Historia de la vida privada del Valle de Lecrín

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Trabajo de Eduardo M. Ortega Martín

Este libro fue comenzado hace diez años para ir reflejando diversas cuestiones, historias y entrevistas del periódico local Valle del Lecrín, al toparse este autor con la corriente histórica de los anales (Fernando Braudel), y en concreto el estudio de la vida privada que llevo a cabo entre otros Jacques Le Goff y el profesor de Georges Duby, le di una gira a mis artículos para ahondar en la perspectiva de las historias vividas o privadas y enlazarlas con el contexto socio cultural, y de sus tradiciones y fiestas, así como de costumbres del Valle de Lecrín.

Hoy tras esta investigación, junto a las aportaciones teóricas de este libro como experimento, y este es el resultado. No sé si será todo lo perfecto que hubiera debido de ser, pero sí que aporta luz a la necesidad de recrear y escribir otro tipo distinto de historia que no sea la de los números, los reyes y las cifras, sino una historia global y personal compartida, que abarque la esencia de toda la sociedad que describe como colectivo, y así expresar su sentir de forma más unívoca y plural.

De ahí que la propia transversalidad de este libro nos lleve a paseos que van desde la geografía, pasando por la historia, la cultura, la antropología cultural, la etnografía, y un largo etcétera. Lo que nos induce a pensar que es sólo un exponente de diversos episodios de una historia que no ha terminado… Y no ha finalizado porque la historia se escribe cada día, no deja de ser diferente a cada minuto, y por ello va dedicada al cronógrafo D. Manuel Carrillo, porque él experimentó con dichos datos, a pesar no haber sido muy conocido.

La curiosidad intelectual, nos lleva por tanto a escudriñar los entresijos del Valle, a entrevistar a algunos de sus mayores, y a comprender que la historia es de la colectividad y forma parte de la esencia de nuestros pueblos. No es lo mismo por tanto aprender historia, que aprehender la historia, con h, en esta segunda parte se trata de comerla o degustarla, como la parábola bíblica del rollo que se comió el profeta Ezequiel, (Ez 2.-8ª.6).

Por ello animo a los lectores a degustar y comer en sentido alegórico estas historias, con las cuales más de uno nos sentiremos identificados, pues en nuestro origen, pertenecemos a un linaje, a una familia, a un pueblo, a una cultura que se expresa en un tiempo y su memoria… Todo esto es lo que le da la identidad a la civilización actual, y sin la cual estaríamos perdidos, y por ello la historia corrobora y describe su esencia y sus particularidades.

La segunda parte de la historia, no está escrita, es la que cada uno al leer estas historias vividas interpretamos, o consideramos, y esa es la que importa, pues así mantenemos vivos nuestra identidad y nuestra esencia como personas. Porque no somos solo el homo Faber, ni el homo sapiens, sino también el homo ludens que se recrea en las cosas de su existencia, y que toma conciencia de la historia, claramente a él que por derecho le pertenecen.

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