El Valle de Lecrín, entre Granada y otros territorios

(Las últimas tierras de al-Andalus)

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El Valle de Lecrín se sitúa en la vertiente suroccidental de Sierra Nevada. Se extiende desde el corazón de ella hasta la meseta de las Albuñuelas y la Sierra de los Guájares, por una parte, y desde el puerto del Suspiro del Moro hasta la confluencia del río Ízbor, que es el resultado de todos los cursos de agua de esa área con el Guadalfeo, por otra.

Ocupa una extensa zona que forma una amplia fosa tectónica rellena con materiales sedimentarios de las montañas que la circundan1. Esta fosa de Lecrín está separada de Sierra Nevada por una línea de fallas. Se inicia al noroeste de Padul; luego, va bordeando toda la depresión de Lecrín en su parte norte y noreste, a una altitud entre los 800 m y los 900 m, hasta que alcanza el Torrente, en Nigüelas y Acequias. La parte elevada de dicha falla está formada especialmente por calizas y dolomías, en tanto que la hundida queda recubierta por materiales del Mioceno y de períodos posteriores. Se forma en la Era Terciaria, pero ha continuado activa hasta el punto de que hay una actividad sísmica más o menos continuada. Encontramos otras fallas que sirven de límite por el sur. Igual sucede con la depresión de Las Albuñuelas, separada del Valle por un espolón rocoso que viene hacia el este desde la llamada Meseta de las Albuñuelas. Las dos fosas tectónicas llegan a unirse a oriente, salvado el citado espolón rocoso. Más al este aún, se produce un enlace entre Sierra Nevada y la de los Guájares. Está formado por rocas dolomíticas que fueron perforadas por el río Ízbor, consiguiendo una salida hacia la costa.

Otra serie de fallas delimitan la fosa por el sur, al igual que ocurre en la depresión de Albuñuelas, que queda separada del Valle de Lecrín, del que forma parte, por un espolón rocoso emitido hacia el este desde la Meseta de las Albuñuelas. Ambas fosas tectónicas, Albuñuelas y Lecrín, se unen más al este una vez superado el obstáculo rocoso. Aún más al este, hay un umbral dolomítico que enlaza Sierra Nevada y las Guájaras que se aproximan y cierra la depresión en un primer momento, hasta que el río Ízbor se abre camino mediante una garganta a la altura del puente de su nombre.

Los procesos alternativos de erosión y sedimentación que han tenido lugar al pie de Sierra Nevada a lo largo del Plioceno y del Cuaternario, han descompuesto la fosa en una serie de unidades menores que se pueden señalar:

Esas unidades geográficas menores nos muestran unas diferencias que quedan homogeneizadas por un paisaje en el que la huella de la instalación del agroecosistema irrigado es muy patente. Las tierras regadas que conforman las vegas de cada núcleo, en sus orígenes alquerías, permiten un policultivo en el que el estrato arbóreo es actualmente importante. Quizás lo fuera antes también, porque hay menciones en el siglo XVI a esos árboles2. Tampoco podemos precisar si la asociación de naranjales y olivares fue una realidad precedente. En el Valle se explica por la necesidad de arropar los naranjos con los olivos y así evitar que les afecten las heladas una vez en flor.

En realidad, es posible esa agricultura de vega por la disponibilidad de aguas. Los cursos existentes, que examinaremos a continuación, proceden en algunos casos de las nieves de Sierra Nevada, pero también de los depósitos de las rocas calizas. Así, en primavera y verano pueden suministrar agua a la red de acequias, muy complejas, que hay en las diferentes áreas de Lecrín3.

Muchas de esas acequias salen de los ríos que pasan por esta depresión de Lecrín. Son varios los cursos de agua que drenan el Valle.

Hay algunas alquerías que parece que se regaban con agua de fuentes. Lo vemos en El Padul, según ya se ha dicho, pero también en otras. En Saleres, por ejemplo, las aguas del río de las Albuñuelas benefician a las tierras, si bien hay una fuente en el pago llamado de los Llanos, de la que nos habla P. Madoz: «hay un manantial periódico cuya agua se ha esperimentado aminorarse por espacio de 7 años y que se aumenta por otros 7, á cuyo fenómeno debe el que se la denomine la fuente de Siete años»4.

De esa manera, los caminos tradicionales comienzan en el Suspiro del Moro, a cuya entrada se dirige, hacia el oeste, el paso a las tierras de Alhama, prolongación del surco que tiene a Loja como centro. Pasa por el Quempe, pero no por el Valle de Lecrín. La entrada al mismo partiendo de la Vega de Granada está en el otro lado del puerto del Suspiro. La primera alquería que se encontraba era la de Padul. Su topónimo procede del latín, palus-paludis, que significa laguna o pantano, aguas remansadas. Una metátesis lo ha convertido en Padul, el empleo del artículo lo significa como el único existente en la zona de Lecrín.

Este espacio, antes de la formación de al-Andalus, cuenta con una presencia romana de importancia. Una serie de yacimientos o vestigios tardorromanos, probablemente villae, circundan la parte inundable de la laguna. Su relación con un núcleo urbano está por determinar, al igual que señalar cuál podría ser. No son pocos, precisamente, los yacimientos o vestigios romanos en el Valle. Por lo demás, no contamos con referencias a ninguna ciudad a la que pudiéramos relacionarlos. Debe tratarse de la presente en la Vega de Granada más que de una costera, si bien se suele elegir áreas próximas al camino que iba desde aquella a la zona marítima, como se aprecia en Padul5. En esta parte del Valle, el poblamiento romano y tardorromano parece concentrarse al oeste de la laguna, siguiendo el eje que baja desde la Vega a la costa, como queda dicho.

Cabe la posibilidad de que el asentamiento andalusí de Padul se crease sobre un poblamiento anterior, pero este extremo no se puede por el momento comprobar. La alquería contaba con una configuración propia del mundo andalusí, más concretamente del período nazarí.

Como dice J. F. García: «el núcleo urbano se encuentra rodeado de pagos de viñas de secano y limita con el camino que va desde Dúrcal a Granada y se divide para entrar al lugar de Padul»6. Ese camino bordeaba el caserío por la parte alta. En la baja había una fuente y comenzaba el regadío, que minuciosamente nos describe el citado J. F. García7.

En el interior de la alquería se encontraba una estructura defensiva de la que no quedan restos, aunque haya menciones en las fuentes escritas. Estaba situada en torno a la iglesia y a la plaza contigua. Era seguramente una torre de alquería con una muralla que rodeaba un espacio y permitía un refugio temporal de gente, ganados y bienes.

Se supone que la mezquita estaba en el solar que después ocupó la iglesia, pero es una conjetura que se basa en que era una práctica, hasta cierto punto, habitual en las alquerías granadinas. El conjunto del caserío presentaba las características propias de los asentamientos de la época. Las viviendas se abrían a callejuelas que conectaban con las calles principales. Contaban en algunos casos con dos plantas, pero lo normal es que fueran de una y, a veces, disponían de una algorfa.

Aún cuando la agricultura irrigada era la principal, no cabe duda de que había tierras cultivadas sin riego y que se criaba ganado que aprovechaba los pastos de la vecina sierra y de la laguna, que permitían criar un buen número de cabezas de ganado mayor y menor.

Había varios sistemas hidráulicos que servían para irrigar los campos. J. F. García distingue los siguientes8:

Habría que añadir, probablemente, la acequia de la fuente del pueblo que riega la parte que hay por debajo del mismo. La agricultura irrigada es fundamental, como señala J. F. García:

La funcionalidad de este sistema se basaba en una organización que permitiese que en cualquier momento del año, hubiera una parcela o árboles en producción, por lo que el ciclo productivo no se veía interrumpido por la estacionalidad9.

Sin duda, el secano cumple una función importante, toda vez que permite expandir la producción agrícola, no solo desde un punto de vista de la alimentación campesina, sino también para conseguir mercancías que tenían salidas en los mercados urbanos, pudiendo incluso insertarse en una corriente comercial de más amplio radio y alcance.

La explotación de los recursos naturales, sobre todo para los animales que se criaban y para las personas, es significativa, dado que había una densa vegetación en la zona húmeda de la laguna, pero también por la presencia de árboles, especialmente encinares en los montes próximos.

Si se continúa por el camino que conduce a la costa encontramos una importante alquería, Dúrcal, con un poblamiento romano anterior10. No parece que tuviese un caserío homogéneo, sino que se mencionan seis barrios en el Libro de Apeo, algunos bien separados del punto central. Así, leemos: «El dicho lugar de Dúrcal está dividido e apartado en seis varrios que se llaman Margena, Almohata alta e baja, Celdelaque, e Balina, e Alausa e Audarro»11.

En realidad parece configurarse como un conjunto compuesto de núcleos separados que vienen señalados en algunos casos por su situación geográfica, caso del de Almohata, probablemente Almócita, que quiere decir la que está en medio. La separación es notable, fijémonos, por ejemplo, que Margena, o sea, la Marchena actual, al oeste de Dúrcal, está bastante alejada del núcleo central de la alquería, que, suponemos, estaba formado por el caserío que se agrupa actualmente en torno a la iglesia, posible asiento de la anterior mezquita.

En esta alquería, mejor dicho en sus proximidades, se encuentran restos de una torre defensiva que recibe el nombre precisamente de ese lugar. Su situación viene dada por  la proximidad de los distintos barrios que configuraban la alquería de Dúrcal. Se ha señalado que «tendría una función de vigilancia y de refugio para poblaciones y ganados en caso de cabalgada o ataque a la zona»12.

Son pocos los restos conservados en superficie de esa torre. Se trata, como señala R. Pedregosa13, del ángulo sureste, en donde se observa que el tapial calicastrado descansa sobre un zócalo de mampostería que le sirve de cimentación. Su planta era rectangular. También se ve parte de la cerca del albacar, en concreto se identifican 9,60 m de longitud con una altura de 0,70 m, que es la medida de un cajón de tapial. Es obra precisamente de tapial calicastrado. Se integra hoy en un muro de separación de parcelas.

Se puede observar en el interior de la torre, concretamente en la unión de los dos muros, parte de una bóveda de ladrillo. Puede servir de diferencia entre una planta y otra, aunque también cabe pensar que fuera parte de la escalera que comunicaba las distintas plantas en que estaba dividida. Su anchura es de 0,95 m.

La cerámica identificada en el entorno de la torre, alguna de ella procedente del deterioro de los tapiales, es mayoritariamente propia de un asentamiento. Por tanto, cabe pensar que hubiera alguna habitación en sus proximidades en el período nazarí, que es cuando se levantó13.

Hay referencias a otra torre en el barrio llamado Almócita, que quizás tuviera las mismas características enunciadas en el caso de Marchena15.

Esta agrupación de barrios, que bien pudieran ser anteriormente alquerías independientes, tenía diferentes sistemas hidráulicos, como parece lógico dada la organización de la población. J. F. García nos lo muestra para la época morisca y las modificaciones castellanas:

Para la alquería de Dúrcal, encontramos que sus aguas y riegos se organizan partiendo de la existencia también de tres acequias principales que son suyas en propiedad, de las cuales se obtiene el agua para el riego y consumo a través de una red de canalizaciones y de aljibes. La una se saca del Río del Torrente, la otra del Río de Margena, y hay otra acequia que se toma del Río de Margena, que va a Cozvíjar y la alquería de Dúrcal goza de ella la tercera parte. En todos los casos la costumbre morisca marcaba que cada heredad o parcela disponía de una cantidad de agua fija en un horario determinado. Sin embargo, cuando se instaura la sociedad castellana totalmente, el riego pasa a estructurarse de forma que existen unos regadores que se encargan de repartir el agua y tiempos de acuerdo a sus criterios, cobrando por su servicio un real por fanega regada16.

Tanto los mecanismos defensivos, como el sistema hidráulico nos advierten que el núcleo es policéntrico, y no único y abigarrado.

En una elevación por encima del río Dúrcal, a 772 m de altitud y a unos 2 Km. del pueblo actual, encontramos restos de una fortificación de la que solo se conservan una torre, mal restaurada, un aljibe debajo de la cota de uso del suelo actual, y algunos muros enrasados que definen un perímetro poligonal.

La planta del aljibe es rectangular (5 m x 2,10 m), alcanzando una altura de 3,30 m. La bóveda que lo cubre, de medio cañón, y algo deteriorada en el centro, está hecha con lajas de piedra. Al igual que otros castillos de la zona, siguiendo el modelo establecido en época almohade y nazarí, el aljibe está, como se ha dicho ya, debajo del suelo actual.

El resto de vestigios que hay son bien el zócalo de los muros, hecho en mampostería, bien algunos de ellos y la torre, que son de tapial calicastrado. Es posible que en el centro de la cara norte estuviese la entrada al recinto, quedando restos de una torre que protegería el acceso en recodo. En este caso, el hisn era una estructura de control del paso por el río abajo, que va camino de encontrarse con el de las Albuñuelas y formar con ese y el Torrente el río de Ízbor.

Dada la situación del conjunto habitado, diremos que la agricultura irrigada era muy importante, si bien la cría de ganado era una línea económica de verdadera significación, pues el aprovechamiento de la Sierra Nevada está documentado17.

En la parte derecha del río Dúrcal se halla el actual núcleo de Cozvíjar, que antes fue alquería nazarí. Estaba formada por un solo barrio. En el dibujo que se hizo para el Catastro de Marqués de la Ensenada aparece la organización del lugar en el siglo XVIII18.

La imagen nos muestra el caserío, que estaba rodeado del espacio irrigado por todas partes, y que utilizaba la acequia que pasaba a levante del lugar y que toma el agua del río Dúrcal. Hay también tierras de secano, viñas y olivares. Se identifica asimismo un trozo de monte. El esquema que representa es el propio de las alquerías nazaríes, en donde las viviendas se hallan por encima de los cultivos regados, y más allá de ellos encontramos espacios dedicados a una agricultura de secano, viñas incluidas, y el monte.

Así, aun cuando esos cultivos de secano, de viñas y de olivares hayan podido crecer, el grueso de su agricultura es precisamente la irrigada.

A partir de la acequia que parte del río Dúrcal, que comparte con Dúrcal y con Padul y que es la única existente en la alquería de Cozvíjar, se riegan todos los pagos susceptibles de serlo en ella. No quedan testimonios, ni siquiera de la época morisca, sobre la organización de los riegos. En la actualidad no existen turnos ni tiempos y quien primero coge el agua, es el que riega. Es, por tanto, libre, lo que da idea de la abundancia del agua, al menos en relación con el área irrigada.

Hay que señalar que en sus proximidades, concretamente en donde están hoy las bodegas Señorío de Nevada, se identifica una de las tantas villae romanas que hay en el Valle de Lecrín, que no ha sido excavada.

Este núcleo se integra con Conchar desde 1974, en el municipio de Villamena, que hace referencia al condado de ese nombre, y cuya existencia puede fecharse en el siglo XVII.

Entre esas dos alquerías, encontramos una torre atalaya. Es de planta circular y desarrollo troncocónico. Está hecha en obra de mampostería. Conserva una altura de 6,50 m. Parcialmente mantiene su enfoscado exterior. Se aprecian dos huecos marcados en ladrillo. De ellos uno sería una puerta-ventana, y el segundo posiblemente una saetera, con forma abocinada. Se debe adscribir al período nazarí. Conecta visualmente con otras estructuras defensivas más o menos próximas y, desde luego, domina el acceso al Valle desde el norte.

La otra alquería que encontramos y que se sitúa en la parte derecha del Dúrcal, es Conchar19. La representación de la que disponemos, también extraída del Catastro de Ensenada, reproduce un lugar en el que el caserío limita, por el norte y el este, con una vega arbolada. Esta vega está dividida en dos por el arroyo del Alcázar. Es evidente que responde al esquema habitual. Incluso la necrópolis encontrada en 2004, que ha sido excavada20, tiene las características propias de los cementerios islámicos rurales de época nazarí.

Hay que señalar que el núcleo en su conjunto fue avanzando por la vega en tiempos posteriores al mundo nazarí. El ritmo ha ido en aumento, porque como ha señalado L. Gallegos, en el siglo XVI, según se constata en el Libro de Apeo:

El núcleo habitado de Conchar en el siglo XVI coincide en lo esencial con el núcleo actual. La invasión de algunos huertos por viviendas y la extensión de un pequeño barrio hacia el sur son las principales diferencias21.

En esa época nazarí sabemos de la existencia de la rábita Abdarrof, en el Barrio de Abdarrof de esta alquería22.

La acequia pasa por el límite este del cementerio. Aprovecha, por tanto, un espacio no cultivado, a donde no llegaba el agua, pese a la proximidad de la acequia, por la diferencia de cota. La excavación de esta necrópolis ha permitido asimismo definir su ubicación y lo que hay en su proximidad:

Está ubicada a todo lo largo de la ladera del cerro conocido por el pago del Portichuelo, en una zona donde abundan las cuevas excavadas en el terreno natural. Este espacio dedicado a necrópolis, en un primer momento y a zona de silos, en el periodo moderno, está situado en una zona próxima al poblado o alquería, se buscó un espacio disponible que tuviera posibilidades de ampliación, y próxima posiblemente a un camino ya que era costumbre ir a dirigir una oración a sus difuntos. Se han localizado en una finca colindante restos estructurales pertenecientes a unos muros de tapial, pertenecientes a una cerca que delimitaba una finca23.

La documentación de 152 enterramientos y 50 en un solo nivel estratigráfico, nos da idea de la población que vivía en Conchar. Su disposición es en pendiente. No destaca ningún enterramiento con respecto a los demás, lo que da idea de la gran homogeneidad social de sus habitantes. En suma, Conchar era en época nazarí una alquería pequeña del Valle de Lecrín, por su capacidad productiva y demográfica.

Este grupo de alquerías está relacionado con el río Dúrcal, aunque existen otras que se aprovechan de sus aguas, si bien de manera secundaria y sobre todo en las proximidades de su desembocadura.

El siguiente curso de agua que articula otra serie de alquerías es el llamado río Torrente. La primera es la de Nigüelas. El Libro de Apeo documenta históricamente el sistema de riego de la alquería de Nigüelas. En época morisca, cada tierra tenía su agua. El reparto se hacía cada cuatro días. Con la expulsión y la posterior repoblación por cristianos viejos, los regadores a jornal serían quienes suministrarían aguas a los propietarios, a petición de ellos. En la actualidad existe un sistema preciso, que describe J. F. García:

En la actualidad se estructura el riego de la vega atendiendo a un sistema de dos ramales. Existen veinte suertes y cada ocho horas riegan dos suertes (una del ramal de arriba y otra del ramal de abajo) de esta forma, cada siete días menos veinte horas, el turno de riego completa un ciclo de riego de la totalidad de las tierras de regadío. La delimitación de los dos ramales comienza en el «Partior» justo encima de la primera fuente. Luego existen varios partidores más que delinean un sistema de brazales para conducir el agua a todas las heredades24.

En el Libro de Apeos de Nigüelas se señala la manera en que el agua se distribuía, como recoge M. Ferrer en la transcripción del mismo:

En el dicho lugar y su término ay dos acequias de agua con que se riegan todas las heredades del e de que beve el pueblo, tomase del arroyo que llaman el Torrente que baxa de la Sierra Nebada en término de Nigüelas, en esta manera que del dicho Torrente se saca una acequia con su presa y biene hasta cerca del dicho lugar de Nigüelas que será un cuarto de legua, e allí se parte la dicha acequia en dos partes, la una de ella ba a el lugar e termino de Nigüelas y la otra al termino de el lugar de Dúrcal, e la que biene a Nigüele se parte en tres ramales e acequias como dicho es a el presente, los nuebos pobladores riegan en esta manera que tienen puestos dos regadores por su jornal, estos tienen quenta de regar todas las heredades del dicho lugar por sus ramales e trances, e no ay agua combeiniente e bastante para regar todo el dicho termino de riego y ansy el riego lo que se puede regar en tiempo de moriscos, cada un becino así ellos como christianos biejos tenían cada uno de ellos su cantidad de agua conocida a cada uno regaba según la cantidad de agua que era contada por su rueda de cuarto en cuarto días, e otras veces regaban de día e otras de noche, las dichas acequias e la presa es menester siempre tener mucha quenta en limpiarlas e repararlas, e terná de costa cada una para presar las acequias cincuenta ducados cada año, no ay otra fuente alguna de que pueda beber el pueblo25.

El sistema ha cambiado seguramente con respecto al inicial, pero se advierte que la existencia de dos ramales es un hecho incuestionable.

El núcleo de la alquería puede que estuviera conformado por diferentes barrios, aunque no aparezcan descritos, sino que tan solo disponemos de algunas referencias26. Actualmente, Nigüelas, situada en la parte inferior de la falla de su nombre, mantiene la forma que tuvo en época nazarí. Al menos se nos aparece como un paisaje relicto, porque sigue el trazado original de sus calles de acuerdo con las acequias que pasan por el interior del núcleo. Es cierto, sin embargo, que las casas se han ido expandiendo por las zonas de cultivo, en concreto junto al barranco del río Torrente y encima del pago llamado Ramil, hacia el camino de Dúrcal. También se percibe en la parte alta del pueblo, en donde ha crecido el barrio de la Alhambra, por debajo del partidor de la acequia. En la plaza del pueblo subsiste hoy en día un aljibe que lo abastecía, que figura en los habices de Nigüelas27.

Entre el caserío se identifican aún restos de una torre. Debió de tener fines defensivos. Se ubica en la calle Purgatorio, rodeada de viviendas que integran el barrio de la Cruz. Es una obra de mampostería con verdugadas de ladrillos. En las esquinas se aprecian sillares de refuerzo. La única cara que nos es visible deja ver una serie de ventanas. Una de ellas está a media altura y es de un tamaño mayor que las otras. La construcción es típicamente nazarí, siguiendo el modelo de las estructuras defensivas del período central del reino, cuando se llevó a cabo una política constructiva por parte del sultán granadino, no solo en la frontera, aunque allí se concentren la mayoría de las obras, sino en todo el reino, como se aprecia en este caso.

Fuera de la alquería, en una elevación que se llama «El Castillejo», río Torrente arriba, hay restos de un hisn, denominado Nawalás en el siglo IX28, que debió de funcionar como refugio de las poblaciones de esta área. En el siglo XII es ya alquería. Probablemente en fechas anteriores ya lo fuera, pero la primera mención que tenemos es de ese tiempo, cuando el Valle está organizado en un poblamiento basado en la presencia de numerosas alquerías y las fortificaciones están cambiando de entidad. Ya en ese tiempo tenemos noticias de personajes dedicados al estudio de la doctrina coránica y la religión islámica.

En el conjunto territorial de Nigüelas se identifica una acequia de careo que, como se puede deducir de la pequeña extensión de tierras que riega, tiene como finalidad hacer crecer la vegetación de pradera y regular el agua del deshielo para controlar, incluso, las tomas de las acequias de riego y el flujo del agua de los ríos. Se ha de pensar, por tanto, que sirviese para disponer de hierba para el ganado, que subía a Sierra Nevada desde el llano en verano.

Del agua del Torrente sale la acequia que permite la irrigación de la alquería nombrada precisamente Acequias. Con el agua de su acequia, «solamente regaban con ella de día y no de noche porque la dicha agua de noche le pertenecía al lugar de Mondújar»“, Cada marjal de tierra disponía de un cuarto de hora una vez a la semana. A 869 m de altitud, es una de las poblaciones más elevadas de Valle de Lecrín. Cuenta con un espado irrigado en torno al núcleo de viviendas.

Tiene dos barrios, el Alto y el Bajo, siendo la iglesia el espacio de relación entre ellos, Se contabilizaron, tras la revuelta de los moriscos, según su Libro de Apeos, 300 marjales de tierras de riego, en los que había 50 morales, 100 pies de olivos y variados árboles frutales30.

Está situada entre el barranco del Pleito y el río Torrente, en una elevación. Es de destacar que, aparte de las tierras de su vega, cuenta con parcelas irrigadas o no junto al río Torrente, a una altitud muy por debajo de la del núcleo habitado. Asimismo, en la Sierra tenía tierras que se aprovechaban para pastos del ganado, según era habitual en las alquerías que estaban en ese frente de Sierra Nevada (Dúrcal, Nigüelas y Acequias).

En una altura de 1.200 m hay restos, sobre todo de cerámica, que han hecho pensara L. Padilla y M. Espinar31 que se trata de Calat el Haxar, mencionada por L. del Mármol", Siguiendo el río Torrente se van escalonando unas alquerías en su margen izquierda, La primera que hallamos es la de Mondújar. Para M. Espinar: «Los barrios de Mondújar deben de sumar casi media docena por las descripciones que encontramos en los habices. Se cita el Barrio Bajo donde se describe la rábita Buhora en una placeta...»”.

En esta alquería de Mondújar había numerosas rábitas. Estas estaban presentes claramente en el período nazarí. En él proliferaron por el fervor religioso que se desató como mecanismo de escape ante las tensiones sociales que se encontraban en el mundo nazarí. Seguramente, el propio Estado ahondó en esa escapatoria como necesidad de verter en el ambiente religioso las formas de dominación. En tal sentido, las medidas de Yüsuf I de crear una aljama en cada núcleo con 12 familias era un deseo de controlar hasta los asentamientos más pequeños, dado que en la Madraza, fundada por él, se formaba a los hombres de religión. Se han documentado seis rábitas en Mondújar, que es un número que no se aparta de la normalidad de lo que ocurre en el resto del Valle.

El espacio irrigado es importante, aunque los secanos están presentes. Se puede entender asimismo que el ganado pastaba en los montes y en la misma sierra.

Quizás el aspecto más conocido haya sido la existencia de una fortificación y la asignación de la necrópolis real de los nazaríes. Ambos parecen conectados.

El inicio de esta cuestión arranca de la publicación que en su día hizo M. Gómez- Moreno34. Según nos dice, la fortaleza, de la que existen restos visibles importantes, la levantó el padre de Boabdil, Muley Hacén. La construyó «con jardines y huertas para su recreo, y consta, por testimonio de Mármol, que allí hubo de acogerse él con su familia cuando se le sublevó su propio hijo Muley Baudili, el Rey Chiquito»35. En efecto L. del Mármol, al hablar de la deposición del rey Muley ftacén, señala: Estas cosas fueron causa de que toda la gente principal del reino aborreciesen a Abil Hascen, y contra su voluntad trajeron de Guadix á Abí Abdilehi, su hijo, y estando un dia en los Alijares, le metieron en la Alhambra y le saludaron por rey; y cuando el viejo vino del campo no le quisieron acoger dentro, llamándole cruel, que había muerto sus hijos y la nobleza de los caballeros de Granada. El cual se fue huyendo con poca gente al valle de Lecrín, y se metió en la fortaleza de Mondújar36.

Independientemente de que se quedara allí de forma permanente, aun cuando, siguiendo al mismo L. del Mármol, los granadinos «enviaron luego por Abil Efascen, que estaba en Mondújar, y recibiéndole otra vez por rey, comenzó una cruel guerra entre padre e hijo»37, lo cierto es que otra vez le abandonaron y echaron del poder, y, finalmente, «murió Abil Efascen en el castillo de Mondújar»38.

Tras la conquista del reino, la fortaleza fue entregada a Pero de Zafra, hermano del secretario real Fernando de Zafra. Estaba casado con Guiomar de Acuña, prima de la mujer del conde de Tendida. Fue ella, en ausencia de su marido, quien la defendió de la revuelta de 1499. Precisamente, por un pleito llevado a cabo contra Guiomar, a la que se le acusaba de haberse apropiado de los bienes habices de la mezquita de Mondújar, sabemos del traslado a ese lugar de los restos de los reyes nazaríes, recuperados por Boabdil de la rawda real, luego de su salida de la Alhambra39.

Los vestigios que quedan de la fortaleza nos hablan de una obra de época nazarí, seguramente transformada en tiempos castellanos. Se sitúa en una elevación a una altitud de 900 m. Domina el paso de Padul y Nigüelas hacia la Alpujarra y la costa. Por eso, quizás, se menciona un manzil del siglo XII en la alquería. La planta del castillo tenía forma de un polígono irregular, adaptándose a las condiciones del terreno. La entrada se hace por una abertura que hay en el lado sureste, en recodo, aunque no es posible precisar mucho más. Tiene un gran aljibe en la parte exterior del recinto. Es de planta rectangular y seguramente estuvo abovedado. Restos de muros y torres que jalonan la muralla, son obra de mampostería que parece estar dentro del programa constructivo de los tiempos centrales del reino nazarí.

Una necrópolis ha sido descubierta en el cerrillo que hay debajo, sin que se pudiera precisar la entidad de los enterramientos. La verdad es que varios cementerios se hallan en la zona. En algunos casos son de las alquerías que allí hay.

Debajo de Mondújar se encuentra Talará. Se ha planteado que fuese harat o barrio de los árabes. Es posible que lo fuese de la cercana Mondújar. En cuanto a su identificación con un establecimiento árabe en un medio cristiano, es una interpretación un tanto arriesgada. Es cierto que hay restos romanos importantes, como los aparecidos en el Feche. Allí se han excavado unas termas de una villae, fechadas en el siglo I d. C., con un abandono en el siglo IV o en el V d.C.40 No es menos cierto, sin embargo, que existen algunos topónimos de procedencia bereber, como Tablate (= Roquedo), por lo que cabría explicarlo de otro modo el de Talará.

En la parte oriental del conjunto poblado, en la llamada Haza del Macaber, se realizó una excavación precisamente en una necrópolis que fue descubierta. Se ha fechado en el período almohade y en el andalusí.

Si descendemos por el curso del río Torrente, en su margen izquierda, encontramos Chite. En sus proximidades hay restos, en el cerro de El Castillejo, de una ocupación de primera época andalusí. El conjunto habitado, dividido en dos barrios, el alto y el bajo, se halla presidiendo una vega irrigada por una acequia que viene del río.

En la orilla derecha del Torrente se halla, frente a Talará, Murchas, regada por la acequia de los Arcos, que toma el agua del río Dúrcal. Cerca de ella están los restos del hisn de Lojuela, llamado así porque estaba próximo a la alquería denominada Luxar. Un pago llamado Los Caserones puede ser el área en donde se ubique. Es posible que el mencionado por al-‘Udrí como iqlim Laysar41, correspondiese al Valle de Lecrín, en relación con Lojuela, de acuerdo con Ma C. Jiménez42.

Esta fortificación está en una peña encima del río Dúrcal, en su margen izquierda. Presenta una muralla que circunda todo un espacio, dentro del cual hay restos de cerámica romana, y una gran torre en el ángulo noroccidental. Todo el conjunto es una obra de tapial, salvo la torre que lo tiene encima de unos sillares o sillarejos. Puede tratarse de una obra de primera época andalusí.

Si descendemos por el río Torrente, en la misma margen derecha, aparece Melegís, a poco de su desembocadura en el ízbor. Cuenta con diferentes barrios y su vega se beneficia de las aguas del Dúrcal y, por supuesto, del Torrente. Incluso, había tierras al borde del río. Cuenta con unos baños termales en su núcleo que se han aprovechado desde fechas muy anteriores a las actuales.

Tomemos ahora el eje que forma el río de las Albuñuelas. La alquería de ese nombre contaba al menos con tres barrios, hoy discernibles: Alto, Bajo y el de la Loma. Enclavado en la Sierra de Almijara, es el comienzo occidental del Valle, comunicando con el área sexitana a través de la montaña. Su río, antiguamente el río Santo, hoy de las Albuñuelas, lleva abundante agua. Son asimismo numerosas sus fuentes. Todo ello ha determinado que tenga un área irrigada de cierta importancia, si bien el secano está asimismo presente, como el aprovechamiento del monte para el ganado. En esa parte de la Sierra de Almijara, están los Prados de Lopera, que servían para el verano.

En el mismo núcleo urbano, en el Barrio Alto, encontramos la llamada Torre del Tío Bayo. Tiene, según se aprecia, un carácter defensivo. Su planta es rectangular (7,75 m x 6,45 m), con un grosor de 1,75 m sus muros. La altura que conserva es de unos 8 m; en su parte inferior es una construcción de mampostería, con sillares de piedra en sus esquinas; la superior es de tapial. En su interior se aprecian tres plantas. Puede considerarse una torre de alquería, aunque ahora no quedan huellas de una cerca que la rodee. Hay que fecharla en época nazarí.

En una elevación a la derecha del río, en medio de un espacio cultivado, quedan otros restos. Son llamadas las «Paredes de los Moros», pero no podemos decir nada más que son de una construcción de tapial, sin que podamos hacer más precisiones.

Bajando por el río, ya en término de Saleres, en un promontorio de 1.000 m de altitud que hay por encima de la carretera que va a Las Albuñuelas, se ven los restos de una atalaya, llamada del Marchal. Domina visualmente gran parte del Valle. Es una torre que solo conserva la parte maciza, hecha de mampostería.

Saleres es una alquería con un área irrigada por medio de agua del barranco y que tiene tierras al lado del río de las Albuñuelas, beneficiándose además de una fuente en el Pago de los Llanos.

En lo alto de una cuesta que da paso al camino de la Venta de la Cebada, que luego desciende hasta Los Guájares y la costa, encontramos Restábal, la Cabeza de la Tabla. Sus varios barrios se organizan en una población, por encima de la cual quedan restos de una fortificación, seguramente de época nazarí. Se llega hasta ella partiendo del barrio llamado de El Calvario, que se halla en una elevación entre dos barrancos, el de los Siete Años, al oeste, y el del Castillo propiamente dicho, al este.

Hasta nosotros han llegado restos intermitentes de su muralla que se adaptan a una explanada encima del cerro en donde se ubica. Se identifican al menos dos torres. Así mismo se reconoce un gran aljibe por debajo del nivel de suelo, de planta rectangular, con cuatro naves. La cerámica de superficie, aunque con algunos fragmentos anteriores, es de época nazarí en su mayoría, época a la que hay que asignar la mayor parte de la construcción visible.

Si se sigue la ruta de abajo, la que continúa por el Ízbor, encontramos algunas alquerías junto al río o separadas de él: Béznar, en su orilla izquierda; Tablate en el paso a la Alpujarra, en donde hubo una feroz resistencia de los moriscos. Por el lado derecho del río, encima de él, en la ruta de Los Guájares, Pinos del Valle, con diferentes barrios y con área de cultivo irrigada alimentada por fuentes. Más al sur, en el camino que lleva a Vélez Benaudalla, Ízbor. Pasada esta alquería, rodeada de una fértil vega, entramos ya en el dominio de la costa.

Si leemos la descripción que nos dio L. del Mármol del Valle de Lecrín podremos confirmar lo que hemos ido diciendo de las diferentes alquerías integradas en él. Escribió:

Llámase valle de Lecrín la quebrada que hace la sierra mayor, trés leguas á po­niente de Granada, donde comienza á levantarse la Sierra Nevada. Tiene á poniente la sierra de Manjara, que confina con el rio de Alhama; al cierzo la vega de Granada y los llanos del Quempe; al mediodía confina con las Guájaras, que caen en lo de Salobreña, y con tierra de Motril; y á levante con Sierra Nevada y con la taa de Órgiba. Hay en este valle veinte lugares, llamados Padul, Dúrcal, Nigüelas, Acequia, Mondújar, Harat, Alarabat (sic), el Chite, Béznar, Tablate, Lanjaron, Ixbor, Concha, Guzbíjar, Meegix, Múlchas, Restábal, las Albueñelas, Saláres, Lujar, Pinos del Rich o del Valle. Es abundante toda esta tierra de muchas aguas de ríos y de fuentes, y tiene grandes arboledas de olivos y morales y otros árboles frutales, donde cogen los moradores diversidad de frutas tempranas muy buenas, y muchas naranjas, limones cidras y toda suerte de agro, que llevan á vender á la ciudad de Granada y á otras partes. Los pastos para los ganados son muy buenos, y cogen cantidad de pan de secano y de riego en los lugares bajos, y la cria de la seda es mucha y muy buena43.

La mayor parte de los asentamientos están ubicados en las laderas que rodean los pequeños valles fluviales, aunque a veces son muy encajados, mientras que en torno a la laguna de Padul, que se desaguó en el siglo XVIII, se halla uno de los principales de todo el conjunto territorial, El Padul. Debe su nombre, como queda dicho anteriormente, a la laguna pantanosa, encima de la cual se asienta. Es el punto de comienzo del Valle viniendo de Granada.

Ya hemos señalado que a partir de esa alquería se va ordenando un grupo de alquerías en torno al río Dúrcal: la misma Dúrcal, situada por debajo de la línea de fallas que relaciona la Sierra con el Valle, organizada en diferentes barrios, algunos alejados de ella, Cozvíjar y Conchar. Forman un primer subconjunto de Lecrín.

Otro está en torno al río Torrente. En su curso superior, una vez que baja de Sierra Nevada, está Nigüelas, término árabe (Nawalás = cabañas), a poco de salir de la línea de fallas. Aparece como hisn el siglo IX, en las luchas de la primera fitna. A esta alquería se refiere Ibn al-Abbár cuando nos ofrece la biografía de algunos personajes ilustres de la zona. Cabe hablar de un proceso de conformación territorial, tras la fitna, en el que la importancia de los asentamientos rurales tipo alquería son la espina dorsal.

En torno al Torrente tenemos un buen número de alquerías. Llama la atención que alguna de ellas, como la misma Nigüelas y Acequias, tal vez por estar enajenadas por la corona, no aparezcan en la relación de bienes habices de 150144. Encontramos a ambas mencionadas en la bula de erección de la diócesis de Granada. Nigüelas está con Padul y las otras alquerías del río Dúrcal, mientras que Acequias aparece con Béznar y otros muchos núcleos45.

En el primer tramo del río de Albuñuelas está la alquería de ese nombre. Tenía diferentes barrios, como se lee en la capitulación que les dio el rey Fernando en 149146. Por debajo encontramos. Saleres y Restábal.

Camino de Los Guájares, Pinos del Valle. Por debajo, hacia la Alpujarra, Tablate y, en el inicio de aquella Lanjarón. Hacia la costa, en el río ízbor, Béznar e ízbor.

Tierra de abundantes aguas, sea por las nieves, sea por las masas calizas, tiene áreas de cultivo irrigadas que crean una producción agraria de elevado nivel y gran riqueza. Sin estructuras urbanas, la referencia más cercana parece ser Granada, sin que podamos decir que una alquería supera en importancia a las demás. Y eso que hay desigualdades manifiestas en cuanto al poblamiento y a la extensión de sus cultivos. Estos son de muy variado tipo si bien los frutales tienen una importancia destacable.

La cercanía a la ciudad de Granada, la situación en la vía principal de comunicación con la Alpujarra y la costa, le han hecho ser permeable, con un número de hombres de religión importante, procedentes de Dúrcal, Nigüelas y Chite, que ejercieron como tales a lo largo de los siglos XII, XIII y XIV. Era, pues, el Valle un foco de religiosidad, como lo demuestran también las innumerables rábitas existentes en sus alquerías. Así mismo contaba con una capacidad defensiva de indudable peso, tal vez por ser tierra que se hallaba a las puertas de Granada.


  1. Es de gran interés y prácticamente la única monografía, en su origen tesis doctoral, de Villegas Molina , Francisco, El Valle de Lecrín. Estudio geográfico, Granada, 1972. A modo de resumen de esta, se puede consultar del mismo autor: «El Valle de Lecrín», Cuadernos geográficos de la Universidad de Granada, 1 (1971), pp. 5-36.
  2. Mármol Carvajal, Luis del, Historia d el Rebelión..., p. 212. Vid. asimismo Padilla Mellado, Lorenzo Luis, Los habices de las iglesias del Valle de Lecrín. Historia y arqueología, Granada, 2010. Tesis doctoral disponible on line: http://digibug.ugr.es/bitstream/10481/4921/1/18671226.pdf
  3. Conocemos bien el sistema de regadíos de algunas alquerías. Es el caso de la de El Padul, en la entrada del Valle, en la que las fuentes son importantes: García Pérez, J . Félix, Territorio y poblamiento medieval en el valle de Lecrín. La alquería de Padul, Granada, 2011, y un resumen del mismo en: «Los sistemas hidráulicos y su evolución en el Valle de Lecrín: diseño de espacios irrigados y modalidades de riego tradicionales en la alquería de al-Badül», en Jiménez Puertas, Miguel y Mattei, Lúea (eds.), El paisaje y su dimensión arqueológica. Estudios sobre el sur de la Península Ibérica en la Edad Media, Granada, 2010, pp. 247-82.
  4. Madoz, Pascual, Diccionario geográfico-estadístico-histórico..., s.v. Saleres.
  5. García Pérez, J. Félix, Territorio y poblamiento..., pp. 31-9.
  6. Idem, p. 44.
  7. Idem.
  8. García Pérez, J . Félix, «Los sistemas hidráulicos...» , pp. 252-74.
  9. García Pérez, Juan Félix, «Transformación de la práctica agrícola nazarí después de la conquista castellana en el contexto del Valle de Lecrín», en Jiménez Puertas, Miguel (ed.), El paisaje y el análisis del territorio. Reflexiones sobre el sur de al-Andalus, Granada, 2013, pp. 87-110, especialmente p. 94.
  10. Burgos Juárez, Antonio, Puerta Torralbo, Dolores, Cabrera Jiménez, Eduardo, Pérez Bareas, Cristóbal y Toro Cano, Marta, «Informe preliminar de la intervención arqueológica de urgencia en la villa romana de «Los Lavaderos» de Dúrcal (Granada). (Unidad de actuación 8)», Anuario Arqueológico de Andalucía/2004, Córdoba, 2009, vol. 1, pp. 1511-17. Esta villa perdura desde el siglo I a. C. al siglo IV d. C.
  11. Archivo Histórico Provincial de Granada, Libro de Apeos de Dúrcal, libros 6677 y 6678, fols. 9 v-10r.
  12. Pedregosa Megías, Rafael J., «La Torre de Márgena o Marchena, Dúrcal (Granada): un a torre de alquería y su albacar», Antiqvitas, 23 (2011), pp. 293-302, especialmente p. 293.
  13. Idem.
  14. «En los alrededores de la torre hay numerosa cerámica nazarí, sobre todo de producciones dedicadas al almacenaje y transporte, como jarras/os, tinajas, orzas, jarritas/os, lo que nos habla de una ocupación humana en las inmediaciones, p ara el período nazarí» ( Pedregosa Megías, Rafael J., «La Torre de Márgena...», p. 296).
  15. García Pérez, Juan Félix, Paisajes históricos del área norte del Valle de Lecrín de la época nazarí a la conquista cas­tellana, Granada, 2013. Tesis doctoral inédita. Nuestro agradecimiento a su autor por permitirnos su consulta. En esta tesis se nos informa de manera detallada acerca de la composición de los seis barrios de Dúrcal.
  16. García Pérez, Juan Félix, «Transformación de la práctica...», p. 97.
  17. García Pérez, Juan Félix , Paisajes históricos del área...
  18. Véase figura Plano de Cozvíjar
  19. Véase Plano de Cónchar.
  20. Gallegos Castellón, Loreto, «Intervención arqueológica preventiva mediante sondeo en el solar situado en el pago del Portichuelo, Conchar (Granada), perteneciente al municipio de Villamena, (Granada)», Anuario Arqueológico de Andalucía/2005, Córdoba, 2010, pp. 1275-85.
  21. Idem, p. 1276.
  22. Archivo General de Simancas, Contaduría Mayor de Cuentas, 1* época, legajo 131.
  23. 23 Gallegos Castellón, Loreto, «Intervención arqueológica preventiva...», p. 1278.
  24.  García Pérez, Juan Félix, «Transformación de la práctica...», p. 101.
  25. Ferrer Muñoz, Manuel, Libro de apeo y repartimiento de suertes del lugar de Nigüelas: año 1572, Granada, 2000.
  26. García Pérez, Juan Félix, Paisajes históricos del área...
  27. «Un sitio de Iglesia Vieja frontero del aljibe del agua, que por la parte del aljibe linda con calle y con la acequia que va a dar al lugar al Ramin, y por la parte de arriba con una calleja angosta que pasa por el dicho solar de Iglesia y casas. Por el poniente con una calle que va a dar a la dicha acequia y esta frontero del horno de la Iglesia que está en medio del lugar» ( Padilla Mellado, Lorenzo Luis, «Los habices de las iglesias...», Arqueologíay Territorio, n2 4, pp. 181-202, especialmente, p. 187).
  28. Ibn Hayyan , Al-Muqtabis, e d . A n t u ñ a , p . 3 1 .
  29. Padilla Mellado, Lorenzo Luis, Los habices de las iglesias..., p. 159.
  30. Ibidem.
  31. Padilla Mellado, Lorenzo y Espinar Moreno , Manuel, Arquitectura defensiva del Valle de Lecrín, Granada, 2007, pp. 111-3.
  32. «...fuese encubiertamente á ponerse junto al camino de Acequia, donde dicen Calat el Haxar, que quiere decir atalaya de las piedras...» ( Mármol Carvajal, Luis del, Historia del Rebelión..., p. 298).
  33. Espinar Moreno , Manuel, «La alquería de Mondújar: mezquita y rábitas, cementerios, barrios y otras estructuras urbanas y rurales», Anaquel de Estudios Árabes, 11 (2000), pp. 277-94, especialmente p. 292.
  34. Gómez- Moreno Martínez, Manuel, «E l cementerio real de los nazaríes en Mondújar», Al-Andalus, V I I - 2 (1942), pp. 269-81.
  35. Idem, p. 270.
  36. Mármol Carvajal, Luis del, Historia del Rebelión..., Libro I, cap. XI, p. 139.
  37. Idem, Libro I, cap. XII, p. 141.
  38. Ibidem.
  39. Albarracín Navarro, Joaquina, « Un documento granadino sobre los bienes de la mujer de Boabdil en Mondújar», Actas del I Congreso de Historia de Andalucía. Andalucía Medieval, Córdoba, 1978, tomo II, pp. 339-48.
  40. Burgos Juárez, Antonio, Puerta Torralbo, Dolores, Cabrera Jiménez, Eduardo, Pérez Bareas, Cristóbal, Torres Torres, Francisco, «Intervención arqueológica en Las Termas Romanas de Lecrín (Granada)», Anuario Arqueo­lógico de Andalucía/2004, Córdoba, 2010, vol. 1, pp. 1571-8. Incluye información sobre varias actuaciones anteriores a esta.
  41. Sánchez Martínez, Manuel, «La cora de Ilbira...», pp. 57-8.
  42. Jiménez Mata, Mª Carmen, La Granada islámica..., p. 5 5 y nota 94.
  43. Mármol Carvajal, Luis del, Historia de la Rebelión ..., Libro IV, cap. XXXI, p. 212.
  44. Archivo General de Simancas, Contaduría Mayor de Cuentas, 1“ época, legajo 131.
  45. Bula de erección de la diócesis de Granada, apud Simonet, Francisco Javier, Descripción del reino d e Granada, Madrid, 1860 (reimpresión Madrid, 1988), p. 139.
  46. Real de la Vega de Granada, 8-V-1491 (Archivo General de Simancas, Mercedes y Privilegios, legajo 14, folio 51). Publicado por Ladero Quesada, Miguel Ángel, Granada después de la conquista..., pp. 364-5.