Trabajo de RAÚL RUIZ ÁLVAREZ
Hospederías del Catastro de Ensenada en los caminos de Tomás López.
A lo largo de estas páginas hemos abierto diferentes líneas de indagación para un territorio amplio y heterogéneo en el que la historiografía no se había detenido hasta el momento salvo en lo relativo a la regulación de este servicio y en los testimonios de viajeros en el siglo XVIII.
El Catastro de Ensenada registra cinco términos para referirse a los servicios de hospedaje: mesones, ventas, ventorrillos, posadas y hosterías. Se diferenciaban principalmente por la ubicación (en el núcleo urbano o en los caminos y despoblados) y por el tamaño o la calidad del servicio. Este léxico que sistematizó la averiguación catastral no era el utilizado por los hablantes. Por ejemplo, los viajeros en la mayoría de los casos lo simplificaron a “posada”, aunque el Catastro solo registró tres en todo el Reino.
Estos servicios de hospedaje recibieron la atención de la Corona y los municipios. Su principal preocupación fue legislar sobre su modernización en consonancia con la seguridad, el abastecimiento o el bienestar de los huéspedes.
También fue clave la preocupación por su ubicación para poder garantizar el descanso de los caminantes en los trayectos. Analizando los datos, testimonios y bibliografía, esta nueva normativa en línea con las políticas de la Ilustración no llegó a ser efectiva y las hospederías siguieron siendo las herederas de la Edad Media.
El mapa de las hospederías del reino de Granada refleja su vinculación a los caminos y tránsito de comercio. La densidad de estos establecimientos aumentaba en las ciudades de Málaga y Granada, así como en los caminos de tránsito entre la capital del Reino y Levante, Madrid, Sevilla o Málaga. No obstante, hemos registrado un número significativo de estos servicios (sobre todo mesones) en localidades que no eran de paso o en caminos secundarios y de poco tránsito. Estas ubicaciones podrían responder a la necesidad de cubrir el comercio de corta distancia, a los desplazamientos de vecinos entre localidades cercanas o incluso a las relaciones de poder o estatus social de sus propietarios.
Respecto a su propiedad, estaría principalmente en manos de nobles y clero, junto a los dones como grupo social predominante. Algunos viajeros como Ponz apuntaron que su mal estado y el lamentable servicio que prestaban estaba directamente relacionado con que la mayoría de propietarios tuvieran más mentalidad de rentistas que de verdaderos empresarios.
El régimen de explotación fue en su mayoría en arrendamiento por un corto espacio de tiempo. En cuanto a quiénes eran los mesoneros y venteros, los datos nos dibujan que eran individuos generalmente con escasos recursos, que trasladarían su hogar a las hospederías. Todos los miembros participarían en las labores propias del servicio. Los viajeros que recorrieron el Reino dejaron informaciones del oficio de mesonero y ventero, así como de la vida en las hospederías.
Aunque el Catastro registra la propiedad en los cabezas de casa y no incluye el trabajo personal femenino, hemos querido señalar las jefas de hogar propietarias de hospederías, así como algunas informaciones sobre mesoneras que nos aporta la documentación.
En el Valle de Lecrín