Esta Mancomunidad está compuesta por todos los municipios y poblaciones del Valle de Lecrín
Municipios y poblaciones que la forman |
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El Valle de Lecrín está situado en la vertiente sur occidental de Sierra Nevada, entre cuatro comarcas granadinas: la Vega del Genil, la Costa, la Alpujarra y el Temple. Se extiende desde el corazón de Sierra Nevada hasta la Meseta de las Albuñuelas y la Sierra de las Guájaras, por una parte, y desde el Suspiro del Moro hasta la confluencia de los ríos Ízbor y Guadalfeo, por otra. Ver localización
La mayoría de estos pueblos se han situado sobre las plataformas suavemente inclina das de los glacis que se extienden al pie de las sierras, otros lo han hecho en los bordes de la Depresión de Padul, algunos han aprovechado pequeños ensanchamientos de los valles fluviales, y varios se han colocado en las laderas de los ríos.
La característica fundamental y común a todos los núcleos de población lecrineses es su estructura en orden cerrado, con sus viviendas unidas unas a otras formando manzanas que quedan separadas por las callejas estrechas y retorcidas, adaptándose a los desniveles del terreno.
El Valle de Lecrín constituye una magnifica solana, que resguardada de los vientos frías del norte por la propia Sierra, goza de un auténtico microclima.
Es una comarca fundamentalmente agrícola en la que juegan un papel importante los cultivos arborescentes olivos y frutales en general, y de manera especial almendros y agrios. Todo esto da lugar a un contraste y belleza paisajística en toda la comarca, donde hay tantas posibilidades de recreo como de descanso y tranquilidad.
En cuanto al clima, este refleja la diferencia de altitudes entre las sierras circundantes y el fondo del valle. También existe una clara diferenciación entre el extremo septentrional de la comarca, con clima más continental y frío, y la parte media y baja del valle con un clima más cálido y carente de heladas invernales. Las precipitaciones son escasas en todo el fondo del Valle.
Para la construcción de la vivienda se utiliza en la actualidad el ladrillo hueco que se adquiere en las diversas fábricas de cerámica situadas en la propia comarca: Albuñuelas, Acequias. Junto con el ladrillo se utiliza el cemento, viguetas y bovedillas prefabricadas, que se producen en Dúrcal o Padul. El tipo de cubierta más usual es el de tejado. La vivienda externa e internamente se encala o blanquea, adquiriendo la población la blancura característica de toda Andalucía.
La situación privilegiada del Valle de Lecrín, entre la depresión del Genil y el litoral Mediterráneo, que lo convierte en paso obligado entre Granada, la Costa y la Alpujarra, supuso la existencia de un poblamiento muy antiguo.
El Valle de Lecrín debió estar incluido en territorio de los tartesos en el área habitada por los túdulos o turdetanos. Así mismo se cree que fue uno de los posibles caminos de penetración de los fenicios para pasar de la costa meridional hacia el interior.
En la época de la dominación romana el Valle de Lecrín quedó incorporado a la provincia Bética.
En la época musulmana esta comarca estaba incluida en el "clima" o cora de Elvira. Como consecuencia de una continua afluencia de musulmanes se produce un incremento de la población del Valle por su proximidad a la capital del reino y por constituir una de sus comarcas más ricas. comarca que quedó destruida y arruinada en la lucha que mantuvo Fernando el Católico con Boabdil tras la negativa de este último a entregar Granada.
En 1499 y 1569, con la sublevación de los moriscos, ante la actitud rígida del cardenal Cisneros al pretender que se convirtieran al cristianismo, el Valle de Lecrín vuelve a soportar el paso de los ejércitos y el puente de Tablate pone de manifiesto su valor estratégico como comunicación y paso a las Alpujarras.
Los moriscos son expulsados de la región tras la sublevación
Granada en su conjunto pasa de ser capital de estado, que atraía la mirada de todas las cortes europeas hasta la época del propio emperador Carlos V, a ser una provincia más de la corona española abocada a un paulatino retroceso poblacional y económico que se prolongará hasta bien avanzado el siglo XX.
Así pues, hasta el último tercio del s. XVIII el Valle de Lecrín no recupera el nivel de población que había tenido a finales del reino nazarí, momento en que ya había sido esquilmada su población por las continuas guerras civiles nazaríes.
Si en 1826 se calculan en 18.951 los habitantes del Valle, en 1857 se superan, por primera vez, los 20.000 h. para llegar a 1900 con 21.895 h. después de algunos retrocesos sufridos al final de esta centuria, según estudio con precisión Francisco Villegas Molina.
Las primeras décadas del siglo XX traen prosperidad a diferentes municipios a un Valle de Lecrín que hasta entonces había sido una comarca casi exclusivamente agrícola y con una economía de subsistencia.
Las nuevas comunicaciones estatales de comienzos de siglo, unidas al establecimiento de algunas industrias manufactureras, dan nueva vida al Valle, a pesar de la modestia de los progresos si los comparamos con los de las zonas industrializadas del país.
En Dúrcal, por ejemplo, se construye, en los años veinte, el teleférico más largo del momento en Europa: con 38 km. de longitud, este cable unía el Puerto de Motril con Dúrcal, y pretendía ser el enlace rápido y eficaz que durante tanto tiempo habían anhelado las fuerzas económicas de Granada, para transportar los productos de la costa por vía férrea hasta la estación de Granada y a otros puntos de España.
Digno es de mención el desarrollo turístico producido en Lanjarón al consolidarse como uno de los más importantes balnearios de España entre el s. XIX y el XX. Los manantiales fueron descubiertos casualmente en 1774, y en 1793 se hicieron los primeros análisis cientificos de sus aguas, que empezaron a ser visitadas por enfermos de todo el país.
El Gobierno español reguló su uso creando el Establecimiento Balneario dirigido por un médico-director en 1819, y en 1868, los manantiales se declararon de utilidad pública.
A partir de la recuperación de la democracia y la aprobación de la Constitución de 1978, se producen transformaciones sociales y económicas de gran alcance en nuestra comarca.
La creación de la Mancomunidad de Municipios del Valle de Lecrín, cuyos estatutos fueron aprobados a comienzos de 1984 (Lanjarón decidió su incorporación a la Mancomunidad de la Alpujarra), fue un hito importante hacia una mayor coordinación de las políticas de servicios, comunicaciones, cultura y nuevas iniciativas de desarrollo, que todavía deberá dar nuevos frutos y mostrarse más eficaz.
Junto con el retorno paulatino de los emigrantes a lo largo de los ochenta, el Valle se incorpora definitivamente a la red de enseñanza estatal con una notable mejora y extensión de la enseñanza primaria y la creación de los primeros centros de secundaria y formación profesional, se introducen mejoras sanitarias considerables y proliferan nuevas iniciativas culturales, tanto privadas como dependientes de las administraciones, aunque serán casi siempre bastante modestas.