropas castellanas que se dirigían a Tablate y a la Alpujarra, causando muchas veces importantes bajas. Por eso se emprendieron expediciones de castigo contra estos lugares56.

En el año 1570, Felipe II ordenó a D. Juan de Austria, al Presidente de la Chancillería, D. Pedro de Deza y al Duque de Arcos, que con toda brevedad ejecutasen la orden de sacar a los moriscos del Reino de Granada, para que así los pocos monfíes que quedaban en la sierra se redujesen al no encontrar apoyo. Se mandó que los moriscos de Granada, la Vega, el Valle de Lecrín, Sierra de Bentomiz, Axarquía malagueña, serranías de Ronda, Marbella, etc., fueran repartidos por Extremadura y Galicia, y que para ello se reunieran el uno de noviembre en las Iglesias de sus respectivos lugares, para iniciar la marcha tierra adentro57. De igual forma, se procedió a la confiscación y expropiación de todos sus bienes.

Como consecuencia de la expulsión se planteó el problema de la repoblación de las distintas zonas. Para todo el Valle de Lecrín, se estableció un número de 748 vecinos, unos 2.976 habitantes, población muy inferior a la morisca de antes de la expulsión. El origen de los nuevos pobladores del Valle de Lecrín fue diverso; la mayoría eran andaluces de Jaén y Córdoba, también los había de las actuales Castilla la Mancha (Cuenca y Toledo), Galicia y Castilla León58.

Las nuevas autoridades cristianas reordenaron el Valle en tres grandes parroquias, según se aprecia en la Bula de Erección del Arzobispado de Granada:

De igual modo, estas autoridades van a impulsar la cristianización del Reino de Granada, sustituyendo las mezquitas y demás edificios de culto islámico, por iglesias, ermitas, etc., así como procederán a la reparación y reconstrucción de todos los templos dañados y destruidos durante la rebelión morisca.

DESDE EL SIGLO XVII A NUESTRO DÍAS

El crispado siglo XVI trajo consigo profundísimos cambios en todo el territorio granadino; cambios estructurales que afectaron a todos los niveles de la vida, (social, político, religioso, económico...). Granada, que se veía como una importante capital hasta la época de Carlos V, pasa a ser una provincia más de la Corona española, sumida en una profunda crisis poblacional y económica que se prolongará a lo largo de los siglos venideros. Dentro de este panorama de declive hay que incluir al Valle de Lecrín, que tras la expulsión morisca y la llegada de los nuevos pobladores, cuenta en 1587, con 646 vecinos, es decir, unos 2.584 habitantes60, habiendo disminuido su población de forma importante.

En los últimos años del siglo (1597), experimenta un ligero crecimiento, contando con 715 vecinos, es decir, 2.860 almas61.

No existen datos demográficos para el siglo XVII, aunque los historiadores suelen admitir para estos años una disminución de la población, producida por las guerras casi continuas de la época, las epidemias y la emigración a América y otros territorios españoles de Europa. Podemos suponer, que el Valle de Lecrín también se vería afectado por estos hechos.

El siglo XVIII, se va a mostrar más favorable y la comarca irá aumentando su población, documentándose

Un acontecimiento importante para la vida de esta comarca fue la desecación de la Laguna de Padul, a finales del siglo XVIII, principios del XIX, que permitió poner en cultivo muchas tierras antes inundadas, así como mejorar las condiciones sanitarias de los municipios próximos64.

El siglo XIX, con toda su agitación, luchas entre absolutistas y liberales, carlistas e isabelinos y la Guerra de la Independencia, que afectó de forma importante a esta comarca con las reyertas del afamado guerrillero granadino, el alcalde de Otívar, no van a suponer un importante freno al crecimiento poblacional del Valle:

El siglo XX, después de algunos retrocesos, se inaugura con unos 21.895, pudiéndose afirmar que fue en este siglo, cuando se consiguió el equilibrio poblacional que conocemos en la época contemporánea63.

Las primeras décadas del siglo XX, van a traer una cierta prosperidad al Valle, con las nuevas comunicaciones estatales y el establecimiento de algunas industrias manufactureras. En 1924 se inauguró la línea de tranvía Granada-Armilla-Padul-Dúrcal, que fue vital para la economía granadina de la primera mitad del siglo XX, pues ofrecía transporte de mercancías y viajeros, y enlazaba con el puerto de Motril a través de un cable aéreo. Para esta línea se construyó en Dúrcal una central generadora, conocida como la “Central Salto de Dúrcal”, y una subestación eléctrica en Padul.

Un recuerdo de este antiguo ferrocarril lo tenemos en el monumental “Puente de Lata” de Dúrcal, construido en 1906 para salvar el arroyo de Gor, en la línea Guadix- Baza; pero un corrimiento del terreno lo dejó inutilizado, por lo que se decidió su desmonte y traslado al barranco del río Dúrcal. Este tranvía dejó de funcionar en 1974.

De Dúrcal también partía un cable o ferrocarril aéreo, que enlazaba las mercancías de Granada con el puerto de Motril, teniendo un ramal para Órgiva. Se eligió este sistema ante la dificultad del terreno y lo costoso que resultaría la realización de un ferrocarril terrestre. Empezó a funcionar en 1926, y contaba con unos 39 Km de longitud, siendo en aquel momento el teleférico más largo de Europa.

A partir de 1932 se produjo un descenso del tráfico, causado por la crisis económica granadina, por el difícil mantenimiento técnico de la línea y por los inconvenientes que tenía el transporte de mercancías a la intemperie (lluvias, hurtos...). En 1946 el déficit de la explotación del cable se hizo inasumible para la compañía, en 1948, el servicio regular cesó por una avería que la falta de materiales impidió reparar, finalmente, en 1950 la paralización fue total, concediéndose la caducidad de la concesión en 1953. Poco después, se procedió al desmontaje y achatarramiento de las instalaciones de la línea65.

También es digno de mención, el desarrollo turístico que se produjo en Lanjarón entre los siglos XIX y XX, consolidándose como uno de los balnearios más importantes de España y recibiendo durante todo el siglo XX visitantes nacionales y extranjeros.

Los avances que trajo consigo el siglo XX, pronto se vieron truncados por el estallido de la Guerra Civil, produciendo un retroceso general que no se superó hasta bastantes décadas después. Como consecuencia de las penurias económicas y sociales, se dará un importante movimiento migratorio a provincias del Norte de España, y a países como Francia, Alemania y Suiza.

A partir de 1978, con la aprobación de la Constitución, se producirán importantes cambios económicos y sociales. En 1984 se acordaron los estatutos de la Mancomunidad de Municipios del Valle de Lecrín, (Lanjarón decidió incorporarse a la Mancomunidad de la Alpujarra), para trabajar de forma conjunta en políticas de desarrollo, servicios, comunicaciones, cultura, etc.

En los años 80, se dará en algunas localidades un cambio en su economía, restándole importancia a la agricultura en favor de sectores como el de la construcción o el de servicios. Se establecen como núcleos centralizados los pueblos de Dúrcal y Padul, bien comunicados con la capital, constituyendo un foco de atracción para personas de otros municipios que deciden establecer en ellos su residencia, conociendo así los restantes lugares del Valle un progresivo retroceso poblacional.

Las nuevas comunicaciones, industrias y empresas han favorecido un crecimiento económico aceptable en la zona. En los últimos años han surgido diversas iniciativas de turismo rural que pueden resultar muy positivas, si se conducen adecuadamente hacia el aprovechamiento ecológico de la zona, la conservación de sus maravillosos paisajes, su típico hábitat rural y la revalorización de un rico legado cultural, que aún está por descubrir y estudiar.



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