Los caminos y carreteros del S. XVIII en el Valle de Lecrín

Inicio

Sacado del trabajo: CAMINOS Y CAMINANTES LOS CARRETEROS DEL REINO DE GRANADA (S. XVIII) de Raúl Ruiz Álvarez

El territorio que suman las tierras del Valle de Lecrín, Órgiva, Torvizcón y Las Alpujarras está marcado por la orografía de la cara sur de un macizo montañoso, inmediato al mar Mediterráneo, que cuenta con numerosos valles, montañas, ríos y barrancos. Esta particular orografía condicionó, por un lado, el vacío de caminos que puede observarse en parte de Las Alpujarras y, por otro, la concentración del ir y venir de gentes y mercancías en el camino natural de la Costa de Granada a Granada por el Valle de Lecrín.

Los mapas de Pedro Pontón (1705) y Tomás López (1767) dan buena cuenta de este vacío, aunque haya otros que presenten algunos caminos de herradura, como los de José Matías Escribano (1760) o Escribano y Razola (1760-1788). La red era claramente deficitaria, a lo que no ayudaban los enfrentamientos entre los municipios. Las mejoras se concentraron en los trayectos más cercanos a la ciudad de Granada, en concreto en tramos de Alhendín, Padul, Cónchar o Restábal. Pese a ello, estos vacíos no significan que no se transporte y exista una circulación de gentes, rebaños o transportistas no profesionales desde antiguo.

Es un buen trabajo sobre los medios de transporte del S. XVIII, en el reino de Granada. Hemos creado el siguiente pdf donde se expone sólo los datos del Valle de Lecrín.

El Valle de Lecrín es la comarca arriera por excelencia del reino de Granada. Once de sus 18 localidades registran arrieros con un importante porcentaje de vecinos dedicados a esta actividad, como en Restábal (22,22%), Saleres (27,12%) y Albuñuelas (17.24%). Pero si hay un pueblo arriero por excelencia será Pinos del Valle, donde el 38% de los cabezas de casa son arrieros.

Margarita M Birriel lo justifica aludiendo a la estructura agraria de Pinos del Valle y del propio Valle de Lecrín, que posibilitaron liberar una parte de mano de obra y animales para su dedicación arriera. A ello debemos añadir, sobre todo, la importancia del camino como apertura natural para la circulación de mercancías, abriendo paso desde la ciudad de Granada a una gran extensión territorial entre la Costa, Las Alpujarras y la propia ciudad de Granada.

El camino de Granada a Motril surcaba los Partidos del Valle de Lecrín, Salobreña y Motril. De los tres caminos a su paso por el Valle de Lecrín, el que concentra una mayor parte de la actividad del transporte es el camino de Granada a Motril (68,6% de los arrieros).

En Saleres había 32 arrieros, traficando seis de ellos con recuas y los restantes con entre 1 y 4 bestias cada uno. 6.000 reales se les reguló por los portes a cada recua con que transportaban: 2 de ellos trafican con dos recuas cada uno (12.000 reales), otros 2 con recua y media (9.000 reales). A los dos que transportaban con una sola recua se les reguló 5.500 reales. Además, 3 arrieros transportaban con 4 bestias (3.500 reales); otros 3 con 3 bestias (2.200 reales); 15 con 2 bestias (1.500 reales) y 5 con una bestia (750 reales), sumando todos ellos 96.350 reales, cifra muy elevada para una localidad tan pequeña.

Los pueblos vecinos (Restábal y Melegís) registran 34 y 2 arrieros, respectivamente. En Restábal hay 4 arrieros con recua entera de 6 u 8 cabezas, a los que también se les regula 6.000 reales, 6 con media recua, 3.000 reales, 15 con dos cabalgaduras, 1.500 reales y 9 con solo 1 cabalgadura, 750 reales al año. Suman 71.250 reales de vellón, que una vez calculado para la Letra F, desciende a 40.500 reales (78,1% del industrial). El camino dejaría al este la localidad de Melegís, en la que hay 2 arrieros, que podrán ganar 1.100 reales al año cada uno, para tomar desde Restábal dirección a Pinos del Valle, donde sus 100 arrieros transportan con recuas compuestas por diferentes números de cabezas, con 2 ó 3 bestias y otros con una cabeza mayor (mular) o menor (asnal), por las que se le pueden regular 330 y 165 reales respectivamente, bajados los costes.

Aunque el número de arrieros es elevado, la utilidad será menor a las localidades de Restábal y Saleres, con 34.980 reales de vellón anuales, el 81,9% del industrial del lugar. Entrando en la jurisdicción de Motril, en Vélez de Benaudalla contamos 6 arrieros, a los que se calcula de utilidad 7.500 reales (5,5% del industrial); en Motril tan sólo hay 7 arrieros con algunas bestias, que trajinan en el camino con cargas de azúcar, pues Motril es, junto con Almuñécar, uno de los centros de cultivo y manufactura de azúcar, registrando una superficie cultivada de 12.368 marjales con cuatro molinos: dos ingenios reales y dos trapiches. Sin embargo, con estos siete arrieros sería imposible la producción de azúcar durante la centuria, por lo que los ingenios contarían con sus propias caballerías o establecerían contratos con las cabañas. Asimismo, quienes cultivaban la caña, tanto labradores como jornaleros, tendrían que poner sus bestias al servicio del transporte. Además, aunque Motril no es un gran puerto, de hecho, tan sólo posee un varadero en Calahonda, su posición costera hace propicia la llegada y salida de mercancías para circular hacia el interior del Reino. Por el contrario, las utilidades nos indican que estos siete arrieros no transportaban con un gran número de bestias, regulándoseles entre 1.100 y 3.300 reales, sumando 11.200 reales de vellón. En cuanto a los perfiles de esta ciudad costera, aparece la viuda del arriero José Moreno, Doña María Mellado, a la que le regulan 2.200 reales por la arriería, la que seguramente realizaría uno de sus vástagos.

Finalmente, en el camino litoral entre Motril y Almería, encontramos Gualchos/Jolúcar con 9 arrieros de una caballería menor, que se ejercitan también en las labores de sus haciendas, regulándoles 250 reales anuales.

Conectada con Motril y con la influencia socioeconómica de este camino están las tierras de Salobreña, donde se contabilizan 14 arrieros en cuatro localidades (1,28% del vecindario). En la costa, Salobreña cuenta con 2 arrieros, que sabemos que trafican hacia Granada: Salvador Franco, al que le calculan 1.100 reales de utilidad, y Cristóbal Delgado, 600 reales. Y Lobres, con 1 arriero, al que tan sólo se le regulan 3 reales al día por la costosa manutención del ganado que hay en este lugar, debido a la cortedad de las cosechas.

En la montaña, limitando con Pinos del Valle, encontramos Guájar Alto con cuatro arrieros: José de Arnedo que trafica con 3 jumentos, tan sólo se le regula 1.100 reales por el poco caudal y tráfico que tiene; Bartolomé Rodríguez, con 1 jumento, 360 reales; Cecilio López, con 2, 732 reales y Diego Hernández con 1 mulo, 500 reales. Suman todos 2.692 reales de vellón.

Finalmente, en Guájar Faragüit hay siete arrieros que trafican en el camino con bestias menores y alguna mayor, a los que se suman otros vecinos encargados de portear carguillas a los lugares inmediatos con jumentos, considerándoles la utilidad de jornaleros.

Como hemos señalado, desde el Suspiro del Moro se bifurcaba el camino, con un itinerario hacia Almuñécar, que bordea la villa de Albuñuelas, donde las Respuestas Generales nos informan de 50 arrieros con una bestia mular, a los que se les regula por cabeza 330 reales al año, una vez se ha sacado el costo de su bestia y el uso en los viajes. Por esta ruta, tenemos constancia que se abastecería de pescado fresco mediante la arriería a la ciudad de Granada, gracias a un conflicto con la Venta de la Marina de Albuñuelas.

En la Entidad Principal de Almuñécar se registraron a 35 arrieros, localizados en cuatro de sus municipios. Suponen el 3,2% del vecindario. En Almuñécar se ejercitaban en este oficio doce vecinos con distintos números de ganados, a los que se les regula entre 560 reales y 1.200 reales, sumando 7,890 reales, con una media de 657 reales por arriero.

Además de los arrieros del pescado, tenemos que señalar la importancia del transporte para el funcionamiento de los ingenios de azúcar ubicados en la costa oriental del reino de Granada, no sólo para trasladar la caña de azúcar y la leña a la industria, sino para distribuir el producto azucarero. Margarita M. Birriel Salcedo apunta que el valle del río Verde y, especialmente, Almuñécar era muy conocida por la producción de azúcar, con dos ingenios de azúcar en 1753 y 1.369 marjales de vega cultivados de cañas. También lo eran las tierras que unían esta villa costera con el propio Valle de Lecrín, como Jete, donde se registra un ingenio trapiche a las orillas del río Verde llamado de Santa María.

Tan sólo se contabilizan cuatro arrieros con un par de jumentos cada uno, por lo que se regulará 750 reales anuales a cada uno. En Ítrabo se regularon diversas utilidades a sus 19 arrieros, atendiendo tanto al número de su ganado como al avío para su tráfico. Así, el 52,6% se le reguló 550 reales; al 26,3%, 700; al 10,5%, 75 y a otro 5,2%, 1.000. Suman 12.200 reales de vellón anuales de industrial arriero. El Estado Local de la Letra F les reguló 11.650 reales de vellón (45,9% del industrial)572. Finalmente, en Otívar no hemos determinado su número, pues la respuesta a la trigésimo segunda pregunta específica que, aunque no hay arriero que trajine con recua, «algún vecino que mantiene un jumento con el que portea o conduce algunas cargas de uvas, escobas, pasa, y otros géneros, los que por ser propiamente jornaleros se reservan para su clase».

En el camino a Las Alpujarras, que partía antes de llegar a Padul, la presencia de arrieros por las tierras del Valle de Lecrín podemos decir que es testimonial, si la comparamos con los lugares del camino a Motril. Así, se registran 22 arrieros: 4 en Nigüelas, 4 en Chite /Talará, 7 en Béznar y 7 en Lanjarón. Nigüelas quedaba al margen del camino, aunque en su término había una venta situada en el mismo. Sus 4 arrieros podrían ganar por los portes con su ganado 50 pesos, a los que tendrían que descontar la comida y mantenimiento de las bestias.

En Chite/Talará otros 4 arrieros, a los que se reguló por bestia 550 reales. En Béznar hay 7 arrieros solamente durante la mitad del año, a los que se considera 4 reales por día. Estamos seguros que se complementarían entre los 60 jornaleros que trabajan al año durante siete meses con la siguiente regulación: los dos meses de verano podrán ganar 5 reales al día, dos meses a 3 reales diarios, otros dos meses a 2 reales diarios y un mes a 1,5 reales al día. Por tanto, en esta localidad sería el complemente ideal entre labradores y jornaleros.

El último lugar del Valle de Lecrín, antes continuar el camino por el señorío de Órgiva, era Lanjarón, donde a sus 7 arrieros les regularon 750 reales por cada una de las bestias con las que realizaban la actividad, sin descontar el costo de su manutención. El camino, pasando por la venta de Lanjarón, se dirigía hacia Órgiva para cruzar el río Guadalfeo con dirección a la venta de Torvizcón, que, como ya vimos, pertenece al término de Almegíjar-Notáez.

El núcleo urbano de Torvizcón quedaría en el margen derecho del camino, por lo que de él nos ocuparemos a continuación.

Sigue el camino hacia Cádiar, donde se registran tan sólo dos arrieros, a los que se les regula 200 reales por cabeza. Desde Cádiar continuaría el camino hacia Ugíjar. Aquí perdemos las pocas referencias a este camino de herradura, que continuaba hasta Alcolea y Laujar de Andarax, donde 4 arrieros portean paños que se sacan de esta villa para venderlos fuera.

Al sur de Las Alpujarras se encontraba la Entidad principal de Torvizcón con 1 arriero en Albondón, José de Frías, que transporta con 1 bestia mular y, a razón de su trajino, le regulan 1.500 reales al año (18,8% del industrial)581, y Albuñol, donde había 44 arrieros para conducir el pescado desde la playa a la ciudad de Granada. Cuatro eran perpetuos todo el año, José Sabio, Bernardo Ortega, Pedro Blanco y don Ramón Segado, alcaide de la Rábita, aunque de su transporte se encargaba un sirviente suyo. A quienes transportan con dos mulos se les calcula 700 reales y al que lo hace con uno, 350 reales. Además, habrá 40 arrieros más que se dedicaban a esta actividad cuando se desocupaban de las labores del campo, regulándoles 15 reales por cada viaje que hacen con bestia mayor y 10 reales por el que hacen con bestia menor. Suman de utilidad solamente 2.100 reales de vellón (5,3% del industrial)583. Camino al campo de Dalías por el litoral encontramos la villa de Adra, con 10 arrieros, que trafican portes de azúcar y otros géneros, seguramente del ingenio del marqués de Caizedo. Las utilidades reguladas son muy bajas, entre 100 y 600 reales, sumando 3.350 reales de vellón.

Nos detenemos para llamar la atención, una vez más, sobre la capacidad de la fuente de aportar nuevos datos y plantear nuevas cuestiones. Este ingenio lo explotaba en régimen de arrendamiento una poderosa labradora, jefa de hogar femenino, doña María Teresa Gnecco, que contaba con un importante número de trabajadores, registrados como tales en el Catastro. Entre ellos había 16 arrieros que las respuestas generales no registraron en dicha categoría, sino como empleados de este ingenio a los que pagarían a 6 arrieros que transportan la caña, 440 reales y a 10, que hacen lo propio con la leña, 480, sumando 7.440 reales de vellón. Todos ellos lo harían con las bestias de doña María Teresa Gnecco, pues en el libro de lo Real tan sólo se les reguló como trabajadores del ingenio, y a Manuel de Bogas, como trabajador del ingenio en la temporada y jornalero el tiempo restante, por lo que podría ganar 240 reales más


Localización de la arriería en el reino de Granada (s. XVIII)

En rojo caminos de carros. En negro caminos de herradura


Arrieros en la senda Granada a la Costa y Las Alpujarras (s. XVIII)




Concentración de arrieros e industrial medio por Entidades en el reino de Granada (s. XVIII)


Enlaces

Estado de la red según José Matías Escribano en 1760

El Reino de Granada. Tomás López. 1761