El Valle de Lecrín en las visitas pastorales

El paisaje religioso alpujarreño tras el 'levantamiento': una mirada a través de las visitas pastorales. S. XVI

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Trabajo de Andrea Arcuri

Entre 1568 y 1571 una sangrienta guerra azotó el Reino de Granada, la llamada «Rebelión de las Alpujarras». El conflicto, que tuvo como casus belli la Pragmática Sanción de 1567

La guerra de las Alpujarras tuvo consecuencias duraderas de enorme impacto económico y social para el territorio, poniendo fin, de hecho, a la presencia morisca en el Reino de Granada: alrededor de ochenta mil moriscos fueron expulsados de sus hogares y trasladados principalmente a Extremadura, Andalucía Oriental y las dos Castillas.  Estos, sumados a las veinte mil personas que fallecieron durante los combates, representaban aproximadamente el 30 por ciento de la población del Reino, de ahí que la guerra y las sucesivas decisiones políticas tomadas por la Corona produjeran 'un auténtico cataclismo demográfico'

La visita de 1575

El primer documento objeto de nuestra atención es un breve memorial de 1575; se refiere a una visita efectuada a las Alpujarras y al Valle de Lecrín apenas cuatro años después del fin del conflicto por parte de un visitador

En líneas generales, las iglesias del Valle de Lecrín se encontraban en una situación mucho menos problemática en comparación con la de sus homólogas alpujarreñas: 'En las iglesias del Valle, solo la de Pinos y Reztabal están con unos colgadizos de poca capacidad y mal hechos. Todas las demás iglesias de todo el Valle de diez y ocho que son están reparadas y sin necesidad por agora'

En Instinción, en la taha de Marchena, el visitador condenó al sacerdote del lugar 'en diez ducados de pena por grandes descuydos que le hallé, ansi en la limpieza y decencia que tenía en todos los sacramentos', por las mismas razones sancionó al beneficiado de la iglesia de Beires, en la taha de Lúchar, a un clérigo de Lanjarón y al beneficiado de Nigüelas, en el Valle de Lecrín; en Pinos del Valle fue condenado el cura 'porque no tenía libro para quentas ni para asentar bautis[mos], velaciones y enterramientos'

En Béznar, en el Valle de Lecrín, debido al incumplimiento de las obligaciones sacerdotales 'se [h]an muerto dos o tres sin confision y sacramentos'; por ese motivo, el beneficiado culpable fue condenado en diez ducados de pena y obligado a desplazarse hasta Granada para ser más detalladamente examinado

La visita de 1578/1579

El segundo documento que vamos a analizar concierne a una visita realizada durante el arzobispado de Juan Méndez de Salvatierra a las Alpujarras en los años 1578 y 1579 por el doctor Carvajal, visitador

La visita de 1591

El tercer documento que vamos a analizar es una visita a la Alpujarra llevada a cabo por el arzobispo Pedro de Castro y Quiñones en el ámbito de la visita general a los lugares de la archidiócesis granadina del año 1591

El primer aspecto, si bien los informes deben ser tomados con mucha cautela —la tendencia a redondear las cifras indica la poca fiabilidad de los datos—, nos permite percatarnos de las implicaciones demográficas de la guerra en cada pueblo: en la localidad de Lanjarón, por ejemplo, vivían '30 vecinos, [antes] solía tener 120'

El contacto con el pueblo queda patente durante la administración del sacramento de la confirmación: 'confirmó su señoría los lugares de Notáez, Timar, Nieles, Lobras. Fueron de confirmación 43 o 44'; en Lanjarón confirmó a 42 personas, en Bubión de Poqueira a 38

Las visitas de 1593 y 1594

Una atención concreta a los aspectos de disciplinamiento del clero la encontramos también en las sucesivas visitas de 1593 y 1594

Trabajo completo en pdf

Con este trabajo trataremos de describir, a través del examen de las visitas pastorales llevadas a cabo en las Alpujarras en los años inmediatamente siguientes a la rebelión morisca, un paisaje religioso no convencional, caracterizado por las heridas del conflicto, la destrucción de los edificios, el despoblamiento de los pueblos. Además, procuraremos observar las consecuencias que la guerra produjo sobre la organización de las parroquias en las tahas alpujarreñas, la distribución de la red beneficial y la reanudación de las prácticas litúrgicas en nuevos espacio

Conclusiones

Los ejemplos arriba citados confirman que las visitas pastorales, también en el territorio alpujarreño, pese a las peculiaridades mencionadas, representan un momento importante de «reforma» y de disciplinamiento. Los documentos, especialmente cuando está presente el «escrutinio secreto» del clero y de los feligreses, no solo atestiguan el esfuerzo llevado a cabo por los visitadores para la corrección de los «pecados públicos», sino que asimismo revelan —como hemos visto— una capacidad de ejecutar de una forma rápida y eficaz las medidas tomadas. El examen de las aptitudes de los clérigos así como el control del comportamiento de la feligresía (incumplimientos de los preceptos eclesiásticos, transgresiones de cualquier tipo) constituyen un aspecto muy relevante de las visitas llevadas a cabo en las Alpujarras a raíz de la guerra, una prueba de que las problemáticas excepcionales de esa comarca parecieron no afectar al instituto de la visita como instrumento privilegiado en manos de las jerarquías eclesiásticas para la uniformización y el control de las costumbres.

Sin embargo, el elemento más interesante de las fuentes reside ciertamente en la descripción del «paisaje religioso»; a través de la lectura de los documentos nos damos cuenta de las vicisitudes que caracterizaron el territorio alpujarreño a raíz del levantamiento. Los diarios de visita, en particular, arrojan luz sobre algunos rasgos distintivos de ese paisaje: el estado material de los edificios religiosos, la mayoría de los cuales se encontraban en condiciones deplorables, sin ornamentos y todavía quemados (aproximadamente tres de cada cuatro); las dificultades en el restablecimiento de las actividades culturales, debido tanto a la ausencia de lugares idóneos en los que poder celebrar como a la falta de clérigos y personal eclesiástico; la reubicación de las prácticas litúrgicas en casas particulares, sacristías o en las antiguas mezquitas convertidas en iglesias cristianas; la crisis demográfica que afectó al territorio, con la indicación pormenorizada de las bajas sufridas en cada pueblo (alrededor del 80%) y, tangencialmente, con las alusiones a las políticas de repoblamiento impulsadas por el Consejo de Repoblación, como hemos podido comprobar, por ejemplo, en el caso de Dalías; finalmente, la reorganización de la red beneficial, con la descripción de los nuevos cometidos a los que estaban llamados los clérigos de la comarca. Desde esta óptica, las visitas pastorales demuestran ser fuentes imprescindibles no solo para entender y medir la cantidad y la calidad de las acciones diocesanas en territorios «periféricos», sino también para el estudio de la vida religiosa y de los acontecimientos históricos en la realidad local, a fortiori en un territorio —es el caso de las Alpujarras— en el que los acontecimientos bélicos, políticos y religiosos marcaron tan profundamente la fisonomía del paisaje.